Esta es la segunda parte de las cuatro en las que está dividido el relato del Camino del Norte:
Parte 1: de Irún (día 1) a Castro Urdiales (día 6)
Parte 2: de Castro Urdiales (día 7) a San Esteban de Leces (día 12)
Parte 3: de San Esteban de Leces (día 13) a La Caridad (día 18)
Parte 4: de La Caridad (día 19) a Santiago de Compostela (día 24)
Camino del Norte a pie: día 7, de Castro Urdiales a Santoña (18/06/2021)
Nada más dejar atrás el bullicio de Castro Urdiales se remonta por una carreterita asfaltada que nos aleja un poco de la costa y nos sumerge en una zona más rural. Por pistas y siguiendo en paralelo el curso de la autovía A8 se llega hasta Cérdigo. Por el momento el cielo está mayoritariamente despejado y hace sol, ni rastro de la lluvia de ayer, aunque la previsión es que de nuevo empiece a partir de mediodía.

Entre Cérdigo e Islares se pasa por un precioso tramo costero atravesando un encinar. Aquí me encuentro a Fred, un norteamericano con el que llevo coincidiendo desde hace varios días. Es un empresario californiano que viene dos veces al año a España a hacer Caminos de Santiago y el que estamos siguiendo, el del Norte, lo hace por segunda vez.
Al salir del encinar se continúa por un tramo igual de espectacular, por prados verdes donde pasta el ganado sobre los acantilados rocosos.

Pasado Islares se continúa durante unos kilómetros por el arcén de la carretera N634 bordeando la playa de Oriñón donde a estas horas de la mañana los únicos ocupantes son un grupo de surfistas.

La carretera sigue el curso de la ría de Oriñón y su zona de marismas en la desembocadura del río Agüera. Un par de kilómetros más río arriba y llego a El Pontarrón de Guriezo donde paro a tomar un café.

A partir de aquí hay un par de alternativas y yo elijo la más habitual que es seguir durante 6 kilómetros la misma carretera por la que veníamos. El recorrido bordea el monte Candina hasta llegar a un alto y a partir de ahí se empieza a bajar. En el descenso hay señalizado un desvío a un mirador situado a unos 200 metros de la carretera. Desde allí se ve una panorámica del Valle de Liendo, que hay que atravesar a continuación.

Desciendo y al llegar a Liendo las flechas me llevan por pequeños caminos de nuevo hacia la costa, alejándome por fin de la nacional. La señalización es un poco confusa con muchas flechas en direcciones contradictorias pero al final subiendo por un camino que lleva hasta el aparcamiento de la pequeña playa de San Julián encuentro la senda correcta.

El sendero es precioso, circulando por encima de los acantilados con bonitas vistas tanto de la playa que acabamos de dejar atrás como más adelante de los municipios de Laredo y Santoña a los que me he de dirigir. Después la senda se convierte en un camino que entre pastos verdes que llegan al borde del acantilado desciende hasta la Puebla Vieja de Laredo, el nombre con el que se conoce la zona antigua de la localidad.

En Laredo paro a comer unos pinchos en uno de los muchos bares que hay en las calles de la Puebla Vieja.

Laredo está situada en una especie de península de forma triangular acabada en una punta, al otro lado de la cual está Santoña. El lado norte de la península, el que da mar abierto, es un largo arenal de casi cinco kilómetros de longitud que he de recorrer hasta llegar al extremo, bautizado gráficamente como El Puntal. Así que empiezo recorriendo esa larga playa de La Salvé, primero por el paseo marítimo y luego caminando por la propia arena. No hacía un calor excesivo pero a medio recorrido he parado a bañarme. El agua fría le ha ido muy bien a mis fatigados pies, tanto que durante un rato he seguido recorriendo descalzo por la orilla del agua la larguísima playa.

Y al final, en El Puntal, tomo la barca de pasaje que me cruza a Santoña donde acabaré la etapa de hoy. He coincidido en la travesía con Fred, el californiano, y con un bicigrino de Sevilla, el primer ciclista con el que me encuentro en este camino.

