Salgo temprano, cuando aún está amaneciendo, y enseguida encuentro un cruce importante. Entre Colomers y el refugio de la Restanca, al que me dirijo, el GR11 “tradicional” da un gran rodeo alejándose de la zona central, y más agreste, del parque nacional. Pero existe otra variante, la GR11.18, más directa, cruzando zonas de alta montaña, y que hoy día es la mayoritaria. Decido seguir esta y pronto inicio un ascenso por un sendero paralelo a un torrente. El terreno es complicado, con grandes bloques de piedra que he de ir esquivando.

Más adelante dejo el torrente y continúo por un tramo con mucha más pendiente, pero donde desaparecen los bloques de piedra y progresar se hace más sencillo. El lago de Colomers, el refugio y el lago del Estanh Mort van quedando abajo en la distancia.

A las nueve llego al Port de Caldes, el primero de la jornada, de 2.567 metros de altitud. La vista es impresionante y, por primera vez desde que salí del Mediterráneo, diviso manchas de nieve a lo lejos, en lo que intuyo que es el macizo de Aneto-Maladeta. También veo a mis pies los lagos a los que me he de dirigir a continuación.

Para ello, desde el puerto hay que descender unos cien metros, pasar entre dos de los lagos (Mangades y Port de Caldes), y luego afrontar un nuevo ascenso hasta otro collado, que algunos mapas llaman Col de Oelhacrestada, aunque no me queda muy claro. Es duro, porque es un tipo de terreno en el que cuesta progresar, pero el ambiente es fabuloso.

Cruzo un pequeño altiplano en el que hay otro lago, Estany des Monges, y llego a otro pequeño collado. Quizás sea este el de Oelhacrestada, es un poco confuso, pero el caso es que hay que subir y bajar constantemente.

Ahora sí, inicio por fin un largo descenso. El primer tramo, entre grandes bloques de granito, se hace muy lento, ya que hay que ir esquivándolos. Bordeo el lago de Cap de Port y desciendo bruscamente siguiendo un torrente que me lleva finalmente al lago de la Restanca y al refugio del mismo nombre. Aquí la variante GR11.18 que he seguido vuelve a juntarse con el GR11 tradicional. El refugio está cerrado pero igualmente hago una breve pausa para comer un gel y unas galletas.

Pasado el refugio desciendo de forma abrupta por un sendero a través de un bosque. Un cambio de paisaje, ya que desde ayer prácticamente no veía árboles, solo rocas, agua y praderas de alta montaña.

El descenso no podía durar mucho y pronto inició un nuevo ascenso. Voy remontando el largo Valle de Rius. El terreno, afortunadamente, es algo más fácil de transitar que lo que había encontrado el resto del día. Me cruzo con varios senderistas que vienen en sentido contrario al mío, y con uno de ellos comentamos brevemente lo que le viene a cada uno a continuación.

Llego al Lac de Rius y lo voy bordeando por un terreno mucho más llano. No es tan pintoresco como otros que he visto en el día, quizás porque el nivel del agua está algo bajo. Pasado el lago sigo subiendo y finalmente alcanzo el Port de Rius, un collado de 2.348 metros de altitud.

Me como una barrita energética y unos frutos secos, y para abajo. Al fondo del valle veo la carretera N-230, la que comunica con el Valle de Aran por el túnel de Viella, y muy cerca de la boca sur del túnel, el Refugio de Conangles, al que me dirijo. Y frente a mí tengo los primeros macizos del Pirineo Aragonés. La vista es fabulosa.

A medida que desciendo voy cruzando zonas de bosque que empiezan a teñirse de los colores del otoño.

En la parte final, ya cerca de la carretera, hay un hayedo espectacular. Esta carretera que estoy a punto de cruzar marca en esta zona el límite entre Cataluña y Aragón y, casualmente, también coincide con la mitad del GR11. El tramo catalán, junto con la breve incursión en Andorra, representan el 50% de los kilómetros de la Transpirenaica, y entrando en Aragón afronto la mitad que queda, repartidos entre esta comunidad, Navarra y un tramo muy pequeño en el País Vasco.

Antes de seguir pensaba parar en el refugio de Conangles a beber y comer algo, pero resulta que está cerrado. Está abierto para dormir, pero el bar no funciona durante el día fuera de los meses de verano, así que continúo tres kilómetros por una pista paralela al río Noguera Ribagorzana y a la carretera, atravesando otro bonito bosque. Es el único tramo llano en toda la etapa.

Cruzo finalmente la carretera y entro en Aragón, en la zona del Parque Natural Posets-Maladeta. Aquí se inicia un durísimo ascenso en el que hay que salvar 1.000 metros de desnivel en siete kilómetros, en una jornada en la que ya había perdido la cuenta de los puertos que había subido.

El GR11 remonta el valle de Salenques a través de un hayedo espectacular. Haber encontrado cerrado el refugio de Conangles, el único avituallamiento posible en toda la etapa, había supuesto también quedarme sin agua, así que repongo en un torrente, usando el sistema de purificación que llevo para estos casos.

El bosque es muy bucólico, pero el sendero empieza a subir, subir y subir, y hay momentos que parece una escalera de piedras. Más arriba van desapareciendo los árboles y la pendiente se suaviza momentáneamente, aunque sigue subiendo. Vuelvo a estar por encima de los 2000 metros de altitud, y regresa el paisaje de alta montaña.

Más tarde llego a un conjunto de varios lagos conocidos como Estanys de Anglois, donde hay un refugio libre recientemente restaurado. Paso de largo y sigo subiendo entre bloques de piedra hasta un par de pequeños ibones, nombre que se emplea habitualmente en Aragón para los lagos de origen glaciar, antes de afrontar la última subida por un canchal de piedras.

Este último repecho es de estos sitios que, vistos desde abajo, parece que sean imposibles de subir, pero sorprendentemente hay un sendero, y no es particularmente difícil. Antes de afrontarlo paro a comer unas galletas y un gel energético, porque estoy muy cansado, hambriento y sediento. No sé si logro transmitirlo, sé que es difícil de seguir para el lector, todo el día subiendo y bajando, pero ha sido una etapa durísima. Probablemente la más dura que he relatado nunca en este blog, sea a pie o sea en BTT. No son los kilómetros, que no han sido excepcionales, ni el desnivel, 2.000 metros, es hacerlos por este tipo de terreno, que hace que el avance sea muy difícil.
En fin, paso a paso, como un autómata, llego al Collado de los Ibones, de 2.521 metros de altitud, y al otro lado, descendiendo apenas 50 metros, al moderno refugio de Cap de Llauset, donde termino la etapa casi 12 horas después de haberla iniciado, sin apenas descansos en todo el día. Pero muy feliz de haberlo conseguido y de haber superado el ecuador de la transpirenaica. Ya queda menos.

Balance del día: 30,5 km y 2.001 m de desnivel positivo acumulado.
Puedes ver el track en Wikiloc aquí y ver el recorrido realizado en esta animación:
qué barbaridad de paisajes! y eres un puto crack💪🏼💪🏼💪🏼💪🏼