De Cap de Creus a Fisterra en BTT: introducción
Diez meses después de terminar el Camino del Norte a pie empiezo mañana un nuevo Camino de Santiago, esta vez en bicicleta de montaña (BTT). Me he propuesto partir del Cap de Creus y enlazar diversas rutas jacobeas hasta terminar en Fisterra, uniendo el punto más oriental de la Península Ibérica (no de España, ya que éste sería la Punta de S’Esperó en la península de La Mola de la isla de Menorca) con el simbólico «final de la tierra», el que los romanos consideraban el punto más occidental del mundo conocido (aunque hoy en día sabemos que el Cabo Touriñan en Galicia es el punto más al oeste de la España peninsular y que si nos referimos a toda la Península Ibérica el punto más occidental es el Cabo da Roca, en Portugal).

La ruta central del Camí de Sant Jaume, como se denomina en catalán al Camino de Santiago, tiene dos puntos de inicio: en el collado de Panissars, límite fronterizo cercano al municipio francés del Perthus, y en Sant Pere de Rodes, un importante monasterio benedictino de origen medieval enclavado en la Sierra de Rodes, cerca del Cap de Creus. Ambas rutas confluyen a la entrada de Figueres. Yo esta vez empezaré en Sant Pere de Rodes pero en lugar de ascender al monasterio desde Port de la Selva, el punto de partida habitual y desde donde se inicia la señalización con flechas amarillas, añadiré un tramo de unos 20 kilómetros no considerado Camino de Santiago para arrancar desde el extremo del cabo, junto al mar. En la introducción que publiqué en este blog cuando recorrí el Camí de Sant Jaume a pie tenéis una explicación más extensa de los diversos Caminos de Santiago que cruzan Cataluña.
Hoy he llegado a Cadaqués, la población más cercana al Cap de Creus, donde dormiré para empezar mañana la ruta. Con Laura, mi mujer, que me dejará mañana en el cabo, hemos cenado en Es Baluard, un clásico de Cadaqués donde, entre otras exquisiteces, hemos pedido carpaccio de vieiras… ¡qué mejor manera de poner rumbo a Santiago que empezar con el símbolo jacobeo por excelencia!

Me esperan 1.500 kilómetros por delante y, si lo consigo, será el Camino más largo que habré hecho en BTT, ¡ultreia y buen camino!
Día 1, de Cap de Creus a Figueres (30/04/2022)
Amanece en el Cap de Creus. El sol lucha con dificultad por elevarse sobre las aguas del Mediterráneo porque una capa de neblina baja que tapa el horizonte se lo impide. Al final lo consigue y sus rayos saludan, una mañana más, a este faro solitario y empiezan a calentar esta tierra moldeada por el viento mientras me preparo para iniciar un viaje que me ha de llevar hasta donde este mismo sol se despide de otro faro solitario cada tarde antes de esconderse tras otro mar, el Océano Atlántico.

Curiosamente, una placa de bronce en una roca cercana al faro recuerda el “hermanamiento” entre los cabos de Creus y Fisterra. El simbolismo de unir estos dos puntos extremos de la Península Ibérica viene de lejos.

Tras contemplar el amanecer me despido de Laura y empiezo a alejarme del faro del Cap de Creus. Primero, durante poco más de tres kilómetros, sigo la carretera de acceso al cabo, la misma por la que hemos llegado en coche.

Después abandono el asfalto por una pista de tierra señalizada como GR11, la Senda Transpirenaica que une el Cap de Creus con el Cabo de Higuer, en Hondarribia (Guipuzcoa). Todo el camino hasta Port de la Selva lo haré siguiendo este GR, aunque hay otros itinerarios posibles. El paisaje del cabo es espectacular. Rocas, arbustos, el olor del bosque mediterráneo en primavera y, de fondo, el mar.

Unos kilómetros después la pista da paso a un sendero mucho más complicado. Hay varios descensos abruptos para cruzar algún arroyo seguidos por ascensos igual de empinados por el lado opuesto. Las bajadas son difíciles con la bicicleta cargada mientras que en las subidas irremediablemente toca arrastrar la bici. Aun así esta zona es espectacular. No había mejor manera de empezar un viaje como éste. En un curioso cartel con una calavera de vaca y una vieja bicicleta oxidada alguien ha escrito “Santiago de Compostela 1.240 km”. Según mis cálculos haré unos 1.410 hasta Santiago ya que, como siempre, depende de las variantes elegidas en cada ocasión, pero en todo caso está muuuuy lejos… En el mismo cartel indica que Roma está a la misma distancia, 1.257, y París mucho más cerca, a “solo” 974, ¡aún estoy a tiempo de cambiar de destino!

De vez en cuando me cruzo con alguna vaca solitaria pastando. A medida que me alejo del cabo los arbustos retorcidos por el viento dan paso a algunos árboles, mayoritariamente pinos. El sendero acaba desembocando en una pista que ahora si, de forma mucho más plácida, me lleva hasta Port de la Selva.

Port de la Selva es una antigua población de pescadores de casas blancas que, a pesar de que hoy día esté más dedicada al turismo que a otra cosa, no ha perdido del todo su encanto. Cuando cruzo el centro urbano aprovecho para tomar un café. Desde aquí ya inicio propiamente lo que es el Camino de Santiago, aunque la primera flecha amarilla no aparece hasta un kilómetro después de abandonar la población.

Generalmente las escasas guías disponibles de esté Camí de Sant Jaume envían a las bicicletas por la carretera de ascenso al monasterio de Sant Pere de Rodes ya que el sendero tradicional por donde se sube a pie no es ciclable en grandes tramos del recorrido. Yo hice a pie esta etapa hace apenas un año así que tengo claro cómo es la ruta pero aún así mantengo mi costumbre habitual de seguir los Caminos de Santiago por donde están marcados, sean como sean y asumiendo el riesgo de tener que empujar la bici cuando haga falta.
Así que, siguiendo el itinerario “oficial” del Camí de Sant Jaume, abandono Port de la Selva por el Camino de Ronda en dirección a Llança. Son dos kilómetros cómodos y fáciles junto al mar mientras el pueblo va quedando atrás.

Tras rodear un camping se abandona definitivamente la costa para iniciar la ascensión al monasterio. Un primer tramo de un par de kilómetros me lleva hasta la pequeña aldea de La Vall de Santa Creu. Al principio por un camino de tierra desde el que ya se divisa en lo alto, en la ladera de la montaña, Sant Pere de Rodes. Luego la cosa se complica y la pista se convierte en un sendero estrecho y pedregoso en el que hay que arrastrar la bici en algunos momentos para superar tramos de escalones de roca. A veces la vegetación es tan tupida que apenas se puede pasar y acabo con más de un arañazo en los brazos y las piernas.

