Hoy toca afrontar un gran puerto por el que saldré de Andorra. Pero antes, como aperitivo, hay otro menor. Para ascender este primero, en la misma aldea de Arans empieza una fuerte subida con algunos tramos que más bien parecen escalones de roca. Afortunadamente, se combina también con otros casi planos en los que recuperar el aliento.

Una hora después llego al Coll de les Cases, el collado que separa el valle del Río Valira del Nord, en el que está Ordino, del valle de Arinsal. Como en otros lugares, en el Collado hay una pequeña zona de pastos que se cruza antes de descender de nuevo por el bosque hacia la vertiente contraria.
Y ha sido iniciar el descenso y se ha puesto a llover. En realidad había llovido toda la noche y llovía cuando me he levantado, pero al ponerme en marcha ha parado momentáneamente. Ahora la tregua se ha acabado y se reinicia lo que ya esperaba, de acuerdo a la previsión meteorológica.

Bajo la lluvia desciendo hasta llegar al núcleo de Arinsal, un lugar que probablemente tiene más vida durante la temporada de esquí. Hay cientos de casas y apartamentos, pero la mayoría están cerrados. Aun así, al cruzar el núcleo antiguo veo un bar abierto y puedo parar a tomar un café. También compro un bocadillo para más tarde.
Cuando me pongo de nuevo en marcha, sigo durante tres kilómetros por la carretera que accede a las pistas de esquí. Ese tramo es curioso, ya que el GR cruza por dentro de un túnel de la carretera.

Poco después llego a un parking de la estación de esquí y a partir de aquí abandono el asfalto por un sendero. El primer tramo, siempre en subida, es muy bonito, por un camino que va remontando el torrente de l’Areny, salpicado de pequeñas cascadas.

La lluvia va y viene, aumentando y disminuyendo de intensidad, mientras sigo subiendo por un sendero pedregoso con fuerte pendiente. En los momentos en los que la lluvia cesa y el cielo se abre mínimamente, el panorama es espectacular.

Llego a un primer collado, el Collet de Comapedrosa, que aún no es el definitivo. A mi izquierda, aunque un poco apartado, a unos diez minutos caminando, se ubica el refugio de Comapedrosa. El paisaje es fabuloso y frente a mi, imponente, tengo el circo de Baiau que debo superar a continuación.

Eran las doce y ahora no llovía. Descanso brevemente y enseguida continúo, porque quiero pasar el siguiente collado y quitarme la parte de más alta montaña lo antes posible, ya que la previsión es que haya tormentas mucho más intensas a partir de las dos o las tres de la tarde.
Mientras sigo subiendo, la niebla asciende y me alcanza, cubriéndolo todo. Solo diez minutos separan la foto del circo de arriba de la de abajo, tomada en la misma dirección.

A pesar de la niebla, de momento continúa sin llover y prosigo con la ascensión, que está siendo muy dura. Cuando parece que estoy arriba, se ha de descender un poco hasta una hondonada en la que hay un pequeño lago, y seguir ascendiendo por una rampa pedregosa. Desde aquí es posible desviarse para ascender la cima del Comapedrosa, que con 2.939 metros de altitud es la montaña más alta de Andorra, pero hoy ni hace el tiempo ni tengo las fuerzas para hacerlo. Hace casi 40 años pasé este collado en sentido contrario y en aquella ocasión sí lo ascendí.

Tras la fuerte rampa de piedras sueltas se llega a otro lago más grande, el Estany Negre, que hay que bordear antes de afrontar el último repecho que me lleva, ahora sí, a la Portella de Baiau.

La Portella de Baiau, de 2.757 metros de altitud, es el collado por el que el GR11 sale de Andorra. Desde Arinsal he tardado unas tres horas y media y he tenido que salvar 1.200 metros de desnivel en algo menos de 7 kilómetros, por terreno bastante irregular. Hoy lo he celebrado como si ya hubiera llegado al Cabo Higuer…

Desde el collado empiezo el descenso, con un inicio complicado por la tartera, como se conocen en los Pirineos estas acumulaciones de piedras sueltas. La pendiente se suaviza, aunque el terreno siguen siendo grandes bloques de piedra, a medida que voy bajando y me acerco a los lagos de Baiau. El avance se hace lento y hay que ir con mucho cuidado.

En un promontorio sobre el lago se levanta el refugio de Baiau, uno de los refugios de emergencia más espectaculares de los Pirineos, utilizado a menudo como fin de etapa en la transpirenaica. Cuando se construyó, en 1981, tuvo que traerse a piezas en helicóptero desde Àreu, la población más cercana y en la que acabaré esta etapa. A su lado paro a descansar y a comerme el bocadillo que había comprado en Arinsal.

Sigo descendiendo en medio de un entorno excepcional, a través de praderas de alta montaña llenas de bloques de granito. Paso por otro lago, el Estany d’Escorbes y cuando más abajo miro atrás y veo, pequeño en la distancia, el refugio en su atalaya, y detrás el circo de Baiau, que parece una barrera infranqueable, nadie diría que se puede cruzar por ahí al otro lado sin escalar.

A medida que desciendo se reproduce el mismo esquema de siempre: primero solo hay zonas de praderas y pastos, luego, a menor altitud, empiezan a aparecer pinos, al principio aislados y luego ya formando bosques. Y finalmente, al seguir descendiendo, se incorporan al ecosistema otras especies de árboles y de arbustos.

Más adelante llego a una gran llanura en la que pastan vacas y caballos. Se trata del Pla d’en Boet, Desde aquí, desviándose diez minutos del GR11, está el refugio de Vall Ferrera, punto de partida para la ascensión al grupo de “tresmiles”, montañas de más de tres mil metros, más orientales de los Pirineos, es decir los primeros que nos encontramos desde el Mediterráneo. El principal de ellos es la Pica d’Estats, que con 3.143 metros de altitud es la montaña más alta de Cataluña. Durante el descenso desde el circo de Baiau debería haber buenas vistas de estas cumbres, pero hoy la niebla las tapaba.

Desde aquí ya solo me quedaban nueve kilómetros mucho más plácidos y fáciles, descendiendo la Vall Ferrera, como se llama este valle, para terminar la etapa. La mayoría del recorrido se hace por un sendero a través de un espectacular bosque de abetos, hasta que tres últimos kilómetros por una pista me dejan en el primer pueblo del valle, Àreu, donde acabo otra larga jornada que ha estado marcada por la lluvia, pero en positivo, ya que no se han cumplido las previsiones de fuertes tormentas por la tarde, y finalmente no ha llovido tanto como esperaba.

Balance del día: 30,8 km y 2.004 m de desnivel positivo acumulado.
Puedes obtener el track en Wikiloc aquí y ver el recorrido realizado en esta animación: