2024_GR11, la Transpirenaica a pie (parte 2: de Setcases a Estaon)

Esta es la segunda parte de las cinco en las que está dividido el relato de la Transpirenaica a pie por el GR11 entre el Cap de Creus y el Cabo de Higuer:

Parte 1: de Cap de Creus (día 1) a Setcases (día 5)

Parte 2: de Setcases (día 6) a Estaon (día 11)

Parte 3: de Estaon (día 12) a Pineta (día 17)

Parte 4: de Pineta (día 18) a Lizara (día 23)

Parte 5: de Lizara (día 24) al Cabo de Higuer (día 29)

Día 6, de Setcases a Queralbs (30/08/24)

Salimos de Setcases por la carretera que va paralela al río Ter, remontándolo, y que da acceso a la estación de esquí de Vallter 2000, y a los cuatro kilómetros la dejamos por un camino estrecho que ataja las últimas curvas de la carretera antes de llegar al parking inferior del complejo invernal. Desde aquí seguimos subiendo por un sendero, rodeados de telesillas y pistas de esquí.

Poco después nos empezamos a alejar de la estación por un sendero que continúa paralelo al río Ter, cuyo nacimiento está muy cerca de aquí, aunque no pasamos por el punto exacto. En poco menos de un kilómetro de duro ascenso llegamos al refugio de Ulldeter, nombre con el que es conocido el lugar de donde brota el río, literalmente “ojo de Ter”.

Este refugio fue de los primeros en toda España construidos específicamente para la práctica del montañismo, en el año 1909. El edificio original, sin embargo, fue volado después de la guerra civil, y el actual, que lo sustituyó, data de los años 50. Aquí paramos a tomarnos un café y descansar un rato, ya que habíamos ascendido cerca de mil metros de desnivel en menos de ocho kilómetros. Cuando continuamos nos vamos adentrando en un circo glacial conocido como Circ de Morens.

Seguimos subiendo hasta llegar, poco después, al primer alto del día, el Collado de la Marrana. En cualquier dirección hacia la que miremos el paisaje es espectacular. La zona es popular entre excursionistas y hay bastante más gente de la que nos habíamos encontrado en los días anteriores, la mayoría haciendo ascensiones a las cimas que nos rodean.

Este collado también es la separación natural entre el valle del Ter, que hemos ido siguiendo hasta casi su nacimiento, y el del río Freser, hacia el que ahora descendemos.

Caminamos entre pastos con vistas fabulosas de las montañas de los alrededores.

Tras haber bajado cien metros de desnivel y haber cruzado el Freser, que es apenas un arroyo ya que nace aquí mismo, nos desviamos para empezar a subir de nuevo en dirección al siguiente collado del día.

El ambiente de alta montaña es espectacular. Poco antes del collado pasamos junto a una cabaña de piedra, un refugio libre para guarecerse en caso de emergencia.

El ascenso a este segundo alto, conocido como Collado de Tirapits, ha costado, pero finalmente llegamos.

Desde aquí seguimos caminando por el cordal de la montaña, pasando por dos collados secundarios, el Coll de la Vaca y el de Carançà. Desde este segundo se ven los lagos del mismo nombre, ya en Francia, ya que aquí la línea de cumbres marca la frontera.

Y finalmente, cansados, llegamos al último collado, el Coll de Noucreus, que con 2.796 metros pasa a ser la altitud máxima alcanzada hasta ahora en el GR11. En el collado hay plantadas, como su nombre indica, “nueve cruces”, pero aunque a veces se explica que es por nueve montañeros que murieron en un día de tormenta, la realidad es que el motivo de la presencia desde muy antiguo de estas nueves cruces en este punto no se conoce con exactitud.

Desde aquí ya se ve, al fondo del valle, el Santuario de Nuria al que nos dirigimos.

Tras una pausa para comer unos frutos secos, iniciamos el descenso. Se hace rápido, aunque estamos muy cansados. El paisaje sigue siendo precioso. Poco más de una hora después, llegamos al valle de Nuria.