La Vall de Santa Creu es un núcleo de unas pocas casas que viven tranquilas ajenas al bullicio de los municipios turísticos que tienen a pocos kilómetros. Lo cruzo y continúo por un sendero entre viñas.

Entre el pueblo y el monasterio hay apenas dos kilómetros pero el ascenso es durísimo y no hay más de un 15 o 20% ciclable. El resto es tan pedregoso, con escalones de roca, que no hay más remedio que empujar la bici.

Avanzo muy lento por el sendero y he de parar varias veces a reponer fuerzas. Aún así el sitio es espectacular.

Agotado llego por fin a la altura del monasterio benedictino cuya época de mayor esplendor fue durante la Edad Media. Posteriormente, a partir del siglo XV, empezó a decaer y en el XVIII fue definitivamente abandonado. En los últimos años ha sido restaurado por la Generalitat recuperando su imponente estampa en la ladera de la montaña de Verdera.

Un rato de descanso y sigo mi ruta. Unos cientos de metros por un camino cementado, que después de lo que llevo me ha parecido una verdadera autopista, me acercan a Santa Helena. Esta ermita era originalmente la iglesia del poblado de Santa Creu de Rodes, el núcleo donde habitaban los artesanos, comerciantes y todo tipo de personas que vivían de dar servicio al monasterio y que fue abandonado a medida que éste fue decayendo. La ubicación de la ermita, rodeada de las ruinas del pueblo en proceso de restauración, es espectacular, con una vistas privilegiadas sobre el Mediterráneo.

Desde aquí toca descender de una forma tan abrupta como lo ha sido el ascenso. Al principio son pistas y senderos por los que se puede bajar casi sin hacer ningún esfuerzo pero luego se complica y hay tramos muy difíciles con una bici cargada. Con el cansancio acumulado he de mantenerme muy concentrado para no acabar rodando por el suelo.

El descenso se hace más empinado y difícil a partir de la denominada Cruz Blanca, cuyo origen se cree medieval y servía para marcar los límites de las propiedades del monasterio. Abajo se observa claramente la gran llanura ampurdanesa, la zona casi plana que crean los ríos Muga y Fluvià antes de desembocar en el golfo de Roses. Hay tramos en los que he de desmontar y bajar a pie porque con la bici cargada son demasiado peligrosos para mí pero poco a poco voy acercándome al llano.

El descenso termina finalmente en el pueblo de Pau y dos o tres kilómetros más por una pista de tierra entre viñedos me llevan a Vilajuïga donde paro a comerme un bocadillo. Estoy reventado pero sin duda esta etapa se ha convertido tanto por belleza como por dureza en una de las más memorables de todas las que he hecho en bicicleta en mis Caminos de Santiago. Probablemente solo las dos etapas del Camino del Salvador (León-Pajares y Pajares-Oviedo) igualan en dureza al recorrido que acabo de hacer.
Tras comer en Vilajuïga recorro plácidamente los diez kilómetros que me separan de Peralada por cómodas pistas agrícolas prácticamente llanas.

Cruzo Peralada, población conocida por su castillo, que actualmente alberga un casino y varios restaurantes, y por su casco antiguo medieval amurallado. Hoy solo hay tiempo de un vistazo rápido.

Seis o siete kilómetros más combinando alguna carretera local y pistas de tierra y entro en Figueres donde termino esta dura etapa. No tanto por el kilometraje o el desnivel, que no han sido excesivos, sino por la dificultad de los caminos tanto entre el Cap de Creus y Port de la Selva como, muy especialmente, en el ascenso y el descenso de Sant Pere de Rodes. Pero ha sido una etapa de las que dejan un recuerdo extraordinario. Un último paseo por la ciudad, vinculada inseparablemente a la figura de Salvador Dalí, y a descansar que quedan muchísimos kilómetros por delante.

Balance del día: 50,6 km y 1043 m de desnivel positivo acumulado.
Puedes obtener el track en Wikiloc aquí y ver el recorrido realizado en esta animación:
Día 2, de Figueres a Anglès (01/05/2022)
Tras abandonar el casco urbano de Figueres los primeros kilómetros del día voy atravesando zonas agrícolas combinando pistas de tierra y tramos de asfalto. Paso viñedos, plantaciones de colza con su característica flor amarilla y otras de algún cereal, probablemente maíz. Como magnífico telón de fondo tengo los Pirineos con las últimas nieves de la temporada.

Cruzo pequeños pueblos como Borrassà y Creixell y entre ellos continúo circulando a través de campos cultivados. El terreno no es completamente llano pero son colinas suaves en las que imperceptiblemente se sube y se baja constantemente. Comparado con el esfuerzo de ayer está puede considerarse una etapa “de recuperación”.

Pasado Creixell se inicia un corto ascenso algo más exigente a través de un bosque, cambiando momentáneamente de paisaje. En este mismo tramo se cruza un olivar precioso.

Desciendo lo ascendido y llego a Pontós, un núcleo con algunas casas señoriales, y tras unos kilómetros más de campos de maíz cruzo el río Ter y entro en Bàscara.

Bàscara tiene una parte antigua fortificada y un bonito casco antiguo presidido por las ruinas de su castillo episcopal y la enorme iglesia de Sant Iscle. Hoy domingo es día de mercado y entre puestos de ropa y comida paro a tomar un café en un bar de su plaza Mayor.

A la salida de Bàscara el Camí de Sant Jaume presenta dos alternativas señalizadas que se vuelven a juntar en Medinyà, unos 30 kilómetros después. Una va por Viladasens y la otra por Vilademuls. Cuando hice este camino a pie hace un año tomé la primera así que para variar y sin más criterio que conocer sitios nuevos esta vez decido seguir la de Vilademuls.
El itinerario sigue la tónica del día: carreteras y pistas agrícolas entre campos y, ocasionalmente, algún tramo más boscoso.

Hay un par de repechos fuertes, uno a la salida de Terradelles y otro después de pasar la ermita de Sant Mer. Aún así el firme es bueno y no presenta ningún problema. Además, aunque la tierra está mojada porque ayer llovió en esta zona, no hay barro excepto de forma muy puntual.

Llego a Medinyà donde la variante que he seguido se junta con la proveniente de Bàscara por Viladasens y ya solo quedan 11 km sin apenas desnivel siguiendo el río Ter hasta llegar a la ciudad de Girona.

