Esta es la continuación desde Llanes de mi relato del Camino del Norte a pie entre Irún y Santiago de Compostela. Puedes leer el tramo entre Irún y Llanes aquí.
Camino del Norte a pie: día 12, de Llanes a San Esteban de Leces (23/06/2021)
Poco después de salir de Llanes el Camino del Norte coincide con un tramo de la Senda Costera. La primera playa que veo es la del Castro de San Martín y es preciosa. Luego sigo circulando cerca de la costa pero sin llegar a acercarme realmente al mar. Por el momento el cielo está cubierto de nubes pero no llueve y a ratos incluso sale el sol.

En Celorio paso por el pequeño monasterio de San Salvador y después el sendero prosigue bordeando la playa de la Palombina. Aquí se ven las consecuencias de las lluvias de anoche que debieron ser importantes ya que hay un pequeño derrumbamiento de tierra en la playa y cintas de la policía local que no dejan pasar por algunas calles llenas de barro, por donde ayer debía bajar muchísima agua.

Paso un pueblo llamado precisamente Barro y después por la iglesia de los Dolores cuya imagen se refleja en el agua de la ría cuando la marea está alta creando un conjunto tan pintoresco que se ha utilizado varias veces para rodar películas. Hoy la marea está baja así que no se da el efecto.

Más tarde el sendero pasa por una zona de bosque y después de una pequeña confusión con el itinerario que me ha hecho andar dos o tres kilómetros adicionales llego a las ruinas del monasterio de San Antolín, del siglo XIII, en bastante mal estado.

Se cruza el río Bedón y poco después se llega a su desembocadura en la playa de San Antolín. Este río tiene la peculiaridad de ser uno de los más cortos de la península ya que desde su nacimiento en el concejo de Cabrales hasta esta playa sólo recorre 19 kilómetros.

Hoy han predominado las pistas y senderos y ha habido muy poco asfalto, completamente opuesto a las etapas cántabras. Con las lluvias que ha habido en los últimos días también había zonas embarradas pero aún así es muchísimo mejor este terreno que ir constantemente por asfalto.

A partir de la una pasando Piñeres de Pría el cielo se cubre y empiezan a caer gotas. Primero llueve débilmente pero más tarde la cosa ha empeorado, aunque no ha llegado a ser como la tormenta de ayer. Poco después se pasa por la iglesia de San Pedro de Pría a la que se llega tras ascender por un prado en el que he coincidido con cuatro jóvenes alicantinos con los que me he ido cruzando desde que hemos salido de Llanes. En la aldea siguiente, El Collau, alguien ha adornado las piedras junto al camino con motivos jacobeos.

Cada vez llueve más y entre pastos y por pistas cada vez más embarradas voy avanzando. Con lluvia no es fácil parar si no se encuentra un sitio resguardado y empezaba a estar ya bastante cansado.

A las tres llego a Ribadesella donde busco un bar en el centro donde comer. Además he comprado un bocadillo para la cena ya que el albergue adonde voy está en una aldea minúscula en la que no hay bares ni tiendas, y tampoco me apetece ponerme a cocinar después de la paliza del día.

Después de comer queda cruzar el puente sobre el Sella para pasar al otro lado del río donde se recorre el largo paseo que bordea la playa de Santa Marina, lleno de mansiones de indianos, las construidas por los que volvieron tras hacer fortuna en América. Hoy con el temporal no es el día más agradable para pasear por aquí.

Y desde el final de la playa tres kilómetros más me llevan al albergue de San Esteban de Leces, enclavado en una antigua escuela de una pequeña aldea a las afueras de Ribadesella.
Balance del día: 40,8 km y 697 m de desnivel positivo acumulado.
Camino del Norte a pie: día 13, de San Esteban de Leces a Villaviciosa (24/06/2021)
Fai un sol de carallo cantaban Os Resentidos en los 80. Y así es como ha amanecido hoy. Con ánimos renovados salgo del albergue de San Esteban de Leces para enseguida pasar por Vega de Ribadesella donde un artista local se ha dedicado a pintar curiosos trampantojos en algunas paredes del pueblo.

El camino continúa bajando hasta la playa de Vega donde solo algunos surfistas han madrugado tanto como los peregrinos en esta mañana festiva de San Juan. Después de bordear la playa se asciende por un sendero entre helechos estrecho, pedregoso y embarrado, que en algunos momentos parece un riachuelo. Pero luce el sol y todo se afronta mejor…

Paso por Berbes, un núcleo con casas aisladas, y sigo por un camino de tierra y algún tramo de la carretera N-632 hasta que la abandono por una pista para descender de nuevo entre eucaliptos y helechos a la Playa Arenal de Morís.

No se llega a bajar a la arena sino que se bordea a una cierta altura.

Desde aquí un precioso sendero va resiguiendo el litoral pasando por algunas pequeñas playas rocosas y siempre rodeados del verde de los pastos y los helechos. En este tramo he visto a lo lejos caminar a una peregrina a la que más tarde conocería.

Y probablemente sea por la alegría de que hoy luzca el sol pero realmente este tramo ha sido de los más bonitos desde que empecé el camino en Irún.

Llego a La Espasa donde en uno de los bares de la playa paro a comer un pincho de tortilla. Después un poco de carretera que enseguida se abandona por un sendero empedrado completamente embarrado. Algunos de estos tramos de sendero son restos del Camín Real o camino real, la red principal de caminos medievales, aunque quedan pocos fragmentos porque su traza está a menudo bajo las carreteras actuales.
Tras este tramo complicado los kilómetros siguientes se circula mayoritariamente por pistas asfaltadas y tras atravesar un par de pequeñas aldeas de casas dispersas llego a Colunga.

Tras una parada en Colunga los siguientes 17 o 18 km atraviesan la comarca de la sidra, una zona rural con solo pequeñas aldeas aisladas y sin ninguna población importante. Se ven los árboles de los que se obtienen las pequeñas manzanas con las que se elabora esta bebida asturiana. Los campos de manzanos o pumaradas, como se conocen aquí, no son solo grandes plantaciones para la producción más industrializada sino que a menudo cada casa tiene unos pocos árboles para la fabricación artesanal. En asturiano hay el dicho quien no tien pumarada no tien nada.

A la salida de Colunga me encuentro con Alberto, un chico de Madrid con el que estuve en el albergue de esta pasada noche y juntos recorremos un tramo hasta la iglesia de San Pedro de Pernús, donde nos separamos.

