Esta es la quinta parte de las cinco en las que está dividido el relato de la Transpirenaica a pie por el GR11 entre el Cap de Creus y el Cabo de Higuer:
Parte 1: de Cap de Creus (día 1) a Setcases (día 5)
Parte 2: de Setcases (día 6) a Estaon (día 11)
Parte 3: de Estaon (día 12) a Pineta (día 17)
Parte 4: de Pineta (día 18) a Lizara (día 23)
Parte 5: de Lizara (día 24) al Cabo de Higuer (día 29)
Día 24, de Lizara a Isaba (13/10/25)
Hoy salgo antes de que amanezca, porque es una etapa muy larga y porque hay alta probabilidad de lluvia a partir de mediodía. Los primeros cinco kilómetros he de ascender un collado, salvando 600 metros de desnivel. Aunque empiezo iluminándome con la frontal, media hora después ya hay claridad suficiente para ver por donde piso. Solo las vacas me miran extrañadas de ver que alguien ha madrugado tanto como ellas.

Paso por una curiosa cabaña forestal, utilizable como refugio libre, con forma de iglú. Sigo ascendiendo, siempre por un sendero, y poco más de una hora y media después de haber iniciado la etapa alcanzo el Puerto de Bernera, de 2.115 metros de altitud.

Desde aquí desciendo al coqueto Valle de los Sarrios, y cuando ya estaba a punto de escribir que justo en el valle con su nombre no había visto ninguno aparecen un par en la distancia.

Al final del valle una fuerte bajada me lleva a otro en cuyo fondo hay un lago, el Ibón de Estanés. Mientras lo bordeo coincido con otro grupo de sarrios. Luego un breve ascenso me lleva al alto Toronez d’As Crabetas.

El paso me da acceso al amplio Valle de Guarrinza. Primero desciendo hasta el fondo y luego continúo por las praderas de hierba del paraje conocido como Aguas Tuertas, por los meandros que realiza el río Aragón Subordán.

Es un valle eminentemente ganadero, aunque hay tanto espacio que las vacas están completamente diseminadas. Creo que si fuera una vaca consideraría este lugar un pequeño paraíso.

En un tramo en que el valle se estrecha paso junto a una cabaña ganadera. A partir de aquí acaba la gran pradera y, aunque hay una pista que llega hasta aquí, el GR11 continúa por un sendero que desciende de forma más directa.

El paisaje cambia respecto al tramo de Aguas Tuertas, pero el valle sigue siendo espectacular.

El larguísimo recorrido por el valle de Guarrinza termina cerca del refugio militar de La Mina. Poco después paro a comerme un bocadillo en el lugar conocido como Puente de La Mina, aunque yo el puente no he llegado a verlo. Llevaba seis horas caminando y todavía me faltaba la mitad de la etapa.

A las 13.30 inicio un nuevo ascenso, ahora al Collado de Petraficha. Entre helechos marchitos, al principio, y después por pastos gano altura rápidamente por una senda en zigzag. Desde lo alto veo a mis espaldas el valle de Guarrinza que acabo de recorrer.

Más arriba me cruzo con un pastor joven que baja con un grupo de vacas. Le pregunto si cree que lloverá y me responde que la previsión daba muy poco pero que no sabe. ¡Qué frustración! Yo pensaba que miraría al cielo y sabría exactamente cuándo y cuánto llovería, y resulta que ha de mirar la previsión en el móvil, igual que yo, ¿Dónde ha quedado la sabiduría ancestral del hombre apegado a la tierra?

Sigo avanzando y, tras una última rampa complicada con fuerte pendiente y piedras, alcanzo el Collado de Petraficha, de 1.965 metros de altitud. Me ha costado una hora y media desde el Puente de La Mina.

Empiezo el descenso por un valle con hierba, pero todo lleno de piedras. Estoy en la parte alta del Valle de Ansó, el más occidental del Pirineo Aragonés. El cielo empieza a ponerse cada vez más negro.

