Este es el relato de mi Camino Francés en bicicleta en abril de 2013. Está escrito «en riguroso directo» durante el Camino. No siempre es fácil cuando se llega cansado escribir la crónica del día, preparar las fotos, etcétera. Algunas veces acababa a las tantas de la noche tumbado en mi litera mientras alrededor los demás ya dormían. Puede haber errores ortográficos o errores en alguna descripción: no siempre se acuerda uno de si primero atravesó un bosque y luego una zona de cultivos o si fue al revés. Sin embargo no he querido corregir nada para no perder la frescura y espontaneidad del directo. Simplemente he copiado las crónicas una detrás de otra para que se pueda leer el viaje todo seguido de principio a fin. Pido disculpas por los fallos que encontréis. ¡Buen Camino!
Día 0, de casa a Saint Jean Pied-de-Port (06/04/2013)
Casi no he dormido nada. Entre los nervios, la cena de despedida que hicimos ayer y que tenía que levantarme a las cuatro y media, he dormido poco y mal. Pero por fin empieza la aventura, aunque lo de hoy sea solo un preámbulo.
Con un cuarto de hora de retraso he aterrizado en Hondarribia a las 8.20 de la mañana y poco después me plantaba en la delegación de Envialia en Irún para recoger la bici y el equipaje. Me he puesto a montar la bici y ha surgido un problemilla: el cable del cambio se había soltado y no sabía como repararlo. Además, las pinzas de los frenos de disco se habían cerrado y no había forma de meter las ruedas. Bien, seguro que más de un ciclista que lea esto sonreirá y pensará «¡menudo pardillo!, esto lo arreglo yo en 2 minutos…», pero yo en el tema de mecánica de la bici soy aún un novato… En fin, lo de los frenos al final lo he arreglado (¡buscando un vídeo en Internet con el móvil que explicaba como hacerlo!) pero para lo del cable he tenido que pedir ayuda. Afortunadamente había una tienda de bicicletas cerca así que mi primera experiencia en el Camino ha sido esperar la hora de apertura en la puerta de un taller de bicicletas de Irún…
Cuando finalmente han abierto y he explicado mi problema al mecánico, ha mirado la bici, me ha mirado a mí, ha puesto cara de pensar «este tío es un pardillo, ¿cómo va a llegar así a Santiago?», ha toqueteado algo en la bici y en menos de un minuto estaba solucionado…
A todo esto se había pasado la hora del tren que tenía previsto, así que he tenido que esperar un par de horas al siguiente tren, tiempo que he aprovechado para hacer unos kilómetros con la bici y probar que todo estuviera bien… (ahora que sabía donde estaba el mecánico…).
Para cruzar de Irún a Hendaya, donde tenía que coger el tren, se cruza el Puente de Santiago, donde empieza el Camino de Santiago del Norte, que va siguiendo la Costa Cantábrica. He parado a hacer una foto del cartel porque era la primera referencia que tenía del Camino y una señora que pasaba, al verme se ha ofrecido a hacer la foto. Al despedirse me ha deseado «suerte y buen camino» y, decidme sentimental, pero en ese momento me he emocionado y casi me salta una lagrimilla. Creo que ha sido la emoción de verse por fin haciendo algo que se ha pensado hacer desde hace tanto tiempo, no sé, probablemente lo entenderán otros que lo hayan hecho antes…
En el tren me ha llamado la atención lo bien que estaba preparado para llevar la bici, colgada como un jamón de un gancho en el techo. Este tren me ha dejado en Bayonne (o Bayona) donde tenía que esperar un par de horas en las que he comido, he dado vueltas por el centro histórico, he visto la catedral y he hecho de nuevo unos kilómetros con la bici por la ribera del río Nive.
El tren de Bayonne a Saint Jean-Pied-de-Port es pequeño, unas 60 plazas, y absolutamente todo el mundo va a hacer el Camino. No esperaba tanta gente en esta época y me sorprende descubrir al llegar que muchos de los albergues de SJPP tienen el cartel de completo, ¿donde duerme la gente en julio o agosto?
Yo me instalo en el Gite Ultreia, donde comparto habitación con un irlandés y tres italianos.
Una vueltecita por Saint Jean, bonita villa medieval amurallada muy ligada al Camino y donde confluyen varias de las vías europeas antes de entrar en la Península. El ambiente es 100% peregrino, hay gentes venidas de todas partes y, en las pocas horas que llevo aquí, ya he saludado o conversado brevemente con portugueses, italianos, alemanes, australianos, norteamericanos… Curiosamente aún no he visto ni un solo español y ni un solo bicigrino, todos son peregrinos a píe.
Cenita y a dormir que mañana empieza lo duro…
Día 1, de Saint Jean Pied-de-Port a Roncesvalles (07/04/2013)
Hoy tocaba la que es probablemente la etapa más dura de todo el Camino Francés. Hay tres alternativas posibles. La primera es la llamada Ruta Napoleón que cruza el Collado Lepoeder de 1410 m de altura y es, para muchos, la más bonita y también la más difícil. Entre octubre y mayo esta variante suele ser impracticable por la nieve acumulada y, en efecto, este año hay más de dos metros de nieve en la parte más alta. En SJPP avisan en todos los albergues y en la oficina del peregrino de que la ruta está cerrada y cuentan como el pasado febrero murió un brasileño y como hace unas semanas tuvieron que rescatar a unos coreanos…
Así que, descartada la Ruta Napoleón (una buena excusa para regresar en el futuro), nos queda la variante por Valcarlos que, en realidad puede hacerse de dos maneras: o todo por carretera asfaltada o siguiendo el Camino señalizado para los peregrinos a pie (que transcurre de vez en cuando algunos kilómetros por la carretera pero va desviándose por pistas y senderos). En la guía mas popular sobre el Camino Francés en bici pone claramente «lo aconsejable es subir todo por carretera, o como mucho coger los últimos kilómetros por el Camino, cerca del alto. De otra forma, echaremos las tripas por la boca empujando la bici, y sufriremos en demasía para ser la primera etapa». Yo, cabezota, he intentado hacer el máximo posible por el Camino y, efectivamente, he acabado «echando las tripas por la boca empujando la bici». Os cuento cómo ha ido:
Al principio, todo perfecto. He dejado atrás SJPP medio envuelto en la niebla y he empezado a subir, primero por carretera y pronto por otras carreteritas secundarias y pistas sin asfaltar entre granjas, prados y bosques. El paisaje era precioso, constantemente adelantaba peregrinos a píe a los que saludaba con el ritual «buen camino», ha salido un sol radiante después de semanas de llover prácticamente cada día y yo estaba tan contento que iba cantando en voz alta a todo pulmón…
En algunos momentos el Camino se convertía en senderos estrechos. De vez en cuando había algún tramo muy pedregoso no ciclable y había que empujar la bici pero el ambiente y el paisaje compensaban con creces el esfuerzo.
Al ir ganando altura ha empezado a aparecer la nieve. Además, al derretirse hacía que debajo estuviera todo embarrado. Algunas rampas hubieran sido matadoras sin nieve pero en estas condiciones no quedaba mas remedio que empujar. Los caminantes, que en general también iban hechos polvo, me miraban alucinados. He tenido que explicar a más de uno en inglés, francés o italiano chapurreado que «por carretera no tiene gracia y así es más divertido»
El paisaje, eso si, seguía siendo precioso y el día magnífico… no quiero ni pensar en como hubiera sido si se pone a llover. Creo que he tardado una hora en hacer tres kilómetros en estas condiciones. Cuando el sendero ha desembocado en la carretera, ya cerca del Alto de Ibañeta, cinco peregrinos que estaban descansando me han aplaudido…
El Alto presentaba este aspecto:
El kilómetro y medio que separa el Alto de Ibañeta de Roncesvalles lo he bajado, of course, por la carretera. Mientras comía en Roncesvalles he estado dudando entre seguir hasta Zubiri (a unos 20 km pero ya no tan duros) o quedarme a dormir en Roncesvalles. A fin y al cabo solo había hecho 28 km pero estaba tan destrozado para ser el primer día que he decidido quedarme aquí.
Total, según Runtastic, 27,7 km y 1587 m de desnivel acumulado. Lo que no me cuadra es que las guías dan unos 1150 m de desnivel en esta etapa. Quizás mienten para no asustar… en todo caso no seré yo quien suba a hacer una nueva medición.
Mañana más…
Día 2: de Roncesvalles a Pamplona (08/04/2013)
A las 7 de la mañana empieza el día con un gran «momento Camino»: los hospitaleros del Albergue de Romcesvalles despidiendo a los peregrinos a la puerta del albergue con guitarras y canciones. Después, a pocos metros de Roncesvalles, la foto de rigor junto al famoso cartel que indica la distancia a Santiago y que debe ser el indicador de carretera más fotografiado de España…
La primera mitad de la etapa de hoy ha sido espectacular. Nada mas salir de Roncesvalles se atraviesa el bosque de Sorginaritzaga o Robledal de las Brujas, siguiendo un sendero que, o bien estaba cubierto de nieve o bien la nieve se había fundido y estaba embarrado, es decir resbaladizo o resbaladizo. Con el peso de las alforjas costaba controlar la bici y he tenido un par de caídas tontas sin mayores consecuencias…
Hasta Zubiri, a 20 km de Roncesvalles, la etapa sigue la misma tónica: pueblo, bosque, pueblo, bosque… con subidas por caminitos entre bosques a «Altos» como el de Mezquiriz o el de Erro. Sobre la bajada del Alto de Erro había leído opiniones contrapuestas en guías o blogs: desde el que opinaba «es una trialera muy peligrosa, recomiendo absolutamente bajar por carretera» hasta quien escribe «digan lo que digan es ciclable y muy divertida… uno de los tramos mas bonitos del Camino». Con las dudas de lo que me iba a encontrar he ido tirando, tirando, mientras pensaba «¿donde está el tramo tan peligroso?», hasta que me he dado cuenta de que ya hacía rato que estaba dentro. Ni me había enterado porque no es ni mucho menos un descenso tan peligroso como dicen. Es espectacular, mágico y totalmente accesible para cualquiera que salga habitualmente en bici de montaña. Se la recomiendo a cualquier futuro bicigrino.
Como curiosidad, en algún momento de la mañana he pasado por una pequeña placa que recuerda a un peregrino japonés muerto hace unos años (pero no, no ha sido en la bajada del Alto de Erro…)
A partir de Zubiri el paisaje va cambiando, seguimos entre bosque pero se nota que vamos descendiendo y alejándonos de los Pirineos. La vegetación es menos alpina y hay mas zonas cultivadas.
En Irotz decido seguir la variante del paseo fluvial del Arga. Es un camino que siguiendo el río durante 10 km nos introduce en la ciudad de Pamplona evitando las zonas industriales y barrios «sin encanto» que rodean toda gran ciudad. Casi sin darme cuenta me planto en el Puente de la Magdalena, a los pies del centro histórico de la ciudad. La entrada en Pamplona es preciosa, por una puerta en las murallas. Con una entrada así te sientes como un peregrino medieval…
Así es como hemos llegado, yo y la bici…
Hoy me alojo en un albergue curioso, Casa Ibarrola. Está inspirado en los «hoteles cápsula» de Japón y en lugar de las típicas literas se duerme en una especie de cubículos. El diseño es todo moderno, muy distinto de la mayoría de albergues. Para que veáis que también se puede hacer el Camino con estilo…
Tras un triple lavado (ducha para mí, colada para la ropa y manguerazo para la bici), paseíto por Pamplona, un par de tapas y a dormir. Balance del día, según Runtastic: 48 km y 660 m de desnivel acumulado.
Día 3: de Pamplona a Villatuerta (09/04/2013)
Todos los que salimos de Pamplona vamos pensando en la subida al Alto del Perdón, a solo 15 km y distinguible desde muy lejos por la fila de aerogeneradores que tiene en la cima. Cerca del último pueblo antes del inicio de la ascensión, Zariquiegi, he pinchado. Mientras arreglaba el pinchazo ha pasado un señor de pueblo y me ha dicho: «Que mala suerte. Claro, es que con la bici no se puede subir por aquí. Al llegar al pueblo tira a la derecha y encontrarás la carretera que te sube directamente al Perdón. Por el Camino no se puede subir». Al cabo de dos minutos ha pasado otro señor y me ha dicho… exactamente lo mismo. ¡La presión psicológica sobre los que queremos hacer el Camino en bici siguiendo estrictamente las flechas amarillas es brutal!
Por supuesto que he resistido y he seguido el Camino… La subida del Alto son pocos kilómetros pero demoledores: un sendero pedregoso donde a duras penas podría pedalearse en tiempo seco pero, si además le añadimos el fango acumulado, el resultado es que hay que empujar la bici cada dos por tres… Hasta los caminantes tenían problemas de «tracción» y resbalaban en algunas cuestas.
Una vez en el Alto, rodeados de aerogeneradores, encontramos el monumento que representa a peregrinos de todas las épocas.
La bajada del Perdón es, como la de ayer en el Alto del Erro, de las que generan controversia entre los que dicen que en bici mejor ir por la carretera y los que consideran que no te la puedes perder. Ya podéis imaginar por donde he bajado… Ha sido divertidísima. Es un sendero de unos dos kilómetros lleno de piedras sueltas pero se puede bajar perfectamente. Recomendable.
Al final del descenso la bici tenía tanto barro que no podía ni cambiar de marcha. En cuanto he visto un riachuelo junto al camino la he metido dentro para sacarle al menos lo más gordo.
El camino continúa por senderos entre campos y atravesando poblaciones con bonitas iglesias: Uterga, Muruzabal, Óbanos… El paisaje sigue cambiando y aparecen las primeras viñas y, más tarde, olivos y almendros en flor. Los Pirineos ya son un recuerdo lejano. Por recomendación de Alberto, mi suegro, que hizo el Camino hace unos años, me desvío en Muruzabal para visitar la bonita ermita de Santa María de Eunate. El pequeño desvío de 2 km vale mucho la pena.
Y así llego a Puente la Reina, población en la que confluyen el Camino Francés (el que entra en la península por Roncesvalles) con el Camino Aragonés (el que entra por Somport). Destaca el puente de 6 arcos que da nombre a la población.
Entre Puente la Reina y Mañeru (a unos 5 km) el Camino está cortado por unos desprendimientos y obligan a todos los peregrinos, sea a píe o en bici, a ir por la carretera. La tónica es la misma que antes de Puente la Reina: recorridos entre cultivos y subidas a pueblos que invariablemente están construido en los alto de «pequeñas» colinas. Son rampas cortas pero matadoras y, cuando estás arriba, otra vez para abajo y vuelta a empezar. La subida a Cirauqui, justo después de comer, se me ha hecho particularmente interminable…
Precisamente después de Cirauqui se pasa por un lugar curioso: un tramo de auténtica Calzada Romana. Son restos de la que comunicaba Burdeos con Astorga. No deja de ser curioso saber que estás circulando sobre piedras que ya eran pisadas por los romanos hace 2000 años…
Acabo la etapa en Villatuerta, en el albergue La Casa Mágica. Recorridos, según Runtastic, 49,7 km con 920 m de desnivel acumulados. Por cierto, todavía no me he cruzado con ningún otro bicigrino en los 3 días que llevo de Camino. Si según las estadísticas oficiales aproximadamente el 15% hacen el Camino en bici y el 85% lo hacen a pie y yo me cruzo con al menos un centenar de peregrinos a píe cada día, ¿no debería haber visto unos cuantos ciclistas?. Misterios del Camino.
Día 4: de Villatuerta a Logroño (10/04/2013)
El día ha empezado bien, con buen tiempo y un arco iris enmarcando el horizonte mientras pedaleaba de Villatuerta a la cercana Estella-Lizarra. Pasada esta población se llega a uno de los lugares que aparecen en los recuerdos fotográficos de todo aquel que hace el Camino: la fuente del vino. Se trata de una fuente en el exterior de las bodegas Irache de las que, efectivamente, mana vino o agua a voluntad. Aunque, ¿quien bebe vino a primera hora de la mañana con todo el día de pedaleo por delante? Yo me he hecho la foto pero realmente ni lo he probado…
Junto a las bodegas se encuentra el Monasterio del que toman el nombre. Se trata de un gran complejo de edificios de distintas épocas que empezó a ser construido en el siglo XI siendo el primer hospital de peregrinos de Navarra, anterior en un siglo al de Roncesvalles.
Al ir a marcharme del monasterio he visto que un cable del cambio estaba a punto de partirse. Creo que se ha enganchado con algo una de las veces que he apoyado la bici en algún árbol mientras hacía fotos. Esta vez, no como en Irún, era una avería seria y tenía que cambiarse. Llevo uno de recambio pero como estaba a sólo 2 o 3 km de Estella he preferido regresar y dejarlo en manos de profesionales. Así que vuelta para atrás y a buscar un taller de bicicletas. Lo he encontrado, lo han arreglado mientras yo desayunaba en un bar y me he puesto de nuevo en marcha pero entre una cosa y otra eran mas de las 11 de la mañana y aún estaba a sólo 4 o 5 km del albergue en el que había dormido y lejísimos de mi destino de hoy.
Para recuperar el tiempo perdido el resto del día he dado la mayor caña posible. El siguiente punto a destacar es Villamayor de Monjardín, con una bonita iglesia y, a las afueras, una curiosa fuente medieval.
Pero sin duda lo mejor de Villamayor de Monjardín es qué, una vez que subes a él, tienes por delante 10 km llanos (o casi llanos, en todo caso subidas suaves y bajadas suaves) hasta Los Arcos. Todo el recorrido se hace por caminos agrícolas que serpentean entre viñedos y campos de cereal. Desde que salí de Saint Jean Pied-de-Port no había tenido un tramo tan fácil…
El resto del día se intercalan poblaciones como Torres del Río o Viana con zonas agrícolas, mientras se desciende hacia el Valle del Ebro. Las temperaturas son plenamente primaverales y en algunos momentos ha hecho bastante calor. Al contrario que los días anteriores el suelo está prácticamente seco y no hay barro y eso permite avanzar mucho más rápido y mantenerse mucho más limpio…
Unos kilómetros después de Viana dejo atrás Navarra para entrar en La Rioja y enseguida llego a su capital, Logroño, donde acabo la etapa. En total han sido 59,9 km (incluidos 6 o 7 extras por haber regresado a reparar la bici) y 1.037 m de desnivel acumulado.
En Logroño me ha encantado el albergue elegido, el Check In Rioja. Es una albergue de «nueva generación», moderno y con un trato muy familiar. Nacho, el propietario, lleva hechos 9 Caminos, algunos a píe y otros en bici, y tanto él como su hermana María son encantadores. Hasta hace poco hemos estado hablando del Camino y otros viajes… y por eso hoy estoy acabando este post cerca de las 12 de la noche. Ahora a descansar que mañana toca más Camino…
Día 5: de Logroño a Santo Domingo de la Calzada (11/04/2013)
El Camino sale de Logroño a través del Parque Natural de la Grajera, una forma agradable de abandonar una gran ciudad evitando en lo posible zonas industriales o residenciales. Una vez que se deja el parque, el Camino va uniendo poblaciones íntimamente ligadas al mundo del vino como Navarrete o Nájera. Estamos en La Rioja y aquí la viña es la reina absoluta.
En un momento de la mañana, junto a una bodega he encontrado un cartel que señalaba «A Santiago 576 km». Bien, me he dicho, el otro día en Roncesvalles marcaba «Santiago 790 km», así que voy avanzando… hasta que 10 km después he encontrado otro que ponía «A Santiago 582 km». «Ohhh! Shit! Estoy retrocediendo… ¡me alejo de Santiago!» (Bien, no he dicho exactamente «Shit» pero para ponerlo por escrito en inglés quedaba más fino…).
Bueno, anécdota aparte, esto prueba la dificultad de medir la distancia a Santiago ya que hay muchos lugares con más de una variante posible y dependiendo del Camino elegido la distancia recorrida puede variar… pero si colocan dos carteles tan cercanos se podrían poner de acuerdo.
En otro momento (hoy va de anécdotas), al cruzar Navarrete, he visto algo que sabía que ocurría pero aún no me lo había encontrado de forma tan descarada: para atravesar el pueblo hay marcadas flechas amarillas en 3 o 4 calles paralelas distintas, y también se ven flechas amarillas tapadas con pintura de otro color… Lo hacen los propietarios de los bares y las tiendas para que los peregrinos pasen por delante de sus establecimientos (y no por delante de la competencia). Me imagino a los comerciantes saliendo de noche a borrar las flechas que llevan a los negocios de los demás y a marcar el recorrido para llegar al suyo. y como son pueblos en los que todo el mundo se conoce, luego de día se cruzarán el propietario del Bar El Peregrino Feliz con el del Colmado Santiago y se saludarán amablemente disimulando como si nada pasara…
Os pongo también una foto con el colmo del friquismo en señalización del Camino: el coche con flechas amarillas, ¿será para guardarlo por la noche en el parking y evitar que la competencia borre las flechas?
Y hablando de flechas, os comento la señalización del Camino: el recorrido se marca tanto con flechas como con las típicas conchas (creo que son vieiras) y hay para todos los gustos, desde las más elaboradas a las más caseras. Pintadas en el suelo, en los árboles, en las rocas, de madera, metálicas, placas incrustadas en el suelo, en un coche (bueno, de estas sólo he visto al friqui de antes)… En la práctica no hace falta ni GPS ni mapa. Es relativamente fácil de seguir y si alguna vez se duda es más por exceso (por haber varias alternativas señalizadas como al cruzar Navarrete) que por falta de indicaciones.
Y así, entre viñas, he ido avanzando. Hacía mucho calor y el terreno estaba bien seco. Sin rastro del barro de hace unos días. A mi izquierda (hacía el sur) se divisaban en la distancia las últimas nieves en las cumbres de la Cordillera Ibérica y por delante hectáreas y hectáreas de viñedos.
¡Hoy me he cruzado por primera vez con otro bicigrino! Bien, en realidad bicigrina, era una ciclista irlandesa. He parado y hemos hablado un rato. ¡Iba con una bici de ciudad! Se lo toma con calma y hace muy pocos kilómetros al día. Por ser la primera que he encontrado, aquí queda para el recuerdo.
Sobre las dos de la tarde he llegado a Santo Domingo de la Calzada. Quería comer y seguir un poco más pero cuando me he vuelto a poner en marcha ha empezado a llover. He vuelto y he decidido quedarme a dormir. He podido descansar, pasear, lavar la ropa..
Incluso he tenido tiempo de visitar la catedral.
Balance del día, 52,9 km y 801 m de desnivel acumulados.
¡Buenas noches!
Día 6: de Santo Domingo de la Calzada a Burgos (12/04/2013)
Hoy por primera vez no salgo solo. He conocido en el albergue de Santo Domingo de la Calzada a dos bicigrinas, una de Barcelona y una australiana, y hemos decidido empezar la etapa juntos. Aunque de orígenes tan lejanos, Carolina y Lauren, mis dos nuevas compañeras, son amigas y están haciendo el Camino juntas.
Pocos kilómetros después de iniciar la etapa pasamos el límite entre La Rioja y Castilla y León. Los viñedos van desapareciendo y el paisaje está formado por grandes extensiones de cereal. El gran problema de la etapa de hoy ha sido el viento que ha soplado de cara durante toda la jornada. Era tan fuerte que costaba muchísimo moverse e incluso en las bajadas había que pedalear con fuerza para avanzar. A los peregrinos a pie también les costaba pero mas de uno al vernos pasar nos comentaba: «¡mal día para ir en bici!»
El Camino en esta primera incursión en la provincia de Burgos transcurre mayoritariamente por pistas agrícolas en buen estado o por andaderos paralelos a la carretera nacional. Si no fuera por el viento sería fácil devorar kilómetros… Los pueblos no tienen el encanto de otras zonas pero aún así en uno de ellos, Belorado, hemos visto por primera vez cigüeñas anidadas en el campanario de la iglesia.
Finalmente sobre las dos hemos llegado a Villafranca Montes de Oca. A partir de aquí la etapa cambia radicalmente. Hay que dejar las llanuras agrícolas para iniciar el ascenso al Alto de la Pedraja. Mis nuevas amigas tenían previsto no alargar demasiado la etapa de hoy y poder descansar por la tarde. Deciden comer aquí y quedarse a dormir. Yo decido no comer para no perder tiempo porque por la tarde amenaza lluvia como el día anterior. Con el desayuno que hemos tomado en Belorado a media mañana y picando algo espero aguantar hasta Burgos. Nos despedimos por hoy, ¿quién sabe si volveremos a coincidir más adelante?
La ascensión a la Pedraja permite cruzar los Montes de Oca, que forman parte a su vez de la Sierra de la Demanda. El paisaje cambia radicalmente y se vuelve a atravesar bosques como no había vuelto a ver desde las etapas en Navarra. Antes de llegar al Alto se pasa por un monumento en recuerdo de las víctimas de la Guerra Civil fusiladas en ese lugar. El propio Alto no es un punto concreto sino un largo altiplano en el que se circula por pistas anchísimas sin perder altura. No ha sido un puerto demasiado duro.
Al descender se llega al Monasterio de San Juan de Ortega y desde allí, por carreteras locales sin tráfico, se continúa hasta Atapuerca.
Desde el pueblo de Atapuerca hay que ascender hasta un nuevo Alto en el que se erige la Cruz de Atapuerca. Son solo dos kilómetros de subida pero durísimos, por una pista pedregosa casi intransitable en bicicleta que bordea una zona militar. El paisaje, eso si, es precioso, a través de bosques de encinas. Una vez arriba y pasada la cruz el descenso por el lado contrario es similar, por una pista llena de piedras…
Cada vez faltaba menos para Burgos y afortunadamente seguía sin llover. Los últimos diez kilómetros, después de pasar el aeropuerto, se me han hecho interminables. La entrada a Burgos es horrible, atravesando kilómetros y kilómetros de zonas industriales. Para colmo está muy mal señalizado. Cuando acaban las zonas industriales y empieza la zona urbana, la tónica es la misma. Señalización escasa e incluso contradictoria. Me he perdido por primera vez desde que empecé el Camino. Conozco algo Burgos y habré estado más de diez veces y aún así me he liado. No puedo imaginar los peregrinos que llegan aquí por primera vez…
Afortunadamente, cuando se consigue entrar en el casco histórico y se llega al albergue junto a la Catedral, todo lo demás se olvida…
A las 7 entraba, destrozado, en el Albergue. Balance del día, según Runtastic, 75,5 km y 1.038 m de desnivel acumulado. Y contra el viento durante todo el día…
Día 7: de Burgos a Carrión de los Condes (13/04/2013)
La salida de Burgos es, afortunadamente, mucho más sencilla y agradable que la entrada. Enseguida un carril-bici paralelo al río Arlanzón permite alejarse del casco urbano y, tras pasar por delante del Monasterio de las Huelgas, se toman enseguida caminos de tierra que nos llevan a través del páramo castellano. En las iglesias de las poblaciones suele haber nidos de cigüeñas como en esta de Tardajos.
El terreno es pedregoso, seco, áspero… Entre pueblo y pueblo prácticamente no se ve a nadie que no sean peregrinos. Durante la mañana he adelantado a un bicigrino italiano que en lugar de alforjas llevaba el equipaje en una enorme mochila. Me ha dolido la espalda solo de pensar en pedalear durante un montón de horas al día con esa carga detrás…
Hoy el viento ha sido moderado durante casi todo el día y podía avanzar relativamente rápido. En Hontanas, a 30 km de Burgos, he parado a desayunar.
Poco después se pasa por las ruinas del convento de San Antón. Curiosamente la carretera pasa por debajo de los arcos que unían la iglesia con el hospital de peregrinos.
El siguiente pueblo es Castrojeriz. Es un ejemplo típico de villa desarrollada a partir del Camino de Santiago. De ahí su forma alargada siguiendo el itinerario del Camino. Incluso la Plaza Mayor es estrecha y larga.
Nada más salir de Castrojeriz viene una subida corta pero dura. Son solo 1,2 km hasta el Alto de Mosquelares pero se llega con la lengua fuera. Una vez arriba el descenso por el otro lado tiene una pendiente similar: lo que se ha tardado 20 minutos en subir se baja en un par de minutos…
Cruzando un puente sobre el río Carrión abandono la provincia de Burgos para entrar en la de Palencia. Se sigue circulando entre inmensas llanuras sembradas de trigo. Viendo las distancias que hay que recorrer sin una mísera sombra pienso que en verano ha de ser durísimo, especialmente para los que van a píe…
Más adelante se rompe la monotonía del paisaje agrícola ya que el Camino va durante unos kilómetros paralelo al Canal de Castilla. Este Canal se construyó hace unos 250 años como medio de comunicación. Al llegar al pueblo de Frómista hay que cruzar por encima de las esclusas del canal.
Los últimos 20 kilómetros del día son por un camino paralelo a la carretera. Aunque sin grandes desniveles la etapa ha sido larguísima y las piernas ya no dan para más. Por fin sobre las 6 llego a Carrión de los Condes, donde dormiré. Ninguno de los 3 albergues que tiene me convencen y decido variar por un día y alojarme en un hostal. Después de una semana en albergues necesito una habitación para mi solo y dormir tranquilamente sin estar rodeado de tíos que roncan…
Balance del día: 90 km y 729 m de desnivel acumulado. He hecho cuentas y ya llevo 404 km desde Saint Jean Pied-de-Port, aproximadamente la mitad del total hasta Santiago, ¡por eso me merecía una habitación para mi solito!
Día 8: de Carrión de los Condes a Mansilla de las Mulas (14/04/2013)
¡Que bien he dormido en el hostal de Carrión de los Condes! Lo malo es que cuanto mejor estás más cuesta arrancar por la mañana… Los primeros 40 km del día son de «transición», sin demasiadas cosas que contar. Por pistas rurales o por andaderos paralelos a carreteras se avanza muy rápido por terrenos casi planos y rodeados de campos hasta donde alcanza la vista. Sólo las cumbres nevadas de las Montañas Palentinas visibles a lo lejos hacía el norte rompen la monotonía del paisaje.
Los pueblos tienen nombres muy largos pero muy poco interés: Calzadilla de la Cueza, Terradillos de los Templarios, San Nicolás del Real Camino, Santa María de las Tiendas (a este lo podrían hermanar con La Roca Village…)… En un par de ellos he visto estas casas cuevas. He leído que se emplean como bodegas pero en algunos hay chimenea e incluso antena de televisión…
Poco antes de llegar a Sahagún cruzo el límite entre las provincias de Palencia y León. Sahagún, como otros núcleos del Camino, tiene una cantidad desproporcionada de iglesias, monasterios, etc. Algunos están en ruinas o se han habilitados para usos no religiosos. Por ejemplo, el Albergue municipal está en una antigua iglesia. En su puerta otros ciclistas con los que he coincidido me han hecho esta foto junto a una estatua dedicada a los peregrinos.
Parece ser que algunas de las múltiples iglesias de Sahagún son muy representativas del arte románico mudejar. Aquí os dejo algunas imágenes:
Poco después de pasar Sahagún pueden elegirse dos itinerarios distintos para los 40 km hasta Mansilla de las Mulas. El primero es el llamado Real Camino Francés que es un andadero paralelo a una carretera. El segundo es la Calzada Romana, que sigue el trazado de la ruta romana a Astorga (un fragmento de la cual pisé hace unos días en Cirauqui). Esta variante es, según las guías «más solitaria, más rural, más auténtica…», así que he preferido probarla antes que ir por un aburrido andadero junto a una carretera. El primer tramo de la variante son los 6 o 7 km hasta Calzada de los Hermanillos, donde he parado a comer. Este tramo es precioso, circulando entre bosques de encinas. Al llegar al pueblo he comido de maravilla en el Albergue La Casa del Cura.
Desde Calzadilla hay 24 km sin ningún otro pueblo hasta Mansilla de las Mulas. Esta variante es minoritaria y, de hecho, solo me he cruzado con dos personas en todo el trayecto. Pues bien, este trayecto ha sido alucinante. Sin ninguna duda uno de los mejores de lo que llevo de Camino y el mejor, con diferencia, desde que entré en Castilla y León. No puede reflejarse en las fotos porque tiene la belleza de los paisajes abiertos, infinitos, como los desiertos. La pista de arcilla rojiza recorre kilómetros y kilómetros de campos solitarios… Aquí se entiende perfectamente porque se dice «Ancha es Castilla»… No parece tener límites.
Esto es un intento de hacer dos fotos panorámicas que muestren el paisaje en 180 grados a la redonda…
Andando ha de ser una dura prueba psicológica, especialmente bajo el sol del verano. En un momento del trayecto he visto a un peregrino a píe y me he parado a hablar. Llevaba 5 horas caminando sin ver a nadie. Me ha explicado que le había entusiasmado tanto la etapa que había llorado, literalmente, de emoción… Sé que son cosas difíciles de entender desde fuera pero es parte de la magia del Camino.
Finalmente he llegado a Mansilla de las Mulas (no hay nombres de pueblos sencillos por aquí…) donde he decidido hacer noche en el Albergue El Jardín del Camino. He pasado casi toda la tarde descansando en el jardín que le da nombre…
Durante todo el día ha hecho tanto sol que me he quemado un poquito…
Balance del día: 79,9 km con 379 m de desnivel acumulado
Día 9: de Mansilla de las Mulas a Murias de Rechivaldo (15/04/2013)
Veinte kilómetros sin mucha historia me dejan en León, donde a las 10 de la mañana estoy desayunando cerca de la catedral. El casco antiguo es una maravilla. Doy una vuelta rápida por las calles del centro: la Casa Botines, obra de Gaudí, la Real Colegiata de San Isidoro, la Catedral, la Iglesia de San Marcos, convertida en Parador… Solo un vistazo, cuatro fotos y he de seguir camino…
La salida de León es bastante fea, atravesando polígonos industriales destartalados. Este tramo y la entrada a Burgos por Villafría y Castañares son hasta ahora los más feos que me he encontrado. Afortunadamente, a pocos kilómetros de León se nos presentan dos posibles itinerarios: seguir por un andadero paralelo a la N-120 o tomar la variante de Villar de Mazarife, que circula por pistas de tierra y carreteras locales, lejos del tráfico de la nacional. Yo he cogido la segunda opción. El Camino atraviesa campos de maíz, zonas sin cultivar, algún bosquecillo… y es muy tranquilo.
Me ha llamado la atención que los pueblos conservan algunas casas tradicionales hechas de adobe, aunque la mayoría están en bastante mal estado.
Unos 25 km después los dos itinerarios vuelven a unirse junto antes de Hospital de Órbigo. Para entrar en este pueblo hay que atravesar el larguísimo puente medieval del Paso Honroso. Este puente tiene nada menos que 19 arcos y es famoso porque en 1434 un tal Suero de Quiñones retó a todo caballero que pretendiera cruzarlo. Se dice que durante un mes venció a 300 caballeros y nadie pudo vencerle a él. En recuerdo de la hazaña se celebran cada verano torneos medievales en el pueblo. El puente es realmente una maravilla y cruzarlo significa acercarse un poco más a Santiago…
Al salir de Hospital de Órbigo hay que elegir otra vez entre una ruta más fácil pero sin ningún encanto paralela a una nacional o una variante por la montaña más interesante aunque un poco más dura. Ya podéis imaginar por donde he ido. El Camino sigue senderos y pistas por bosques, prados y cultivos variados. En algunos momentos es pedregoso pero se puede pasar sin problemas con la bici. Al final se llega a la Cruz de Santo Toribio desde donde se desciende hasta Astorga.
Por la tarde doy una vuelta rápida por Astorga en la que hay un conjunto arquitectónico imponente: la Catedral y, justo al lado, el Palacio Episcopal obra de Gaudí.
Acabo el día en Albergue Las Águedas de Murias de Rechivaldo, 3 o 4 km después de Astorga. Balance del día: 83,1 km con 642 m de desnivel acumulado. Mañana vuelve la montaña con la subida a la mítica Cruz de Ferro. Veremos como llego de fuerzas…
Día 10: de Murias de Rechivaldo a Ponferrada (16/04/2013)
Nada mas salir del albergue en Murias de Rechivaldo se empieza a subir de forma sostenida. Estoy cruzando los Montes de León. Como en otros ascensos hay la opción de seguir estrictamente las flechas amarillas que marcan el Camino o hacerlo por la carretera. Para mí no hay duda. Los senderos son más duros pero permiten pasar por lugares que ni se intuyen desde la carretera.
Para entender mejor porque insisto en lo de carretera si o no os pongo estas fotos de hoy. Muestran tramos en los que el sendero iba casi paralelo a la carretera y así se ven las dos opciones. En una de ellas un ciclista pasa por el asfalto. Obviamente no hay una manera «correcta» de hacer el Camino. Cada uno es libre de pasar por donde le apetezca. El ciclista de la izquierda se libra del barro, las piedras, las raíces de los arboles, los surcos hechos por el agua en el suelo… pero también se pierde los paisajes, la «aventura»… Seguro que llega mucho más limpito al final de cada etapa y que puede hacer, si quiere, más kilómetros al día con menos esfuerzo. Todo es respetable, pero para mí son dos viajes muy diferentes y a mí, personalmente, me apetece más el Camino de Santiago que la carretera a Santiago… Pero insisto en que es mi opción y no es ni mucho menos la única (de hecho, hablando con los ciclistas que me encuentro, la opción mayoritaria no es la mía).
En Foncebadón he parado a desayunar. Hasta hace unos años era un pueblo prácticamente abandonado. Con el auge del Camino se han ido reconstruyendo casas para hacer albergues y ya hay varios. Mientras desayunaba ha llegado una furgoneta a descargar mochilas y llevarse otras… Si alguien se anima a hacer el Camino andando sabed que hay servicios de transporte de mochilas de un albergue a otro para quien no quiera ir cargado… (Aunque puestos a hacerlo fácil también se puede ir a Santiago en tren o en avión y aún cansa menos…).
Después de Foncebadón la tónica sigue igual: senderos entre bosques, prados… En general se podía subir siempre sobre la bici. En algún tramo muy corto he tenido que bajar a empujar.
Cuando pensaba que empezaba la subida «de verdad» he visto una cruz. Me ha parecido pequeña y he pensado que era una cruz «previa» a la de verdad, que debía estar más arriba. Al llegar he visto gente haciendo fotos y he tenido que sacar mi guía para comparar la foto del libro con la cruz real y confirmar que realmente había llegado a la Cruz de Ferro. Me ha pasado eso de «me la imaginaba más grande». A fin y al cabo en mi guía pone «La Cruz de Ferro es el monumento más emblemático del Camino de Santiago, después de la catedral de Santiago en la Plaza del Obradoiro». Así, sin darme casi cuenta, ha sido mi llegada al techo del Camino con sus 1530 m sobre el nivel del mar. La cruz está rodeada de un cono de piedras de 30 metros de diámetro ya que la tradición peregrina es dejar una piedra en su base, que debe traerse desde casa. Hay distintas teorías pero en general se considera un símbolo de dejar atrás los problemas, las preocupaciones, los pecados en el caso de los creyentes, etc. que se arrastran de la vida anterior y entrar «limpio» a Santiago. Yo, que soy un poco despistado, no traje ninguna piedra desde casa pero he dejado una que he cogido esta misma mañana mientras subía… ¡Espero que también sirva!
Y, tras las fotos, tocaba descender. Desde la Cruz hasta Molinaseca hay que bajar 900 metros en 15 km. De nuevo toca elegir carretera o sendero, sabiendo que el sendero es, según todas las guías, realmente complicado. Yo he bajado y ha sido brutal: creo que debe ser la trialera más larga de España. Quince kilómetros por un sendero estrecho y casi siempre pedregoso. ¡He botado tanto que una de las veces se ha partido una pieza de plástico que conecta el sillín a su armazón y he tenido que comprar uno nuevo al llegar a Ponferrada!. Yo me he divertido, aunque me dolían las manos de tanto frenar, pero recomiendo bajar por aquí sólo a quien tenga algo de experiencia en descenso por trialeras…
El descenso solo se suavizaba al cruzar un par de pueblos, El Acebo y Riego de Ambrós. Finalmente he llegado, un poquito cansado «mentalmente» por la tensión, a Molinaseca, donde he comido. El ambiente era casi veraniego.
Después de comer con mucha calma, unos kilómetros más me han acercado hasta Ponferrada, capital de la comarca del Bierzo. El paisaje por el camino había cambiado: vuelve a haber viñedos, muchos árboles en flor…
En Ponferrada, donde dormiré hoy, me ha impresionado el Castillo de los Templarios. Parece el castillo perfecto, de película, idéntico a los del Exin Castillos de mi infancia…
Balance del día, 51,6 km y 910 m de desnivel acumulado.
Mañana, si todo va bien, dormiré ya en Galicia… ya se huele el pulpo «a feira»…
Día 11: de Ponferrada a Triacastela (17/04/2013)
Hoy ha sido la «etapa reina» de este particular tour, con la subida al famoso O Cebreiro, la más temida de todo el Camino Francés. El día ha empezado tranquilo, con 25 km casi planos por carreteritas locales, pistas agrícolas y senderos paralelos a la nacional. El paisaje era típico del Bierzo, con montes verdes, viñedos y cerezos en flor.
Así, sin excesivo esfuerzo, he llegado a Villafranca del Bierzo, donde destaca la Iglesia de Santiago en la que antiguamente se concedía la Compostela a los peregrinos que por enfermedad no podían llegar hasta Santiago de Compostela.
Después de Villafranca, se sigue igual otros 20 km por carreteras locales, pistas y andaderos paralelos a la nacional VI pero, a diferencia de los anteriores, ahora son en ascenso continuo, aunque suave. Pasado el pueblo de Las Herrerías la pendiente aumenta considerablemente y, un kilómetro después, hay el cruce que indica la variante para bicis por la derecha o el sendero para caminantes por la izquierda. Llevaba días dudando cual tomar. En este caso las dos opciones son duras. La de bicicletas es una carretera local con pendientes fuertísimas que muchos han de superar empujando. La del sendero por la montaña tiene tramos pedregosos, restos de una antigua calzada romana que difícilmente son ciclables, y aún menos con la bicicleta cargada. En foros había leído que incluso algunas personas que habitualmente aconsejan seguir siempre la ruta de los peregrinos a pie aquí recomiendan la variante de bicicletas. pero también había leído a otros que la habían hecho y la recomendaban, aún asumiendo que hay que empujar la bici en algunos tramos. Yo sabía que si no lo intentaba me quedaría con las ganas así que he decidido subir por el sendero. Y realmente ha sido duro, aunque el paisaje compensaba con creces el esfuerzo. Hasta el pueblo de La Faba solo hay 1,5 km pero creo que casi la mitad la he tenido que hacer empujando. Son piedras enormes, con tramos de pendiente muy fuerte e incluso algunos escalones en la roca así que es muy difícil progresar sin poner pie a tierra…
Entre el calor y el esfuerzo acumulado he llegado a La Faba agotado. En el bar de La Faba me he bebido dos latas de Aquarius… con otros que habían hecho la subida a pie y estaban igual de exhaustos.
Dos o tres kilómetros más unen La Faba con Laguna de Castilla, el último pueblo de la provincia de León. Es duro pero más llevadero que el tramo anterior. Los primeros 200 o 300 metros hay que arrastrar la bici pero luego se puede subir montado hasta arriba. En Laguna de Castilla una máquina de bebidas hace de improvisado punto de reunión para todos los que estamos subiendo. Por ese punto pasan también los que han tomado la variante de bicicletas y he coincidido con dos ciclistas lituanos que subían por allí. Explicaban que en la carretera las pendientes eran muy fuertes y también les había costado lo suyo…
El último tramo de la ascensión son un par de kilómetros mas por otro sendero en el que de nuevo hay que empujar en algún tramo cortito. A la mitad hay un mojón que señala la entrada en Galicia. Ha sido un momento emocionante por todo lo que ha costado llegar hasta aquí…
Y después del esfuerzo se llega al núcleo del Cebreiro, a 1315 m de altitud. Aquí he comido con calma…
Después de subir a O Cebreiro no se empieza a bajar, sería demasiado fácil… En realidad durante los siguientes 15 km se baja a un pueblo y se vuelve a subir a un Alto en dos ocasiones mas. Desde Cebreiro se baja primero entre bosques de pinos a Linares para luego ascender, siempre por senderos, al Alto de San Roque. En el alto hay el enésimo Monumento al Peregrino. Debe haber decenas en el Camino Francés.
Una nueva bajada, en este caso a Hospital de la Condesa y una nueva ascensión a un Alto, el del Poio. Los últimos 200 m de sendero antes del Alto han sido mortales. Desde allí casi todo ha sido descenso por unos senderos preciosos hasta Triacastela, donde dormiré hoy.
Balance del día: 77,2 km con 1718 m de desnivel acumulado.
Y, ahora que estoy en Galicia, he tenido mi recompensa para cenar…
Día 12: de Triacastela a Portomarín (18/04/2013)
Hoy es jueves, quiero llegar a Santiago el sábado a media mañana y me quedan 134 km. Por eso, estos últimos dos días y medio puedo tomármelos con mucha calma. Salgo tranquilamente de Triacastela con idea de que sea un día de relax pero los primeros 4 o 5 km, hasta la aldea de San Xil, son matadores. ¡A quien se le ocurre poner estas rampas de buena mañana, sin haber siquiera calentado!
Pasado San Xil el camino es más llevadero. Hoy es el día de las «carballeiras» y las «corredoiras». Las carballeiras son los bosques de robles y las corredoiras son los caminos tradicionales que los recorren. En muchos casos estas veredas, más o menos anchas, están acotadas a ambos lados por paredes de piedras, que por efecto de la humedad se han recubierto de verdín y musgo. El conjunto es una delicia.
Las primeras horas había una niebla ligera. Sin llegar a llover te empapabas y hacía bastante frío. Con estos bosques sombríos, las piedras cubiertas de líquenes y musgo, la niebla, la humedad… no me extraña que proliferen las leyendas: las meigas, la Santa Compaña…
Durante todo el día se sube, se baja, se gira a la izquierda, a la derecha… la sensación es de estar en una montaña rusa. Durante cientos de kilómetros en los días pasados el itinerario avanzaba claramente hacia el oeste. El sol daba todo el tiempo en la parte izquierda del cuerpo, la que enfocaba al sur. En cambio hoy tengo la sensación de ir en cualquier dirección. Tan pronto tengo el sol de cara como a un lado o por detrás. El terreno, a pesar de no tener grandes montañas, es completamente irregular y para avanzar hacia Santiago el Camino da mil giros buscando el paso natural hacia el oeste…
A menos de 20 km de Triacastela llego a Sarria. Sarria es importante porque está a 115 km de Santiago y es el punto de inicio de todos aquellos que quieren recorrer al menos los últimos 100 km del Camino. Son necesarios un mínimo de 100 km a pie (o 200 en bici) para obtener la Compostela, el Certificado que expide la oficina del peregrino como prueba de haber realizado la peregrinación. Por eso hay tanta gente que comienza en Sarria. En 2012, por ejemplo, un 21% de los que llegaron a Santiago habían empezado en Sarria, siendo el punto de partida más importante de todos (el segundo fue Saint Jean Pied-de-Port con el 11,5%). Para atender a tanto peregrino hay todo tipo de servicios. La calle mayor está llena de albergues, uno al lado de otro. Se nota también que nos acercamos a Santiago porque cada vez hay más gente, incluso grupos de escolares.
Después de Sarria, mas de lo mismo: caminitos rurales, alguna carretera local, aldeas sin nombre, corredoiras, sube, baja, vuelve a subir, vuelve a bajar… una montaña rusa.
Durante todo el día el paisaje es la Galicia rural en estado puro. No falta de nada: las vacas, los horreos…
Finalmente el día no ha sido tan de relax como esperaba. Aunque no haya un «alto» de renombre como en otras etapas, el recorrido no deja de ser rompepiernas, con algunas rampas cortas pero intensas… Sobre las cuatro he llegado a Portomarín, donde dormiré hoy. Este pueblo se construyó de nuevo cuando el original fue inundado por las aguas del embalse de Belesar, en 1962. Solo se salvaron las iglesias de San Pedro y San Nicolás que fueron trasladadas piedra a piedra y reinstaladas en el nuevo Portomarín. En las paredes de la iglesia se aprecian los números que se pusieron a cada piedra para saber como montarla después. Otra curiosidad es que esta iglesia fue levantada en el siglo XII por la Orden Militar de los Caballeros de Santiago. Por eso tiene almenas que recuerdan mas a un castillo que a una iglesia.
Balance del día: 43 km con 842 m de desnivel acumulado. Quedan unos míseros 93 km para Santiago.
Día 13: de Portomarín a Arzua (19/04/2013)
Nueva etapa a través de la Galicia rural. Carreteritas locales, senderos agrícolas, alguna corredoira, bosques de robles o de eucaliptos, aldeas de cuatro casas, alguna vaca… El Camino avanza hacia el oeste de forma más clara que ayer, la ruta no parece tan retorcida…
Parecía el día de las flores. Están por todas partes, especialmente unas de color amarillo. He preguntado a una señora y me ha dicho que era «toxo». He buscado después y en castellano es tojo. Parece ser la flor más característica de Galicia e incluso existe el dicho «O toxo sempre está en flor en Galicia». El motivo es que hay tres variedades de «toxo» y cada una florece en una época diferente del año. Por eso en todo momento se encuentran flores amarillas en el campo.
De todas formas, yo creo que hay tantas flores porque a medida que nos acercamos a Santiago nos van preparando el ramo para cuando lleguemos a la meta, como a los ganadores del Tour o de una carrera de Formula 1…
También ha sido el día de los hórreos. Sirven para secar y guardar el maíz y otros cereales y están construidos de forma que la cámara de almacenaje sea permeable al aire y esté separada del suelo para evitar la entrada de humedad y de animales.
Avanzando, avanzando, he cruzado el límite entre las provincias de Lugo y A Coruña. Un paso más hacia la meta.
Y así he llegado a Melide. Si hay un lugar mítico en el Camino Francés, casi tanto como la Cruz de Ferro o la subida al Cebreiro, ese es la Pulpería Ezequiel de Melide. Aparece recomendada en todas las guías y foros y más de uno organiza las etapas de forma que le coincida dormir en Melide con tal de poder cenar en Ezequiel. En mi caso he parado a comer. Una pulpería de las de siempre, con mesas largas para compartir y bancos de madera. He preguntado al cocinero (no sé si era el tal Ezequiel) cuantos kilos de pulpo servían al día. Como buen gallego me ha respondido «depende» (perdonadme mis amigos gallegos por recurrir al tópico pero lo cuento tal como ha sido). Después se ha explicado mejor y me ha dicho que unos 200 kg en días normales, 19.000 kilos en todo el año 2012… Es muuuuucho pulpo… Yo he comido pulpo a feira, cachelos y un pan gallego brutal. Todo regado con ribeiro de la casa servido en los tradicionales cuencos de barro. De postre tarta de Santiago y café de puchero. Más gallego imposible. Solo faltaban las gaitas y ponerme a bailar una muñeira… Y para rematar, un orujo de hierbas con el que he brindado con los compañeros de mesa, tres peregrinos catalanes y dos mejicanos. Una comida para aplaudir.
Atención a la foto del cocinero: el tatuaje del brazo es… ¡un pulpo!
Después de semejante homenaje era imposible ponerse a pedalear. A la salida de Melide me he tumbado un rato en un banco junto a una ermita.
Cuando he conseguido arrancar he recorrido pesadamente los 15 km que me separaban de Arzua, donde dormiré hoy. Parecía que no llegaba nunca.
Hoy han salido más kilómetros que ayer y mayor desnivel pero mi percepción es que en realidad ha sido mucho más plácido. Será porque los caminos eran mejores, porque las subidas eran más sostenidas pero sin pendientes matadoras o quizás porque ayer las piernas acusaban el esfuerzo de la «etapa reina» del día anterior. En definitiva hoy ha sido un día fácil pero no exento de alguna complicación como pequeños tramos embarrados.
Balance del día: 55,6 km con 1.107 m de desnivel acumulado. Delante de mi albergue hay un mojón que marca el kilómetro 37,5. Después de los casi 800 recorridos parece una cifra casi ridícula… A dormir esperando que llegue mañana para llegar al kilómetro cero…
Día 14: de Arzua a Santiago de Compostela (20/04/2013)
Aunque parezca que falta poco, los primeros 25 o 30 kilómetros del día siguen el mismo patrón que los dos días anteriores. Caminitos entre bosques en los que predominan altísimos eucaliptos se combinan con alguna carretera local en nuestro avance hacia Santiago.
Que nadie se piense que es plano… todavía hay que superar algunos pequeños altos. Se me han hecho particularmente duras las subidas a Lavacolla (donde está el aeropuerto) y al Monte do Gozo. Las ganas de llegar hacían que los kilómetros no pasaran y cualquier cuesta se convertía en una pequeña tortura. En lo alto de Monte do Gozo se pasa junto al monumento recordatorio de la visita del Papa en 1993 y se divisa ya la zona urbana se Santiago. En estos últimos kilómetros la cabeza bulle con sentimientos contrapuestos: por un lado satisfacción por el reto conseguido, muchas ganas de ver a la familia, el recuerdo de todos los momentos pasados, de la gente con la que he coincidido… y por otro la pena de terminar la pequeña aventura y dejar atrás estos días en los que la única preocupación era avanzar hacía el oeste sin pensar en nada más.
Una rápida bajada desde Monte do Gozo y se entra por fin en las calles de la ciudad. Rápidamente se llega a la zona antigua y, con muchos nervios, entro por fin en la Plaza del Obradoiro. ¡He llegado! Mis hijos, Blanca y Pol, y mi mujer, Laura, vienen corriendo hacía mí. Abrazos, besos, alguna lagrimilla… Gran momento entre la curiosidad de los turistas que llenan la plaza…
No somos los únicos: aquí y allá unos peregrinos se abrazan, otros se hace fotos, otros simplemente se sientan en el suelo como no creyendo que ya no hay que andar más, un ciclista habla por el móvil (¿con la familia?) con lágrimas en los ojos… Alrededor los turistas hacen de espectadores ajenos a la emoción que supone en los peregrinos haber alcanzado la meta… Probablemente no entienden nada…
Después, recogida de la Compostela en la Oficina del Peregrino y rápida visita a la Catedral, donde vemos en acción el botafumeiro. Luego tocará comida, descanso, paseos por Santiago… pero eso ya es otra historia. Mi Camino de Santiago en bicicleta termina aquí…
Balance del día: 40,8 km y 767 m de desnivel acumulado.
Balance total: 835 km y 13.137 m de desnivel acumulado.
Caminante, son tus huellas el camino y nada más; Caminante, no hay camino, se hace camino al andar (Antonio Machado)
Este ha sido mi lema durante este viaje: no preocuparme del destino sino de cada momento, disfrutar de cada paisaje, de cada pueblo, de cada monumento, apreciar los pequeños detalles… El Camino son multitud de pequeños momentos: esos minutos de conversación junto a una fuente con un caminante septuagenario que me explica que ese día hará el kilómetro 11.000 de su vida en Caminos a Santiago, esa comida en la terraza de un bar con un matrimonio de gaditanos intentando hacerse entender con su castellano lleno de «guasa» con un grupo de jubilados canadienses que apenas entienden nada… pero todos reímos, mil historias fugaces que forman parte de la experiencia…
Hay otras maneras, claro: un día coincidí con dos ciclistas junto al impresionante puente medieval de Hospital de Órbigo. Hablé unos minutos con ellos, les pedí que me hicieran una foto y a continuación me ofrecí a hacerles una a ellos. Dijeron que sí sin mucho interés y comentaron que sería la segunda que harían en los cinco o seis días que llevaban. Me preguntaron en qué pueblo estaban. Reconocieron que no sabían donde estaban, ni qué era ese puente, ni por qué catedrales pasaban… lo único que les interesaba era ir en bici. En broma les dije que podrían estar dando vueltas a un circuito y para ellos sería lo mismo… y estuvieron de acuerdo conmigo. Bien, no critico lo que hacen los demás, solo lo pongo como ejemplo de que hay muchas formas de hacer el Camino. La de ellos es absolutamente respetable pero no es la mía… Yo he hecho bicicleta de montaña, sí, pero eso ha sido sólo una parte de la experiencia, completada con muchas más cosas.
En fin, espero haber despertado mínimamente el interés en alguno de vosotros por hacer algún día el Camino. Si lo hacéis, disfrutad de la experiencia y… ¡Ultreia! ¡Buen camino!
Hola,me ha gustado tu espiritu de realizar el camino lo mas fiel posible al trazado de a pie.Yo tambien lo hice,lo tenia claro desde un principio aunque hubiera que bajarse y empujar la bici,pero la subida y bajada al Perdon,la bajada de la cruz de Ferro y la subida a O Cebreiro por camino nada deben de tener de parecido ni un ápice a hacerla por carretera.Respetando eso si como tú tambien dices,a los que eligen esa opcion.
Gracias Fran. Me alegro de que te haya gustado. Lo cierto es que hay mucha mas gente en bici buscando el asfalto que gente siguiendo las flechas amarillas pero ellos se lo pierden…
Hola me gusto mucho tu blog, en abril de 2015 hare mi primer camino y la verdad k gracias a ti y muchos foros voy aprendiendo cosas y mi idea es hacerlo por camino y no carretera. Lo que no me keda claro es el tema de la ropa si me pudieras decir lo que llevaste al camino me harias un gran fabor por que tengo miedo a llevar mucho peso.
Si alguna vez haces el camino portugues no te olvides de avisar y te espero aqui en pontevedra con unas buenas raciones de pulpo y un albariño jeje