Una vez en la ciudad entro en el casco antiguo y, tras cruzar frente a la catedral, paro en un bar a comer algo. Después cruzo el río Onyar por el Pont de Pedra y me dirijo al parque de la Devesa en cuyo extremo se inicia la vía verde del Carrilet por donde prosigue el Camino de Santiago.

Esta vía verde sigue el recorrido del antiguo ferrocarril de vía estrecha que unía Olot con Girona y que funcionó entre 1911 y 1969. Por ella recorro los últimos 20 kilómetros del día avanzando siempre en paralelo al río Ter, aunque no siempre está a la vista porque la vegetación hace de barrera visual. A última hora han caído algunas gotas pero ha parado enseguida y no ha llegado a llover. Pendiente del cielo llego a Anglès donde finalizo la etapa.

Balance del día: 65,8 km y 584 m de desnivel positivo acumulado.
Puedes obtener el track en Wikiloc aquí y ver el recorrido realizado en esta animación:
Día 3, de Anglès a Vic (02/05/2022)
Ha llovido durante la noche pero cuando me pongo en marcha por la mañana, a pesar de que el cielo tiene un aspecto bastante amenazador, el tiempo aguanta. Cinco kilómetros siguiendo la misma vía verde del Carrilet por la que llegué ayer desde Girona me llevan hasta El Pasteral, junto a la presa del mismo nombre. En el único bar abierto paro a tomar un café ya que no encontraré ningún otro avituallamiento hasta dentro de muchas horas.

Aquí el Camí de Sant Jaume ofrece dos alternativas. El más “oficial”, señalizado por la Generalitat, continúa por la vía verde hasta Sant Esteve d’en Bas y luego siguiendo el Camí Ral remonta el altiplano del Collsacabra y lo atraviesa para posteriormente descender a la ciudad de Vic. Es el recorrido que hice a pie hace un año. La alternativa, marcada hace unos años por alguna de las asociaciones catalanas de amigos del Camino, se dirige a Vic siguiendo el curso del río Ter por la zona de los pantanos de Sau y Susqueda y, como se aprecia en este mapa, es algo más lógica y directa, evitando dar un rodeo. Yo, esta vez, tomaré esta variante.

Así que pasado el núcleo de El Pasteral abandono la vía verde y empiezo a bordear el pantano por la carretera de servicio a las centrales hidroeléctricas. Éste es el más pequeño de los tres embalses en línea construidos en esta zona aprovechando que el río Ter se abre camino por un valle muy estrecho encajonado entre dos macizos montañosos, al norte el Collsacabra y al sur Les Guilleries.

El agua es la protagonista y todo el camino se pueden contemplar bonitas panorámicas del embalse rodeado de montañas y de una vegetación sorprendentemente frondosa. Al llegar a la cola del pantano la carretera continua paralela al río ascendiendo muy suavemente, De hecho los primeros kilómetros son prácticamente llanos.

Ocho o nueve kilómetros después de iniciar la variante hay un primer tramo de fuerte subida que me deja a la altura de la segunda de las presas por la que hay que pasar, la del pantano de Susqueda, mucho mayor que el anterior.

Prosigo rodeando el embalse de Susqueda por carretera hasta que a unos dos kilómetros de la presa se acaba el asfalto y se convierte en una pista de tierra en la que, con las lluvias de los últimos días, hay tramos con muchísimo barro. El cielo sigue pareciendo dispuesto a descargar en cualquier momento pero sorprendentemente ha aguantado bastantes horas sin llover.

Por el camino abundan los bosques de castaños, encinas y robles. Muy de vez en cuando alguna flecha amarilla solitaria medio borrada confirma que se trata de un itinerario jacobeo pero realmente no es posible seguir todo el camino si no es siguiendo el track en un GPS. La señalización es escasa.

A medida que avanzo rodeando el embalse de Susqueda se empiezan a ver al otro lado del río los acantilados rocosos que delimitan el Collsacabra. Me ha parecido espectacular la vista desde un punto en el que el río forma un meandro, con los frondosos bosques que lo rodean, el Collsacabra al fondo y las nubes de tormenta que había hoy para rematar la imagen. Lástima que el nivel del agua está relativamente bajo porque la estampa aún podría mejorar.

Finalmente la pista de tierra desemboca en un camino cementado que remonta fuertemente unos cientos de metros hasta la altura de la tercera presa del conjunto, la de Sau, que se cruza por encima.

Y una vez al otro lado del río se continúa por la carretera asfaltada de acceso al embalse desde la que se puede ver como sobresale del agua el campanario de la iglesia de Sant Romà de Sau, el pueblo que fue inundado cuando se construyó el pantano en los años 60 del siglo pasado. Que el campanario sea visible es señal de que el nivel del agua está bajo, de hecho leo después que Sau estaba hoy al 60% de su capacidad, y en épocas de sequía extrema puede llegar a emerger la iglesia entera.

Desde aquí la ruta prosigue alejandose del pantano. Primero por asfalto y enseguida por un sendero que más parece un riachuelo por el agua que baja. Luego desemboca en una pista más tranquila que acaba llevándome a Vilanova de Sau donde paro a comer.

Tras la comida el itinerario prosigue por sendero y pistas forestales a través del macizo de Les Guilleries. Primero subiendo y más tarde, a partir de un collado “sin nombre”, o por lo menos yo no lo conozco, descendiendo hacia la Plana de Vic, la depresión casi llana en la que se asienta esta ciudad y parte de su comarca. Finalmente ha empezado a llover, aunque no demasiado fuerte, y había bastante barro.

En cuanto salgo de la momtaña y llego al llano empiezan las zonas agrícolas que cruzo por pistas completamente embarradas por las roderas de los tractores. El primer pueblo de la Plana de Vic al que llego es Folgueroles.

Desde Folgueroles unos kilómetros más siempre por asfalto y bajo la lluvia y entro finalmente en Vic donde acabo la etapa en su enorme plaza Mayor porticada.

Balance del día: 56,8 km y 912 m de desnivel positivo acumulado.
Puedes obtener el track en Wikiloc aquí y ver el recorrido realizado en esta animación:
Día 4, de Vic a Montserrat (03/05/2022)
Hoy “etapa reina con final en alto” y, además, marcada por la lluvia intermitente durante toda la jornada. Pero empecemos por el principio, sabiendo lo que me esperaba he madrugado y poco después de las seis de la mañana estaba desayunando en un bar en el que ayer confirmé que abrían a esa hora. Recién amanecido me pongo en marcha mientras llueve ligeramente para encarar los primeros kilómetros después de salir de Vic en los que el camino discurre por un sendero paralelo al río Meder. Luego continúa por pistas agrícolas entre campos de colza mientras empieza a ganar altura.