Nuria nació como un centro religioso cuya historia se remonta al siglo XI, pero hoy día es, sobre todo, un complejo turístico que alberga una pequeña estación de esquí en invierno y todo tipo de actividades familiares de montaña el resto del año. Aquí paramos a comernos un par de bocadillos, por los que hemos pagado como si la food truck donde los preparaban tuviera una estrella Michelín…

Una particularidad de este valle es que solo se puede acceder andando o con el tren cremallera que lo enlaza con los municipios de Queralbs y Ribes de Freser. No llega ninguna pista o carretera. El GR11 prosigue por el camino tradicional que se viene utilizando desde tiempos ancestrales para acceder al santuario, cuando ni siquiera existía el tren cremallera, inaugurado en 1931. Es un camino espectacular, en ocasiones cortado a pico sobre el desfiladero.

Mientras descendemos recuerdo como de joven había subido y bajado de Nuria muchas veces caminando por las vías del tren cremallera, ya que el camino tradicional, por el que ahora andamos, estaba impracticable por desprendimientos. Hoy día está completamente prohibido, pero entonces era lo habitual, aunque hay que tener en cuenta que el cremallera de entonces, antes de que lo modernizaran a finales de los 80, iba mucho más despacio y era fácil percatarse de cuando se acercaba. Nosotros hoy seguimos el Camí Vell, como se conoce al camino tradicional, que afortunadamente fue recuperado hace años, y que nos deja en Queralbs, donde finalizamos la etapa.

Balance del día: 28,8 km y 1.727 m de desnivel positivo acumulado.

Puedes obtener el track en Wikiloc aquí y ver el recorrido realizado en esta animación:

Día 7, de Queralbs a Puigcerdà (31/08/24)

Salimos de Queralbs y empezamos a remontar, mayoritariamente por senderos entre campos, hacia el primer collado del día. Poco después coincidimos con otro senderista y nos ponemos a hablar con él. Es Aníbal, un argentino que tiene un canal de YouTube llamado “Un viaje humano” en el que explica su experiencia en el GR11 desde el Cap de Creus y otros muchos viajes anteriores. Después de hablar un rato nos pide grabarnos para su canal, así que aquí os dejo el enlace del capítulo en el que aparecemos.

A medida que vamos ascendiendo la vegetación va cambiando y empiezan a predominar los bosques de pino negro. Seguimos caminando con Aníbal, ahora por una pista forestal que nos lleva hasta el collado de las Barracas, el primero del día, cuyo nombre proviene de la existencia antiguamente en este lugar de unas barracas para guardar las herramientas de unas minas cercanas.

Empezamos a descender por una pista asfaltada que en poco menos de un kilómetro nos lleva al refugio Corral Blanc, donde hacemos una pausa para tomar un café. Desde aquí, un sendero a través de un bosque de pinos nos desciende de forma bastante abrupta hasta Planoles, aunque antes de llegar a la población, el GR gira y empieza de nuevo a ascender por una pista. Nos despedimos aquí de Aníbal, que decide entrar al pueblo a ver si encuentra donde comprar pan.

Continuamos ascendiendo de forma continua, aunque en general suave, por un sendero por la ladera de la montaña hasta llegar al pequeño núcleo de Dòrria, que es considerado el pueblo situado a mayor altitud de toda Cataluña, 1.520 metros. En una fuente junto a su pintoresca iglesia reponemos agua y hablamos con un par de senderistas que recorren el GR11 en sentido contrario al nuestro.

Salimos de Dòrria por una larguísima pista forestal, que durante muchos kilómetros va ascendiendo a través de bosques de pino negro. Más tarde la abandonamos para continuar caminando a través de los pastos hasta alcanzar el segundo alto del día, el Collado de la Creu de Meians. Aquí, entre vacas y con una vista panorámica de las montañas de los alrededores, nos comemos un bocadillo que habíamos traído del lugar en el que hemos dormido en Queralbs.

