GR11, la Transpirenaica a pie: día 28, de Elizondo a Bera (17/10/25)

Dejo atrás Elizondo envuelto en la niebla, que luego se convierte en una lluvia muy ligera. Primero por una pista asfaltada y luego por un sendero que me lleva entre grandes robles y castaños empiezo a remontar.

La lluvia cesa enseguida, falsa alarma, y pronto estoy por encima de la niebla y luce el sol, que ya no me abandonaría hasta el final de la jornada. Cuando salgo del bosque llego a una amplia zona de pastos, una frase que debo haber escrito veinte veces en los últimos tres días.

Sigo ahora por una pista forestal. A mi izquierda tengo algunas palomeras, los puestos para la caza de la torcal, aunque al contrario que en la jornada de ayer no paso demasiado cerca. Estos collados de baja altitud del extremo de los Pirineos son ideales para las aves que en esta época del año realizan su migración anual hacia el sur de la península y África. Aunque cuestan de identificar en una foto tomada con un móvil, si ningún experto me contradice creo que se trata de una bandada de grullas en su viaje desde el norte de Europa hacia tierras más cálidas en las que pasar el invierno.

Llego al punto más alto de la jornada, a 810 metros de altitud, cerca de la cima del pico Larrondo. Detrás, a mis espaldas, tengo el valle del Baztán todavía envuelto en la niebla y que abandono definitivamente.

Sigo flanqueando por una pista, sin perder prácticamente altitud, hasta llegar a las cercanías de otra cima, la Atxuela, donde empiezo a descender ligeramente. Intuyo que desde aquí en días despejados se debe ver el mar, pero hoy una neblina en el horizonte lo impide.

El descenso me lleva hasta el Collado de Eskisaroi, donde cruzo una carretera. Desde aquí prosigo subiendo y bajando ligeramente por montañas que cada vez tienen menos altitud a medida que me acerco al final de la cordillera.

Sigo avanzando por caminos fáciles y cómodos. Cuando más adelante paso junto a unas mesas de picnic decido parar a comer un bocadillo que llevaba. Tras la pausa, prosigo la marcha. Las vistas hacia los valles laterales son preciosas, con caseríos aislados que siguen siempre la misma estética de paredes blancas y tejas rojizas.

Más adelante circulo durante unos cientos de metros por territorio francés en el Collado de Lizarrieta, por donde pasa una carretera. Antiguamente, en alguna de las etapas aragonesas, el GR11 tenía tramos que pasaban por Francia pero se ha ido modificando el recorrido para que todo el trazado caiga en territorio español (o andorrano). Esta cortísima incursión es la única que queda actualmente en territorio galo en todo el GR11 y tiene la ventaja de que permite pasar por los dos bares que hay en el collado junto a la carretera. En uno de ellos paro a descansar un rato.

Los siguientes kilómetros sigo una pista que serpentea entre los montes de estas últimas estribaciones de los Pirineos, mayoritariamente descendiendo hacia el valle del Bidasoa, excepto por algún repecho puntual.

Uno de estos últimos ascensos me lleva al Collado de Santa Bárbara, desde donde tengo Bera a mis pies. Desciendo poco más de dos kilómetros y llego a esta población, a orillas del río Bidasoa, donde acabo la etapa. Bera se encuentra a tan solo cuarenta metros de altitud sobre el nivel del mar. No había estado tan bajo desde que pasé por Llançà en la primera etapa de la transpirenaica, señal de que esto se acaba…

Balance del día: 31,2 km y 1.145 m de desnivel positivo acumulado.

Puedes ver el track en Wikiloc aquí y ver el recorrido realizado en esta animación:

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