Y es que la llanura conocida como la Plana de Vic limita al oeste con una sierra que hay que cruzar. Por ello poco a poco van desapareciendo los cultivos del llano y se empieza a remontar por una pista forestal. Son unos seis kilómetros de subida entre bosques compactos interrumpidos ocasionalmente por algún prado con pastos y alguna masía aislada.

A partir de un punto se desciende un par de kilómetros, siempre entre bosques, y se llega al municipio de l’Estany, nacido alrededor del Monasterio de Santa María de l’Estany, un templo agustiniano cuyos orígenes datan del siglo XI. Además del monasterio el centro del pueblo conserva algunas casa de piedra monumentales. Cuando me faltaba poco para llegar ha empezado a llover más intensamente así que una vez en el pueblo localizo un bar y paro un rato a tomar un café y a esperar a ver si el tiempo mejora.

Se sale de l’Estany por la parte alta del pueblo y se continúa ascendiendo durante unos quinientos metros hasta llegar al Collado de Sant Pere. A partir de ahí hay 23 kilómetros seguidos en los que no se pasa por ninguna población y que además son prácticamente todos ellos en bajada, ¡el sueño de todo bicigrino! Un descenso suave pero continuo por pistas forestales entre bosques de robles, encinas y pinos solo interrumpidos por algunas zonas de pastos ganaderos. La masía de Sant Miquel d’Oló, rodeada de viñas, pone una nota diferente en el paisaje.

Kilómetros y kilómetros de bosques, prados y alguna explotación ganadera esporádica. Solo la lluvia que va y viene todo el día y algún tramo con barro complican este largo descenso.

A medida que desciendo el bosque va quedando atrás, el terreno se vuelve más llano y empiezo a pasar junto a algunos viñedos. Señal de que me aproximo al Pla de Bages, una zona vitivinícola, y de que estoy llegando a la población de Artés, la primera por la que paso desde hace 23 kilómetros y donde paro a comer algo.

A la salida de Artés, como a la entrada, se sigue avanzando entre cultivos, principalmente viñedos y campos de maíz. Bordeando uno de estos campos se pasa junto a una masía llamada Les Tapies con una ermita adosada y un antiguo molino de aceite. La ubicación con las montañas de Montserrat al fondo es espectacular.

Cruzo Navarcles y llego al monasterio benedictino de Sant Benet de Bages. Ahora la lluvia se ha intensificado y continúo sin detenerme. A partir de aquí el itinerario sigue por una pista paralela al río Llobregat hasta que unos kilómetros después empieza a remontar y me acerca a Manresa. Continúo por la variante señalizada que rodea la ciudad, sin entrar en ella, y por pistas de todo tipo sin demasiado a remarcar llego a Castellgalí, a quince kilómetros del final de la etapa y donde paro a comer un bocadillo y a reponer fuerzas antes de afrontar la subida final. Llevo ya 72 km y bastante desnivel acumulado así que a estas alturas solo pienso en llegar pero Montserrat aún se ve muy lejano…

Prosigo por pistas de tierra que van acercándome a la base de la montaña. Cerca de Masganell se pasa por el Pla del Masroig, un llano sembrado de cereal que tiene unas vistas privilegiadas del macizo de Montserrat y sus característicos pináculos de roca.

Desde aquí empiezan por fin los últimos kilómetros de subida, todos por asfalto, que hago penosamente porque estoy realmente muy cansado. Poco a poco voy ganando altura, dejo atrás el pequeño monasterio de Sant Benet, de monjas benedictinas, y finalmente llego al monasterio de Santa María de Montserrat, un lugar emblemático con una dimensión religiosa, cultural, política e histórica además de la puramente paisajística y de la deportiva. Me hace especial ilusión acabar aquí la etapa y pernoctar, algo que no hacía desde hace más de 30 años, en mis tiempos de escalador, cuando a menudo vivaqueábamos tirados por el suelo en los alrededores del monasterio. Al menos hoy, aunque sea en un albergue, tengo una cama…

Balance del día: 87,2 km y 1.758 m de desnivel positivo acumulado.
Puedes obtener el track en Wikiloc aquí y ver el recorrido realizado en esta animación:
Día 5, de Montserrat a Cervera (04/05/2022)
Cuando me pongo en marcha la niebla cubre el valle a mis pies mientras que el monasterio y en general la parte central del macizo de Montserrat están despejadas, creando un bonito efecto.

El Camí de Sant Jaume deja el monasterio siguiendo una carretera que avanza a media ladera de la montaña hacia el collado de Can Maçana. De hecho toda la etapa de hoy se caracterizará por ser mayoritariamente por asfalto, prácticamente el 95% del recorrido. Poco después de empezar se pasa por la pequeña abadía de Santa Cecilia que en realidad es el primer monasterio que se fundó en la montaña de Montserrat en el siglo X y dio origen al conjunto monacal actual.
Unos kilómetros más y llego a Can Maçana, un collado en el que hay un edificio que fue hostal durante siglos gracias a su ubicación en un cruce estratégico de caminos. Desde allí sigo bajando por carretera y por un tramo de la antigua N-II llego al puerto del Bruc.

En cuanto empiezo a bajar el puerto las flechas amarillas me dirigen a un sendero que desciende entre pinares hasta que enlaza de nuevo con otra carretera por la que se cruza la autovía A2 por un puente elevado y, pasando junto a algunos viñedos, se llega a Castellolí, donde paro a desayunar.

Siete kilómetros más de asfalto me dejan a las puertas de Igualada, ciudad a la que se entra atravesando una gran zona industrial. Al llegar al centro busco un taller de bicicletas para solucionar un pequeño problema mecánico y, mientras me la reparan, aprovecho para tomar un café. Una vez arreglado continúo la travesía de la ciudad hasta que ya en las afueras paso por la ermita de Sant Jaume Sesoliveres, dedicada como el nombre indica a Santiago y rodeada de algunos olivos.
Continúo cruzando una urbanización y por diversos caminos y carreteras hasta que al atravesar por un puente de nuevo la autovía veo a mis espaldas por última vez la silueta tan característica de la montaña de Montserrat. Al otro lado de este puente empieza un carril bici que me acompañaría durante los siguientes 12 kilómetros.