Desde el Collado seguimos por la misma pista forestal, ahora descendiendo ligeramente hasta perder unos cien metros de desnivel, para luego recuperarlos de nuevo subiendo, hasta que en poco más de tres kilómetros llegamos al Coll Marcer, el último collado de la etapa. Desde aquí se divisan, por un lado las pistas de esquí de la Molina y de Masella, y por otro la llanura de la Cerdanya, con Puigcerdà, su capital. al fondo.

Desde el collado descendemos, primero por pastos entre los abetos, y luego por una pista forestal durante siete kilómetros. A lo lejos vemos cortinas de lluvia y llega a caernos alguna gota, pero el tiempo aguanta hasta que terminamos la etapa.

El valle de la Cerdanya, al que estamos descendiendo, es de los pocos de los Pirineos que está orientado de este a oeste, en lugar de lo más habitual que es de norte a sur o de sur a norte. Su segunda peculiaridad es que es de los más anchos de los Pirineos, entre seis y ocho kilómetros, y la tercera es que tiene una llanura excepcional, la mayor de toda la cordillera.

Cuando acabamos el descenso y alcanzamos la llanura, nos quedan los últimos cuatro kilómetros por carretera, pasando un par de pueblos sin servicios, y entramos en Puigcerdà, fin de esta etapa y donde me despido de Blanca, que me ha acompañado en las tres últimas jornadas. A partir de mañana no estaré tan bien acompañado…

Balance del día: 38,4 km y 1.603 m de desnivel positivo acumulado.

Puedes obtener el track en Wikiloc aquí y ver el recorrido realizado en esta animación:

Día 8, de Puigcerdà al Refugio de L’Illa (01/09/24)

Salgo de Puigcerdà por carretera y durante los primeros seis kilómetros, hasta llegar a Guils de Cerdanya, casi todo el recorrido se realiza por asfalto. La mitad de ellos son prácticamente planos, ya que sigo cruzando la llanura de la Cerdanya. Llueve ligeramente, al principio, pero luego se intensifica y, por primera vez desde que salí del Cap de Creus, he de ponerme el pantalón y la chaqueta impermeables.

En el último tramo antes de Guils la carretera empieza a ascender, se ha terminado el llano, y cuando a la salida del pueblo se acaba el asfalto y tomo un sendero entre pastos, la pendiente ya es bastante fuerte.

Voy ascendiendo, siempre por senderos entre pastos y, ocasionalmente, por zonas de pino negro, y en el camino me encuentro con Aníbal, el viajero y “youtuber” argentino que conocí ayer y que vi por última vez en Planoles. Al final acabó la etapa en Puigcerdà como nosotros.

Hay tramos con mucha pendiente, pero en los que son más planos pastan vacas y caballos.

Sobre las diez y media para de llover y parece que las nubes se están abriendo. A lo lejos, en la dirección hacia la que me dirijo, el cielo se ve azul. Sigo avanzando y llego a una llanura donde pastan caballos, el Pla de la Feixa, en la que está enclavado el refugio del mismo nombre, donde paro a tomar un café y un trozo de brownie de chocolate buenísimo. En los doce kilómetros que llevaba recorridos desde Puigcerdà, había ascendido más de 1.000 metros de desnivel, ¡me lo había ganado!

Continúo, y menos de media hora después llego a otro refugio, el de Malniu, donde, aunque no hacía mucho que había parado en el de la Feixa, vuelvo a tomar otro café, ya que era la última oportunidad de avituallamiento antes del final de la etapa. El entorno es muy bonito.

Al continuar se pasa por el Estany Sec, un lago habitualmente seco, como su nombre indica, pero que hoy tiene agua. Desde aquí sigo por un sendero entre pastos y bosques de pino negro.

El itinerario avanza por la ladera de una montaña siguiendo el valle del río Duran hacia su cabecera. En esa dirección las nubes van bajando cada vez más, y no sé si la tregua que me ha dado la lluvia durará mucho. Por el momento la temperatura, unos doce o catorce grados, es ideal para caminar, ni frío ni calor.

Cuando llego a la parte alta del valle, que queda cerrada por un pequeño circo, encuentro el refugio libre Folch i Girona, una pequeña cabaña de piedra. El lugar en el que está ubicado es espectacular. Junto al refugio, paro a comer un plátano y unas galletas.

Desde aquí continúa la ascensión, con algunos tramos de pedreras algo complicadas. Se pasa por varios lagos como el Estany dels Minyons o el de la Portella. El paisaje de alta montaña es espectacular.

Una última rampa muy fuerte por una pedrera me lleva a la Portella d’Engorgs, un collado a 2.691 metros que separa el valle del río Duran del de la Llosa, al que he de descender a continuación.

Justo en el collado encuentro otro senderista haciendo el GR11 en sentido contrario. Comentamos un poco la jugada, qué viene a continuación por cada lado, y proseguimos cada uno en su dirección.

Empiezo el descenso, con un panorama espectacular de las montañas de alrededor, bajando por praderas al principio y luego por un sendero por una pedrera con una rampa bastante fuerte. Para complicarlo, mientras bajaba se ha puesto de nuevo a llover. 

Después la pendiente se suaviza y sigo descendiendo hasta el fondo del valle, donde cruzo el río de la Llosa y paso por otro refugio libre, la cabaña dels Esparvers, donde coincido con un par de senderistas que imagino que van a pasar ahí la noche. Yo paro brevemente a comer una barrita y un plátano y continúo, porque se me está haciendo tarde. Parece que la lluvia ha cesado, así que aprovecho para quitarme el impermeable. 

Desde aquí me quedaban cuatro kilómetros para acabar la etapa. Los primeros tres asciendo por un sendero precioso, una vez más, que va paralelo a un riachuelo, y poco después empieza a llover de nuevo. Sigo avanzando hasta que al final del valle llego a un circo que hay que remontar.

Un último esfuerzo muy duro, porque es un día en el que he acabado haciendo 2.200 metros de desnivel positivo, y alcanzo el Coll de l’Illa, el collado que hace de frontera entre España y Andorra. Una cerca eléctrica, las mismas que se utilizan en tantos otros sitios para impedir el paso del ganado, marca la línea fronteriza.

Y a solo diez minutos del collado llego al refugio de L’Illa, uno de los más modernos del Pirineo, inaugurado en 2019, donde dormiré hoy.

Balance del día: 30,1 km y 2.224 m de desnivel positivo acumulado.

Puedes obtener el track en Wikiloc aquí y ver el recorrido realizado en esta animación:

Día 9, del Refugio de L’Illa a Arans (02/09/24)

El refugio de l’Illa, donde he dormido, está a 2.500 metros de altitud, muy cerca del collado por el que entré en Andorra, por eso la primera parte de la etapa de hoy consiste en descender hasta los 1.250 metros de Encamp, la siguiente población por donde pasa el GR11.

El paisaje cuando me pongo en marcha es muy bonito, con praderas de alta montaña salpicadas de bloques de rocas y algunos árboles aislados.

A medida que desciendo empiezan a aparecer más bosques, mayoritariamente pinos. El valle que recorro es el del Río Madriu, aunque a esta altura no es más que un riachuelo.

Este valle, denominado en su conjunto Madriu-Perafita-Claror, está declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, gracias a su valor paisajístico y al equilibrio conseguido entre la conservación del entorno y la explotación de sus recursos, como la ganadería o la siderurgia, siendo el único en toda la cordillera pirenaica en haber alcanzado tan alta distinción. Los caminos ancestrales de piedra son testigos de esa interacción histórica del hombre con el medio.

