Salgo de Puigcerdà por carretera y durante los primeros seis kilómetros, hasta llegar a Guils de Cerdanya, casi todo el recorrido se realiza por asfalto. La mitad de ellos son prácticamente planos, ya que sigo cruzando la llanura de la Cerdanya. Llueve ligeramente, al principio, pero luego se intensifica y, por primera vez desde que salí del Cap de Creus, he de ponerme el pantalón y la chaqueta impermeables.
En el último tramo antes de Guils la carretera empieza a ascender, se ha terminado el llano, y cuando a la salida del pueblo se acaba el asfalto y tomo un sendero entre pastos, la pendiente ya es bastante fuerte.

Voy ascendiendo, siempre por senderos entre pastos y, ocasionalmente, por zonas de pino negro, y en el camino me encuentro con Aníbal, el viajero y “youtuber” argentino que conocí ayer y que vi por última vez en Planoles. Al final acabó la etapa en Puigcerdà como nosotros.
Hay tramos con mucha pendiente, pero en los que son más planos pastan vacas y caballos.

Sobre las diez y media para de llover y parece que las nubes se están abriendo. A lo lejos, en la dirección hacia la que me dirijo, el cielo se ve azul. Sigo avanzando y llego a una llanura donde pastan caballos, el Pla de la Feixa, en la que está enclavado el refugio del mismo nombre, donde paro a tomar un café y un trozo de brownie de chocolate buenísimo. En los doce kilómetros que llevaba recorridos desde Puigcerdà, había ascendido más de 1.000 metros de desnivel, ¡me lo había ganado!

Continúo, y menos de media hora después llego a otro refugio, el de Malniu, donde, aunque no hacía mucho que había parado en el de la Feixa, vuelvo a tomar otro café, ya que era la última oportunidad de avituallamiento antes del final de la etapa. El entorno es muy bonito.

Al continuar se pasa por el Estany Sec, un lago habitualmente seco, como su nombre indica, pero que hoy tiene agua. Desde aquí sigo por un sendero entre pastos y bosques de pino negro.

El itinerario avanza por la ladera de una montaña siguiendo el valle del río Duran hacia su cabecera. En esa dirección las nubes van bajando cada vez más, y no sé si la tregua que me ha dado la lluvia durará mucho. Por el momento la temperatura, unos doce o catorce grados, es ideal para caminar, ni frío ni calor.

Cuando llego a la parte alta del valle, que queda cerrada por un pequeño circo, encuentro el refugio libre Folch i Girona, una pequeña cabaña de piedra. El lugar en el que está ubicado es espectacular. Junto al refugio, paro a comer un plátano y unas galletas.

Desde aquí continúa la ascensión, con algunos tramos de pedreras algo complicadas. Se pasa por varios lagos como el Estany dels Minyons o el de la Portella. El paisaje de alta montaña es espectacular.

Una última rampa muy fuerte por una pedrera me lleva a la Portella d’Engorgs, un collado a 2.691 metros que separa el valle del río Duran del de la Llosa, al que he de descender a continuación.

Justo en el collado encuentro otro senderista haciendo el GR11 en sentido contrario. Comentamos un poco la jugada, qué viene a continuación por cada lado, y proseguimos cada uno en su dirección.

Empiezo el descenso, con un panorama espectacular de las montañas de alrededor, bajando por praderas al principio y luego por un sendero por una pedrera con una rampa bastante fuerte. Para complicarlo, mientras bajaba se ha puesto de nuevo a llover.

Después la pendiente se suaviza y sigo descendiendo hasta el fondo del valle, donde cruzo el río de la Llosa y paso por otro refugio libre, la cabaña dels Esparvers, donde coincido con un par de senderistas que imagino que van a pasar ahí la noche. Yo paro brevemente a comer una barrita y un plátano y continúo, porque se me está haciendo tarde. Parece que la lluvia ha cesado, así que aprovecho para quitarme el impermeable.

Desde aquí me quedaban cuatro kilómetros para acabar la etapa. Los primeros tres asciendo por un sendero precioso, una vez más, que va paralelo a un riachuelo, y poco después empieza a llover de nuevo. Sigo avanzando hasta que al final del valle llego a un circo que hay que remontar.

Un último esfuerzo muy duro, porque es un día en el que he acabado haciendo 2.200 metros de desnivel positivo, y alcanzo el Coll de l’Illa, el collado que hace de frontera entre España y Andorra. Una cerca eléctrica, las mismas que se utilizan en tantos otros sitios para impedir el paso del ganado, marca la línea fronteriza.
Y a solo diez minutos del collado llego al refugio de L’Illa, uno de los más modernos del Pirineo, inaugurado en 2019, donde dormiré hoy.

Balance del día: 30,1 km y 2.224 m de desnivel positivo acumulado.
Puedes obtener el track en Wikiloc aquí y ver el recorrido realizado en esta animación: