Desde el faro de Cap de Creus recorro despacio los 600 metros del sendero que, a través de las rocas, me acerca a la punta del cabo. Aquí, a escasos metros del agua, se encuentra el círculo blanco con un punto rojo en el centro que marca el inicio (o el final) del sendero de largo recorrido GR11, también conocido como la Senda Pirenaica. Mirándolo no puedo evitar sobrecogerme por la magnitud del reto que tengo por delante. Si, generalmente, en las rutas a pie o en bicicleta que he hecho anteriormente y que he relatado en este blog, nunca dudaba de que, salvo accidente o circunstancias imprevistas graves, podría terminarlas, esta vez no las tengo todas conmigo. No sé cuantificar las probabilidades de llegar al Faro Higuer, ¿50% tal vez?, pero tengo claro que hacerlo en el número de etapas que me he propuesto será tremendamente duro.

El sol se está elevando en el horizonte mientras la tramontana, el viento del norte, sopla con fuerza y casi me impide mantenerme quieto. Así que, sin tiempo para darle demasiadas vueltas, me pongo en marcha, iniciando mi largo camino hacia el Cantábrico. Paso de nuevo por el faro, donde ya arranqué hace un par de años el Camino de Santiago en BTT que me llevó de Cap de Creus a Fisterra, y sigo las marcas del GR que me acompañarán a todas horas durante muchos días a partir de hoy. El itinerario avanza por un sendero pedregoso entre la carretera y el mar, hasta que tres kilómetros después, una vez bordeada una pequeña playa, la Cala Jugadora, cruza el asfalto por última vez para tomar una pista de tierra.

El paisaje es totalmente mediterráneo, con predominio de arbustos, ya que los fuertes vientos que soplan a menudo en la zona, y en particular la tramontana, como hoy, unido a la salinidad, dificultan el crecimiento de especies arbóreas. Las formas retorcidas de los arbustos son testimonio de la frecuencia e intensidad del viento.

Tras unos kilómetros de pista, el GR continúa por senderos algo más complicados, con constantes subidas y bajadas. A medida que avanzo aparecen algunas especies de árboles, mayoritariamente pinos y alcornoques. Continúo y poco después me cruzo con el primer senderista que, aparentemente, está haciendo el GR11. Viene en dirección contraria, así que le quedan poco menos de 9 kilómetros para acabar su aventura, ¡Qué lejos veo el final de la mía!

Más adelante cruzo las ruinas de la ermita de Sant Baldiri de Taballera tras la cual, por una pista, voy descendiendo hacia Port de la Selva.

Port de la Selva es una población de casas blancas que, aunque antaño vivía de la pesca y la agricultura, hoy lo hace mayoritariamente del turismo, sin haber perdido del todo su encanto. Aprovecho la travesía para parar a desayunar. Cuando continúo, me cruzo con una pareja de senderistas que, muy probablemente, están terminando el GR. Nos saludamos y les aplaudo… ¡están a 15 kilómetros del final!

Desde Port de la Selva se inicia la dura ascensión al monasterio de Sant Pere de Rodes. Primero por un camino paralelo a la carretera y luego por un sendero precioso que me lleva al pequeño núcleo de la Selva de Mar donde me detengo brevemente a tomar un café. Desde aquí hasta el monasterio hay que salvar unos 500 metros de desnivel en poco más de tres kilómetros. Hace calor, aunque el viento lo hace más soportable, y es duro, el primer ascenso relevante del GR11, pero los tramos de sendero entre paredes de piedra seca y rodeados de olivos y alcornoques son preciosos.

Aunque probablemente se levantó sobre edificios más antiguos, el monasterio benedictino de Sant Pere de Rodes tiene su origen a finales del siglo IX y la iglesia que hoy podemos contemplar se construyó entre los siglos X y XI. En los siguientes trescientos años viviría su época de mayor esplendor, convirtiéndose en un importante centro de poder espiritual, económico y político, hasta iniciar un lento declive y decadencia a partir del siglo XIV, que lo llevó al abandono definitivo em 1835. En los últimos años, sin embargo, ha seguido un proceso de restauración que lentamente va recuperando su estampa original.

Contemplando la abadía desde lo alto de la Sierra de Verdera se levanta también el castillo de Sant Salvador, aunque el GR11 no pasa por ahí.
Por donde sí pasa es por los restos del poblado de la Santa Creu y la ermita de Santa Helena, a unos cientos de metros de Sant Pere de Rodes, que es donde habitaban los artesanos, comerciantes y demás personas que daban servicio a la comunidad monástica. Por eso se dice que en este espacio se reúnen tres elementos que representan los puntales de la sociedad feudal: los que rezan, en el monasterio; los que producen, en el poblado de la Santa Creu, y los que luchan, en el castillo.

Sigo por un tramo por el cordal de la montaña, sin ganar ni perder demasiada altura, hasta un punto llamado Coll del Perer, desde donde se inicia un rápido descenso hacia Llançà, otro municipio dedicado fundamentalmente al turismo y que el GR bordea sin apenas entrar al casco urbano. Aún así, aprovecho que la ruta pasa junto a un supermercado de las afueras para comprarme algo de comida y bebida. Eran las tres de la tarde.

Desde Llançà el GR11 continúa por una pista polvorienta que va serpenteando por las primeras estribaciones de la Sierra de la Albera, que cruzaré mayoritariamente mañana. En los nueve kilómetros que restan hasta el final de la etapa he de ascender dos pequeños puertos. El primero es el Coll de Ses Portes, desde el que a mi espalda contemplo por última vez el mar. Pienso que para los que vienen del Cantábrico debe ser una visión muy impactante después de tantos días atravesando los Pirineos (una vez hecha la etapa siguiente, rectifico: el mar se puede ver desde diversos collados más lejanos que éste, pero realmente aquí es la primera vez que se ve próximo, casi a tocar).
Al descender del collado se pasa por la ermita románica de Sant Silvestre de Velleta, aislada entre alcornoques, y luego se asciende al último puerto del día, el pequeño Coll de La Serra, desde donde solo quedan un par de kilómetros hasta Vilamaniscle, un tranquilo y discreto pueblo del interior del Alt Empordà que ya se ve a mis pies, con una barrera de montañas más imponentes que las de hoy como telón de fondo y que espero atravesar en los próximos días.

Balance del día: 38,9 km y 1.487 m de desnivel positivo acumulado.
Puedes obtener el track en Wikiloc aquí y ver el recorrido realizado en esta animación:
En casi 40 km todo lo que has visto y nos has contado! Nos quedan días de disfrutar de tu maravilloso viaje!
Dices que este reto es el más duro que te has planteado. No sé si llegarás en esta ocasión o si lo terminarás en otro momento pero pase lo que pase el reto es el camino y cada etapa un éxito.