En todo ese largo descenso, que ha durado los primeros 17 kilómetros de la etapa, solo hay una pequeña subida a un collado, el Coll Jovell, que permite pasar del valle del Río Madriu al del Río Valira d’Orient. El ascenso, por un sendero empedrado, tiene tramos de fuerte pendiente, pero es muy corto.

En el descenso del collado hay un tramo muy bonito de bosque de pinos en el que las piedras están cubiertas de musgo. Más adelante hay un mirador desde el que se ve el principal núcleo de población de Andorra, el continuo urbano que forman Santa Coloma, Andorra la Vella y Escaldes-Engordany. La diferencia entre la tranquilidad de las montañas y el trajín turístico y comercial del fondo del valle es increíble, parecen dos países diferentes.

Después llego al lago de Engolasters y lo bordeo. Pasado el lago un sendero desciende abruptamente hacia la población de Encamp, donde hago una larga parada a comer algo y a comprar algunas cosas que me hacían falta. 

A la salida de Encamp empieza un fortísimo ascenso por un sendero empedrado. Eran casi las dos de la tarde y hacía mucho calor, especialmente al principio, aunque se ha ido moderando a medida que ganaba altura. Se suben 650 metros en sólo un par de kilómetros, y eso significa que tiene muchísima pendiente.

Me ha parecido el ascenso más duro desde que salí del Cap de Creus, y eso que ya llevo unos cuantos. Tras los dos kilómetros iniciales hay un par más casi planos, primero entre pinos y luego por zonas de pastos, y después un último repecho fuerte. Así corono el Collado de Ordino, de 1.980 metros de altitud.

Afortunadamente, a esta altura la temperatura es mucho más agradable. Por el Collado también pasa una carretera, que se cruza para tomar un sendero que empieza a descender hacia Ordino. La pendiente en la bajada es bastante más suave que la del ascenso por el otro lado, así que por el momento se avanza de forma bastante agradable. Poco después paso por la fuente de la Navina, donde paro a coger agua.

El descenso termina poco antes de llegar a Ordino, pero sin entrar en este municipio empieza un nuevo ascenso, primero por una pista y luego por un sendero, remontando por la ladera sobre el valle del río Valira del Nord. Desde arriba se tiene una vista privilegiada de Ordino y La Massana, y por segunda vez hoy nos da una idea de lo urbanizada que está Andorra en comparación con cualquier otro valle pirenaico.

El sendero va subiendo y bajando y, aunque no es mucho desnivel, se hace pesado por estar al final de la jornada. Cuando desciendo definitivamente entro en La Cortinada y, un kilómetro después por carretera, en Arans, ambos pequeños núcleos pertenecientes al municipio de Ordino. En el segundo de ellos termino esta novena etapa de mi transpirenaica.

Balance del día: 33,0 km y 1.255 m de desnivel positivo acumulado.

Puedes obtener el track en Wikiloc aquí y ver el recorrido realizado en esta animación:

Día 10, de Arans a Àreu (03/09/24)

Hoy toca afrontar un gran puerto por el que saldré de Andorra. Pero antes, como aperitivo, hay otro menor. Para ascender este primero, en la misma aldea de Arans empieza una fuerte subida con algunos tramos que más bien parecen escalones de roca. Afortunadamente, se combina también con otros casi planos en los que recuperar el aliento.

Una hora después llego al Coll de les Cases, el collado que separa el valle del Río Valira del Nord, en el que está Ordino, del valle de Arinsal. Como en otros lugares, en el Collado hay una pequeña zona de pastos que se cruza antes de descender de nuevo por el bosque hacia la vertiente contraria.

Y ha sido iniciar el descenso y se ha puesto a llover. En realidad había llovido toda la noche y llovía cuando me he levantado, pero al ponerme en marcha ha parado momentáneamente. Ahora la tregua se ha acabado y se reinicia lo que ya esperaba, de acuerdo a la previsión meteorológica. 

