2021_Camino del Norte a pie (parte 4: La Caridad-Santiago de Compostela)

Esta es la cuarta parte de las cuatro en las que está dividido el relato del Camino del Norte:

Parte 1: de Irún (día 1) a Castro Urdiales (día 6)

Parte 2: de Castro Urdiales (día 7) a San Esteban de Leces (día 12)

Parte 3: de San Esteban de Leces (día 13) a La Caridad (día 18)

Parte 4: de La Caridad (día 19) a Santiago de Compostela (día 24)

Camino del Norte a pie: día 19, de La Caridad a Vegadeo (30/06/2021)

Poco después de empezar la etapa me desvío momentáneamente del Camino del Norte para seguir la senda costera hasta Cabo Blanco, un lugar espectacular en el que se han encontrado restos de un castro o aldea fortificada de los siglos I-II d.C., aunque probablemente estuviera ya habitada unos siglos antes de la época romana.

Es también una forma fabulosa de despedirme del mar, ya que después de reseguir la costa Cantábrica desde Irún, en breve enfilaré hacia el interior y me alejaré definitivamente del litoral.

Después de Cabo Blanco el camino serpentea sobre los acantilados hasta otro saliente llamado Punta de las Atalayas, que también ofrece buenas vistas, y finalmente me lleva a la playa de Porcía, desde donde me alejo del mar para volver a enlazar con el Camino de Santiago. Ha sido un rodeo que ha añadido unos tres kilómetros a la etapa, pero que es absolutamente recomendable.

En Porcía hay una bifurcación importante en la que se nos presentan dos opciones que volverán a converger en Mondoñedo, ya en Galicia, unos 50 kilómetros después. La primera opción es continuar por la costa asturiana hasta la desembocadura de la ría del Eo, donde por el Puente de los Santos se cruzaría a Ribadeo, en la provincia de Lugo, para ya por tierras gallegas dirigirse hacia el interior llegando a Mondoñedo. La segunda opción sería ir hacía el interior ya desde Porcía en paralelo a la ría del Eo pero por el lado asturiano, para cruzar más al sur el río Eo, entrar en Galicia y llegar a Mondoñedo. Simplificando mucho la diferencia es cruzar antes a Galicia y después avanzar hacia tierra adentro, o primero ir tierra adentro por Asturias y cruzar más tarde a Galicia.

La segunda opción se ha recuperado hace menos tiempo y es mucho menos popular, pero atraviesa zonas más tranquilas y rurales y es la que yo he elegido esta vez.

Los siguientes siete kilómetros circulo mayoritariamente por pistas entre campos de maíz y zonas de bosque hasta el pueblo de Tol, donde busco un sitio para desayunar y resulta que el único bar es la cafetería de un club de golf, alejado unos 300 metros del pueblo. El desayuno ha sido acorde con la categoría del lugar….

A la salida de Tol vuelve a haber una bifurcación, ya que desde aquí también es posible desviarse para enlazar con la ruta de Ribadeo o seguir hacia Vegadeo como hago yo.

Después sigo circulando por una zona agrícola relativamente llana, para los estándares de Asturias, cruzando alguna pequeña aldea. En una de ellas han instalado un cartel que pone “Santiago de Compostela 209 km” y de repente me doy cuenta de todo lo andado ya… ¡queda menos de un tercio del total!

Un rato después cambia momentáneamente la monotonía de las pistas y los campos de maíz por uno de los pocos senderos del día a través de un bosque. El sendero, muy bonito, desciende hasta cruzar un arroyo por una pasarela de madera y al otro lado hay una fuerte subida, en una dinámica parecida a la de la ruta de las “ballotas” que recorrí hace un par de jornadas.

Tras unos metros de asfalto para cruzar por un puente la vía del tren, de nuevo se toma un camino, embarrado al principio, que luego va circulando por la ladera de un monte y pasa por zonas de pastos. A medida que se bordea la ladera aparece la ría del Eo a nuestros pies y al otro lado Ribadeo, es decir… ¡Galicia!

Y así llego a Lantoira, una aldea ya muy próxima a la orilla de la ría. Desde aquí se sigue paralelo a la ría y su zona de marismas durante los últimos kilómetros del día hasta llegar a Vegadeo.

En Vegadeo me alojo en el albergue Mar y Montaña que es uno de esos lugares que “tienen alma”. En los Caminos de Santiago hay albergues con instalaciones mejores o peores, pero lo que realmente marca la diferencia en la experiencia del peregrino es otra cosa, es el carisma, el cariño y el trato que ponen los hospitaleros. Unas buenas instalaciones sin alma son un negocio de hostelería más, pero un albergue con un hospitalero o hospitalera apasionado de su labor crean una experiencia única, que es uno de los motivos por los que tantos estamos enganchados al Camino. Nos hemos juntado Lilian, la hospitalera brasileña de este albergue, Juan, veterano peregrino malagueño que es además uno de los impulsores del Camino Mozárabe a Santiago y hospitalero en ese Camino, Jose, hospitalero de otro fabuloso albergue “con alma” en A Trapa, por donde pasaré mañana, y yo, y hemos acabado cocinando pizzas y compartiendo charla y anécdotas en torno a una mesa. La mejor forma de acabar el periplo por Asturias antes de entrar mañana en Galicia.

Balance del día: 31,5 km con 440 m de desnivel positivo acumulado.

Camino del Norte a pie: día 20, de Vegadeo a Mondoñedo (01/07/2021)

Después de un gran desayuno salgo del albergue de Lilian cargado de energía y preparado para afrontar una etapa difícil. En cuanto se abandona Vegadeo el camino empieza a ascender para cruzar el Monte de Parga por senderos y pistas mayoritariamente entre eucaliptos. Esta ruta se conoce como la del Estraperlo, pues en alguna época fue frecuentada por contrabandistas. A estas horas todavía hay restos de la niebla matinal y cruzar el bosque solitario escuchando el canto de los pájaros y el fluir del agua en los arroyos es algo mágico.

Por una pista asfaltada desciendo del monte para cruzar Santiago de Abres, el último pueblo asturiano de este camino, y a continuación, cruzando un puente sobre el Río Eo, entro en la provincia de Lugo. No hay ni un simple cartel que lo anuncie, pero estoy en Galicia, más cerca de la meta. En el primero de los mojones de la Xunta, con sus siempre sorprendentes tres decimales de precisión, pone que faltan 183,371 km para Santiago.

Los primeros cinco o seis kilómetros que recorro en tierras gallegas voy siguiendo una carretera local que atraviesa zonas rurales con granjas de vacas, campos sembrados de maíz, pastos y pequeñas aldeas.

Luego se deja el asfalto para tomar una pista que avanza a través de un bosque mayoritariamente de eucaliptos. El terreno es ondulado con constantes subidas y bajadas.

Hay un tramo particularmente bonito por un sendero paralelo a un riachuelo en el que se camina entre vegetación de ribera. Después el sendero desemboca en una nueva pista que asciende fuertemente entre eucaliptos.

Así llego a Trabada, la única población con cierta entidad que pasaré en toda la etapa, pero no me detengo mucho rato y continúo tres kilómetros más avanzando por el fondo de este apacible valle rural hasta llegar a A Trapa, donde José, al que conocí ayer en el albergue de Vegadeo, tiene su albergue Casa Xica. La apertura hace pocos años de este albergue, que es su casa, y más tarde del de Vegadeo, han permitido que pueda recorrerse este camino histórico disponiendo de lugares para alojarse, por lo que poco a poco se va conociendo. La etapa que estoy haciendo yo hoy, Vegadeo-Mondoñedo, suele partirse habitualmente aquí, andando un día de Vegadeo a A Trapa y al siguiente hasta Mondoñedo. Yo hoy prosigo, pero antes de despedirnos nos tomamos juntos un vino.

Desde Casa Xica se inicia la subida al Alto de Os Cornos. Son un par de kilómetros de ascenso por una pista forestal. El primero es prácticamente una recta con una pendiente continua muy fuerte y con el calor que hacía en esos momentos ha costado de subir. Después se suaviza algo, y entre pinos llego hasta el alto.

Una vez arriba no hay nada que indique que estamos en el punto más alto salvo una placa que señala que abandonamos el Concello de Trabada para pasar al de Lourenzá y el hecho evidente de que a partir de aquí el camino hace bajada.

El descenso es tan brusco como el ascenso y con fuerte pendiente se baja rápidamente del Alto de Os Cornos hasta el valle de Lourenzá.

Ya en el fondo del valle, se recorre por una serie de carreteritas pasando por el Pazo de Tovar, una vivienda-fortaleza del siglo XII, y por plantaciones de fabas ya que por una vez los sembrados que más abundan no son de maíz sino de estas alubias que son el producto estrella de este valle, hasta el punto que es también conocido como Val das Fabas. Paso por la iglesia de Santo Tomé de Lourenzá y poco después paro en un bar a beber algo ya que hace muchísimo calor.

Para salir del valle de Lourenzá hay que subir de nuevo, aunque esta vez la subida es mucho más progresiva. Primero varios kilómetros por una carretera asfaltada en ascenso constante y suave y luego una pista de tierra con mayor pendiente. Al final se llega a una aldea llamada O Castro desde donde aún se sube un poquito más por carretera, entre pastos con vacas, hasta Barral de Cima donde por fin acaba la ascensión.

Desde aquí por una carretera asfaltada se desciende bruscamente hacia el valle siguiente, en cuyo fondo está Mondoñedo, a la que se entra, como en el medievo, cruzando el puente de piedra sobre el río Valiñadares.

Mondoñedo es una ciudad con un bonito casco histórico alrededor de su espectacular plaza de la Catedral. Otro edificio notable es el Seminario de Santa Catalina en cuya hospedería me alojo esta vez, variando un día de los albergues.

Finalmente ha salido una etapa de más de 40 kilómetros y con 1.338 metros de desnivel, la jornada con más desnivel desde que salí de Irún. Pero al fin estoy en Galicia y tocaba celebrarlo con un plato de pulpo a feira, ¿y qué mejor entorno para hacerlo que frente a la catedral de Mondoñedo?

Balance del día: 42,0 km con 1338 m de desnivel positivo acumulado.

Camino del Norte a pie: día 21, de Mondoñedo a Vilalba (02/07/2021)

Los primeros nueve kilómetros del día voy siguiendo una carretera asfaltada sin apenas tráfico que al principio asciende desde Mondoñedo y luego va circulando por la ladera del valle del río Valiñadares disfrutando de bonitos paisajes. En este tramo me he encontrado con otro peregrino, un chico que ha empezado hoy en Lourenzá su camino y hemos hablado un momento. De hecho, en los últimos días he encontrado muy pocos aunque al final de la jornada, en el albergue donde dormiré hoy, he acabado coincidiendo con unos cuantos. En la cabecera del valle, que por una vez está dominado por especies autóctonas y no hay eucaliptos a la vista, llego a Lousada.

A partir de Lousada hay que remontar por la ladera del valle siguiendo un camino que zigzaguea a través del bosque hasta coronar el alto de A Xesta.

Una vez en el alto prácticamente no se desciende porque hemos llegado a A Terra Chá, una comarca que es una especie de altiplano elevado. A Terra Chá significa “la tierra llana”, pero de llana solo tiene el nombre porque en los siguientes kilómetros no paro de subir y bajar, más que chá es ondulada.

Justo aquí empieza a caer alguna gota, mientras a través de una zona rural tranquilísimo con pequeñas explotaciones ganaderas llego a Gontán, lo atravieso y sigo un poco más hasta Abadín donde paro en un bar a desayunar.

A la salida de Abadín hay un tramo de sendero muy bonito en el que se desciende ligeramente hasta cruzar el río Anllo por una pasarela de madera.

Luego sigo avanzando durante kilómetros por esta comarca ganadera donde abundan los pastos y las granjas de vacas. Se combinan tramos de carreteras locales con otros de pistas de tierra y, en general, es un recorrido muy agradable y el avance es rápido.

En algunos momentos se transita por preciosas corredoiras, esos caminos tradicionales que unían las aldeas gallegas.

Llego a Martiñán donde paro a comer un pincho de tortilla en un bar para después seguir con la misma tónica de pistas por zonas ganaderas y forestales. El tiempo se comporta muy a la gallega y va variando constantemente. Llueve muy ligeramente hasta que en algún momento aumenta la intensidad y he de parar a ponerme el pantalón y la chaqueta impermeables, solo para poco después tener que parar a quitármelos porque deja de llover… Y así hasta tres veces he tenido que vestirme y desvestirme para la lluvia.

Durante kilómetros se suceden caminos tradicionales con las lajas de piedra verticales que marcan las lindes de los campos, robles y otros árboles autóctonos sin prácticamente ningún eucalipto, piedras cubiertas de musgos y líquenes, pasadoiras, esas piedras colocadas para poder pasar donde hay tramos con agua…, en fin, un recorrido largo pero precioso.

Y así llego a Vilalba, capital de A Terra Chá y final de la etapa de hoy.

Balance del día: 39,2 km con 863 m de desnivel positivo acumulado.

Camino del Norte a pie: día 22, de Vilalba a Seixón (03/07/2021)

Prosigo la travesía por la bonita comarca de A Terra Chá y, como ayer, el trazado del camino avanza mayoritariamente por senderos que van comunicando pequeñas aldeas y caseríos aislados. Abundan los carballos (robles) y a pesar de que no hay ningún hito que destaque todo el camino es muy agradable.

En San Xoán de Alba paro a tomar un café y poco después de esta breve pausa cruzo A Ponte de Saa, un puente medieval sobre el río Labrada.

Los siguientes kilómetros hay un poco más de asfalto cuando por una pequeña carretera local se van atravesando aldeas como Fonte Pequena, Penas, Contariz, Casasnovas, Ferreira… En ese tramo de carretera me encuentro con un chico de Sevilla, y juntos seguimos los kilómetros que quedan hasta Baamonde. Cuando estábamos entrando en el casco urbano empieza a lloviznar, y en cuanto vemos el primer bar paramos a desayunar.

A la salida de Baamonde la lluvia ha cesado y en un tramo en el que hay que caminar por el arcén de la N-VI se pasa el teórico kilómetro 100. En realidad en la obsesión de la Xunta por poner mojones con tres decimales se pasa por uno que marca 100,201 y el siguiente ya marca 99,994. Estos indicadores son valores teóricos porque en esos 100 km todavía hay diferentes variantes que se pueden elegir y que harán que la ruta final sea un poco más corta o un poco más larga. Sin embargo no importa tanto si quedan 95, 100 o 105 kilómetros como el valor simbólico de ver pasar hitos que nos muestran como avanzamos hacia la meta.

Abandono por fin la carretera nacional para pasar el río Parga por un puente medieval al otro lado del cual se llega a la capilla de San Alberte, en un lugar casi mágico rodeada de robles y con las piedras de los muros y del cruceiro que acompaña a la capilla cubiertas de líquenes.

Desde San Alberte se inicia un tramo precioso de sendero entre carballos y castaños.

Al final del sendero se llega a un punto que sirve de ejemplo de lo que comentaba antes sobre la dificultad de establecer cuantos kilómetros quedan hasta Santiago. Aquí se nos presentan dos alternativas para ir a Sobrado dos Monxes, un monasterio cisterciense por el que pasaré mañana, y una es 8 kilómetros más corta que la otra. La larga, Baamonde-Sobrado pasando por Miraz, es la más tradicional y la corta, pasando por As Cruces, es una variante señalizada hace pocos años. El problema es que esta nueva ruta no tiene ningún alojamiento intermedio antes de Sobrado y tal como he diseñado las etapas no es una opción factible ya que tendría que hacer hoy unos 50 kilómetros. Así que tomo la ruta tradicional por Miraz pero la disyuntiva sirve para ver como cada decisión como ésta hará que la distancia que queda por recorrer hasta Santiago sea mayor o menor.

Desde aquí una sucesión de pistas asfaltadas y de tierra, caminos y carreteras a través de bosques y zonas rurales con pequeñas explotaciones ganaderas me llevan hasta la pequeña parroquia de Seixón, donde termino la etapa en el albergue A Lagoa, ¡Santiago está casi a tocar!

Balance del día: 32,9 km con 421 m de desnivel positivo acumulado.

Camino del Norte a pie: día 23, de Seixón a Boimorto (04/07/2021)

Ha llovido toda la noche y lo sigue haciendo cuando me pongo en marcha por la mañana, aunque débilmente. Enseguida encaro la primera corredoira del día que me lleva hasta Miraz, donde a pesar de que solo llevo 2 km y ya he desayunado antes de salir del albergue, paro a tomar un café ya que en los próximos veinte kilómetros no encontraré ningún bar.

Después viene un tramo que en sólo tres kilómetros reúne tres zonas con paisajes muy diferentes. Primero una zona de bosque de pinos rodeado de hierba verde y flores de colores, aunque cuesta verlas porque las fotos están hechas bajo la lluvia.

Después un precioso sendero entre carballos delimitado por lajas verticales de piedra cubiertas de musgo.

Y a continuación se pasa por una zona en la que el suelo está formado por enormes losas de granito, un paisaje extraño.

Este tramo tan variado termina en A Braña donde se continúa por una pista asfaltada por la que se asciende a un pequeño puerto, el Alto da Mámoa. En realidad la subida ha sido más o menos constante desde que he salido por la mañana de Seixón. El paisaje es de pastos ganaderos y aunque el cielo sigue completamente tapado la lluvia ha dado una tregua.

A pesar de haber coronado un alto prácticamente no se desciende y por una pista de tierra entre campos de maíz y luego ya por la carretera entre bosques se continúa ascendiendo poco a poco. Lo siguientes kilómetros son mayoritariamente por asfalto por una carretera local sin nada de tráfico. Casi todo a mi alrededor son bosques y zonas de pastos solo interrumpidos por alguna aldea muy pequeña y granjas aisladas. El paisaje es montañoso.

Pasada una de esas aldeas, Corteporcos, se inicia un ascenso a un segundo alto, primero por una corredoira y luego por un andadero paralelo a una carretera asfaltada.

Este alto, creo que llamado Da Cantera pero no hay ningún cartel que lo indique, es el punto más elevado de todo el Camino del Norte desde Irún hasta Santiago, a pesar de que su altitud es de solo 710 metros, y es también el límite entre la provincia de Lugo y la de Coruña. Y también supone abandonar la comarca de A Terra Chá que llevo cruzando desde hace dos días y que es la más extensa de todo Galicia.

Coruña me recibe con un cielo más despejado y sin lluvia y hasta con algún tímido rayo de sol en algún momento. Desde aquí tres kilómetros más, siempre en bajada y por un perfecto andadero paralelo a la carretera, y se llega a O Mesón donde paro en un bar a desayunar.

Una hora más tarde llego a Sobrado dos Monxes tras bordear, antes de entrar en la población, la Laguna de Sobrado, un lago artificial creado por los monjes del monasterio alrededor del año 1.500 para asegurarse el suministro de agua y para abastecerse de truchas. En la actualidad es un espacio natural protegido por su flora y sus fauna. En una parte de la laguna flotan nenúfares florecidos.

Sobrado dos Monxes es una población nacida alrededor del importante monasterio cisterciense de Santa María de Sobrado, fundado en el siglo X aunque la mayoría de lo que vemos hoy es barroco de los siglos XVII y XVIII. En su interior cuenta con un albergue en las mismas estancias en las que ya se acogían peregrinos en la Edad Media, algo que parece casi increíble, aunque ahora está cerrado por el Covid y no es posible dormir en él.

Desde Sobrado quedan doce kilómetros hasta Boimorto donde hoy dormiré. Esos kilómetros de la tarde, con el cansancio acumulado, son siempre pesados. Se sigue circulando por un entorno rural a través de caminos, carreteras y algún tramo de corredoira. En un pueblo llamado precisamente así, As Corredoiras, he parado a comer un bocadillo. Finalmente llego a Boimorto, a poco más de 40 kilómetros de Santiago, ¡esto está a tocar!

Balance del día: 41,4 km con 642 m de desnivel positivo acumulado.

Camino del Norte a pie: día 24, de Boimorto a Santiago de Compostela (05/07/2021)

Desde la recuperación del Camino del Norte en la época moderna, aproximadamente en los años 80, la señalización lleva de Boimorto, donde he dormido hoy, hasta Arzúa, a 10 kilómetros de aquí y donde enlaza con el Camino Francés para recorrer los aproximadamente 40 kilómetros restantes entre Arzúa y Santiago. Sin embargo, si miráramos un mapa veríamos que ese trazado no tiene demasiada lógica ya que supone desviarse de la línea recta hacía Compostela y dar un rodeo innecesario dirigiéndose hacia el sur cuando Santiago está al sudoeste. En efecto, históricamente el Camino del Norte no pasaba por Arzúa sino que continuaba directo a Santiago y en 2017 se señalizó por fin esta ruta entre Boimorto y la ciudad, que no va hacia el sur para conectar con el Francés sino que sigue el curso natural y sólo converge con este otro camino en Lavacolla, ya a las afueras de Santiago.

Este itinerario es el que me dispongo a recorrer yo en este último día de mi Camino del Norte, y para ello me pongo en marcha a las 5:30 de la mañana. Es noche cerrada y en cuanto abandono la luz de las farolas de la población me doy cuenta de que la linterna frontal que llevo es totalmente insuficiente. No se ve nada. Afortunadamente los primeros 10 km hay que seguir siempre una misma carretera por lo que desde el punto de vista de orientación no hay que preocuparse de encontrar flechas ni de ir buscando por donde va el itinerario. Media hora después empieza la primera claridad del día y al menos ya se ven los contornos.

A los siete kilómetros paso por la capilla de A Mota, rodeada de una frondosa carballeira (robledal) y donde los peregrinos de antaño se agrupaban para pasar la última noche antes de llegar a Santiago.

Y tres kilómetros después llego al alto del Goimil, un pequeño alto de esos a los que se sube de manera casi imperceptible. Ahora ya hay bastante claridad.

Después del alto abandono la carretera que he seguido durante los primeros diez kilómetros y empiezo un tramo un poco más variado por pistas forestales entre zonas mayoritariamente de eucaliptos y en las que se cruzan algunas aldeas rurales con granjas de ganado como O Couto Pequeño o Cimadevila.

Este tramo más tranquilo y rural termina al pasar por la capilla de San Andrés a partir de la cual hay que seguir la carretera nacional N634, con mucho tráfico, aunque nunca por el arcén sino por senderos paralelos. Curiosamente esta carretera nace en San Sebastián y llega a Santiago de Compostela recorriendo todo el norte de España por lo que es la misma que en otras zonas del País Vasco, de Cantabria y de Asturias hemos tenido que atravesar en multitud de ocasiones o por la que hemos tenido que caminar más de una vez. Recuerdo en particular el día que llegué a Castro Urdiales lloviendo después de andar cinco kilómetros por esta carretera en un tramo casi sin arcén. El último día sigo encontrándome la misma N634 en la que, cuando llevo andados 20 km desde que he iniciado la etapa, encuentro el primer bar y paro a desayunar. Más tarde, desde un pequeño alto en la carretera, veo a lo lejos las torres del aeropuerto de Santiago hacia el que me dirijo ya que es justamente ahí, en Lavacolla, donde el Camino del Norte se fusiona con el Camino Francés.

Justo cuando me incorporo al Francés la tregua que el tiempo me ha dado desde la madrugada se acaba y empieza a llover. Desde aquí me quedan trece kilómetros por una ruta que ya es una vieja conocida y que tras pasar el mojón que anuncia el kilómetro diez me lleva hasta Monte do Gozo, hoy envuelto en la niebla, lloviendo y con un fuerte vendaval.

Ya solo queda descender y entrar en el casco urbano de Santiago. Luego una larga travesía por la parte moderna de la ciudad, que a estas alturas se hace interminable, hasta acceder al casco antiguo por la Porta do Camiño y callejear con el corazón desbocado hacia la catedral.

Para quien nunca lo ha experimentado, hay un momento en el que siguiendo las indicaciones del Camino se pasa por detrás de la Catedral hasta un callejón que pasando bajo un arco y descendiendo unas escaleras nos da acceso a la Plaza del Obradoiro. En ese punto, bajo el arco, hay siempre un gaitero tocando, así que a medida que avanzamos por las calles hacia esa entrada a la plaza se va escuchando cada vez más alta la música de la gaita. Ese momento es… indescriptible, ni el peregrino más gélido puede resistir la emoción cuando la gaita in crescendo le anuncia la llegada a la meta.

Y ya solo resta celebrarlo con una buena comida y descansar, descansar mucho para recuperarse y saborear releyendo este relato todo lo vivido en estos días intensos ¡buen camino!

Balance del día: 43,5 km con 466 m de desnivel positivo acumulado.

Balance total de mi Camino del Norte entre Irún y Santiago de Compostela: 878,7 km con 16.698 m de desnivel positivo acumulado.

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