Desde el hotel en el que he dormido, retrocedo un kilómetro hasta enlazar con el GR en el punto donde lo dejé ayer, y siguiéndolo entro en Rocallaura, pequeño núcleo situado en lo alto de un promontorio. Lo atravieso y continúo por una pista que va remontando suavemente por la Sierra del Tallat, la misma que crucé ayer para llegar a Vallbona de les Monges, pero atravesándola esta vez en sentido contario y más al norte. El entorno son bosques de robles y pinos, y plantaciones de colza o cereal. Paso por Belltall, otro núcleo situado en un alto, y continúo la travesía, acercándome a una gran fila de aerogeneradores en la cresta de la montaña.

Se trata del parque eólico de Les Forques, y cuando llego a su altura prosigo durante un par de kilómetros por el cordal de la montaña, por una pista asfaltada, hasta que la abandono tomando un sendero en ligera bajada que en menos de diez minutos me deja en Forès.

Este núcleo, situado en un alto sobre la sierra, es conocido como el mirador de la Conca, ya que desde él se tiene una vista privilegiada de toda la llanura agrícola del fondo de esta comarca. Pueden contemplarse macizos muy lejanos como las montañas de Montserrat y, según dicen, en días muy claros puede llegar a verse el mar. Hoy, sin embargo, las nubes impiden una visión clara.

Desde el pueblo empiezo a descender por una pista asfaltada, al principio, y de tierra después, hacia el fondo del valle y la llanura. Paso junto a un nuevo parque eólico, sigo descendiendo entre pinares, y una hora después llego a Rocafort de Queralt.

Después de comer un bocadillo en el primer bar que encuentro desde que he empezado la etapa, prosigo, bajando suavemente por senderos y pistas de tierra, hacia el siguiente pueblo, Montbrió de la Marca. Ahora que estoy en la parte más llana de la comarca, vuelven a predominar las viñas de la denominación de origen Conca de Barberà. Aun así el terreno, aunque desde las alturas parece una llanura agrícola, realmente de cerca no es llano sino que son suaves colinas que suben y bajan constantemente.

El falso llano ha durado poco, porque al salir de Montbrió empiezo un largo ascenso por una pista forestal, mayoritariamente entre pinares, para remontar la sierra de Comaverd, que como todas las que recorro en esta ruta pertenece a la Cordillera Prelitoral Catalana. A medida que subo, a mis espaldas voy dejando la Conca de Barberà y, al fondo, la sierra del Tallat que he atravesado hace unas horas, con las filas de aerogeneradores en la cima.

El larguísimo ascenso por la pista se me ha hecho interminable, probablemente por el cansancio acumulado y porque tantos kilómetros por la misma pista y con los mismos pinos alrededor acaban resultando monótonos. Finalmente alcanzo un primer collado, el Coll de Maldà, de 865 metros de altitud, el punto más alto de la Ruta del Císter. Desde aquí se desciende ligeramente, avanzando por el cordal de la sierra, para acabar subiendo a un segundo alto, la Roca del Cogulló, de 861 metros, al que llego treinta minutos después, y en el que se ha colocado una placa de homenaje al motorista tarraconense Carles Falcón, fallecido en el Dakar el año pasado.

Al descender de las rocas hay un tramo un poco complicado en el que se han instalado unos escalones de madera y unas cadenas para ayudar a bajar, y luego la ruta prosigue por un sendero, uno de los tramos más bonitos de todo el GR175, y que además rompe la monotonía de la larguísima pista forestal por la que había circulado las últimas horas. Este sendero acaba desembocando en una nueva pista un kilómetro y medio después, por la que alcanzo sin apenas esfuerzo un último collado, el Coll de Sàrria, que es un cruce de caminos.

Sigo avanzando, descendiendo por la pista entre bosques, mayoritariamente de pinos, y tras varios kilómetros empiezan a aparecer los primeros sembrados, señal de que me voy acercando al fondo del valle. El cielo había estado cubierto desde la mañana y llevaba todo el día pensando que en cualquier momento podía empezar a llover, pero a pesar de que los nubarrones en el horizonte eran cada vez más negros, ha resistido y consigo acabar la etapa sin mojarme.

Pasadas las cinco de la tarde llego al Pont d’Armentera, un municipio relativamente grande donde esperaba encontrar un bar en el que comer algo. Estaba hambriento, ya que la última parada había sido cinco horas antes, pero ha resultado que no había ningún bar ni tienda abiertos, así que continúo recorriendo los últimos cinco kilómetros que me separan de Santes Creus. Entre pinos y viñedos llego por fin al monasterio una hora después, cerrando el triángulo de la ruta del Císter y dando por acabado este bonito recorrido.

Balance del día: 40,5 km y 981 m de desnivel positivo acumulado.
Balance total de la Ruta del Císter GR175 Santes Creus-Poblet-Vallbona-Santes Creus 110,7 km y 2.783 m de desnivel positivo acumulado.
Puedes obtener el track en Wikiloc aquí