Bajo la lluvia desciendo hasta llegar al núcleo de Arinsal, un lugar que probablemente tiene más vida durante la temporada de esquí. Hay cientos de casas y apartamentos, pero la mayoría están cerrados. Aun así, al cruzar el núcleo antiguo veo un bar abierto y puedo parar a tomar un café. También compro un bocadillo para más tarde.

Cuando me pongo de nuevo en marcha, sigo durante tres kilómetros por la carretera que accede a las pistas de esquí. Ese tramo es curioso, ya que el GR cruza por dentro de un túnel de la carretera.

Poco después llego a un parking de la estación de esquí y a partir de aquí abandono el asfalto por un sendero. El primer tramo, siempre en subida, es muy bonito, por un camino que va remontando el torrente de l’Areny, salpicado de pequeñas cascadas.

La lluvia va y viene, aumentando y disminuyendo de intensidad, mientras sigo subiendo por un sendero pedregoso con fuerte pendiente. En los momentos en los que la lluvia cesa y el cielo se abre mínimamente, el panorama es espectacular. 

Llego a un primer collado, el Collet de Comapedrosa, que aún no es el definitivo. A mi izquierda, aunque un poco apartado, a unos diez minutos caminando, se ubica el refugio de Comapedrosa. El paisaje es fabuloso y frente a mi, imponente, tengo el circo de Baiau que debo superar a continuación.

Eran las doce y ahora no llovía. Descanso brevemente y enseguida continúo, porque quiero pasar el siguiente collado y quitarme la parte de más alta montaña lo antes posible, ya que la previsión es que haya tormentas mucho más intensas a partir de las dos o las tres de la tarde.

Mientras sigo subiendo, la niebla asciende y me alcanza, cubriéndolo todo. Solo diez minutos separan la foto del circo de arriba de la de abajo, tomada en la misma dirección.

A pesar de la niebla, de momento continúa sin llover y prosigo con la ascensión, que está siendo muy dura. Cuando parece que estoy arriba, se ha de descender un poco hasta una hondonada en la que hay un pequeño lago, y seguir ascendiendo por una rampa pedregosa. Desde aquí es posible desviarse para ascender la cima del Comapedrosa, que con 2.939 metros de altitud es la montaña más alta de Andorra, pero hoy ni hace el tiempo ni tengo las fuerzas para hacerlo. Hace casi 40 años pasé este collado en sentido contrario y en aquella ocasión sí lo ascendí.

Tras la fuerte rampa de piedras sueltas se llega a otro lago más grande, el Estany Negre, que hay que bordear antes de afrontar el último repecho que me lleva, ahora sí, a la Portella de Baiau.

La Portella de Baiau, de 2.757 metros de altitud, es el collado por el que el GR11 sale de Andorra. Desde Arinsal he tardado unas tres horas y media y he tenido que salvar 1.200 metros de desnivel en algo menos de 7 kilómetros, por terreno bastante irregular. Hoy lo he celebrado como si ya hubiera llegado al Cabo Higuer…

Desde el collado empiezo el descenso, con un inicio complicado por la tartera, como se conocen en los Pirineos estas acumulaciones de piedras sueltas. La pendiente se suaviza, aunque el terreno siguen siendo grandes bloques de piedra, a medida que voy bajando y me acerco a los lagos de Baiau. El avance se hace lento y hay que ir con mucho cuidado.

En un promontorio sobre el lago se levanta el refugio de Baiau, uno de los refugios de emergencia más espectaculares de los Pirineos, utilizado a menudo como fin de etapa en la transpirenaica. Cuando se construyó, en 1981, tuvo que traerse a piezas en helicóptero desde Àreu, la población más cercana y en la que acabaré esta etapa. A su lado paro a descansar y a comerme el bocadillo que había comprado en Arinsal.

Sigo descendiendo en medio de un entorno excepcional, a través de praderas de alta montaña llenas de bloques de granito. Paso por otro lago, el Estany d’Escorbes y cuando más abajo miro atrás y veo, pequeño en la distancia, el refugio en su atalaya, y detrás el circo de Baiau, que parece una barrera infranqueable, nadie diría que se puede cruzar por ahí al otro lado sin escalar.

A medida que desciendo se reproduce el mismo esquema de siempre: primero solo hay zonas de praderas y pastos, luego, a menor altitud, empiezan a aparecer pinos, al principio aislados y luego ya formando bosques. Y finalmente, al seguir descendiendo, se incorporan al ecosistema otras especies de árboles y de arbustos.

Más adelante llego a una gran llanura en la que pastan vacas y caballos. Se trata del Pla d’en Boet, Desde aquí, desviándose diez minutos del GR11, está el refugio de Vall Ferrera, punto de partida para la ascensión al grupo de “tresmiles”, montañas de más de tres mil metros, más orientales de los Pirineos, es decir los primeros que nos encontramos desde el Mediterráneo. El principal de ellos es la Pica d’Estats, que con 3.143 metros de altitud es la montaña más alta de Cataluña. Durante el descenso desde el circo de Baiau debería haber buenas vistas de estas cumbres, pero hoy la niebla las tapaba.

Desde aquí ya solo me quedaban nueve kilómetros mucho más plácidos y fáciles, descendiendo la Vall Ferrera, como se llama este valle, para terminar la etapa. La mayoría del recorrido se hace por un sendero a través de un espectacular bosque de abetos, hasta que tres últimos kilómetros por una pista me dejan en el primer pueblo del valle, Àreu, donde acabo otra larga jornada que ha estado marcada por la lluvia, pero en positivo, ya que no se han cumplido las previsiones de fuertes tormentas por la tarde, y finalmente no ha llovido tanto como esperaba.

Balance del día: 30,8 km y 2.004 m de desnivel positivo acumulado.

Puedes obtener el track en Wikiloc aquí y ver el recorrido realizado en esta animación:

Día 11, de Àreu a Estaon (04/09/24)

Llueve por la mañana cuando me pongo en marcha, y así sigue durante prácticamente todo el día. Con lluvia se me complica mucho el hacer fotos, ya que con el móvil mojado falla la pantalla táctil y, además, la lente de la cámara se empaña o directamente tiene gotas de agua. Así que, en esta etapa, casi no tengo imágenes que mostrar.

Desde Àreu se inicia una fuerte ascensión por un sendero muy empinado al primer puerto del día, el Coll de Tudela, de 2.239 metros de altitud. A medio camino se cruza por un pequeño llano con pastos y una borda, las construcciones tradicionales empleadas para guardar el ganado o los aperos agrícolas.

Sigo subiendo y, casi dos horas después de haber salido del pueblo, corono el Coll de Tudela. Han sido 1.019 metros de desnivel en unos cinco kilómetros, lo que en carreras de montaña se considera un “kilómetro vertical”. El collado separa el valle del que procedo, Vall Ferrera, del Valle de Cardós, al que he de descender a continuación.

La bajada tiene tramos con fuerte pendiente, pero en general es más suave que el ascenso por el otro lado. Cuando llego a un pequeño núcleo sin servicios, Boldís Sobirà, el GR continúa por un sendero que a media ladera va recorriendo el Valle de Cardós desde las alturas.

Es muy bonito, a pesar de la lluvia constante, y causa una cierta impresión, ya que el sendero, en algunos tramos, está cortado a pico a mucha altura sobre el fondo del valle.

Al llegar a la cabecera del valle, el sendero desciende bruscamente y me lleva hasta Tavascan. Eran poco más de las doce y llevaba casi cinco horas bajo la lluvia. Estaba empapado y hacía frio, y aunque en el bar donde he parado ofrecían “the best patatas bravas in the pyrenees for hikers”, poca broma, a mí en aquel momento solo me apetecía un café con leche bien calentito…

Cuando salgo de Tavascan la lluvia ha disminuido. Seguirá el resto del día, pero con algo menos de intensidad que por la mañana. En estas condiciones encaro la segunda gran ascensión de la jornada. Casi se reproduce, a la inversa, el camino que he hecho para entrar en el Valle de Cardós desde el Coll de Tudela, pero por la vertiente opuesta del valle. Primero asciendo hasta media ladera, pasando por el pequeño núcleo de Aineto, y luego inicio un largo flanqueo sin perder ni ganar demasiada altura, resiguiendo el valle río abajo. Enfrente tengo el sendero por el que horas antes he hecho el recorrido inverso.

Finalmente hay un tramo final de fuerte pendiente y alcanzo el Coll de Jou, donde abandono el Valle de Cardós y entro en el pequeño y remoto Valle de Estaon. Aprovecho que momentáneamente no llueve para parar en el collado y comerme un bocadillo que traigo desde el pueblo en el que he dormido. Uno de los grandes problemas de un día en el que llueve constantemente es que es difícil parar a descansar. Es absurdo detenerse y sentarse en una piedra o en el suelo bajo la lluvia, así que, mientras no encuentre algún lugar a cubierto, prácticamente no me detengo, aumentando la dureza de la etapa.

Luego empiezo a descender del collado. Al principio es una bajada abrupta, con mucha pendiente, hasta llegar a un conjunto de bordas en el el fondo del valle, las Bordas de Nibrós, que parece un pueblo abandonado, aunque en realidad nunca lo ha sido, son solo edificios auxiliares para el ganado o para residir provisionalmente mientras en los meses de verano éste pasta libremente en zonas de alta montaña. Desde Nibrós el camino desciende mucho más suavemente siguiendo el curso del río Peracalç hasta el pequeño núcleo de Estaon, donde acabo la jornada.

Y esta será mi última etapa, por el momento. Hace unos meses, en mayo, hice una “marcha de resistencia” entre el barrio de Gracia, en Barcelona, y la montaña de Montserrat. Fueron 64 kilómetros y 2.500 metros de desnivel, que completé en doce horas y media. En los últimos 20 kilómetros empezó a dolerme la rodilla derecha y cuando terminé prácticamente no podía dar un paso más. Fue una sobrecarga de la que me fui recuperando en los días siguientes. Desde entonces seguí entrenando con normalidad, haciendo excursiones similares a las etapas que estoy haciendo en la transpirenaica, y solo alguna vez acababa con ligeras molestias en la misma rodilla. Cuando empecé el GR11 pensaba que estaba recuperado del todo, pero desde el segundo día arrastro dolores en el mismo lugar. He ido siguiendo a base de ibuprofeno y pomada antiinflamatoria, pero el dolor va y viene, y mientras hoy descendía el Coll de Jou, cojeando y con mucho cuidado en cada paso, he decidido que no podía seguir así. La rodilla ha hecho que en todas las etapas haya ido más lento de lo que lo haría habitualmente, con mucho cuidado en las subidas o en las bajadas, y aún así tenga dolor. Creo que no puedo llegar así a la parte central de los Pirineos, por lo que he decidido retirarme, recuperarme y continuar cuando pueda. Si sigo forzando me arriesgo a tener secuelas para siempre, y yo quiero caminar o pedalear por las montañas durante muchos años más. Espero poder continuar el GR11 el próximo verano, y si no puede ser, siempre me quedará el recuerdo de estas 11 etapas impresionantes.

Continuará…

Balance del día: 30,8 km y 1.960 m de desnivel positivo acumulado.

Balance total de la primera parte del GR11, la Transpirenaica a pie, entre Cap de Creus y Estaon: 375,0 km y 18.265 m de desnivel positivo acumulado.

Puedes obtener el track en Wikiloc aquí y ver el recorrido realizado en esta animación:

Puedes leer aquí la continuación entre Estaon y Pineta.