La mayoría del recorrido por esta comarca de la sidra se hace siguiendo la carretera local que va uniendo las pequeñas aldeas. Cuando en algún momento se abandona el asfalto se pasa por bonitos senderos entre árboles, algo embarrados por las lluvias de los días pasados

Más tarde me encuentro con Ana, la chica que había visto unas horas antes al principio de la etapa, y un poco más adelante coincidimos con Alberto. Juntos recorremos los kilómetros que quedan hasta Villaviciosa. A medida que nos acercamos se atraviesan algunas pumaradas y se pasa cerca de la fábrica de sidra El Gaitero. Entramos por fin en la población donde en cuanto llegamos al centro paramos a tomar unas cervezas.

Y en el país de la sidra debíamos completar la jornada cenando en una sidrería un cachopo, uno de los platos típicos asturianos. Es además una despedida, ya que Alberto termina mañana en Gijón su camino, que va haciendo en fases, una semana al año, y Ana seguirá hacia Oviedo para hacer el Camino Primitivo, mientras que yo sigo por el de la Costa. El Camino tiene estas cosas, en unas horas unos desconocidos acaban compartiendo risas y anécdotas en torno a una mesa para seguir después cada uno con su vida hasta que quizás el Camino los vuelva a juntar en otro lugar, ¿en qué otro ámbito pasan cosas así con esta facilidad?

Balance del día: 36,4 km con 685 m de desnivel positivo acumulados.
Camino del Norte a pie: día 14, de Villaviciosa a Gijón (25/06/2021)
A los pocos kilómetros de Villaviciosa hay un cruce importante. En la pequeña aldea de Casquita el camino se separa en dos opciones. A la izquierda se va hacia Oviedo para continuar a Santiago por el Camino Primitivo y a la derecha se va hacia Gijón para continuar por el Camino de la Costa. También es posible ir a Oviedo y desde allí regresar al Camino de la Costa enlazándolo en Avilés, sin pasar por Gijón. Incluso hay quien dice que esta opción es la más respetuosa con la historia porque un peregrino de la antigüedad siempre se hubiera desviado a Oviedo aunque quisiera seguir por la costa ya que era un centro de peregrinación medieval muy importante. En todo caso yo, que ya hice el Camino Primitivo desde Oviedo a pie en 2016 y en bicicleta en 2019, prosigo esta vez por la opción costera hacia Gijón.

Pasado Casquita se abandona el asfalto para empezar a ascender por una pista entre bosques y pastos siguiendo el valle del río Valdedios. Después un tramo final de asfalto me lleva hasta la aldea de Niévares.

Desde este pueblo se inicia una durísima subida al Alto de la Cruz. Son apenas dos kilómetros pero con una pendiente muy pronunciada. Al principio por un camino cementado que luego se transforma en un sendero de tierra y finalmente desemboca en una carretera por la que se recorren los últimos cientos de metros hasta el alto.

Una vez en el puerto no hay nada que indique que se está en lo más alto, simplemente una curva en la carretera en la que se deja de subir y a partir de la cual se empieza a bajar por la vertiente contraria hacia el Valle de Peón. A medida que se baja se contemplan bonitas vistas de este valle agrícola y ganadero. En el fondo del valle se llega al pueblo que le da nombre donde paro en un bar a desayunar.

Si para acceder al Valle de Peón ha habido que subir un puerto y desde ahí descender al fondo del valle, para salir hay que repetir lo mismo por la vertiente opuesta: ascender desde el fondo del valle hasta un alto, el Collado del Infanzón, para bajar por el otro lado ya hacia Gijón y el mar. El ascenso, aunque más corto que el del Alto de la Cruz, presenta también pendientes notables y algunos senderos embarrados que parecen riachuelos. Una vez coronado el puerto, unos kilómetros más, mayoritariamente por asfalto, me llevan hasta Deva, ya a las afueras de Gijón.

Desde Deva hay cinco kilómetros bastante aburridos y pesados a través de zonas residenciales del área metropolitana de la ciudad. En un merendero que he visto he parado a comer algo antes de acabar descendiendo definitivamente a Gijón, aunque una vez en el casco urbano aún falta recorrer tres kilómetros más para llegar al centro histórico. Primero por un carril peatonal junto al río Piles y posteriormente por el paseo marítimo de la larga playa de San Lorenzo.

Una vez en Cimadevilla, la pequeña península donde se encuentra la parte vieja de la ciudad, una vuelta rápida y doy por acabada una etapa más.

Balance del día: 31,0 km con 752 m de desnivel positivo acumulado.
Camino del Norte a pie: día 15, de Gijón a Muros de Nalón (26/06/2021)
Los primeros cinco kilómetros del día son una larga travesía urbana por las calles de Gijón, conectando calles y avenidas prácticamente en línea recta. No tienen nada de especial y se hace un poco pesado, pero cuando acaba el casco urbano los siguientes dos kilómetros son como salir del fuego para caer en las brasas, ya que se atraviesa una zona muy degradada de industrias pesadas por un paisaje casi apocalíptico.
Afortunadamente dura poco y a partir de una aldea llamada Poago la ruta me conduce hacia una tranquila zona rural. Desde Poago, que está elevado sobre la siderurgia, se oye constantemente el ruido de las fábricas.

Por una pista asfaltada inicio un fuerte ascenso que luego se suaviza y me va alejando de la zona industrial. El camino se adentra en las faldas del Monte Areo, que hay que cruzar. Aunque ya no está a la vista, el sonido de la industria pesada todavía se percibe durante un buen rato.
El trazado es mayoritariamente por una pista entre eucaliptos y en algún momento también se toman pequeños tramos de sendero.

Finalmente la pista desemboca en una carretera asfaltada por la que se desciende al valle de Carreño. Siguiendo por carretera se recorre el fondo del tranquilo valle agrícola, sorprendentemente ajeno a los grandes polos industriales que tiene a cada lado. En este tramo me han adelantado tres bicigrinos.

Y al final del valle llego a Tabaza donde se acaba la tranquilidad y de nuevo hay que cruzar grandes polígonos industriales y zonas urbanizadas en el recorrido que queda para entrar en Avilés. De los ocho kilómetros que restan durante aproximadamente la mitad se rodea la enorme factoría de ArcelorMittal. Si hay un ranking de los peores tramos de todos los caminos de Santiago éste va directo a las primeras posiciones.
En un bar de carretera de Silvota con maravillosas vistas a la factoría paro a comer un pincho de tortilla que estaba muy bueno, todo hay que decirlo.

Y por fin entro en Avilés y llego a su casco antiguo. Aquí tenía previsto terminar la etapa, de unos 25 km. Pero eran poco más de las 13 h., el albergue no abría hasta las 16 h., y para mañana tenía previsto casi 45 km. Lo ideal sería hacer hoy algo más y repartir mejor las dos etapas pero el gran problema es que en los siguientes 25 km no hay ningún sitio para dormir. En San Martín de Laspra, 13 km después de Avilés, hay un buen albergue pero llamé ayer y está cerrado hasta el 1 de julio, ¡faltan solo cinco días! Y en Salinas, el único lugar intermedio en el que hay hoteles, todo está lleno ya que es un sábado de finales de junio y es un municipio costero. Así que la decisión es quedarse en Avilés o seguir hasta Muros de Nalón, primera población con alojamientos a 23 km de aquí, lo que hará que la etapa de hoy sea de 50 km. Un factor importante ha decantado la decisión y es que hoy el cielo está gris pero no llueve y para mañana hay previsión de chubascos, así que mejor avanzar hoy el máximo posible…

Una vez decidido, sobre las 14 me pongo en marcha atravesando el casco antiguo de Avilés hasta la larga avenida de Alemania por la que salgo de la ciudad.

La salida de Avilés es mucho más agradable que la entrada y no hay zonas industriales que cruzar. Se camina por carreteras hasta que al pasar por un punto llamado Campo del Conde se deja el asfalto para ir por caminos. Por una pista embarrada se llega hasta La Plata y un par de kilómetros después por una carretera sin arcén entro en Piedras Blancas donde paro a tomar un café.
A la salida de Piedras Blancas se empieza subiendo por una carretera hasta llegar a un barrio aislado llamado El Muro desde el que se inicia un tramo más agradable por pistas forestales que pasan también por alguna explotación ganadera.

En este tramo he adelantado tres peregrinos ciclistas que estaban parados arreglando un pinchazo. Luego me adelantarían justo cuando llegaba a Santiago del Monte, un pequeño núcleo con una ermita en la que paro a comerme unas galletas que he comprado en Avilés, ¡hoy me hubiera venido bien tener mi bici!

Desde Santiago del Monte se sube un poco por carretera y después por una pista forestal que, como las anteriores, circula mayoritariamente entre eucaliptos y helechos. Cuando empiezo a descender veo a mis pies el río Nalón y los pueblos de su ribera.
Las profundas rodadas de los tractores en el barro de la pista prueban que con lluvia este tramo debe ser muy complicado.

Llego a El Castillo, una población a la orilla del Nalón que recibe su nombre por el castillo de San Martín que se alza sobre una colina vigilando el río. Desde aquí un paseo de 1 km siguiendo el curso de un meandro del Nalón me lleva a Soto del Barco. Este lugar, igual que San Vicente de la Barquera y otras poblaciones con etimologías similares, recibe su nombre de la existencia en la antigüedad de un servicio de barcas para cruzar el río. Hoy día no es necesario porque hay un puente y por él cruzo al otro lado del Nalón.
Ya solo queda una última cuesta, bastante fuerte, y entro en Muros de Nalón donde acabo esta larguísima etapa.

Balance del día: 49,2 km con 783 m de desnivel positivo acumulado.
Camino del Norte a pie: día 16, de Muros de Nalón a Novellana (27/06/2021)
Ha llovido durante la noche pero el día amanece soleado. Desde la bonita plaza del Marqués de Muros salgo de la población para iniciar una travesía por una pista forestal entre los omnipresentes eucaliptos y helechos combinados a ratos con robles y otros árboles. En pocos kilómetros se llega al pequeño núcleo de El Pitu que forma parte del concejo de Cudillero, aunque el camino no desciende hasta esta pintoresca población marinera y pasa a un par de kilómetros de ella.

Luego sigo por una combinación de carreteras y algún tramo de pista hasta que, después de varios días, el camino se acerca por primera vez al mar en la bonita playa de la Concha de Artedo.

El camino desciende hasta el parking de la playa pero luego vuelve a alejarse hacia el interior sin llegar a la arena. Yo, sin embargo, me desvío 300 metros para llegar hasta la playa y tomar un café frente al mar. En el bar de la playa justamente me encuentro tres franceses que estaban en el albergue de la noche pasada y que han tenido la misma idea. Como la etapa de hoy es relativamente corta y hace un día espléndido me quedo un buen rato aquí sentado y aprovecho para terminar la crónica de ayer en el blog.

Desde la playa toca remontar por la vertiente contraria, primero por carretera y luego por las habituales pistas forestales. Se atraviesa la pequeña aldea de Mumayor con bonitas vistas sobre el Valle de las Luiñas.

Por una senda preciosa por el bosque, en el que es uno de los tramos más bonitos que he visto en este camino, se desciende al valle y se entra en Soto de Luiña.

En Soto paro en un bar a comer y hablo un rato con el dueño que me explica que durante muchos años fue hospitalero en el albergue del pueblo y actualmente es el voluntario que pinta las fechas en esta zona. Me comenta que precisamente hace pocos días las repintó y que encontraré el itinerario perfectamente señalizado. Veremos…
Poco después de salir de Soto de Luiña hay un desvío en el que es posible elegir dos itinerarios que vuelven a converger al cabo de 17 kilómetros. Uno va por la Sierra de las Palancas, una zona montañosa sin pueblos ni servicios intermedios, y es una ruta que había estado abandonada durante años hasta que se recuperó recientemente. La otra, conocida como ruta de las Ballotas, va más próxima a la costa y es la más habitual. Tal como he planificado las etapas y teniendo en cuenta la disponibilidad de lugares para dormir, ya de por sí complicada porque algunos sitios están aún cerrados por el Covid, en mi caso elijo la ruta más clásica por la costa.