Santoña es un importante puerto pesquero conocido por sus anchoas, así que no podía irme sin probarlas, junto a un queso picón, uno de los más populares de Cantabria.
Sobre las siete de la tarde ha empezado a llover, retrasándose afortunadamente varias horas respecto a la previsión. Hoy me he librado…

Balance del día: 34,3 km con 498 m de desnivel positivo acumulado.
Camino del Norte a pie: día 8, de Santoña a Santander (19/06/2021)
En los kilómetros iniciales de la etapa la ruta va por la arena de la playa como en el final de la anterior. La primera que hay que cruzar es la playa de Berria, prácticamente solitaria a primera hora de la mañana.

Al final de la playa se asciende a la colina de El Brusco, que la separa de la siguiente. Parece un montículo sin importancia pero hay que ascender a 80 metros de altitud por senderos embarrados por las lluvias de la noche anterior y con una frondosa vegetación de helechos y arbustos que complican el avance. Una vez arriba hay una buena panorámica de la playa de Berria a un lado y la de Trengandín, a la que hay que descender, en el otro.

Y precisamente en la playa de Trengandín, en un punto en el que había que cruzar un riachuelo que desemboca en la playa me he encontrado con Fred, el californiano. Al intentar cruzar el riachuelo por unas piedras había caído y se había mojado todo, teniéndose que cambiar completamente de ropa. Yo, visto lo visto, me descalzo y cruzo por el agua. Luego seguimos hasta el final de la playa frente al pueblo de Noja, donde paramos en un bar a desayunar.

Desde Noja se sale por todo un laberinto de carreteras y caminos que unen zonas rurales y residenciales en un tipo de urbanización algo caótica. Son zonas que están en la transición entre un pasado rural y un nuevo desarrollo urbanístico sin mucho acierto y una estética bastante cuestionable. Una pena…
Unos kilómetros después paso por la enorme iglesia de San Pedro de Castillo.

A partir de aquí la cosa mejora y se vuelve realmente más rural, sin tanta urbanización, probablemente porque nos alejamos de la costa. Hay incluso un tramo donde el camino va por en medio de un campo de maíz. Paso por San Miguel de Meruelo, otra población con una enorme iglesia de un estilo similar a la anterior, y por una pista cruzo el puente medieval de Solorga. Aquí se inicia la subida a Bareyo, un pueblo situado en un alto que exige un pequeño esfuerzo en una etapa mayoritariamente plana. Desde el pueblo todavía se sube un poco más hasta el verdadero alto, en el que hay un camping, y a partir de aquí se baja ya hasta Güemes, donde paro a comer un bocadillo.
Tras el descanso, 4 km de carretera me llevan hasta Galizano donde al pasar por su iglesia veo que están saliendo de celebrar una boda de alto copete con hombres vestidos con chaqué y mujeres con vestidos largos, y yo por en medio totalmente fuera de lugar intentando hacer una foto de la iglesia…

Desde aquí la ruta vuelve a acercarse al mar en la playa de Galizano, donde se inicia uno de los tramos más espectaculares desde que empecé este camino. Por un sendero sobre los acantilados se va resiguiendo la costa durante unos seis kilómetros, con vistas fabulosas.
A los que nacimos en el Mediterráneo, como cantaba Serrat, nunca deja de sorprendernos ver como los pastos verdes llegan hasta el borde del mar y como hay ganado y granjas ahí, sobre los acantilados.

El sendero pasa sobre las bonitas playas de Langre.

Y si es sorprendente que haya prados hasta el mar, aún me ha parecido más curioso que hubiera campos sembrados de maíz hasta el borde del acantilado rocoso.

La preciosa y larga travesía por los acantilados acaba al principio de una playa llamada Los Tranquilos que hay que cruzar por la arena. Luego un sendero sube y baja una zona de dunas con vegetación y llego a la playa de Loredo que también sigo por la propia arena. No deja de ser extraño ir a Santiago andando por la playa…

De playa en playa llego a Somo donde ya caminando por las calles del pueblo, entre escuelas de surf y otros negocios playeros, me dirijo al embarcadero de las “pedreñeras”, las barcas que hacen la travesía de la bahía de Santander entre Somo y la ciudad pasando por Pedreña. En el ferry he coincidido con una peregrina francesa en bicicleta que también había salido esta mañana de Santoña.

