Esta es la tercera parte de las cuatro en las que está dividido el relato del Camino de Santiago entre Cap de Creus y Fisterra en BTT:
Parte 1: de Cap de Creus (día 1) a Cervera (día 5)
Parte 2: de Cervera (día 6) a Soria (día 10)
Parte 3: de Soria (día 11) a Rabanal del Camino (día 15)
Parte 4: de Rabanal del Camino (día 16) a Fisterra (día 20)
Día 11, de Soria a San Leonardo de Yagüe (10/05/2022)
Diez kilómetros de carril bici me alejan de la ciudad de Soria, facilitando el cruce de una zona industrial que hay a la salida y internándome después en el monte Valonsadero, una zona forestal a las afueras de la capital. Antes de abandonar el casco urbano me encuentro dos peregrinos a pie, un norteamericano y un catalán que empezaron por separado su camino en Barcelona y se conocieron en Candasnos, en la zona de los Monegros.

Cuándo termina el carril bici, junto al centro de interpretación del parque de Valonsadero, la travesía de esta bonita zona forestal continúa por caminos, con la única compañía de algunas vacas y caballos.

Al final del parque llego a Pedrajas, un núcleo de casas de piedra cuyas calles son un museo de esculturas al aire libre en el que se exponen catorce obras de diversos materiales.

Después tomo una pista agrícola entre campos y granjas que me lleva a Cidones, pequeño núcleo que cruzo buscando infructuosamente un bar abierto antes de continuar por un sendero a través de un robledal.

Cuando salgo del robledal paso cerca de un par de pueblos sin llegar a entrar. Entre el primero, Villaverde del Monte, y el segundo, Herreros, se circula por caminos que atraviesan grandes fincas ganaderas que recuerdan las dehesas.

Luego por una carreterita asfaltada bajo hasta el pantano de la Cuerda del Pozo y lo bordeo a una cierta distancia. Es un pequeño embalse que regula el río Duero en su cabecera.

Finalizado el embalse la carretera se convierte primero en una pista y después en un sendero que atravesando un pinar me acaba llevando a Abejar donde paro a desayunar. Antes de llegar hay un tramo por un campo encharcado en el que acabo hundiendo los dos pies hasta el tobillo en el barro.
A la salida del pueblo se pasa por el Santuario de la Virgen del Camino y muy cerca se toma la vía verde Santander-Mediterráneo. Esta línea de ferrocarril, proyectada a finales del siglo XIX para unir los puertos de Santander y Valencia, nunca llegó a concluirse pero sí estuvieron en funcionamiento durante cincuenta años diversos tramos intermedios. Por motivos diversos la línea se cerró en 1985 y ahora se está reconvirtiendo en una vía verde para la circulación a pie o en bicicleta. Hasta hace muy poco aquí todavía había las vías abandonadas y el Camino de Santiago estaba señalizado por otras pistas y senderos cercanos pero recientemente se ha inaugurado este nuevo tramo de vía verde y ahora las flechas amarillas envían por ahí.

En total recorreré unos 25 kilómetros por la vía verde. Siete después de empezar se pasa por el Santuario de la Blanca junto al que hay una fuente donde paro a descansar un rato. Estando allí he visto pasar un tándem eléctrico (una bici doble). Luego he coincidido con ellos y son una pareja de Tarragona haciendo una ruta de tres días por la vía verde. Durante el recorrido se pueden ver también las antiguas estaciones del ferrocarril, medio en ruinas, mientras casi todo el tiempo se atraviesa un enorme pinar.
Es una forma cómoda y fácil de avanzar, tanto que llega a ser algo monótona, pero se agradece tener una etapa tranquila por una vez.

La vía verde llega hasta San Leonardo de Yagüe, donde finalizaré la etapa, pero cuatro kilómetros antes la señalización del Camino de Santiago se desvía de este cómodo paseo y me lleva por un sendero a través del pinar hasta Navaleno. Cruzo este pueblo y poco después vuelvo a incorporarme a la vía verde ya cerca de la entrada de San Leonardo de Yagüe.

En estos últimos metros hay una serie de paneles informativos que indican que en este tramo de vía y en la estación de tren de San Leonardo se rodó en 1965 la película Doctor Zhivago, galardonada con cinco premios Óscar.
Y en la Muy Noble y Leal Villa San Leonardo de Yagüe, como promocionan el pueblo por aquí, termino una etapa más de mi Muy Cansado y Bien Bonito Camino de Santiago.

Balance del día: 66,6 km y 562 m de desnivel positivo acumulado.
Puedes obtener el track en Wikiloc aquí y ver el recorrido realizado en esta animación:
Día 12, de San Leonardo de Yagüe a Burgos (11/05/2022)
A la salida de San Leonardo de Yagüe se toma la misma vía verde Santander-Mediterráneo que ayer me condujo hasta aquí. Pero en la dirección hacia la que voy solo están acondicionados seis o siete kilómetros, luego viene un tramo en el que aún no se han desmantelado las vías y las traviesas y no ha sido reconvertido en vía verde. De hecho antes del final, a los cuatro kilómetros y medio, la señalización del Camino Castellano-Aragonés ya me saca de la vía verde para tomar una pista. Poco antes he pasado el límite entre las provincias de Soria y Burgos.

Por un camino voy atravesando la Sierra de la Demanda cruzando un bosque de altísimos pinos solo interrumpido de vez en cuando por el paso a través de algunos pastos ganaderos.

Al final el camino sale del bosque y desemboca en una carretera asfaltada que en menos de dos kilómetros me lleva a Aldea del Pinar, un pueblecito con algunas casas de piedra tradicionales bien conservadas que por lo visto fue durante siglos un centro reputado de construcción de carretas, cuando eran el medio de transporte dominante.

A la salida de Aldea del Pinar continúo la combinación de tramos por bosques y fincas donde pastan vacas y que obligan a ir abriendo y cerrando cancelas. Paso por Los Gallegos, otra pequeña aldea en la que no hay bar ni tiendas pero donde paro un rato a comerme un bocadillo que he comprado en el pueblo en el que he dormido.

Más adelante parece que el camino antes iba por un lado y ahora va por otro porque hay flechas tachadas en un punto y otras nuevas que me envían por una pista distinta que no coincide con el track que estoy siguiendo. Hago caso a la nueva señalización y llego a Pinilla de los Barruecos donde hay un bar en el que paro a tomar un café.
Este tramo es confuso y no estoy seguro de si he ido por el camino correcto ya que después no encuentro más flechas amarillas. En todo caso voy por la misma sierra pero por una ruta quizá distinto a la habitual. Por una pista forestal acabo llegando a Mamolar.

Desde este pueblo quedan varios kilómetros de asfalto hasta Santo Domingo de Silos. Solo cuando falta poco para llegar se abandona la carretera por un sendero precioso. Aquí coincide con las marcas del camino del Cid, el recorrido señalizado que une los lugares relacionados con la vida de este personaje histórico y cuyo tramo entre Valencia y Orihuela, lejos de aquí, recorrí en enero pasado. Este camino era la ruta histórica tradicional entre Soria y Burgos cuando no existían carreteras y las rodadas marcadas en la roca son fruto de la erosión causada por el paso de carretas durante siglos.

Santo Domingo de Silos y su enorme abadía benedictina aparecen a mis pies. Un descenso vertiginoso siguiendo el mismo sendero pedregoso por el que he subido y entro en la población. Aprovecho para parar a comer.
Aquí el Camino Castellano-Aragonés que he seguido desde Gallur converge con la Ruta de la Lana, un camino de Santiago que proviene de Valencia y Alicante pasando por Cuenca y que recibe ese nombre por ser una vía tradicional de trashumancia de las ovejas manchegas y de transporte de la lana de las mismas para su comercio.
En la web de la Asociación Soriana de Amigos del Camino de Santiago, impulsores del Camino Castellano-Aragonés, hablan de promocionar éste como “el Camino Bonito”. Ahora que he completado los casi 250 km que unen Gallur con Santo Domingo de Silos confirmo que es uno de las rutas jacobeas más bonitas. No es que destaque un lugar u otro, es todo el recorrido el que no tiene nada que desentone en ningún momento. La despoblación y la falta de industrialización de estas tierras tiene muchas consecuencias negativas a nivel social pero a cambio nos ha dejado unos pueblos bien conservados, una naturaleza virgen y unos paisajes espectaculares.

Mis primeros 23 kilómetros por la Ruta de la Lana entre Santo Domingo de Silos y Mecerreyes son prácticamente todos por la carretera BU-901, excepto un tramo inicial por pistas agrícolas. Se me ha hecho particularmente dura la subida por asfalto al alto de Peña Alta con el sol de las dos de la tarde cayendo a plomo.

El itinerario, tras cruzar el río Arlanza, entra en Covarrubias, una villa histórica con un casco antiguo medieval que según reza en un cartel a la entrada está declarado “uno de los pueblos más bonitos de España”. Aprovecho para rehidratarme en un bar porque hace mucho calor.

Siempre por asfalto llego a Mecerreyes, donde tenía previsto acabar la etapa. Son las cuatro de la tarde y hasta Burgos quedan 35 kilómetros que teóricamente son bastante fáciles y sin apenas desnivel, así que me planteo si seguir y acortar la etapa de mañana. Sentado al lado de una estatua de bronce que probablemente homenajea a tantos emigrantes que han tenido que dejar estas tierras reflexionamos juntos sobre el camino a seguir y finalmente decido alargar la etapa hasta la capital burgalesa.

Entre Mecerreyes y Hontoria de la Cantera hay doce kilómetros de pistas de tierra a través de un área agrícola muy bonita.

Hay zonas en las que las profundas marcas de tractores y camiones en el suelo dejan claro que después de llover pueden complicarse mucho. Afortunadamente hoy, salvo tramos muy puntuales que se pueden esquivar fácilmente, no hay prácticamente barro.

Paso Hontoria y por el mismo tipo de pistas agrícolas por un área relativamente llana continúo hasta Revillarruz.

Poco después, cuando faltan trece kilómetros para llegar a Burgos, vuelvo a encontrar un tramo acondicionado de la vía verde Santander-Mediterráneo. Excepto en un punto en el que la señalización del Camino de Santiago abandona esta infraestructura durante un par de kilómetros para volverse a incorporar después, el resto de lo que queda hasta la ciudad se hace por la vía verde. Se cruza incluso un túnel de unos 500 metros. Una forma muy cómoda y fácil de entrar en Burgos que cuando empieza el casco urbano continúa por un carril bici que me lleva hasta el río Arlanzón.

Y ya sólo queda cruzar el río y entrar en el casco histórico de Burgos donde acabo la etapa frente a su impresionante catedral gótica, declarada Patrimonio de la Humanidad.
Burgos es también un punto de inflexión en este camino. Tras doce días por rutas minoritarias y solitarias confluyo aquí con el Camino Francés, en el que intuyo que encontraré muchísimos peregrinos. Se ha acabado la tranquilidad y empieza una nueva etapa muy diferente. Ocurre siempre que desde un camino secundario se llega al Francés. Pero eso será a partir de mañana, de momento toca descansar y rememorar todo lo vivido.

Balance del día: 99,3 km y 1.043 m de desnivel positivo acumulado.
Puedes obtener el track en Wikiloc aquí y ver el recorrido realizado en esta animación:
Día 13, de Burgos a Frómista (12/05/2022)
Etapa cómoda y fácil por los páramos de Castilla marcada, como era de esperar, por la gran cantidad de gente que hay en el camino. Viniendo de donde vengo es un poco chocante pero también es un cambio agradable. Y otra cosa radicalmente diferente en el Francés en comparación con caminos minoritarios es la disponibilidad de servicios. Aquí en casi cada pueblo que cruzo hay varios albergues o alojamientos de otro tipo y varios bares.

¿Y que decir de la señalización? Si ayer mismo pasé por tramos sin ninguna indicación y donde solo siguiendo un track con un GPS es posible encontrar la ruta, aquí son tan abundantes que es casi imposible perderse. A veces hay tantas marcas que llegan a ser repetitivas e innecesarias.

Tras unos treinta kilómetros por pistas agrícolas entre campos de cereales y pasando por algunos pueblos como Tardajos, Rabé de las Calzadas o Hornillos del Camino llego a Hontanas donde paro a desayunar. Cuando hice el Camino Francés en 2015 con mi hija Blanca por casualidad paramos en el mismo bar y nos sentamos en la misma mesa en la que había estado en mi primer camino en 2013. Medio en broma establecimos que había que repetir siempre que alguien pasara por aquí. Pues aquí estoy, siete años después. Las mismas mesas siguen en el mismo sitio.

Tras Hontanas afronto un tramo en el que se cruzan unos campos por un sendero y más tarde hay una de las pocas veces en toda la etapa en que se circula por asfalto.

Por esta carretera se pasa bajo un arco que forma parte de las ruinas del convento de San Antón. Aquí y durante toda la etapa coincido con algunas bicicletas, incluso eléctricas, una novedad que hasta hace muy poco no se veía en el Camino de Santiago.
La carretera me lleva hasta Castrojeriz, un ejemplo de pueblo estrecho y alargado nacido a los lados del camino.

Pasado Castrojeriz afronto el ascenso al Alto de Mostelares, corto pero intenso ya que se suben 150 metros en apenas un kilómetro. Una vez arriba, desde donde hay una amplísima panorámica de la Meseta, se llanea brevemente y se desciende de forma tan brusca como se ha ascendido.

En cuanto llego de nuevo al llano cruzo el río Pisuerga por el largo Puente Fitero, de once arcos y edificado en el siglo XI, que marca el límite entre las provincias de Burgos y Palencia. Antiguamente representaba la frontera entre los reinos de Castilla y de León. Después, siempre atravesando esta enorme llanura cerealística, paso por Itero de la Vega y Boadilla del Camino. En ambas poblaciones se conservan “rollos de justicia”, una especie de columna que era un símbolo de la autonomía jurisdiccional que poseía el pueblo y también el lugar donde se ataba a los condenados para ser expuestos a la vergüenza pública.

En los últimos kilómetros del día hay un cambio momentáneo de paisaje cuando se circula junto al Canal de Castilla. Construido entre finales del siglo XVIII y principios del XIX sus más de 200 km de recorrido debían servir para facilitar el transporte en barcazas del trigo de Castilla a los puertos del norte de España. Posteriormente la llegada del ferrocarril lo dejó obsoleto para el transporte pero hoy día aún se utiliza como canal de riego.

Cruzando por una esclusa del canal entro en Frómista donde destaca su iglesia de San Martín, parte de un antiguo monasterio medieval desaparecido y muestra destacada del románico, y donde finalizo la etapa.

Balance del día: 67,1 km y 558 m de desnivel positivo acumulado.
Puedes obtener el track en Wikiloc aquí y ver el recorrido realizado en esta animación:
Día 14, de Frómista a León (13/05/2022)
Etapa larga a través de los páramos de Castilla y, más concretamente, de las extensas llanuras agrícolas de la comarca de Tierra de Campos, un nombre que refleja perfectamente lo que nos vamos a encontrar durante toda la jornada.
Por la noche ha llovido ligeramente y la mañana se levanta con niebla mientras recorro los primeros veinte kilómetros del día por un andadero -un carril separado para caminantes y bicicletas- paralelo a una carretera. Los veinte kilómetros son prácticamente una infinita línea recta.

Cruzo Carrión de los Condes, población con un importante patrimonio religioso por su vinculación histórica con el Camino de Santiago. Tiene una multitud de iglesias, conventos y monasterios, algunos de ellos en ruinas. Aprovecho para detenerme a tomar un café.

Los 40 kilómetros siguientes, hasta Sahagún, son del mismo estilo, siempre entre sembrados de cereal y, ocasionalmente, de colza. De hecho hoy, a pesar de recorrer 113 kilómetros, no hay demasiado que explicar porque fundamentalmente todo lo que se ve es muy similar, se diría que es el mismo kilómetro repetido 113 veces.
De vez en cuando se rompe la monotonía al atravesar algunos pueblos como Calzadilla de la Cueza, donde paro a desayunar, Terradillos de los Templarios o San Nicolás del Real Camino.

Poco antes de Sahagún se cruza el límite entre las provincias de Palencia y de León. Aproximadamente en el mismo punto coincide con el kilómetro mil de mi viaje desde que salí del Cap de Creus.

Sahagún, como antes Carrión de los Condes, es otra población con un inusual número de edificaciones religiosas fruto de su pasado histórico en la ruta jacobea. A la salida se cruza el río Cea por el Puente de Canto. En ese punto se une al Camino Francés el Camino de Madrid que, proveniente de la capital española, cruza la Sierra de Guadarrama y las ciudades de Segovia y Valladolid.

Poco después de Sahagún, en Calzada del Coto, se inicia la variante conocida como “la calzada romana” que se separa de la ruta normal hasta volver a converger en Mansilla de las Mulas, treinta kilómetros más adelante. En las dos ocasiones que he hecho el Camino Francés he tomado esa opción así que hoy, para variar, decido seguir el itinerario más tradicional. Como era de esperar el paisaje no cambia mucho respecto a lo que ya llevo recorrido.

En algunos pueblos por los que se cruza llama la atención la existencia de casas tradicionales construidas de adobe, muchas de ellas en muy mal estado, y también el que haya “bodegas-cueva” excavadas en la tierra, probablemente empleadas para la conservación de vinos o alimentos.

Así, kilómetro a kilómetro, campo a campo, voy avanzando hacia León. A medida que me aproximo a la ciudad el paisaje se vuelve más insulso y al final hay que cruzar varias autovías y zonas con escaso interés hasta finalmente llegar a esta gran capital, la mayor urbe que se atraviesa en el Camino Francés.

Y ya solo queda dar un paseo por el centro histórico y recuperar fuerzas tapeando alrededor de su plaza Mayor.

Balance del día: 113,3 km y 619 m de desnivel positivo acumulado.
Puedes obtener el track en Wikiloc aquí y ver el recorrido realizado en esta animación:
Día 15, de León a Rabanal del Camino (14/05/2022)
Antes de salir de León se pasa por la plaza de San Marcos, donde está el impresionante monasterio del mismo nombre que fue antiguo hospital de peregrinos, reconvertido hoy día en hotel. Aquí se separan el Camino Francés del Camino del Salvador que, tras cruzar la Cordillera Cantábrica por el puerto de Pajares, lleva hasta Oviedo y que hice en bici con mi hijo Pol en el verano de 2019. Es el camino de Santiago menos ciclable y por lo tanto más duro de hacer en bicicleta de todos los que conozco.

Pero hoy no voy hacía Oviedo, al norte, sino en dirección oeste, hacia Galicia. La salida de León es uno de los peores tramos del Camino Francés. Las primeras poblaciones que se cruzan, Trobajo del Camino y La Virgen del Camino son un continuo urbano con la capital y hasta hace poco se cruzaban por una calle-carretera con mucho tráfico. Hoy descubro que ha mejorado respecto a la última vez que pasé y ahora hay un carril-bici que simplifica enormemente el paso por esta zona. Un acierto.
Después tomo la variante de Villar de Mazarife que me aleja definitivamente de las zonas más urbanizadas e industrializadas y me lleva por una pista de tierra mucho más interesante a través del páramo.

A partir de Villar de Mazarife continúo por tramos de carreteras locales y otros de pistas a través de zonas agrícolas. Como viene siendo habitual desde que salí de Burgos hay muchísimos peregrinos, tanto a pie como en bicicleta. Además, según un estudio no muy riguroso basándome en el acento con el que responden cuando les adelanto y les digo el tradicional “¡buen camino!”, yo diría que un 75% son extranjeros. Hay muchos franceses, italianos y alemanes, pero también americanos y coreanos, que tras dos años de restricciones para viajar a Europa han vuelto al camino.

Cuando empezaban a caer algunas gotas llego a Hospital de Órbigo tras cruzar el larguísimo Puente del Paso Honroso, de 19 arcos y origen medieval, cuando el río era mucho más ancho y caudaloso antes de la construcción aguas arriba del embalse de Barrios de Luna. Aprovecho para parar a comer y cuando me pongo de nuevo en marcha ya está lloviendo más intensamente y la previsión es que lo haga durante un par de horas. Así que, por primera vez en este camino, me visto para la lluvia con el pantalón y la chaqueta impermeables y los cubrezapatos. Aunque en los primeros días tuve momentos de lluvia siempre fue ligera y breve y no llegué a tener que equiparme.

Bajo la lluvia tomo la variante que a la salida de Hospital de Órbigo se aleja de la nacional y pasa por una zona más montañosa, entre bosques y campos de cultivo.