Mientras bajo vuelvo a cruzarme otra vez con una gran manada de sarrios.

Sobre las cuatro han empezado finalmente a caer gotas, aunque durante media hora no ha ido a más. Yo sigo descendiendo, ahora por dentro de un bosque de abetos, y poco después el sendero desemboca en una pista que en un par de kilómetros llega al camping de Zuriza. Este camping, que también tiene habitaciones, hubiera sido el final de etapa perfecto, pero lleva un par de años cerrado. Eso me obliga a seguir once kilómetros más, hasta el próximo pueblo.

Ahora llueve fuertemente. Un pequeño repecho, apenas 100 metros de desnivel, me lleva al Collado Argibiela, que marca el límite entre Aragón y Navarra. Bajo una gran tormenta recorro los diez kilómetros restantes, en bajada, hasta Isaba, la primera población navarra atravesada por el GR11. No tengo fotos de este tramo, pero se pasa por unos hayedos espectaculares. Sobre las siete de la tarde, doce horas después de haber arrancado termino esta larguísima etapa.
Balance del día: 44,3 km y 1.665 m de desnivel positivo acumulado.
Puedes ver el track en Wikiloc aquí y ver el recorrido realizado en esta animación:
Día 25, de Isaba a Ochagavía (14/10/25)
Hoy no llueve, ni se espera, así que antes de ponerme en marcha aprovecho para ver algo de Isaba, el mayor municipio del Valle del Roncal, ya que ayer llegué muy tarde y en medio de una tormenta.

Tras el breve paseo, salgo por un sendero empedrado a través de un bosque que me lleva hasta el Santuario de Idoia.

Tras el santuario inicio el único ascenso relevante del día por un sendero que zigzaguea a través del bosque. Hay algún tramo con fuerte subida que se combina con otros en los que la pendiente es más suave.

Aunque no llueve sí hay jirones de niebla enganchados en los árboles pero por encima se ve lucir el sol. El hayedo que atravieso es muy bonito, aunque parece un bosque joven, no hay tantos ejemplares monumentales como en otros lugares.

Paso un alto llamado Saitsederra y continúo subiendo un poco más, siempre por el mismo sendero, hasta que salgo del hayedo en el Collado de Milingrate, de solo 1.365 metros de altitud.

Solo llevo andados cuatro kilómetros y medio pero ya he hecho casi todo el ascenso del día. Ahora el paisaje cambia y el camino continúa a través de un pinar. Superada la niebla el cielo luce azul mientras durante varios kilómetros el sendero sube y baja ligeramente, manteniéndose prácticamente a la misma altitud.

Tomo ahora una pista forestal que continúa llaneando por zonas en las que se explota la madera. Combina tramos arbolados con otros de pastos.

Me llaman la atención los postes de señalización. Están labrados en madera y son los más bonitos que he visto hasta ahora. Lo más sorprendente es que cuando muestran un destino, además de los kilómetros y las horas de marcha también muestran el perfil del recorrido. Es muy útil y sin embargo no lo había visto nunca. Y la segunda curiosidad es que están protegidos por alambres de espinos, supongo que para evitar que suban animales, aunque no sé cuáles, quizás algún tipo de roedor.

Hoy me lo tomo con mucha calma ya que la etapa es sencilla y quiero recuperarme del gran esfuerzo de ayer. De hecho, pienso que si ayer hubiera caminado al paso que voy hoy habría acabado la etapa a medianoche.

Prosigo por la pista que ahora empieza a descender suavemente. Por este tipo de caminos el avance es muy cómodo. Solo en un par de ocasiones se abandona la pista forestal para circular por pequeños tramos de sendero.

Uno de ellos es al final de la jornada, cuando se desciende por un sendero que me lleva a las puertas de Ochagavía.

Y en esta pintoresca localidad de casas de piedra, calles empedradas y puentes medievales finalizo esta corta etapa.

Balance del día: 19,7 km y 688 m de desnivel positivo acumulado.
Puedes ver el track en Wikiloc aquí y ver el recorrido realizado en esta animación:
Día 26, de Ochagavía a Burguete (15/10/25)
Desde el pueblo inicio un ascenso por un sendero empedrado con mucha pendiente que me lleva al Santuario de Muskilda.

Continúo subiendo un poco hasta que empiezo a descender, primero por un sendero y, tras cruzar una carretera, por una pista forestal.

La bajada no dura mucho, ya que pronto afronto el primer collado del día, el Paso de las Alforjas, que me ha de permitir cruzar la Sierra de Abodi. El ascenso es progresivo y no es muy complicado, pero hay un tramo final por una franja vertical que parece un cortafuegos que se las trae.

Llego al Paso de las Alforjas, de 1.440 metros de altitud. Hacia el norte tengo a mis pies la famosa Selva de Irati, uno de los mayores y mejor conservados hayedos de Europa. Pero por una vez desde el Collado no se desciende sino que se continúa por el cordal de la montaña hacia la cima del cercano monte Abodi.

Sigo recorriendo la sierra, una sucesión de suaves colinas redondeadas con prados hasta la cima. Por el camino me cruzo con varios ciclistas.

Más adelante desciendo hasta un collado, el Paso Tapla, en el que se cruza una carretera y se pasa junto a una explotación ganadera. A partir de ahí tomo una pista que se interna en la Sierra de Berrendi.

Sigo subiendo y bajando por suaves, colinas verdes en las que pastan vacas y caballos.

Más adelante dejo este terreno tan despejado para internarme en un hayedo. Las piedras recubiertas de musgo, la hojarasca en el suelo y los árboles forman un conjunto precioso. Por él llego al Paso de Ollokiate, desde donde empiezo a descender.

Tres kilómetros de bajada me dejan en Hiriberri, donde pensaba parar a comer, pero el único bar del pueblo está hoy cerrado. Continúo y cuatro kilómetros después, tras cruzar el río Irati, llego a otro pequeño núcleo, Orbara, en el que ya sabía que no habría ningún bar o tienda, pero donde al menos he podido reponer agua en una fuente. Junto a ella paro a comer una barrita energética, galletas y frutos secos.

Desde aquí inicio el ascenso al último puerto del día. Al principio remonto fuertemente por un sendero a través de zonas de arbustos.

Más arriba paso por otro de esos fabulosos hayedos casi mágicos.

Cuando salgo del bosque llego a una gran extensión de pastos. Combinando durante unos kilómetros bosques y pastos paso por varios puntos elevados, sin que haya un lugar claro que sea el collado, pero finalmente empiezo a descender.

A siete kilómetros del final me incorporo a una pista que va descendiendo entre bosques y pastos hasta Burguete. Esta población es una vieja conocida, ya que por aquí pasa el Camino Francés de Santiago. Es el primer núcleo que se cruza al salir de Roncesvalles y por aquí pasé en mis caminos de 2013 y 2015. Entre peregrinos, infinitamente más numerosos que los que afrontan el GR11, termino esta etapa.

Balance del día: 38,0 km y 1.564 m de desnivel positivo acumulado.
Puedes ver el track en Wikiloc aquí y ver el recorrido realizado en esta animación:
Día 27, de Burguete a Elizondo (16/10/25)
El Camino de Santiago y el GR11 no siguen el mismo itinerario. De hecho, entran y salen de Burguete por rutas diferentes, así que solo coinciden al cruzarse en el centro de la población. Yo inicio por una pista sin excesiva pendiente el ascenso a un alto.

Empiezo cruzando bosques y más arriba circulo por una zona de pastos. La tranquilidad es absoluta.

Como ayer en la travesía de las sierras de Abodi y Berrendi no hay un collado claro. El camino va transitando por el lomo de la sierra o por la ladera, enlazando pequeños altos, en un continuo sube y baja suave. El punto más alto por el que paso parece ser la cima del Mendiaundi, de 1.213 metros de altitud.

En estos lugares en los que pasta el ganado constantemente hay portillas que hay que abrir y cerrar y que evitan que los animales salgan de la zona, pero a veces también hay este tipo de curiosos pasos en los que hay que subir como si fuera una escalera y bajar por el otro lado.

Desde que he entrado en Navarra he pasado de vez en cuando junto a este tipo de casetas o escondites. A veces están a ras de suelo, si la posición ya es de forma natural elevada, y otras veces sobre una estructura metálica parecida a un andamio, para estar a unos metros sobre el suelo. Son puestos para cazadores, conocidos como “palomeras”. Hoy vería muchísimas.

Desciendo y paso por Sorogain, un albergue aislado, que hoy está cerrado. Luego inicio un nuevo ascenso, pasando al principio por zonas donde pastan vacas y caballos.

Continúo por un tramo en el que voy remontando por un sendero que avanza paralelo a un torrente a través de un hayedo. El conjunto es muy bonito.

Sigo por el mismo bosque, ahora ya alejándome del torrente y ascendiendo fuertemente por un sendero que zigzaguea entre los árboles.

Cuando salgo del bosque estoy en el Collado Aratun. Desde aquí desciendo suavemente hasta otro collado al que se llega desde arriba, el Puerto de Urkiaga, por donde pasa una carretera.

Sigo subiendo y bajando todo el día. Ahora toca ascender, y cuando veo un lugar idílico dentro de uno de estos fantásticos hayedos paro a comerme un bocadillo que había comprado en Burguete.

Cuando salgo del bosque estoy en una zona herbosa y ascendiendo por ella acabo coronando el Collado Zagua. Por una vez en lugar del vacas y caballos las que pastan son un gran rebaño de ovejas.

Continúo flanqueando por la ladera de la montaña, en la que sigo viendo muchas palomeras. Pregunto a uno de los cazadores y me confirma que su objetivo son las palomas torcaces.

Un par o tres de kilómetros después acabo el flanqueo por la ladera de la montaña y empiezo a descender a través de un hayedo.

El descenso no dura mucho, porque enseguida vuelvo a subir, siguiendo el cordal de una montaña. En esta zona sigo pasando junto a una larga línea de palomeras. Hay un tramo en el que el GR11 sigue exactamente el límite con Francia y paso junto a algunos mojones fronterizos, tres de los 602 hitos de piedra numerados que se instalaron a mediados del siglo XIX para marcar la frontera.

Llego al Collado Argibel e inicio un largo descenso de siete kilómetros hacia el Valle del Baztán, en cuya bonita capital, Elizondo, acabaré la etapa.

Y si la jornada ha empezado en una localidad por donde pasa el Camino Francés, por la que acabo la etapa también transcurre una ruta jacobea, el Camino del Baztán, que une Bayona (Francia) con Pamplona y que recorrí a pie en junio de 2024, ¡Buen Camino!

Balance del día: 36,2 km y 1.185 m de desnivel positivo acumulado.
Puedes ver el track en Wikiloc aquí y ver el recorrido realizado en esta animación:
Día 28, de Elizondo a Bera (17/10/25)
Dejo atrás Elizondo envuelto en la niebla, que luego se convierte en una lluvia muy ligera. Primero por una pista asfaltada y luego por un sendero que me lleva entre grandes robles y castaños empiezo a remontar.

La lluvia cesa enseguida, falsa alarma, y pronto estoy por encima de la niebla y luce el sol, que ya no me abandonaría hasta el final de la jornada. Cuando salgo del bosque llego a una amplia zona de pastos, una frase que debo haber escrito veinte veces en los últimos tres días.

Sigo ahora por una pista forestal. A mi izquierda tengo algunas palomeras, los puestos para la caza de la torcal, aunque al contrario que en la jornada de ayer no paso demasiado cerca. Estos collados de baja altitud del extremo de los Pirineos son ideales para las aves que en esta época del año realizan su migración anual hacia el sur de la península y África. Aunque cuestan de identificar en una foto tomada con un móvil, si ningún experto me contradice creo que se trata de una bandada de grullas en su viaje desde el norte de Europa hacia tierras más cálidas en las que pasar el invierno.

Llego al punto más alto de la jornada, a 810 metros de altitud, cerca de la cima del pico Larrondo. Detrás, a mis espaldas, tengo el valle del Baztán todavía envuelto en la niebla y que abandono definitivamente.

Sigo flanqueando por una pista, sin perder prácticamente altitud, hasta llegar a las cercanías de otra cima, la Atxuela, donde empiezo a descender ligeramente. Intuyo que desde aquí en días despejados se debe ver el mar, pero hoy una neblina en el horizonte lo impide.

El descenso me lleva hasta el Collado de Eskisaroi, donde cruzo una carretera. Desde aquí prosigo subiendo y bajando ligeramente por montañas que cada vez tienen menos altitud a medida que me acerco al final de la cordillera.

Sigo avanzando por caminos fáciles y cómodos. Cuando más adelante paso junto a unas mesas de picnic decido parar a comer un bocadillo que llevaba. Tras la pausa, prosigo la marcha. Las vistas hacia los valles laterales son preciosas, con caseríos aislados que siguen siempre la misma estética de paredes blancas y tejas rojizas.

Más adelante circulo durante unos cientos de metros por territorio francés en el Collado de Lizarrieta, por donde pasa una carretera. Antiguamente, en alguna de las etapas aragonesas, el GR11 tenía tramos que pasaban por Francia pero se ha ido modificando el recorrido para que todo el trazado caiga en territorio español (o andorrano). Esta cortísima incursión es la única que queda actualmente en territorio galo en todo el GR11 y tiene la ventaja de que permite pasar por los dos bares que hay en el collado junto a la carretera. En uno de ellos paro a descansar un rato.

Los siguientes kilómetros sigo una pista que serpentea entre los montes de estas últimas estribaciones de los Pirineos, mayoritariamente descendiendo hacia el valle del Bidasoa, excepto por algún repecho puntual.

Uno de estos últimos ascensos me lleva al Collado de Santa Bárbara, desde donde tengo Bera a mis pies. Desciendo poco más de dos kilómetros y llego a esta población, a orillas del río Bidasoa, donde acabo la etapa. Bera se encuentra a tan solo cuarenta metros de altitud sobre el nivel del mar. No había estado tan bajo desde que pasé por Llançà en la primera etapa de la transpirenaica, señal de que esto se acaba…

Balance del día: 31,2 km y 1.145 m de desnivel positivo acumulado.
Puedes ver el track en Wikiloc aquí y ver el recorrido realizado en esta animación:
Día 29, de Bera al Cabo de Higuer (18/10/25)
La niebla me envuelve, como ayer, mientras inicio la jornada cruzando el río Bidasoa por el puente medieval de San Miguel. También como ayer en cuanto asciendo sobrepaso el mar de nubes y ya luce un sol esplendoroso. Porque, aunque sea el último día, todavía quedan algunos collados por subir, ¡esto es la transpirenaica!

Después de un tramo inicial con fuerte pendiente sigo por el cordal de la montaña uniendo pequeños altos. Desde las alturas, a mi derecha, tengo el río Bidasoa que continúa envuelto en un mar de nubes, ya que voy siguiendo su curso. Cruzo los últimos hayedos, probablemente los árboles que más me han acompañado en el GR11, especialmente en las etapas navarras.

Paso cerca de algunos grandes caseríos, siempre con su arquitectura de paredes blancas, puertas y ventanas de madera y tejas rojas. Combinando constantemente pistas y senderos llego al Collado de Telleri, de 418 metros de altitud.