Así que después de un tramo de carretera hasta la aldea de casas dispersas de Albuerne, un sendero en bajada me lleva a cruzar la primera de las “ballotas” que dan nombre a esta ruta. Las “ballotas” son pequeños valles perpendiculares a la costa por el fondo de los cuales pasa algún riachuelo, de forma que cuando se circula paralelo al mar hay que descender a cada “ballota”, cruzar el río correspondiente y ascender al monte por la vertiente opuesta para a continuación descender a la “ballota” siguiente y vuelta a empezar. Y así siete veces que es el número de “ballotas” de la ruta.
Por unas piedras cruzo el riachuelo de esta primera “ballota” y un ascenso por un sendero en la vertiente occidental me lleva a Novellana, donde dormiré hoy. La otras seis las habré de cruzar mañana.

En Novellana me ha llamado la atención que hay montones de bicicletas recicladas como maceteros adornando las calles. Con esta curiosidad acabo una jornada relativamente corta que me ha servido para recuperarme del esfuerzo del día anterior.

Balance del día: 24,8 km con 670 m de desnivel positivo acumulado.
Camino del Norte a pie: día 17, de Novellana a Otur (28/06/2021)
Junto a un grupo de cinco franceses con los que he coincidido en el albergue de Novellana nos ponemos en marcha bajo la lluvia, que no cesaría hasta bien entrada la tarde. Seguimos la ruta de las “ballotas” que iniciamos al final de la etapa de ayer. La dinámica siempre es la misma, se desciende por un camino, se cruza un riachuelo y se asciende por el lado opuesto, generalmente hasta una población, y vuelta a empezar. Superada la primera “ballota” del día llegamos a Santa Marina.

Pasada Santa Marina un nuevo descenso por un sendero embarrado hasta el fondo de un valle y un nuevo ascenso hasta un pueblo, en este caso llamado Ballota, donde hago una breve pausa para tomar un café.

Al salir del bar parece que la lluvia ha parado pero es solo un espejismo…. a los cinco minutos vuelve a empezar, aunque con menos intensidad. La siguiente bajada me lleva a cruzar el río Cabo cerca de una pequeña playa en la que desemboca.

La ruta es cansada, con constantes subidas y bajadas, y además con la lluvia hay muchísimo barro, pero los senderos son espectaculares pareciendo en algunos momentos que recorramos una selva tropical y es sin duda uno de los mejores tramos del Camino del Norte.

La subida después de cruzar el río Cabo me lleva a Tablizo desde donde una pista nos conduce un rato cerca de la costa por encima de unos acantilados hasta llegar a Ribón, una minúscula aldea con vacas pastando alrededor.

Desde aquí un kilómetro y medio de carretera y de nuevo se desciende por un sendero cubierto de hierba hasta cruzar la séptima y última de las “ballotas”. Al ascender se llega a Cadavedo, punto final de esta espectacular travesía por los “mini valles”.
En Cadavedo me refugio de la lluvia en un bar donde desayuno, un día más, un pincho de tortilla. Mientras estoy aquí llegan dos ciclistas empapados como yo y poco a poco van llegando los franceses con los que he compartido albergue.

A partir de aquí el terreno es mucho más llano y por carreteras y pistas de tierra muy embarradas, siempre bajo la lluvia, atravieso pequeños pueblos como Villademoros y Querúas hasta llegar a Canero y su iglesia de San Miguel.

Desde ahí se inicia un corto tramo por un bosque en el que por una vez no predominan los eucaliptos sino robles y castaños.

Más tarde, pasado Canero, hay una fuerte subida por un precioso sendero en el que se ascienden 150 m en poco más de un kilómetro.

Los siguientes kilómetros van combinando pistas con algún tramo de carretera entre un bonito paisaje agrícola y ganadero hasta que diviso Luarca y su puerto a mis pies y rápidamente desciendo y alrededor de su plaza del ayuntamiento paro en un bar a comer.

Como es tradición en este camino a los pueblos costeros se desciende desde el este y, una vez cruzados, toca una fuerte subida por el oeste. Luarca no iba a ser menos y para abandonarla hay que empezar por ascender hasta la altura de la ermita de San Roque para, a partir de ahí, seguir por carreteritas y pistas ya sin excesivo desnivel. Unos siete kilómetros a través de una tranquila zona rural me llevan hasta la aldea de Otur, donde dormiré. Por el camino paso por las ruinas de la iglesia y cementerio de Santiago, del siglo X. En el panel informativo explica que se abandonó en 1922 porque el cementerio estaba desbordado por la mortandad causada por la epidemia conocida como la “gripe española” que coincidió con la I Guerra Mundial, y hubo que construir uno nuevo más grande en otro lugar. Quien hubiera dicho que un siglo después estaríamos viviendo otra pandemia…

Balance del día: 39,3 km con 868 m de desnivel positivo acumulado.
Camino del Norte a pie: día 18, de Otur a La Caridad (29/06/2021)
Salgo de Otur con energía renovada por lo bien que me han tratado en el albergue La Casa del Peregrino, donde realmente hace honor a su nombre y te sientes como en casa. Desde aquí por una pista forestal se bordea una pequeña montaña hasta desembocar en la carretera N-634.

Después de un breve tramo por la carretera se abandona por una pista entre campos y tras pasar un par de pequeñas aldeas llego a Villapedre, donde paro a tomar un café. En el bar coincido con un chico y una chica muy jóvenes que han empezado hoy en Luarca su primer camino.

Circulando siempre a través de está fértil llanura mayoritariamente agrícola voy pasando pequeños núcleos como Piñera, donde las antiguas “escuelas nacionales” han sido reconvertidas en albergue de peregrinos. Esto es algo bastante habitual en zonas rurales donde la despoblación y la consecuente falta de niños ha llevado a cerrar muchas veces las antiguas escuelas, y se ha encontrado que son un edificio público ideal para ser reconvertido en albergue. Hace unos días en San Esteban de Leces ya dormí en un albergue que había sido un colegio. En otros lugares ocurre lo mismo con las estaciones de tren en desuso o cuya utilización actual es muy residual y de hecho en este camino me he alojado ya en dos albergues enclavados en estaciones de tren, en Llanes y en Novellana.

Unos kilómetros más, casi siempre por pistas agrícolas, y entro en Navia donde paro a desayunar.

Desde Navia me quedan diez kilómetros hasta La Caridad, donde acabaré la etapa de hoy. En general siguen la misma tónica de pistas entre campos y explotaciones ganaderas. Se circula habitualmente cerca de la carretera nacional y de la autovía A8 pero el recorrido está muy bien resuelto y la mayor parte del tiempo se tiene la sensación de estar en una tranquila zona rural y pocas veces se circula por asfalto.