En este recorrido paso por la peculiar morada de David, bautizada como “la casa de los Dioses”. En mi primer camino, en 2013, ya paré a hablar con él. En un lugar aislado, en una casa prácticamente en ruinas y sin electricidad, David había decidido instalarse a vivir y ofrecer lo poco que tenía a los peregrinos que pasaban por allí. En aquel entonces estaba empezando esta nueva vida. Hoy, nueve años después, sigue ahí y el sitio ha cambiado bastante, aunque continúa siendo una vida peculiar y durísima. Hablamos un rato ya que además resulta que David es de Premià de Dalt, un pueblo de Barcelona muy cercano al mío. En el Camino de Santiago abundan esta clase de personas que, cada uno a su manera y por motivos diferentes, decidieron un día cambiar radicalmente de vida y empezar una nueva existencia muy lejos de lo convencional.
Poco después llego a la Cruz de Santo Toribio desde la que ya se divisa Astorga y a la que desciendo rápidamente.

Astorga era Asturica Augusta, la localidad a la que se dirigían muchas de las vías romanas por las que he transitado en estos días pasados. Un cruce importante de caminos durante siglos, donde también finalizaban las calzadas romanas provenientes del sur de la península, como la conocida Vía de la Plata. Pero en la actualidad, aunque evidentemente quedan restos romanos, sus dos monumentos más destacados son de épocas más recientes, la catedral, construida entre los siglos XV y XVIII, y el palacio episcopal, obra modernista de Gaudí.
Aprovecho el paso por la ciudad para quitarme la equipación impermeable ya que había parado de llover y, de hecho, el resto del día ha salido el sol.

Pasado Astorga el paisaje cambia y va haciéndose cada vez más montañoso. Las grandes llanuras de la meseta van quedando definitivamente atrás mientras asciendo de forma suave pero constante durante los siguientes veinte kilómetros en dirección a los Montes de León, que he de cruzar mañana.

Rabanal del Camino, donde termino la etapa, es un pueblo montañés de casas de piedra y un ejemplo de localidad rescatada del olvido gracias al auge del Camino de Santiago en los últimos veinte años. Lo que hubiera acabado probablemente en despoblación y abandono es ahora un núcleo con no solo albergues sino hostales, casas de turismo rural, restaurantes y tiendas, todo construido de forma respetuosa e integrada en el entorno. Una forma beneficiosa de turismo.

Balance del día: 76,1 km y 750 m de desnivel positivo acumulado.
Puedes obtener el track en Wikiloc aquí y ver el recorrido realizado en esta animación:
Día 16, de Rabanal del Camino a Trabadelo (15/05/2022)
Para pasar de la Meseta Castellana a Galicia hay que cruzar dos barreras montañosas. La primera son los Montes de León, que superaré en la etapa de hoy. La segunda son los Ancares, una sierra que es parte del Macizo Galaico y que cruzaré mañana por el famoso Alto do Cebreiro. Entre ambas hay una “hoya” o depresión natural en la que se ubica la comarca del Bierzo, con un microclima especial de tipo mediterráneo y que social y culturalmente es un territorio de transición entre León y Galicia.
Para superar la primera de estas dos barreras montañosas que me separan de Galicia emprendo entre la niebla el ascenso por un sendero hacia uno de los lugares más emblemáticos de todo el Camino Francés, la Cruz de Ferro.

Por el camino paso por Foncebadón, otra aldea que ha revivido gracias a los peregrinos y, en este caso, de forma literal ya que desde los años 60 del siglo pasado estuvo abandonada hasta que el resurgir del Camino de Santiago en los últimos 25 años hizo que se empezaran a abrir albergues, bares, restaurantes y otros servicios. Desde aquí ya solo quedan un par de kilómetros de subida hasta la Cruz de Ferro.

La tradición ancestral es depositar una piedra en la base de la cruz. Parece ser que los segadores gallegos que regresaban a su tierra desde Castilla ya hacían lo mismo y con los siglos se ha creado una inmensa pirámide de piedras.

Aunque la Cruz está en el puerto de Foncebadón, a 1.496 metros de altitud, todavía queda subir algo más. En los siguientes kilómetros se desciende ligeramente para volver a ascender después hasta otro collado. En este tramo se pasa por Manjarín, una aldea abandonada pero en la que Tomás lleva 29 años instalado en su “refugio templario”, como él lo define, desde el que ha ofrecido ayuda y café a miles de peregrinos, como el que hoy me he tomado yo. Otro de esos personajes peculiares ligados para siempre a la recuperación del camino en la época moderna.

Finalmente, aunque nada lo indica, se alcanza el collado de las Antenas, junto a una pequeña base militar, y que con 1.505 metros de altitud es la cota máxima de todo el Camino Francés.

Los siguientes diez kilómetros son un larguísimo descenso por senderos, en ocasiones con muchísima piedra suelta. Algunos tramos son verdaderamente empinados y a pie debe ser rompedor para las rodillas. De hecho, tanto a pie como en bicicleta este descenso es el plato fuerte del día, mucho más exigente que la subida a la Cruz de Ferro o al alto de las Antenas.

Solo el paso por un par de pueblos, El Acebo de San Miguel y Riego de Ambrós, interrumpe brevemente el espectacular descenso. Ambos pertenecen ya a la comarca del Bierzo.

El descenso termina en Molinaseca, donde paro a desayunar. Después unos kilómetros más relajados, en los que he pasado por las primeras viñas de la denominación de origen El Bierzo, me llevan hasta Ponferrada.
En esta ciudad destaca su enorme castillo de los Templarios. Esta orden religiosa de monjes guerreros estuvo en la Edad Media muy vinculada al Camino de Santiago ya que se encargaba de la protección de las rutas y de los peregrinos. Por eso abundan los vestigios relacionados e incluso hay topónimos que hacen referencia como Terradillos de los Templarios por donde pasé hace un par de días.

En Ponferrada es también donde se inicia el Camino de Invierno que en lugar de entrar en Galicia por O Cebreiro lo hace siguiendo el valle del Sil y que recorrí hace un par de años con mis dos hijos como continuación del Camino Olvidado que nos trajo hasta aquí desde Bilbao. Ambos caminos, Olvidado y de Invierno, muy recomendables.
Pero hoy prosigo por el Francés y para ello salgo de Ponferrada dirección Villafranca del Bierzo. Los primeros quince kilómetros, hasta Cacabelos, son algo anodinos. Por pistas y tramos de carretera voy recorriendo la parte más llana de la comarca del Bierzo sin nada que destaque demasiado. En Cacabelos paro a comer un bocadillo y después el paisaje mejora enormemente mientras serpenteo entre un mar de viñedos.

Por preciosas pistas entre viñas llego a Villafranca del Bierzo donde hago la última parada del día. Díez kilómetros más siguiendo un carril paralelo a la antigua N-VI, en desuso desde la construcción de la autovía, me dejan en Trabadelo, donde termino la etapa y donde estoy a solo quince kilómetros de la entrada a Galicia, ¡ya se huele a pulpo a feira!

Balance del día: 68,3 km y 902 m de desnivel positivo acumulado.
Puedes obtener el track en Wikiloc aquí y ver el recorrido realizado en esta animación:
Día 17, de Trabadelo a Sarria (16/05/2022)
Hoy toca cruzar la segunda de las barreras montañosas que separan la Meseta de Galicia, la sierra de los Ancares. Los primeros diez kilómetros son de “aproximación”, remontando el curso del río Valcarce por un carril paralelo a la antigua N-VI o por una carretera local sin tráfico. En este tramo el ascenso es suave y en el último pueblo antes de empezar la subida “de verdad”, Las Herrerías, paro a tomar un café. Y aunque había desayunado hacía menos de una hora no he podido resistir el brownie de chocolate casero que tenían, necesitaba un extra de energía para lo que me esperaba a continuación…
En estos primeros kilómetros llovía ligeramente pero después de la pausa había parado casi del todo. Un par de kilómetros después de Las Herrerías un desvío a la izquierda marca el inicio de la ascensión. En este punto la mayoría de ciclistas siguen por la carretera pero en mi caso, como hago habitualmente, prefiero seguir el camino original. De todas formas la subida por asfalto también es durísima.

El ascenso se puede dividir en tres partes. En esta primera se circula por un sendero por el bosque con algunos tramos de mucha pendiente y piedras sueltas que son difícilmente ciclables con una bici cargada. Depende, claro está, de la forma de cada uno. En mi caso he tenido que arrastrar la bici en algunos momentos. En poco menos de dos kilómetros se llega a la aldea de La Faba.

Tras La Faba la segunda parte tiene menos pendiente y el sendero es más liso y sin tanta piedra. A partir de aquí todo es ciclable. Se sube entre pastos y con bonitas vistas de las montañas de alrededor. En dos kilómetros se llega a Laguna de Castilla, el último pueblo castellano-leonés por el que pasaré en este camino. Allí paro un rato a reponer fuerzas como muchos de los peregrinos a pie o en bicicleta con los que coincido.

Inicio la tercera y última parte subiendo entre pastos y un kilómetro después… ¡Galicia! Momento muy emocionante que me hace tomar consciencia de todo lo recorrido desde que salí del Cap de Creus y de lo poco que queda para llegar a Santiago, en primer lugar, y a Fisterra después.

Enseguida aparece el primer mojón de la Xunta que indica que quedan 160,948 km a Santiago. Nunca deja de sorprenderme que utilicen tres decimales de precisión. Un último esfuerzo y entro en O Cebreiro, la pequeña aldea en la que finaliza el ascenso.

O Cebreiro, aparte del simbolismo de ser la primera localidad que se pisa al entrar en Galicia, es también un lugar clave en la recuperación del Camino de Santiago en la época moderna. Fue Elías Valiña, párroco de esta aldea, quien en los años 80 del siglo pasado empezó a trabajar para reactivar las peregrinaciones jacobeas para lo cual tuvo la idea de señalizar el itinerario desde Francia y para ello empleó unas sobras de pintura amarilla que le cedieron en unas obras de carretera. Así nacieron las flechas y por eso son del color que son.

A partir de aquí el itinerario sigue bajando y subiendo constantemente por bonitos caminos entre bosques. A unos tres kilómetros se sube un segundo alto, el de San Roque, en el que hay una enorme estatua de un peregrino andando contra el viento. Unos kilómetros después y tras una dura rampa final se llega a un tercer alto, el del Poio, en el que hay un par de bares y donde paro a comer un pincho de tortilla mientras las gallinas picotean a mi alrededor.

Tras tres altos consecutivos, Cebreiro, San Roque y do Poio, viene por fin, ahora sí, una larga bajada de casi doce kilómetros, siempre serpenteando a través de verdes colinas, hasta llegar a Triacastela. El tiempo, muy gallego, es cambiante durante todo el día, pasando de un sol sofocante a lluvia ligera y rachas de viento con una facilidad asombrosa. Aún así no llega a llover seriamente en ningún momento de la etapa.

A la salida de Triacastela hay dos opciones que confluyen de nuevo poco antes de Sarria. Una variante pasa por San Xil y la otra por Samos. La primera es siete kilómetros más corta pero tiene más desnivel y ambas son igual de interesantes. En mi primer camino, en 2013, fui por San Xil y en el segundo, en 2015, por Samos, así que decido que esta vez toca San Xil.
Esta variante sube durante los primeros cinco o seis kilómetros hasta coronar el Alto de Riocabo, el cuarto del día, pasando durante la ascensión por muchos tramos de corredoiras, los caminos de carro tradicionales que unían las aldeas gallegas y que generalmente discurren entre muros de piedra que suelen estar cubiertos de musgo creando estampas preciosas.

Coronado el alto, en cuyo descenso también se pasa por más de una corredoira, voy acercándome a Sarria, el destino del día, parando antes a comer en Pintín, a pocos kilómetros del final.

Sarria está a 113 kilómetros de Santiago y, dado que la norma algo absurda del arzobispado de esta ciudad fija en 100 la distancia mínima que hay que recorrer para conseguir la Compostela, el diploma acreditativo de haber completado la peregrinación, es el lugar de partida elegido mayoritariamente por quien quiere hacer un Camino lo más corto posible. Por eso una de cada cuatro personas que llegan cada año a Santiago a pie lo hacen partiendo de Sarria, y por eso también hay decenas de albergues, pensiones, hoteles y muchos otros servicios para los peregrinos. Yo aprovecho que es mi primera noche en Galicia para disfrutar del primer plato de pulpo, lo justo para ir abriendo boca de lo que me espera mañana en Melide…

Balance del día: 57,8 km y 1.313 m de desnivel positivo acumulado.
Puedes obtener el track en Wikiloc aquí y ver el recorrido realizado en esta animación:
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