GR11, la Transpirenaica a pie: día 15, del Refugio de Cap de Llauset al Refugio de Estós (04/10/25)

Salgo al amanecer para iniciar el ascenso a un collado… Podría ser el principio de la etapa de ayer, o de muchas otras, pero ciertamente hoy se repite, una vez más, el mismo guion. Los Pirineos son así. Aunque el de hoy es un ascenso intenso, pero breve.

Muchos de los que han dormido en el refugio siguen el mismo itinerario, pero la mayoría se dirigen a hacer ascensiones a los tresmiles de la zona, por lo que poco a poco van separándose del GR11 y siguiendo sus propias rutas. A medida que asciendo y el sol se levanta a mis espaldas, la vista sobre el refugio, el lago de Cap de Llauset del que toma el nombre y las montañas que los rodean es espectacular.

El tramo final con mucha piedra suelta y fuerte pendiente es complicado, un laberinto de rocas.

Cuarenta minutos después llego al Collado de Vallibierna, que con sus 2.729 metros es uno de los de mayor altitud de todo el GR11. Las vistas en las dos direcciones son magníficas. Hacia donde he de descender veo a mis pies un par de ibones, el Alto de Vallibierna y el Bajo de Vallibierna.

El inicio de la bajada es como el tramo final de la subida, con grandes bloques de piedra. Es el terreno habitual a esta altitud y hay que afrontarlo paso a paso y con mucho cuidado. Como también suele ser habitual, a medida que se desciende el firme mejora.

Sigo descendiendo y paso junto a los ibones de Vallivierna, que en algunos momentos están encajados entre paredes, como si fuera un pequeño desfiladero, por lo que para bordearlos el sendero sube entre las rocas, pasando zonas en las que incluso hay que trepar ayudándose con las manos.

Muy por debajo veo la línea donde empiezan los árboles, a la que estoy deseando llegar, ya que espero que ahí desaparezcan definitivamente los bloques de piedra. Mientras tanto, frente a mí contemplo una vista magnífica del imponente macizo del Posets, que con sus 3.375 metros de altitud es la segunda cima de los Pirineos.

A medida que desciendo, los torrentes que bajan de todas estas montañas e ibones de los alrededores se van juntando en un riachuelo con algunas cascadas y paisajes muy bonitos. 

Más adelante continúo por una pista llena de piedras que me lleva al refugio libre de Coronas, también conocido como el refugio de Pescadores, y que parece ser que está siendo renovado. Una noche de invierno de hace casi 30 años, cuando el edificio estaba en un estado bastante más deplorable que ahora, pasé una noche aquí con dos amigos, Álex y Xavi, con los que íbamos a ascender al día siguiente alguna cima de los alrededores con esquís de montaña. Tengo un vago recuerdo de que no pudimos pegar ojo en toda la noche porque algo se movía constantemente por el refugio, probablemente algún ratón…

Junto al refugio hay un aparcamiento, ya que hasta aquí se puede llegar con coche por una pista, y, dado que hoy es sábado, está lleno de vehículos de excursionistas. Por esa misma pista he de seguir descendiendo y, después de lo que llevo en los últimos días, más que una pista me parece una autopista, así que pongo el turbo y bajo rapidísimo.

Poco más de una hora después llego al valle de Benasque, cerca del pequeño embalse de Paso Nuevo, y tres kilómetros más adelante a un cruce de caminos conocido como Puente San Jaime, donde hay un puente medieval sobre el río Ésera. Desde aquí quedan apenas tres kilómetros al pueblo de Benasque, pero el GR11 no pasa por ahí sino que empieza a remontar otro valle lateral, el Valle de Estós. Antes de seguir intento parar a comer algo en el bar del camping que hay junto al puente, pero resulta que está cerrado porque ha empezado la temporada baja, ¡se repite lo mismo que me ocurrió ayer en el único punto de avituallamiento intermedio de toda la etapa! Pruebo en un hotel que está algo más alejado del puente y, aunque la cafetería está abierta, no pueden preparar nada, ni siquiera un bocadillo. Acabo comiendo una bolsa de patatas fritas y un helado, pero mejor eso que nada…

Ya solo quedan ocho plácidos kilómetros siguiendo una pista en subida, pero fácil y cómoda. La mayor dificultad ha sido encontrarme el camino bloqueado por vacas, pero he conseguido pasar.

Encuentro mucha gente, especialmente de regreso hacia Benasque, ya que es sábado por la tarde y hay excursionistas que regresan de actividades de un día. A medida que subo tengo a mi derecha vistas del macizo del Perdiguero, un grupo de tresmiles. De hecho, el valle de Estós está encajado entre este macizo y el del Posets, a mi izquierda, aunque este último no es visible desde la pista.

Llego a una cabaña de pastores, una de las muchas que hay en los Pirineos, pero esta es especial. En 1991 el grupo musical Celtas Cortos lanzó la que se convertiría en su canción más conocida, 20 de abril, y su estribillo decía: “¿Recuerdas aquella noche en la cabaña del Turmo? / Las risas que nos hacíamos antes todos juntos / hoy no queda casi nadie de los de antes / y los que hay han cambiado, han cambiado”. Es una canción melancólica que habla de la juventud perdida y de los amigos que se han ido separando con los años, y esta cabaña de pastores que tengo enfrente es precisamente la “cabaña del Turmo” de la canción (aunque unas veces aparece como Tormo y otras como Turmo). De todas formas, el autor explica que la historia es ficticia y que nunca hubo un grupo de amigos que pasaran la noche aquí, pero por alguna razón, de todos los escenarios posibles para ambientar su canción, eligió este remoto lugar.

Desde aquí ya solo quedan los últimos dos kilómetros por un sendero hasta el Refugio de Estós, que recorro pensando en cómo el azar ha hecho que en una misma etapa pasara por una cabaña, la de Pescadores del valle de Vallivierna, en la que pasé una noche hace treinta años con dos buenos amigos de juventud y por otra, la del Turmo, famosa por ser el escenario de una canción que habla más o menos de eso mismo…

Balance del día: 28,0 km y 1.087 m de desnivel positivo acumulado.

Puedes ver el track en Wikiloc aquí y ver el recorrido realizado en esta animación:

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