Ha sido un día cómodo, sencillo y plácido, sin lluvia y sin demasiado a destacar. Ideal para recuperarse de los kilómetros acumulados y preparase para el esfuerzo final que en los próximos días, si todo va bien, me llevará a Santiago.
Balance del día: 27,0 km con 409 m de desnivel positivo acumulado.
Camino del Norte a pie: día 19, de La Caridad a Vegadeo (30/06/2021)
Poco después de empezar la etapa me desvío momentáneamente del Camino del Norte para seguir la senda costera hasta Cabo Blanco, un lugar espectacular en el que se han encontrado restos de un castro o aldea fortificada de los siglos I-II d.C., aunque probablemente estuviera ya habitada unos siglos antes de la época romana.
Es también una forma fabulosa de despedirme del mar, ya que después de reseguir la costa Cantábrica desde Irún en breve enfilaré hacia el interior y me alejaré definitivamente del litoral.

Después de Cabo Blanco el camino serpentea sobre los acantilados hasta otro saliente llamado Punta de las Atalayas que también ofrece buenas vistas y finalmente me lleva a la playa de Porcía desde donde me alejo del mar para volver a enlazar con el Camino de Santiago. Ha sido un rodeo que ha añadido unos tres kilómetros a la etapa pero que es absolutamente recomendable.

En Porcía hay una bifurcación importante en la que se nos presentan dos opciones que volverán a converger en Mondoñedo, ya en Galicia, unos 50 kilómetros después. La primera opción es continuar por la costa asturiana hasta la desembocadura de la ría del Eo donde por el Puente de los Santos se cruzaría a Ribadeo, en la provincia de Lugo, para ya por tierras gallegas dirigirse hacia el interior llegando a Mondoñedo. La segunda opción sería ir hacía el interior ya desde Porcía en paralelo a la ría del Eo pero por el lado asturiano para cruzar más al sur el río Eo, entrar en Galicia y llegar a Mondoñedo. Simplificando mucho la diferencia es cruzar antes a Galicia y después avanzar hacia tierra adentro o primero ir tierra adentro por Asturias y cruzar más tarde a Galicia.
La segunda opción se ha recuperado hace menos tiempo y es mucho menos popular pero atraviesa zonas más tranquilas y rurales y es la que yo he elegido esta vez.

Los siguientes siete kilómetros circulo mayoritariamente por pistas entre campos de maíz y zonas de bosque hasta el pueblo de Tol, donde busco un sitio para desayunar y resulta que el único bar es la cafetería de un club de golf, alejado unos 300 metros del pueblo. El desayuno ha sido acorde con la categoría del lugar….

A la salida de Tol vuelve a haber una bifurcación ya que desde aquí también es posible desviarse para enlazar con la ruta de Ribadeo o seguir hacia Vegadeo como hago yo.
Después sigo circulando por una zona agrícola relativamente llana, para los estándares de Asturias, cruzando alguna pequeña aldea. En una de ellas han instalado un cartel que pone “Santiago de Compostela 209 km” y de repente me doy cuenta de todo lo andado ya… ¡queda menos de un tercio del total!

Un rato después cambia momentáneamente la monotonía de las pistas y los campos de maíz por uno de los pocos senderos del día a través de un bosque. El sendero, muy bonito, desciende hasta cruzar un arroyo por una pasarela de madera y al otro lado hay una fuerte subida, en una dinámica parecida a la de la ruta de las “ballotas” que recorrí hace un par de jornadas.

Tras unos metros de asfalto para cruzar por un puente la vía del tren de nuevo se toma un camino, embarrado al principio, que luego va circulando por la ladera de un monte y pasa por zonas de pastos. A medida que se bordea la ladera aparece la ría del Eo a nuestros pies y al otro lado Ribadeo, es decir… ¡Galicia!

Y así llego a Lantoira, una aldea ya muy próxima a la orilla de la ría. Desde aquí se sigue paralelo a la ría y su zona de marismas durante los últimos kilómetros del día hasta llegar a Vegadeo.

En Vegadeo me alojo en el albergue Mar y Montaña que es uno de esos lugares que “tienen alma”. En los Caminos de Santiago hay albergues con instalaciones mejores o peores pero lo que realmente marca la diferencia en la experiencia del peregrino es otra cosa, es el carisma, el cariño y el trato que ponen los hospitaleros. Unas buenas instalaciones sin alma son un negocio de hostelería más, pero un albergue con un hospitalero o hospitalera apasionado de su labor crean una experiencia única que es uno de los motivos por los que tantos estamos enganchados al Camino. Nos hemos juntado Lilian, la hospitalera brasileña de este albergue, Juan, veterano peregrino malagueño que es además uno de los impulsores del Camino Mozárabe a Santiago y hospitalero en ese Camino, Jose, hospitalero de otro fabuloso albergue “con alma” en A Trapa, por donde pasaré mañana, y yo, y hemos acabado cocinando pizzas y compartiendo charla y anécdotas en torno a una mesa. La mejor forma de acabar el periplo por Asturias antes de entrar mañana en Galicia.

Balance del día: 31,5 km con 440 m de desnivel positivo acumulado.
Camino del Norte a pie: día 20, de Vegadeo a Mondoñedo (01/07/2021)
Después de un gran desayuno salgo del albergue de Lilian cargado de energía y preparado para afrontar una etapa difícil. En cuanto se abandona Vegadeo el camino empieza a ascender para cruzar el Monte de Parga por senderos y pistas mayoritariamente entre eucaliptos. Esta ruta se conoce como la del Estraperlo pues en alguna época fue frecuentada por contrabandistas. A estas horas todavía hay restos de la niebla matinal y cruzar el bosque solitario escuchando el canto de los pájaros y el fluir del agua en los arroyos es algo mágico.

Por una pista asfaltada desciendo del monte para cruzar Santiago de Abres, el último pueblo asturiano de este camino, y a continuación, cruzando un puente sobre el Río Eo, entro en la provincia de Lugo. No hay ni un simple cartel que lo anuncie pero estoy en Galicia, más cerca de la meta. En el primero de los mojones de la Xunta, con su siempre sorprendentes tres decimales de precisión, pone que faltan 183,371 km para Santiago.

Los primeros cinco o seis kilómetros que recorro en tierras gallegas voy siguiendo una carretera local que atraviesa zonas rurales con granjas de vacas, campos sembrados de maíz, pastos y pequeñas aldeas.

Luego se deja el asfalto para tomar una pista que avanza a través de un bosque mayoritariamente de eucaliptos. El terreno es ondulado con constantes subidas y bajadas.

Hay un tramo particularmente bonito por un sendero paralelo a un riachuelo en el que se camina entre vegetación de ribera. Después el sendero desemboca en una nueva pista que asciende fuertemente entre eucaliptos.

Así llego a Trabada, la única población con cierta entidad que pasaré en toda la etapa, pero no me detengo mucho rato y continúo tres kilómetros más avanzando por el fondo de este apacible valle rural hasta llegar a A Trapa, donde Jose, al que conocí ayer en el albergue de Vegadeo, tiene su albergue Casa Xica. La apertura hace pocos años de este albergue, que es su casa, y más tarde del de Vegadeo, han permitido que pueda recorrerse este camino histórico disponiendo de lugares para alojarse, por lo que poco a poco se va conociendo. La etapa que estoy haciendo yo hoy, Vegadeo-Mondoñedo, suele partirse habitualmente aquí, andando un día de Vegadeo a A Trapa y al siguiente hasta Mondoñedo. Yo hoy prosigo, pero antes de despedirnos nos tomamos juntos un vino.

Desde Casa Xica se inicia la subida al Alto de Os Cornos. Son un par de kilómetros de ascenso por una pista forestal. El primero es prácticamente una recta con una pendiente continua muy fuerte y con el calor que hacía en esos momentos ha costado de subir. Después se suaviza algo y entre pinos llego hasta el alto.

Una vez arriba no hay nada que indique que estamos en el punto más alto salvo una placa que señala que abandonamos el Concello de Trabada para pasar al de Lourenzá y el hecho evidente de que a partir de aquí el camino hace bajada.
El descenso es tan brusco como el ascenso y con fuerte pendiente se baja rápidamente del Alto de Os Cornos hasta el valle de Lourenzá.

Ya en el fondo del valle, se recorre por una serie de carreteritas pasando por el Pazo de Tovar, una vivienda-fortaleza del siglo XII, y por plantaciones de fabas ya que por una vez los sembrados que más abundan no son de maíz sino de estas alubias que son el producto estrella de este valle, hasta el punto que es también conocido como Val das Fabas. Paso por la iglesia de Santo Tomé de Lourenzá y poco después paro en un bar a beber algo ya que hace muchísimo calor.

Para salir del valle de Lourenzá hay que subir de nuevo, aunque esta vez la subida es mucho más progresiva. Primero varios kilómetros por una carretera asfaltada en ascenso constante y suave y luego una pista de tierra con mayor pendiente. Al final se llega a una aldea llamada O Castro desde donde aún se sube un poquito más por carretera, entre pastos con vacas, hasta Barral de Cima donde por fin acaba la ascensión.

Desde aquí por una carretera asfaltada se desciende bruscamente hacia el valle siguiente, en cuyo fondo está Mondoñedo, a la que se entra, como en el medievo, cruzando el puente de piedra sobre el río Valiñadares.

Mondoñedo es una ciudad con un bonito casco histórico alrededor de su espectacular plaza de la Catedral. Otro edificio notable es el Seminario de Santa Catalina en cuya hospedería me alojo esta vez, variando un día de los albergues.

Finalmente ha salido una etapa de más de 40 kilómetros y con 1.338 metros de desnivel, la jornada con más desnivel desde que salí de Irún. Pero al fin estoy en Galicia y tocaba celebrarlo con un plato de pulpo a feira, ¿y qué mejor entorno para hacerlo que frente a la catedral de Mondoñedo?

Balance del día: 42,0 km con 1338 m de desnivel positivo acumulado.
Camino del Norte a pie: día 21, de Mondoñedo a Vilalba (02/07/2021)
Los primeros nueve kilómetros del día voy siguiendo una carretera asfaltada sin apenas tráfico que al principio asciende desde Mondoñedo y luego va circulando por la ladera del valle del río Valiñadares disfrutando de bonitos paisajes. En este tramo me he encontrado con otro peregrino, un chico que ha empezado hoy en Lourenzá su camino y hemos hablado un momento. De hecho, en los últimos días he encontrado muy pocos aunque al final de la jornada, en el albergue donde dormiré hoy, he acabado coincidiendo con unos cuantos. En la cabecera del valle, que por una vez está dominado por especies autóctonas y no hay eucaliptos a la vista, llego a Lousada.

A partir de Lousada hay que remontar por la ladera del valle siguiendo un camino que zigzaguea a través del bosque hasta coronar el alto de A Xesta.

Una vez en el alto prácticamente no se desciende porque hemos llegado a A Terra Chá, una comarca que es una especie de altiplano elevado. A Terra Chá significa “la tierra llana”, pero de llana solo tiene el nombre porque en los siguientes kilómetros no paro de subir y bajar, más que chá es ondulada.
Justo aquí empieza a caer alguna gota, mientras a través de una zona rural tranquilísimo con pequeñas explotaciones ganaderas llego a Gontán, lo atravieso y sigo un poco más hasta Abadín donde paro en un bar a desayunar.

A la salida de Abadín hay un tramo de sendero muy bonito en el que se desciende ligeramente hasta cruzar el río Anllo por una pasarela de madera.

Luego sigo avanzando durante kilómetros por esta comarca ganadera donde abundan los pastos y las granjas de vacas. Se combinan tramos de carreteras locales con otros de pistas de tierra y, en general, es un recorrido muy agradable y el avance es rápido.

En algunos momentos se transita por preciosas corredoiras, esos caminos tradicionales que unían las aldeas gallegas.

Llego a Martiñán donde paro a comer un pincho de tortilla en un bar para después seguir con la misma tónica de pistas por zonas ganaderas y forestales. El tiempo se comporta muy a la gallega y va variando constantemente. Llueve muy ligeramente hasta que en algún momento aumenta la intensidad y he de parar a ponerme el pantalón y la chaqueta impermeables, solo para poco después tener que parar a quitármelos porque deja de llover… Y así hasta tres veces he tenido que vestirme y desvestirme para la lluvia.

Durante kilómetros se suceden caminos tradicionales con las lajas de piedra verticales que marcan las lindes de los campos, robles y otros árboles autóctonos sin prácticamente ningún eucalipto, piedras cubiertas de musgos y líquenes, pasadoiras, esas piedras colocadas para poder pasar donde hay tramos con agua…, en fin, un recorrido largo pero precioso.

Y así llego a Vilalba, capital de A Terra Chá y final de la etapa de hoy.

Balance del día: 39,2 km con 863 m de desnivel positivo acumulado.
Camino del Norte a pie: día 22, de Vilalba a Seixón (03/07/2021)
Prosigo la travesía por la bonita comarca de A Terra Chá y, como ayer, el trazado del camino avanza mayoritariamente por senderos que van comunicando pequeñas aldeas y caseríos aislados. Abundan los carballos (robles) y a pesar de que no hay ningún hito que destaque todo el camino es muy agradable.

En San Xoán de Alba paro a tomar un café y poco después de esta breve pausa cruzo A Ponte de Saa, un puente medieval sobre el río Labrada.

Los siguientes kilómetros hay un poco más de asfalto cuando por una pequeña carretera local se van atravesando aldeas como Fonte Pequena, Penas, Contariz, Casasnovas, Ferreira… En ese tramo de carretera me encuentro con un chico de Sevilla y juntos seguimos los kilómetros que quedan hasta Baamonde. Cuando estábamos entrando en el casco urbano empieza a lloviznar y en cuanto vemos el primer bar paramos a desayunar.

A la salida de Baamonde la lluvia ha cesado y en un tramo en el que hay que caminar por el arcén de la N-VI se pasa el teórico kilómetro 100. En realidad en la obsesión de la Xunta por poner mojones con tres decimales se pasa por uno que marca 100,201 y el siguiente ya marca 99,994. Estos indicadores son valores teóricos porque en esos 100 km todavía hay diferentes variantes que se pueden elegir y que harán que la ruta final sea un poco más corta o un poco más larga. Sin embargo no importa tanto si quedan 95, 100 o 105 kilómetros como el valor simbólico de ver pasar hitos que nos muestran como avanzamos hacia la meta.

Abandono por fin la carretera nacional para pasar el río Parga por un puente medieval al otro lado del cual se llega a la capilla de San Alberte, en un lugar casi mágico rodeada de robles y con las piedras de los muros y del cruceiro que acompaña a la capilla cubiertas de líquenes.

Desde San Alberte se inicia un tramo precioso de sendero entre carballos y castaños.

Al final del sendero se llega a un punto que sirve de ejemplo de lo que comentaba antes sobre la dificultad de establecer cuantos kilómetros quedan hasta Santiago. Aquí se nos presentan dos alternativas para ir a Sobrado dos Monxes, un monasterio cisterciense por el que pasaré mañana, y una es 8 kilómetros más corta que la otra. La larga, Baamonde-Sobrado pasando por Miraz, es la más tradicional y la corta, pasando por As Cruces, es una variante señalizada hace pocos años. El problema es que esta nueva ruta no tiene ningún alojamiento intermedio antes de Sobrado y tal como he diseñado las etapas no es una opción factible ya que tendría que hacer hoy unos 50 kilómetros. Así que tomo la ruta tradicional por Miraz pero la disyuntiva sirve para ver como cada decisión como ésta hará que la distancia que queda por recorrer hasta Santiago sea mayor o menor.

Desde aquí una sucesión de pistas asfaltadas y de tierra, caminos y carreteras a través de bosques y zonas rurales con pequeñas explotaciones ganaderas me llevan hasta la pequeña parroquia de Seixón, donde termino la etapa en el albergue A Lagoa, ¡Santiago está casi a tocar!

Balance del día: 32,9 km con 421 m de desnivel positivo acumulado.
Camino del Norte a pie: día 23, de Seixón a Boimorto (04/07/2021)
Ha llovido toda la noche y lo sigue haciendo cuando me pongo en marcha por la mañana, aunque débilmente. Enseguida encaro la primera corredoira del día que me lleva hasta Miraz, donde a pesar de que solo llevo 2 km y ya he desayunado antes de salir del albergue, paro a tomar un café ya que en los próximos veinte kilómetros no encontraré ningún bar.

Después viene un tramo que en sólo tres kilómetros reúne tres zonas con paisajes muy diferentes. Primero una zona de bosque de pinos rodeado de hierba verde y flores de colores, aunque cuesta verlas porque las fotos están hechas bajo la lluvia.

Después un precioso sendero entre carballos delimitado por lajas verticales de piedra cubiertas de musgo.

Y a continuación se pasa por una zona en la que el suelo está formado por enormes losas de granito, un paisaje extraño.

Este tramo tan variado termina en A Braña donde se continúa por una pista asfaltada por la que se asciende a un pequeño puerto, el Alto da Mámoa. En realidad la subida ha sido más o menos constante desde que he salido por la mañana de Seixón. El paisaje es de pastos ganaderos y aunque el cielo sigue completamente tapado la lluvia ha dado una tregua.

A pesar de haber coronado un alto prácticamente no se desciende y por una pista de tierra entre campos de maíz y luego ya por la carretera entre bosques se continúa ascendiendo poco a poco. Lo siguientes kilómetros son mayoritariamente por asfalto por una carretera local sin nada de tráfico. Casi todo a mi alrededor son bosques y zonas de pastos solo interrumpidos por alguna aldea muy pequeña y granjas aisladas. El paisaje es montañoso.

Pasada una de esas aldeas, Corteporcos, se inicia un ascenso a un segundo alto, primero por una corredoira y luego por un andadero paralelo a una carretera asfaltada.

Este alto, creo que llamado Da Cantera pero no hay ningún cartel que lo indique, es el punto más elevado de todo el Camino del Norte desde Irún hasta Santiago, a pesar de que su altitud es de solo 710 metros, y es también el límite entre la provincia de Lugo y la de Coruña. Y también supone abandonar la comarca de A Terra Chá que llevo cruzando desde hace dos días y que es la más extensa de todo Galicia.
Coruña me recibe con un cielo más despejado y sin lluvia y hasta con algún tímido rayo de sol en algún momento. Desde aquí tres kilómetros más, siempre en bajada y por un perfecto andadero paralelo a la carretera, y se llega a O Mesón donde paro en un bar a desayunar.

Una hora más tarde llego a Sobrado dos Monxes tras bordear, antes de entrar en la población, la Laguna de Sobrado, un lago artificial creado por los monjes del monasterio alrededor del año 1.500 para asegurarse el suministro de agua y para abastecerse de truchas. En la actualidad es un espacio natural protegido por su flora y sus fauna. En una parte de la laguna flotan nenúfares florecidos.

Sobrado dos Monxes es una población nacida alrededor del importante monasterio cisterciense de Santa María de Sobrado, fundado en el siglo X aunque la mayoría de lo que vemos hoy es barroco de los siglos XVII y XVIII. En su interior cuenta con un albergue en las mismas estancias en las que ya se acogían peregrinos en la Edad Media, algo que parece casi increíble, aunque ahora está cerrado por el Covid y no es posible dormir en él.

Desde Sobrado quedan doce kilómetros hasta Boimorto donde hoy dormiré. Esos kilómetros de la tarde, con el cansancio acumulado, son siempre pesados. Se sigue circulando por un entorno rural a través de caminos, carreteras y algún tramo de corredoira. En un pueblo llamado precisamente así, As Corredoiras, he parado a comer un bocadillo. Finalmente llego a Boimorto, a poco más de 40 kilómetros de Santiago, ¡esto está a tocar!

Balance del día: 41,4 km con 642 m de desnivel positivo acumulado.
Camino del Norte a pie: día 24, de Boimorto a Santiago de Compostela (05/07/2021)
Desde la recuperación del Camino del Norte en la época moderna, aproximadamente en los años 80, la señalización lleva de Boimorto, donde he dormido hoy, hasta Arzúa, a 10 kilómetros de aquí y donde enlaza con el Camino Francés para recorrer los aproximadamente 40 kilómetros restantes entre Arzúa y Santiago. Sin embargo, si miráramos un mapa veríamos que ese trazado no tiene demasiada lógica ya que supone desviarse de la línea recta hacía Compostela y dar un rodeo innecesario dirigiéndose hacia el sur cuando Santiago está al sudoeste. En efecto, históricamente el Camino del Norte no pasaba por Arzúa sino que continuaba directo a Santiago y en 2017 se señalizó por fin esta ruta entre Boimorto y la ciudad, que no va hacia el sur para conectar con el Francés sino que sigue el curso natural y sólo converge con este otro camino en Lavacolla, ya a las afueras de Santiago.
Este itinerario es el que me dispongo a recorrer yo en este último día de mi Camino del Norte, y para ello me pongo en marcha a las 5:30 de la mañana. Es noche cerrada y en cuanto abandono la luz de las farolas de la población me doy cuenta de que la linterna frontal que llevo es totalmente insuficiente. No se ve nada. Afortunadamente los primeros 10 km hay que seguir siempre una misma carretera por lo que desde el punto de vista de orientación no hay que preocuparse de encontrar flechas ni de ir buscando por donde va el itinerario. Media hora después empieza la primera claridad del día y al menos ya se ven los contornos.

A los siete kilómetros paso por la capilla de A Mota, rodeada de una frondosa carballeira (robledal) y donde los peregrinos de antaño se agrupaban para pasar la última noche antes de llegar a Santiago.
Y tres kilómetros después llego al alto del Goimil, un pequeño alto de esos a los que se sube de manera casi imperceptible. Ahora ya hay bastante claridad.

Después del alto abandono la carretera que he seguido durante los primeros diez kilómetros y empiezo un tramo un poco más variado por pistas forestales entre zonas mayoritariamente de eucaliptos y en las que se cruzan algunas aldeas rurales con granjas de ganado como O Couto Pequeño o Cimadevila.

Este tramo más tranquilo y rural termina al pasar por la capilla de San Andrés a partir de la cual hay que seguir la carretera nacional N634, con mucho tráfico, aunque nunca por el arcén sino por senderos paralelos. Curiosamente esta carretera nace en San Sebastián y llega a Santiago de Compostela recorriendo todo el norte de España por lo que es la misma que en otras zonas del País Vasco, de Cantabria y de Asturias hemos tenido que atravesar en multitud de ocasiones o por la que hemos tenido que caminar más de una vez. Recuerdo en particular el día que llegué a Castro Urdiales lloviendo después de andar cinco kilómetros por esta carretera en un tramo casi sin arcén. El último día sigo encontrándome la misma N634 en la que, cuando llevo andados 20 km desde que he iniciado la etapa, encuentro el primer bar y paro a desayunar. Más tarde, desde un pequeño alto en la carretera, veo a lo lejos las torres del aeropuerto de Santiago hacia el que me dirijo ya que es justamente ahí, en Lavacolla, donde el Camino del Norte se fusiona con el Camino Francés.

Justo cuando me incorporo al Francés la tregua que el tiempo me ha dado desde la madrugada se acaba y empieza a llover. Desde aquí me quedan trece kilómetros por una ruta que ya es una vieja conocida y que tras pasar el mojón que anuncia el kilómetro diez me lleva hasta Monte do Gozo, hoy envuelto en la niebla, lloviendo y con un fuerte vendaval.

Ya solo queda descender y entrar en el casco urbano de Santiago. Luego una larga travesía por la parte moderna de la ciudad, que a estas alturas se hace interminable, hasta acceder al casco antiguo por la Porta do Camiño y callejear con el corazón desbocado hacia la catedral.

Para quien nunca lo ha experimentado, hay un momento en el que siguiendo las indicaciones del Camino se pasa por detrás de la Catedral hasta un callejón que pasando bajo un arco y descendiendo unas escaleras nos da acceso a la Plaza del Obradoiro. En ese punto, bajo el arco, hay siempre un gaitero tocando, así que a medida que avanzamos por las calles hacia esa entrada a la plaza se va escuchando cada vez más alta la música de la gaita. Ese momento es… indescriptible, ni el peregrino más gélido puede resistir la emoción cuando la gaita in crescendo le anuncia la llegada a la meta.
Y ya solo resta celebrarlo con una buena comida y descansar, descansar mucho para recuperarse y saborear releyendo este relato todo lo vivido en estos días intensos ¡buen camino!

Balance del día: 43,5 km con 466 m de desnivel positivo acumulado.
Balance total de mi Camino del Norte entre Irún y Santiago de Compostela: 878,7 km con 16.698 m de desnivel positivo acumulado.