Camino Vasco del Interior en BTT: día 3, de Beasain a Vitoria (20/08/2023)

Se sale de Beasain remontando fuertemente, primero por un sendero y después por una pista. Se ascienden unos 150 metros en el primer kilómetro o kilómetro y medio. La cosa se suaviza al llegar a las cercanías de una explotación ganadera y, a partir de ahí, serpenteo entre colinas verdes salpicadas de caseríos aislados.

En uno de esos caseríos por los que paso se dedican a la cría de ovejas y a la producción de queso Idiazabal. Estoy en la zona de elaboración de este conocido queso de oveja para el que se utiliza exclusivamente leche de dos razas autóctonas, latxa y carranzana. Precisamente a Idiazabal es a donde me dirijo.

Poco antes de la población se circula por algún tramo de auténtica calzada medieval, con parte del empedrado original, bastante incomodo para circular en bici. Al final hay un descenso vertiginoso por una especie de escalones de piedra en los que tengo que bajar a pie para no romperme la crisma.

En Idiazabal paro a desayunar esperando degustar el famoso queso y resulta que solo hacen bocadillos “de jamón o de chorizo”. En fin, me he quedado sin probarlo…

Un fuerte repecho a la salida de Idiazabal remontando por una carretera me permite tener una vista de la población desde lo alto, y al fondo las montañas por las que he venido desde Beasain. Una vez arriba, un par de kilómetros entre colinas y llego a la siguiente población, Segura.

Segura fue fundada en el siglo XIII por el rey castellano Alfonso X el Sabio como ciudad amurallada para proteger el Camino de Santiago, que no solo era una ruta de peregrinación sino que era una vía principal de comunicación entre Castilla y el resto de Europa. De su importancia histórica conserva diversas casas señoriales.

Tras Segura recupero el bidegorri junto al río Oria por el que circulé tantos kilómetros ayer. Aquí, cerca de su nacimiento en la sierra de Aizkorri, el río es apenas un riachuelo, nada que ver con el caudal que tenía al pasar por Beasain, Tolosa o Andoain.

En tres kilómetros cómodos y fáciles llego a Zegama, población que alberga cada año una de las carreras de montaña más populares del mundo, la Zegama-Aizkorri. Y es esa misma sierra de Aizkorri por donde transcurre la carrera donde tengo que ascender yo, la subida más dura de este Camino, unos 800 metros de desnivel en 8 kilómetros.

Poco después de pasar el pueblo empieza el duro ascenso. Al principio combina tramos de sendero y tramos de pista cementada. En algunos momentos la pendiente es muy fuerte y de vez en cuando acabo bajando de la bici y subiendo a pie. Tras un par de kilómetros de pista cementada paso por un caserío llamado “Buenabista” cuyo nombre no puede estar mejor elegido, tiene una vista espectacular…

Justo pasado este caserío se abandona la pista cementada para iniciar una de tierra y piedras con una pendiente brutal. Aquí he de subir arrastrando la bici durante casi un kilómetro. A partir de aquí se acaban las pistas y durante algunos kilómetros todo el recorrido es por senderos. El ambiente es precioso, pero la subida es durísima y hay muchísimos tramos en los que acabo caminando.

Hoy, desde que he salido por la mañana, el cielo estaba cubierto de nubes, por lo que hace algo menos calor que los días pasados. Aún así, hay muchísima humedad y se suda muchísimo. A medida que asciendo esas nubes que cubrían el cielo se transforman en niebla.

Durante el ascenso nos hemos adelantado el uno al otro un par de veces con una chica que iba de excursión a pie, haciendo parte del recorrido de la Zegama-Aizkorri, la carrera de montaña. Una de las veces que nos hemos cruzado se ha ofrecido a hacerme una foto y nos hemos puesto a hablar, y ha resultado ser del mismo pueblo en el que yo vivo… ¡el mundo es un pañuelo!

En los últimos dos kilómetros antes de llegar arriba se combinan los senderos con algunos tramos de pista relativamente más fáciles que permiten recuperarse un poco y pedalear, por fin, un tramo continuo.

Paso por la ermita del Sancti Espiritu que, estratégicamente situada, fue un hospital de peregrinos en la Edad Media. Desde aquí, cuando la niebla en algunos momentos se levanta, hay una vista espectacular y, no muy lejos, se divisa ya el Túnel de San Adrián, el paso natural a través de la roca que se aprovecha desde tiempos inmemoriales para cruzar esta sierra, hacia el que me dirijo.

El último tramo por una antigua calzada empedrada se ha de ascender arrastrando la bici, pero finalmente entro en el túnel por la puerta de la pequeña muralla que protegía el acceso y permitía controlar esta importante vía de comunicación. Dentro hay también una pequeña ermita.

Una vez cruzados los 55 metros de longitud del túnel, por el otro lado el ascenso continua por los restos de una calzada medieval. Hay muchos tramos de calzada que conservan claramente partes del pavimento de piedras, interesante de ver pero muy complicado para circular en bicicleta. Lentamente voy avanzando.

El recorrido, a través de un hayedo espectacular, es precioso. Cuando parece que lo he visto todo, en cada curva aparece un tramo más bonito todavía. Un bosque mágico.

Cuando no me quedaba ni un gramo más de fuerzas llego por fin al Collado de Portugaina, el punto más alto del recorrido con sus 1.143 metros de altitud, y frontera histórica entre Guipúzcoa y Álava. Aunque no hay ningún cartel que señalice el collado, se ve claramente que la subida ha terminado y empieza la bajada. Mi bici y yo estamos reventados.

El descenso empieza por un terreno similar al del ascenso, con mucha piedra de la antigua calzada que dificulta bajar, pero aún así es mucho más cómodo… porque es bajada. Poco a poco va mejorando y finalmente el sendero desemboca en una pista lisa por la que se baja rapidísimamente hasta que conecta con una carretera asfaltada, por la que solo hay que dejarse caer kilómetros y kilómetros sin hacer ningún esfuerzo.

En el primer pueblo de Álava al que llego, Zalduondo, no hay ningún bar, pero al menos puedo recargar de agua en una fuente, porque estoy deshidratado. A partir de aquí recorro rápidamente los seis kilómetros que quedan hasta Salvatierra. Son íntegramente por una carretera local y prácticamente planos porque por algo la comarca en la que he entrado es conocida como la Llanada Alavesa. En cuanto llego, pido algo de comer y una jarra helada de cerveza.

Y es que el cruce de la Sierra de Aizkorri no ha supuesto solo un cambio “administrativo” de una provincia a otra, es mucho más. He pasado de las montañas y el verde a inmensas llanuras agrícolas que recuerdan a los páramos de la Meseta. Hasta la arquitectura de los pueblos parece diferente. Otro mundo.

Así que, como en la etapa de ayer, la tarde es completamente diferente a la mañana. Entre Zalduondo, el primer pueblo tras descender del collado, y Vitoria, el destino de hoy, son 35 kilómetros casi llanos que se hacen muy rápidos por pistas agrícolas y algún tramo de carretera.

Y finalmente entro en Vitoria, muy cansado pero encantado de la grandísima etapa que he hecho. Si ayer decía que el tramo entre Irún y Hernani se merecía estar entre las 10 etapas mas bonitas de los Caminos de Santiago que conozco, indudablemente el tramo Zegama-Salvatierra, que es la etapa que típicamente se hace a pie, entra igualmente en ese hipotético (y subjetivo) ranking, probablemente en una de las tres primeras posiciones.

Balance del día: 70,6 km y 1.441 m de desnivel positivo acumulado.

Puedes obtener el track en Wikiloc aquí y ver el recorrido realizado en esta animación:

Un comentario sobre “Camino Vasco del Interior en BTT: día 3, de Beasain a Vitoria (20/08/2023)

  1. Nos sorprenden en cada etapa con los lugares maravillosos por los que pasas y por tu energía!!! Un abrazo

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