Ya desembarcado en Santander, el camino pasa por la catedral y el centro de la ciudad, donde termino otra larga etapa.

Balance del día: 39,6 km con 480 m de desnivel positivo acumulado (el total de kilómetros recorridos no incluyen los aproximadamente 5 km que se hacen en barco, los 39,6 son los que he andado)
Camino del Norte a pie: día 9, de Santander a Santillana del Mar (20/06/2021)
Una etapa difícil de explicar ya que podría decirse que no tiene nada destacable hasta llegar al final en Santillana del Mar. No es que el recorrido no sea bonito pero tampoco es espectacular y después de todo lo visto hasta ahora las expectativas son muy elevadas… Y por si fuera poco la jornada es prácticamente toda ella por asfalto, lo que no ayuda a hacerla interesante.
Después de una larga travesía urbana, cuando a los cinco kilómetros del inicio dejaba el termino municipal de la capital cántabra para entrar en Peñacastillo, ha empezado a llover. Afortunadamente era una lluvia ligera e intermitente que de momento no era un problema serio. La ruta continúa avanzando a través de zonas muy urbanizadas y sin demasiado encanto.

Al pasar por Boo de Piélagos veo que están jugando una partida de bolos contra el Laredo. El bolo cántabro es un deporte importante, el segundo que más dinero mueve en la región, solo superado por el futbol. De hecho el “estadio” donde están jugando, la bolera, es una instalación permanente con gradas y todo. Más tarde al cruzar otro pueblo vería otra partida similar, al ser domingo por la mañana supongo que es el día habitual de las competiciones.
Poco después hay un tramo que rompe la rutina de asfalto del día y nos lleva por un pequeño bosque en el que han instalado un cartel con la distancia restante a Santiago. Posteriormente se anda durante 700 metros por la orilla del río Pas.

Pronto llego a Arce por donde se cruza el río Pas por el llamado Puente Viejo, construido en el siglo XVI. Pero antes, junto al puente, paro a desayunar mi habitual pincho de tortilla. Antes de parar estaba empezando a llover fuerte pero cuando me he puesto en marcha 20 minutos después ya había dejado de llover y a partir de entonces el resto del día ha lucido el sol.

De hecho, una hora después he vuelto a parar a tomar un café en un pueblo llamado Mar y unos lugareños me han asegurado que mientras una montaña concreta que teníamos enfrente tuviera la cima despejada de nubes significaba que no llovería. Y así ha sido en las horas siguientes.
Poco antes de esa parada en Mar había pasado por el único tramo de sendero de toda la jornada, a través de un robledal primero y de unos prados después.

Los siguientes kilómetros están marcados por el paso por la gran factoría de Solvay en Torrelavega, que rodeamos por dos de sus lados. No es la imagen que uno espera encontrar en un Caminos de Santiago pero no deja de ser un sitio histórico (tiene más de 100 años ya que se inauguró en 1908), es una de las mayores plantas químicas de España fuera de los grandes polos como Tarragona o Huelva, y es parte inseparable del paisaje de la zona.

Los siguientes kilómetros, alejándonos de la factoría, son los más bonitos del día, con un paisaje mucho menos urbanizado y más natural.

Al final, aunque efectivamente es una jornada con 99% de asfalto, no ha sido tan pesado como a priori parecía. La mayoría del recorrido se hace por aceras o por carriles peatonales especialmente preparados junto a las carreteras y prácticamente no hay ningún tramo por carreteras importantes con tráfico.

Y el colofón de la jornada es Santillana del Mar, villa fundada en la Edad Media alrededor del Monasterio de Santa Juliana y sin duda uno de los conjuntos históricos mejor conservados de toda España.

No es solo que sea más o menos bonita o tenga más o menos importancia histórico-artística, creo que lo mejor de Santillana es la forma impecable en que se conserva, sin prácticamente ningún elemento fuera de lugar que afee el conjunto. Si la etapa parecía algo anodina, el final lo compensa con creces.

Balance del día: 38,2 km con 426 m de desnivel positivo acumulado.
Camino del Norte a pie: día 10, de Santillana del Mar a San Vicente de la Barquera (21/06/2021)
Dejo atrás las calles empedradas de Santillana del Mar para recorrer por carreteras locales sin apenas tráfico los primeros 9 km del día hasta Cigüenza. Se pasan algunos pequeños pueblos y las enormes iglesias de San Pedro de Oreña, aislada en lo alto de un cerro, y San Martín de Tours. El paisaje es típicamente rural, con prados y vacas pastando, y poco urbanizado. En Cigüenza hay algunas casas antiguas blasonadas.

Después paso por Cóbreces, dominado por la enorme iglesia neogótica de San Pedro Ad Vincula de un estilo totalmente diferente a las habituales de la zona y junto a la cual paro a descansar un rato. Han caído algunas gotas en algún momento pero ahora hace calor. De hecho el tiempo cambiaría constantemente el resto del día hasta acabar lloviendo fuerte poco antes del final de la etapa.

Pasado Cóbreces se deja brevemente el asfalto para circular durante un par de kilómetros por una pista forestal atravesando un bosque. Lástima que pronto se vuelve al asfalto cuando la pista desemboca en una carretera local que me lleva hasta Tramalón donde hay una pequeña ermita dedicada a Santiago.

Desde aquí se desciende hasta un núcleo llamado La Iglesia, parte del municipio de Ruiloba, y que efectivamente tiene un enorme templo en su centro.

Como en las dos etapas anteriores prácticamente todo el día se circula por asfalto, a veces por andaderos paralelos a la carretera y otras por el arcén en vías locales sin tráfico. Por una de éstas llego a Concha, una aldea diminuta con una calle Mayor con casas pintorescas con sus balcones de madera tradicionales.

Sobre las 12:30 entro en Comillas, villa señorial gracias al mecenazgo del primer Marqués de Comillas que a finales del siglo XIX sufragó la construcción de varios edificios modernistas, contratando para ello a los más importantes arquitectos catalanes de la época como Gaudí y Domenec i Montaner. En el centro de la población paro en un bar a comer.

Antes de abandonar la villa se pasa junto a algunos de los edificios más famosos como el palacio de Sobrellano y su capilla-panteón adyacente o la sede de la universidad.

Salgo de Comillas y pocos kilómetros después siguiendo un andadero paralelo a una carretera cruzo por un puente la ría de la Rabia. La zona que se atraviesa a continuación forma parte del Parque Natural de Oyambre, una zona costera de marismas, playas y dunas que se extiende entre esta ría y la de San Vicente.

Los últimos kilómetros del día voy bordeando las playas de Oyambre, Gerra y Merón, frecuentadas por surfistas. El tiempo empeora y llueve fuerte durante la última media hora antes de llegar al destino.

Y por fin entro en San Vicente de la Barquera. Si en este camino en tres ocasiones desde Irún ha habido que tomar una barca para cruzar rías (en Pasai, en Laredo y en la bahía de Santander), aquí, a pesar del topónimo, no hace falta navegar ya que desde el siglo XV se construyó el larguísimo puente de la Maza para cruzar la ría de San Vicente. Y, como entonces, atravesándolo llego a esta localidad en la que terminaré la etapa en un nuevo albergue de peregrinos inaugurado hace apenas una semana.
Porque en Cantabria, en general, el tema albergues no está demasiado bien resuelto y es de agradecer que haya personas que tengan el arrojo de lanzarse a abrir uno en una localidad emblemática en la que hasta ahora no había y lo haga además como albergue “de donativo”, es decir que cada peregrino paga lo que considera. Puro espíritu del Camino, ¡gracias Erika y mucha suerte en esta aventura!

Balance del día: 36,8 km con 633 m de desnivel positivo acumulado.
Camino del Norte a pie: día 11, de San Vicente de la Barquera a Llanes (22/06/2021)
Desde la salida de San Vicente de la Barquera el Camino del Norte coincide con otras indicaciones, flechas de color rojo y el símbolo de una cruz del mismo color. Se trata del Camino Lebaniego que se inicia aquí y lleva al Monasterio de Santo Toribio de Liébana donde, según la tradición cristiana, se venera el que se supone que es el mayor fragmento de la cruz de Cristo. Además desde dicho monasterio, enclavado en los Picos de Europa, también está señalizado como Camino de Santiago la continuación hacia el sur para enlazar con el Camino Francés en Mansilla de las Mulas, provincia de León. Por tanto es posible enlazar el Camino del Norte en el que estoy con el Francés a través de los Picos de Europa, siendo probablemente el Camino de Santiago más duro y montañero de todos los de la Península Ibérica. Deberes pendientes…

Pero ahora estoy siguiendo el Camino del Norte y desde que he salido del albergue llueve y así se mantendría todo el día. Poco después encuentro un cruce con dos alternativas, una de ellas por carretera y otra señalizada como “atajo por camino ganadero” que además de ser por pistas es un par de kilómetros más corta. Sin dudarlo tomo ésta y entre pastos llego a Serdio.

Pasado este pueblo una indicación marca el punto en el que se separan definitivamente el Camino Lebaniego y el del Norte y poco después llego a Pesués donde, junto al puente que cruza la ría de Tina Menor paro a tomar un café. Luego un par de kilómetros más y se llega a Unquera, el último pueblo de Cantabria, aunque antes aún da tiempo de recorrer un sendero embarrado que va paralelo a la vía del tren.

En Unquera cruzo el puente sobre el río Deva cantando a pleno pulmón “Asturias patria querida” y así de eufórico por avanzar un poco más hacía la meta entro en el Principado. Asturias me recibe con una primera subida impresionante de aproximadamente 1,7 km continuos de ascenso. Marcando territorio, que nadie crea que esto va a ser fácil. Enseguida el río Deva queda abajo en la distancia. En ese momento la lluvia había remitido un poco y con el pantalón y la chaqueta impermeables, que por muy buenos que sean nunca transpiran del todo bien, he sudado de lo lindo en esta larga rampa.

Ahora llueve realmente fuerte mientras por pistas, senderos y algún tramo de asfalto paso algunos pequeños pueblos hasta llegar a Pendueles donde busco un lugar para comer.
Decido parar en un bar que está junto a un albergue y es de los mismos propietarios y ha resultado que solo hacen comida mexicana. Ya estaba instalado así que ¡ándele!… mi primera comida en un pueblo perdido de Asturias ha consistido en unos tacos de pollo con una coronita. Un poco surrealista pero de momento el cachopo tendrá que esperar.
Precisamente en ese bar, un lugareño que parecía conocer el tema porque otros se han dirigido a él para preguntarle ha dicho que “toda la tarde agua” pero que a partir de mañana se acabó la lluvia. Veremos…

Después de comer empieza el tramo más bonito del día. El itinerario desciende hasta la cercanía de la playa de Vidiago y desde ahí sigue por la denominada Senda Costera. Realmente sólo se acerca al mar en un punto pero va relativamente cerca de la costa y de los acantilados, y de ahí el nombre. Empieza circulando por caminos que atraviesan una zona de pastos ganaderos.

Y cuando se acerca al mar es en la zona se los Bufones de Arenillas. Se trata de rocas calizas en las que hay una serie de fisuras naturales donde por acción de las mareas y el oleaje se producen chorros de agua a propulsión con un efecto parecido a un géiser además de un sonido característico, cómo un bufido, de donde les viene el nombre de “bufones”.

El camino continúa por un bosque en la ribera del río Purón, que hay que cruzar por un puente de madera, y acaba en un pequeño pueblo llamado Andrín. Han sido casi 10 kilómetros por caminos y senderos, hacía muchos días que no había un tramo tan largo sin asfalto.

Desde el pueblo, ahora ya por una carretera local, se asciende al mirador de la Boriza desde el que se ven las playas de Andrín y de Ballota y, a lo lejos entre la cortina de agua, Llanes, hacia donde me dirijo.

Sobre las seis llego por fin a Llanes agotado. Cuarenta kilómetros recorridos andando bajo la lluvia durante siete horas y media ha sido bastante duro. Espero que el paisano del bar mexicano de Pendueles acierte y mañana no haya agua…

Balance del día: 40,8 km con 697 de desnivel positivo acumulado.
Camino del Norte a pie: día 12, de Llanes a San Esteban de Leces (23/06/2021)
Poco después de salir de Llanes el Camino del Norte coincide con un tramo de la Senda Costera. La primera playa que veo es la del Castro de San Martín y es preciosa. Luego sigo circulando cerca de la costa pero sin llegar a acercarme realmente al mar. Por el momento el cielo está cubierto de nubes pero no llueve y a ratos incluso sale el sol.

En Celorio paso por el pequeño monasterio de San Salvador y después el sendero prosigue bordeando la playa de la Palombina. Aquí se ven las consecuencias de las lluvias de anoche que debieron ser importantes ya que hay un pequeño derrumbamiento de tierra en la playa y cintas de la policía local que no dejan pasar por algunas calles llenas de barro, por donde ayer debía bajar muchísima agua.

Paso un pueblo llamado precisamente Barro y después por la iglesia de los Dolores cuya imagen se refleja en el agua de la ría cuando la marea está alta creando un conjunto tan pintoresco que se ha utilizado varias veces para rodar películas. Hoy la marea está baja así que no se da el efecto.

Más tarde el sendero pasa por una zona de bosque y después de una pequeña confusión con el itinerario que me ha hecho andar dos o tres kilómetros adicionales llego a las ruinas del monasterio de San Antolín, del siglo XIII, en bastante mal estado.

Se cruza el río Bedón y poco después se llega a su desembocadura en la playa de San Antolín. Este río tiene la peculiaridad de ser uno de los más cortos de la península ya que desde su nacimiento en el concejo de Cabrales hasta esta playa sólo recorre 19 kilómetros.

Hoy han predominado las pistas y senderos y ha habido muy poco asfalto, completamente opuesto a las etapas cántabras. Con las lluvias que ha habido en los últimos días también había zonas embarradas pero aún así es muchísimo mejor este terreno que ir constantemente por asfalto.

A partir de la una pasando Piñeres de Pría el cielo se cubre y empiezan a caer gotas. Primero llueve débilmente pero más tarde la cosa ha empeorado, aunque no ha llegado a ser como la tormenta de ayer. Poco después se pasa por la iglesia de San Pedro de Pría a la que se llega tras ascender por un prado en el que he coincidido con cuatro jóvenes alicantinos con los que me he ido cruzando desde que hemos salido de Llanes. En la aldea siguiente, El Collau, alguien ha adornado las piedras junto al camino con motivos jacobeos.

Cada vez llueve más y entre pastos y por pistas cada vez más embarradas voy avanzando. Con lluvia no es fácil parar si no se encuentra un sitio resguardado y empezaba a estar ya bastante cansado.

A las tres llego a Ribadesella donde busco un bar en el centro donde comer. Además he comprado un bocadillo para la cena ya que el albergue adonde voy está en una aldea minúscula en la que no hay bares ni tiendas, y tampoco me apetece ponerme a cocinar después de la paliza del día.

Después de comer queda cruzar el puente sobre el Sella para pasar al otro lado del río donde se recorre el largo paseo que bordea la playa de Santa Marina, lleno de mansiones de indianos, las construidas por los que volvieron tras hacer fortuna en América. Hoy con el temporal no es el día más agradable para pasear por aquí.

Y desde el final de la playa tres kilómetros más me llevan al albergue de San Esteban de Leces, enclavado en una antigua escuela de una pequeña aldea a las afueras de Ribadesella.
Balance del día: 40,8 km y 697 m de desnivel positivo acumulado.
Puedes leer la continuación aquí.