Siguiendo el carril bici paso por el pequeño núcleo de Sant Genís formado por cuatro o cinco masías alrededor de una iglesia.

Mientras cerca ruge el tráfico de la autovía yo continúo por este cómodo carril y atravieso un par de pueblos más, Jorba y Santa María del Camí. Pasado éste último se acaba el carril bici y se continúa durante un breve trecho por una pista entre árboles que cambia brevemente la monotonía del asfalto hasta desembocar de nuevo en la antigua N-II.

Por esta carretera se inicia el ascenso al Alto de la Panadella. Durante muchísimos años fue la vía de comunicación principal entre Barcelona y Lleida hasta que la apertura de la autovía en 2004 dejó este tramo prácticamente en desuso. Sorprende enormemente que durante los cinco kilómetros de ascenso solo me he cruzado con un camión y un par de coches cuando hasta no hace demasiado tiempo tenía una densidad de tráfico altísima. ¡La de veces y veces que habré hecho horas de caravana subiendo a La Panadella un domingo por la tarde de vuelta de los Pirineos!
Tras una subida que esperaba más dura pero que es relativamente suave llego al puerto y empiezo el descenso que no se hace por la carretera sino por una preciosa pista que serpentea entre cultivos y bosques hasta Pallerols.

En esta pequeña aldea hay una iglesia del siglo XI dedicada a Sant Jaume con una estatua de Santiago Peregrino en la fachada. Parece ser que la devoción jacobea en el pueblo es tal que cada primer sábado de octubre se celebra un encuentro de peregrinos del Camino de Santiago.

Poco antes de llegar a Cervera hay un tramo totalmente diferente al resto de la jornada. Por pistas agrícolas y senderos se recorre una zona boscosa desde la que se tiene una buena vista de los campos de cereal circundantes. En algunos momentos no es ciclable y hay que arrastrar la bici pero vale mucho la pena para variar de tanto asfalto.

Y al fin llego a Cervera, ciudad situada en un alto por lo que hay que hacer un último esfuerzo para llegar a su parte antigua amurallada.

Cervera tiene un bonito centro histórico en el que destaca el edificio de la antigua universidad frente al cual me alojo y termino una etapa más.

Balance del día: 68,3 km y 957 m de desnivel positivo acumulado.
Puedes obtener el track en Wikiloc aquí y ver el recorrido realizado en esta animación:
Día 6, de Cervera a Fraga (05/05/2022)
Salgo de Cervera entre la niebla, algo muy habitual en estas comarcas, y con la temperatura más baja desde que inicié este camino. Más tarde, sobre las 11 de la mañana, la niebla se ha levantado, ha acabado saliendo el sol y por la tarde ha hecho mucho calor, el día más caluroso desde que empecé, ¡tierra de contrastes térmicos!
Y así, entre la niebla, he visto a lo lejos a un peregrino a pie, el primero con el que me cruzo en estos primeros seis días de ruta. Al pasar junto a él hemos hablado un rato. Salió de su casa en el Prat de Llobregat, cerca de Barcelona, con idea de hacer el Camino Catalán por San Juan de la Peña hasta Pamplona, luego de ahí a Hendaya por el Camino del Baztan y a continuación el del Norte hasta Santiago y prolongación a Fisterra para posteriormente regresar por el Primitivo a Oviedo, el Camino del Salvador a León, seguir el Francés hasta Logroño y de ahí vuelta a casa por el Camino Catalán por Zaragoza. ¡3.000 km a pie en 90 días! Estoy agotado solo de escribirlo…
Comentamos caminos hechos y por hacer y nos separamos, para siempre o hasta que nos volvamos a cruzar en alguna ruta hacia Compostela, ¡buen camino, amigo!

Siempre entre la niebla cruzo El Talladell, un pequeño núcleo con algunas casas tradicionales de piedra, y entro en Tàrrega, capital de la comarca del Urgell. En esta población el Camino de Santiago se divide en dos alternativas. Una es el llamado Camino Catalán por San Juan de la Peña que desde aquí va hacia Monzón, Huesca y Puente la Reina (Navarra), donde enlaza con el Camino Francés. Otro, el que yo seguiré, va hacia Lleida y Zaragoza para después seguir el curso del Ebro hasta Logroño, donde conecta con el Francés. Yo, aunque efectivamente iré por Zaragoza, no llegaré a Logroño sino que tomaré otra alternativa, pero eso ya lo explicaré a su debido tiempo.

Toda la jornada atraviesa zonas agrícolas en las que abundan especialmente las explotaciones de cereal y de árboles frutales. Es un área muy fértil gracias a la construcción a mediados del siglo XIX del Canal de Urgell que transporta las aguas del río Segre durante 144 km entre Ponts y Montoliu de Lleida, permitiendo el regadío en 70.000 hectáreas de cinco comarcas de la provincia de Lleida. En varios momentos del día el Camí de Sant Jaume circula paralelo al canal, siendo tramos en los que encuentro bastantes zonas de barro.

Si ayer fue una etapa mayoritariamente por asfalto hoy, al contrario, han predominado las pistas agrícolas de tierra combinadas muy ocasionalmente con tramos de carreteras locales. Desde Tàrrega voy circulando entre cultivos durante más de 20 kilómetros hasta El Palau d’Anglesola y cruzando algunas tranquilas poblaciones rurales como Vilagrassa, Anglesola o Castellnou de Seana. En la plaza mayor de ésta última alguien ha adornado los árboles con curiosas fundas hechas de punto de cruz…

Desayuno en El Palau d’Anglesola y continúo hacia Lleida. El terreno es muy llano, tanto que en los 60 km que hay entre Cervera y la capital de la provincia solo hay 70 metros de desnivel positivo, poco más de un metro por kilómetro. Sin embargo el viento constante de cara impide avanzar excesivamente rápido.

Tras cruzar un gran polígono industrial llego a Lleida donde la ruta avanza paralela al río Segre hasta entrar en el casco antiguo por el arco del Pont y recorrerlo por la calle Mayor. Aprovecho para parar a comer un bocadillo, sacar cuatro fotos de la Paeria (como se conoce aquí al ayuntamiento) y de la catedral y proseguir mi camino.

A la salida de la ciudad se sigue durante 8 km un camino señalizado paralelo al río Segre, un cambio momentáneo respecto al paisaje agrícola del resto del día.

A partir de Butsenit me alejo definitivamente del río para seguir entre un mar de frutales hasta Alcarràs, la última población de Lleida que se cruza en este camino. Unos kilómetros después se abandona Cataluña y se entra en Aragón, en la provincia de Huesca. Enseguida se aprecia que los carteles han cambiado de estilo y de idioma.
En estos últimos kilómetros del día hay que superar dos pequeños “altos”. No son gran cosa, apenas 100 metros de desnivel cada uno, pero en una etapa prácticamente llana es un esfuerzo extra que hay que afrontar cuando ya llevo en mis piernas 85 kilómetros. De hecho entre los dos suponen la mitad del desnivel total del día. Una vez superados se llega a Fraga, primera población aragonesa por la que paso y donde finalizo la jornada.

Balance del día: 97,9 km y 392 m de desnivel positivo acumulado.
Puedes obtener el track en Wikiloc aquí y ver el recorrido realizado en esta animación:
Día 7, de Fraga a Zaragoza (06/05/2022)
Mientras el sol va levantándose a mis espaldas encaro el fuerte ascenso por una pista de tierra que hay a la salida de Fraga. Esta subida, de unos 300 metros en 3 ó 4 kilómetros, me aleja de las fértiles llanuras de Fraga y me sitúa en el altiplano elevado y semidesértico de Los Monegros.

En realidad en la comarca estricta de Los Monegros no entraría hasta más tarde pero la zona que empiezo a recorrer comparte el mismo clima y el mismo paisaje. Una tierra árida, dura, seca y de amplios horizontes. En cierta medida recuerda al páramo de la Meseta en las provincias de León y Palencia que se atraviesan en el Camino Francés. De vez en cuando aparece alguna mancha verde allí donde llega el riego y se puede cultivar maíz.

El enorme problema del día ha sido el viento. En esta zona sopla el cierzo, un fuerte viento fresco y seco del noroeste que recorre el valle del Ebro en Aragón, La Rioja y Navarra debido a la diferencia de presión entre el Cantábrico y el Mediterráneo. Y hoy no ha parado en todo el día. Y no solo eso sino que ha ido subiendo de intensidad a medida que avanzaba la jornada complicando enormemente el avance con la bicicleta.
Luchando desde el primer momento contra ese cierzo voy recorriendo este terreno tan árido por pistas de tierra hasta que en el kilómetro 26 paso por el primer pueblo del día, Candasnos, donde paro a tomar un café. Luego continúo 10 km más del mismo estilo hasta Peñalba.

En el tramo entre Peñalba y Bujaraloz ya entro en la comarca propiamente llamada Los Monegros, aunque es una división puramente administrativa porque el paisaje sigue siendo el mismo. Este tramo ha sido particularmente duro con continuas subidas y bajadas y el viento cada vez más fuerte. En Bujaraloz he parado a desayunar. Después he pasado junto a una pequeña ermita dedicada a San Jorge, patrón de Aragón.

La sensación de soledad es absoluta. Decenas y decenas de kilómetros con el mismo paisaje árido y sin prácticamente nadie. Sólo en las ocasiones en las que la pista se acerca a la carretera N-II el tráfico de coches y camiones recuerda que la vida continúa fuera de este mundo agreste. Y por molesto que resulte hoy el viento, no puedo dejar de pensar en lo asfixiante que ha de ser esta etapa en pleno verano en un día sin que sople el cierzo. Ha de ser un horno que además no tiene prácticamente árboles en los que ponerse a la sombra.

Finalmente se desciende del altiplano en el que están Los Monegros hacia el valle del Ebro. En el primer pueblo al que llego, Pina de Ebro, paro a beber algo y a recuperar fuerzas. Llevaba 88 km y faltaban 42 más para Zaragoza ya que había previsto una etapa de 130 km. Son muchos pero es factible y relativamente habitual hacerla ya que no hay excesivo desnivel y casi todo el día se circula por pistas sin complicaciones en las que se puede ir rápido. Pero hoy, y supongo que muy a menudo en esta zona, el viento lo ha trastocado todo. Ha sido una lucha constante por avanzar. En las bajadas había que pedalear como si fuera una subida y cualquier pequeño ascenso requería el esfuerzo de un gran puerto. Por eso estaba muy cansado y era muy tarde por lo que tenía que decidir qué hacer, ¿quedarme o seguir?
Esperaba inocentemente que una vez en el valle el cierzo quizás no soplara tan fuerte como en Los Monegros pero no solo no ha disminuido sino que ha ido cada vez a más. Aún así decido avanzar de momento e ir viendo, por lo que salgo de Pina cruzando el río Ebro y continúo la ruta. En los siguientes kilómetros ha habido varios tramos en los que se circulaba junto a las vías del tren. En general todo está mucho más verde que en Los Monegros y hay más zonas cultivadas.

En los últimos kilómetros del día el Camino de Santiago coincide a menudo con el GR99, el Camino Natural del Ebro, y va cerca de este río. Cada vez me costaba más avanzar y el viento no cesaba, una experiencia muy desagradable.
Parando al final cada pocos kilómetros he conseguido llegar a Zaragoza. La entrada a la ciudad está muy bien resuelta. Habitualmente en los Caminos de Santiago las entradas y salidas de las grandes ciudades son problemáticas porque hay que pasar por zonas industriales, barrios periféricos sin demasiado encanto e infraestructuras de todo tipo como autovías, vías de tren, anillos de circunvalación, etcétera. En Zaragoza se entra por un camino junto al Ebro que en cuanto empiezan los edificios de la ciudad se transforma en un parque urbano con un magnífico carril bici que en dos kilómetros me lleva a la mismísima plaza del Pilar.

He llegado a las 20.15 h después de estar trece horas y media de ruta, 10 pedaleando y el resto en los descansos. Díez horas con un cierzo fortísimo de cara que me ha dejado agotado. Hoy la emoción al entrar en la plaza del Pilar ha sido casi tanta como la que se tiene al entrar en la plaza del Obradoiro. Cuatro horas antes pensaba que esta vez no lo conseguiría.

Balance del día: 129,2 km y 841 m de desnivel positivo acumulado.
Puedes obtener el track en Wikiloc aquí y ver el recorrido realizado en esta animación:
Día 8, de Zaragoza a Borja (07/05/2022)
La salida de Zaragoza es tan fácil y agradable como la entrada. Junto a la plaza del Pilar se toma el carril bici y el paseo paralelo al río Ebro por el que se sale de la ciudad pasando por la zona de la Expo 2008. Luego la señalización me aleja definitivamente del río por una pista agrícola asfaltada que lleva hasta Monzalbarba.

Después continúo entre sembrados por un camino agrícola de tierra paralelo a un canal de riego. En este tramo he adelantado a un peregrino a pie que supongo que ha dormido en Zaragoza y ha madrugado más que yo. Durante el resto de la jornada he visto a tres más. Creo que hasta que llegue a conectar con el Camino Francés encontraré muy pocos peregrinos.

Tras cruzar la autopista AP68 por un puente elevado entro en Utebo, donde paro a tomar un café junto a la espectacular torre de su iglesia de estilo mudejar, abundante en esta zona, y recubierta de baldosas cerámicas. Después se pasa por una zona industrial un poco degradada y volviendo a cruzar la AP68 se toma una carretera asfaltada que lleva a Sobradiel y a Torres de Berrellén.
Aquí los pueblos se suceden cada pocos kilómetros, nada que ver con la etapa de ayer. Y también es muy diferente el viento que durante las primeras horas sopla mucho más suave que el día anterior, aunque a partir de mediodía ha aumentado considerablemente.

Siempre entre los campos de la fértil vega del Ebro llego a Alagón dónde paro a desayunar. La torre de su iglesia de San Pedro Apóstol es otro ejemplo de estilo mudejar que además era originariamente el minarete de la mezquita que hubo aquí en tiempos de la dominación musulmana.

El siguiente pueblo por donde paso es Cabañas de Ebro. Aquí vuelvo a estar a la orilla del río ya que, aunque siempre estaba presente y cerca, no había vuelto a verlo desde la salida de Zaragoza. Los siguientes kilómetros voy atravesando pequeños núcleos como Alcalá de Ebro y Luceni circulando de uno a otro por caminos de tierra. En este tramo coincido con el GR 99 y también con una ruta cervantina ya que en algunos de estos pueblos Cervantes sitúa episodios del Quijote.

En Gallur paro a comer. A partir de esta población la ruta más habitual es continuar siguiendo el curso del río Ebro hasta enlazar en Logroño, a 130 km de aquí, con el Camino Francés. Pero hay otra alternativa que se inicia precisamente en Gallur y se dirige hacia el oeste para atravesar el Sistema Ibérico y tras pasar por Soria y Santo Domingo de Silos conectar con el Francés en Burgos. Se conoce como el Camino Castellano-Aragonés y, como tantos otros caminos a Santiago minoritarios, ha sido recuperado en los últimos 15 años, concluyéndose su señalización en 2010.
En este mapa de los principales caminos a Santiago de la península (fuente: www.rayrosa.com) puede verse, en la ampliación de abajo, la dos opciones: Gallur-Logroño-Burgos o Gallur-Soria-Santo Domingo de Silos-Burgos. Esta segunda es la que voy a seguir esta vez.

Parto de Gallur siguiendo las marcas del Camino Castellano-Aragonés por una pista entre campos sembrados y decenas de aerogeneradores. Hay muchísimos. Y después de dos días soportando el cierzo, el viento de la zona, se entiende porque no ha sido necesario instalarlos en la cima de un monte como en tantos otros lugares.

Hay un momento en el que la pista por la que voy queda interrumpida por lo que parece ser una nueva autovía. No puedo seguir ni las marcas del camino que han desaparecido ni los tracks de otras personas que han pasado antes por aquí porque el track me envía cruzar por un camino que ya no existe. El cambio parece muy reciente porque aún hay conos y señales de obras en la nueva autovía. Finalmente tengo que improvisar yendo unos 500 m a la izquierda paralelo a la nueva carretera hasta encontrar la forma de cruzarla por un paso elevado y luego por otra pista volver a encontrar la ruta original.

Después continuó siempre por pistas agrícolas. A medida que me alejo de la ribera del río Ebro veo más cultivos de secano como viñas y olivos. Al fondo se ven las montañas del Sistema Ibérico que he de cruzar en los próximos días y que me separan de la meseta. Destaca el Moncayo con restos de nieve en la cima.
El único pueblo intermedio de este camino que pasaré hoy se llama Magallón y, como ocurre a menudo en algunas zonas del Camino Francés, está situado en lo alto de un cerro al que hay que subir para volver a bajar. En su plaza del mercado paro a beber y comerme un helado.

Y finalmente llego a Borja donde dormiré y donde antes doy una vuelta por su casco histórico con callejuelas apiñadas en un promontorio coronado por las ruinas de un castillo, una disposición que denota su pasado musulmán.

Balance del día: 79,1 km y 564 m de desnivel positivo acumulado.
Puedes obtener el track en Wikiloc aquí y ver el recorrido realizado en esta animación:
Día 9, de Borja a Ágreda (08/05/2022)
A seis kilómetros de Borja se pasa por el Santuario de la Misericordia. El camino para llegar tiene algunas fuertes rampas, especialmente al final, y en parte del trayecto se circula entre viñedos de los que se producen los vinos de la denominación de origen Campo de Borja.

Este Santuario se hizo popularmente conocido en agosto de 2012 por el intento de restauración bastante chapucero que se hizo de un Ecce Homo, un cuadro con la cara de Cristo. Tras la polémica se le dio la vuelta a la situación y ahora el cuadro es un reclamo turístico que atrae muchos más visitantes de los que venían cuando era una obra desconocida y poco importante. Hoy cuando paso por allí el Santuario está cerrado y no puedo verlo.

A poca distancia del Santuario pero subiendo una fuerte rampa y algunos tramos de escaleras se llega a la Ermita del Calvario. Es una ermita extraña, con una forma redondeada poco habitual para este tipo de construcciones y que más bien parece una torre de defensa.

Desde allí el camino a Santiago sigue, sin perder excesiva altura, por una pista forestal que a través de un pinar primero y de un encinar después lleva hacia un enorme campo de aerogeneradores. Mientras asciendo voy pasando algunos molinos y una vez arriba se circula entre muchos más por el cordal de la montaña.

La pista desemboca en una carretera por la que unos cientos de metros después se llega a un collado en el que hay un mirador, el Balcón de El Buste, con una amplia perspectiva de la zona a la que he de dirigirme. Luego desciendo rápidamente por esa misma carretera hasta el pequeño núcleo de El Buste.

Justo en la entrada del pueblo abandono la carretera por un sendero. En éste y en varios tramos de los siguientes kilómetros los caminos a menudo están tan invadidos por la maleza que cuesta circular por ellos. Pasando como puedo y combinando senderos y pistas asciendo a un pequeño alto y después de un largo descenso de varios kilómetros entro en Tarazona.

Tarazona tiene un bonito casco histórico con diversas muestras de arquitectura mudéjar, que como el resto del mudéjar aragonés está declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Pero además es la primera población con servicios que paso desde que he salido de Borja unas horas antes por lo que en cuanto entro en la parte antigua busco un bar donde comerme un pincho de tortilla.

Unos kilómetros agradables por un sendero siguiendo un río me llevan a Los Fayos, el último municipio de Aragón por el que pasaré en este camino. El pueblo está situado al pie de un acantilado rocoso y muy cerca de otra enorme pared artificial, la presa del embalse del río Val, a lo alto de la cual hay que subir por una carretera con fuerte pendiente.

Una vez arriba se toma una pista que va resiguiendo todo el perímetro del pantano hasta alcanzar su cola.

Finalizado el recorrido por el embalse se continúa remontando el mismo río por un sendero a través de un barranco, el Cañón del Val.

Es un tramo precioso de unos seis kilómetros que como casi todo el resto de la etapa va ascendiendo constantemente pero de forma suave. Todo el día estoy remontando desde el valle del Ebro hacia la Meseta y al final saldrán más de 1.000 metros de desnivel positivo pero no hay la impresión en ningún momento de estar subiendo un puerto.

Cerca del final se pasa junto a la Cascada del Pozo de las Truchas y poco después hay que remontar un largo tramo de escaleras, un pequeño peaje a pagar por visitar esta maravilla. Durante el recorrido he pasado en algún momento el límite entre las provincias de Zaragoza y Soria y he entrado, por lo tanto, en Castilla y León.

Cuando acaba el Cañón ya solo quedan tres o cuatro kilómetros para entrar en Ágreda donde finalizo esta etapa.

Balance del día: 55,9 km y 1.104 m de desnivel positivo acumulado.
Puedes obtener el track en Wikiloc aquí y ver el recorrido realizado en esta animación:
Día 10, de Ágreda a Soria (09/05/2022)
Empiezo el día ascendiendo entre campos de colza y cereal al pequeño Alto de la Taraviela desde donde se desciende a Muro. Donde ahora hay esta minúscula aldea hubo una vez la ciudad romana de Augustobriga, de la cual se perdió la memoria una vez desaparecida. Cuando siglos después volvió a habitarse la zona no se sabía qué eran las ruinas diseminadas por los alrededores y esos “muros” misteriosos dieron nombre al pueblo actual. A la entrada se ve un miliario, los mojones de las carreteras romanas que tanto abundan en la Vía de la Plata.

Prácticamente toda la jornada he circulado por pistas. Es una zona muy poco poblada y, excepto en los últimos kilómetros ya cerca de la ciudad de Soria, me he cruzado con cuatro o cinco personas en todo el día. No me refiero a peregrinos, que no he visto a ninguno, sino a todo tipo de personas. Ni en los caminos ni en las aldeas que he atravesado he visto a nadie salvo un paseante cerca de un pueblo y algún agricultor labrando un campo con un tractor. Curiosamente he visto más ciervos que personas. Me han cruzado varias veces por delante en algún camino y también he visto correr un par de ellos por un campo de cereal, pero son demasiado rápidos como para fotografiarlos.

Poco después se dejan atrás los campos para iniciar un ascenso a través de un encinar al Alto de Valhondo. Estoy remontando la Sierra del Madero que, como la contigua Sierra del Moncayo, forma parte del Sistema Ibérico que hay que atravesar para alcanzar la Meseta Castellana.
En este tramo se cruzan las vías del ferrocarril Soria-Castejón que a juzgar por su estado no creo que estén en uso.

Cuando parece que la subida ha terminado y hay unos cientos de metros de descenso vuelve a haber el repecho más duro y con mayor pendiente. En este tramo se pasa junto a unas encinas centenarias con troncos que llegan a tener un metro de diámetro.

Un esfuerzo más y llego al alto de Valhondo. Desde aquí hay una vista magnifica a 360 grados a la redonda. Pueden verse Ágreda y Muro, de donde procedo, la Sierra del Moncayo y la llanura agrícola a la que he de descender.

Por un sendero a través del encinar similar al de subida desciendo a Pozalmuro que con 100 habitantes es la población más grande que cruzaré en toda la etapa. Y tampoco hay ningún tipo de bar o tienda hasta llegar a Soria por lo que he sobrevivido con unas galletas que pude comprar ayer en Ágreda, donde al ser domingo tampoco tuve demasiadas opciones.
Circulando por la llanura agrícola del río Rituerto paso por Masegoso, un caserío aislado que está junto a un torreón de origen musulmán y a una fuente que se cree que data de tiempos romanos. Los torreones servían como línea se vigilancia de la frontera norte musulmana frente al avance de la reconquista cristiana y se comunicaban de unos a otros mediante hogueras.
Más adelante cruzo el río Retuerto por un puente romano junto al que hay otro miliario. Por aquí pasaba la Vía romana XXVII que comunicaba Cesar Augusta (Zaragoza) con Asturica (Astorga).

Una vez cruzada la llanura hay una nueva subida al pequeño alto de La Pica, pasando antes por las ruinas de otro torreón musulmán. Una vez arriba se desciende hasta Olmeñaca.

Se repite una vez más un pequeño ascenso por una zona forestal seguido de una bajada a una llanura agrícola pero ésta última vez el llano es más amplio, el horizonte está más lejano y hay menos montañas alrededor. Ya estoy en la Meseta castellana. A partir de aquí sigo cruzando pequeños núcleos como Tozalmoro, Fuentetecha, donde encuentro una fuente en la que reponer agua, Fuensaúco y Ontalvilla de Valcorba. Entre uno y otro se circula siempre entre sembrados de cereal.

Los últimos kilómetros del día son los más confusos. El itinerario me lleva por un sendero paralelo a una línea de ferrocarril abandonada pero en algunos momentos cuesta encontrar el camino. Finalmente cruzo el Duero y entro a la ciudad de Soria donde lo primero que hago al llegar a las cuatro de la tarde a la Plaza Mayor es sentarme en una terraza del primer bar que encuentro abierto y tomarme una cerveza y unas tapas.

Desde que empecé en el Cap de Creus llevo hechos 750 kilómetros, la mitad del total previstos hasta Fisterra. Poco a poco voy avanzando… Un paseo por Soria y a descansar. Mañana más.

Balance del día: 59,7 km y 883 m de desnivel positivo acumulado.
Puedes obtener el track en Wikiloc aquí y ver el recorrido realizado en esta animación:
Puedes seguir leyendo la continuación entre Soria y Santiago de Compostela y Fisterra aquí.