El collado no es más que un cruce de caminos desde el que desciendo bruscamente por un sendero entre castaños que a ratos está invadido por la maleza y que me lleva al pequeño embalse de Endara.

Por una carretera cruzo sobre la presa del embalse y luego continúo un par de kilómetros por una pista que desciende suavemente hasta iniciar una nueva subida que me llevará al último collado del GR11. En este tramo salgo de Navarra y entro en Euskadi, por donde transcurren únicamente 20 de los 850 kilómetros de toda la transpirenaica.

El ascenso, siempre por una pista y con unos 300 metros de desnivel, es cómodo y fácil. Poco antes del collado se pasa por una zona de barbacoas y mesas de picnic a la que se accede por una carretera. Siendo sábado y cerca del mediodía hay muchos grupos de gente, cada uno con su propia música, un aviso de que la tranquilidad de las montañas se está terminando. Finalmente corono el Collado de Ursain, en el que hay un curioso mojón conocido como la “piedra del desertor” que tiene una inscripción que reza “Desde aquí la deserción tiene pena de vida”. Era un aviso a los soldados apostados en el collado en el siglo XVIII de que si ante una invasión francesa retrocedían más allá de la piedra serían considerados desertores y, en consecuencia, fusilados.

Sigo descendiendo y repentinamente un claro entre los árboles permite ver por primera vez… (imagine aquí el lector un redoble de tambores) ¡el mar!
Bien, se ve en la lejanía y de refilón, pero es emocionante, veintinueve etapas después de abandonar el Mediterráneo, estoy a punto de culminar la travesía de los Pirineos “de mar a mar”.

Excepto una pequeña subida que me lleva a San Marcial, donde hay una ermita, el resto continúa siendo bajada, hasta que entro en la zona urbana de Irún. Quedan nueve kilómetros que ya serán completamente diferentes al resto del GR11, las montañas han quedado definitivamente atrás. Y, por si fuera poco, las marcas rojas y blancas que me han traído hasta aquí desaparecen completamente. Las únicas marcas en el casco urbano, aunque también escasas, son del Camino de Santiago. Por aquí pasan el Camino Vasco del Interior, que hice en bicicleta de montaña en agosto de 2023, y el Camino del Norte, que hice a pie en junio de 2021. Durante tres kilómetros, hasta la entrada de Hondarribia, este último y el GR11 comparten el mismo trazado.

Sigo y entro en Hondarribia, atravesando primero su casco antiguo amurallado y luego la Marina, el barrio de pescadores.

Pensando que esto no se acaba nunca enfilo los últimos tres kilómetros, ahora por el paseo marítimo de la localidad. Es raro estar cruzando los Pirineos pasando junto a un puerto deportivo y otro de pescadores. Cuando ya solo queda el último kilómetro vuelven a aparecer las marcas del GR11, justamente para sacarme de la carretera de acceso al faro y llevarme por un sendero que ¡por fin! me deja en la punta del Cabo de Higuer.

¡Se acabó! No hay más pasos que dar ni más collados que ascender… 29 etapas, 856 km y 40.495 metros de desnivel después, ¡HE CRUZADO DE MAR A MAR LOS PIRINEOS!
Siempre quedará la espina clavada de no haberlo podido hacer todo seguido pero, por otro lado, cuando me diagnosticaron condromalacia rotuliana de grado 4 en la rodilla me dijeron que ya nunca podría hacer lo que acabo de hacer… así que estoy inmensamente feliz.

Balance del día: 31,7 km y 878 m de desnivel positivo acumulado.
Balance de la segunda parte de mi transpirenaica, Estaon-Cabo de Higuer: 481,36 km y 22.230 m de desnivel positivo acumulado en 18 días.
Balance total de mi transpirenaica, Cap de Creus-Cabo de Higuer: 856,36 km y 40.495 m de desnivel positivo acumulado en 29 días.
Puedes ver el track en Wikiloc aqui y ver el recorrido realizado en esta animación: