Hoy he de cruzar la Serra do Caldeirão, la barrera natural que separa las regiones del Algarve y el Alentejo, y para ello, en cuanto dejo atrás Salir, empiezo subiendo por carretera a un pequeño alto para luego, tras descender un poco, abandonar el asfalto en las cercanías de Ameixeirinhas. Por una pista forestal recorro dos kilómetros en ascenso hasta otro alto. Al final la pista se transforma en un sendero con fuertes rampas que me obligan a empujar la bici. La subida termina finalmente junto a dos o tres casas que parecen abandonadas.

La ruta continúa por kilómetros y kilómetros de pistas forestales que serpentean por los montes subiendo y bajando. El paisaje es muy bonito, con predominio de alcornoques para la extracción de corcho combinados de vez en cuando con algún olivo y, muy esporádicamente, con algunas especies foráneas como pinos y eucaliptos.

La pista se convierte en sendero momentáneamente para seguir durante unos cientos de metros por el fondo de un barranco. Justo antes, como salido de otra época, me había cruzado con un paisano y un mulo que venían de recolectar algún tipo de plantas. El sendero me lleva hasta las cuatro casas de la aldea de Vale Gomes donde me incorporo a un tramo de pista asfaltada.

Desde aquí sigo mayoritariamente por asfalto hacia Ameixial. En estos kilómetros que me quedan hasta este pueblo he tenido un cierta confusión cuando he dejado la carretera por un sendero lateral que va siguiendo el curso de un río seco. Un kilómetro después no había vuelto a ver ninguna flecha amarilla y he tenido que regresar a la carretera. Parece ser que el recorrido antes iba por ahí pero ahora ha cambiado. En fin, dos kilómetros extras que he tenido que hacer, para finalmente llegar a Ameixial, última población del Algarve por la que pasaré, y donde paro a desayunar.

Los siguientes quince kilómetros voy siguiendo pistas forestales polvorientas que van serpenteando por la sierra. Ya he pasado las zonas más elevadas, así que ahora es mayoritariamente llano o incluso bajada. Es muy fácil de recorrer. En algún momento de este tramo cruzo el cauce seco de la Ribeira do Vascão, el río que separa el distrito de Faro del de Beja (la estructura territorial de Portugal es muy compleja y algo incomprensible para un foráneo, pero los distritos equivalen aproximadamente a lo que en España es una provincia). Es además el límite entre la región del Algarve y la del Alentejo.

Santa Cruz, primera población del Alentejo a la que llego, debe su nombre a la antigua iglesia de la Santa Cruz, construida en el siglo XVI y vinculada desde su origen a la Orden de Santiago, como se reconoce por la característica cruz labrada en la fachada sobre la puerta principal. Una vez en el pueblo paro un rato en una placita a comerme un plátano y descansar un poco. Llevaba hechos unos 40 kilómetros, menos de la mitad de la etapa que había previsto, pero la travesía de la Serra do Caldeirão había supuesto cerca de 1.000 metros de desnivel positivo.

Afortunadamente, a partir de aquí el terreno se transforma radicalmente. La sierra ha quedado atrás y el paisaje del Baixo Alentejo lo forman grandes extensiones de pastos con árboles aislados, mayoritariamente encinas y alcornoques. No llega a ser una llanura, pero es un relieve suave y ondulado.

El camino va atravesando grandes fincas en las que ocasionalmente pastan rebaños de ovejas. Es muy bonito y, en cierta medida, recuerda a las grandes dehesas que se cruzan en la Vía de la Plata, tanto en la Sierra Norte de Sevilla como en Extremadura. Al fin y al cabo están más o menos en la misma latitud. Solo el paso por alguna granja aislada y alguna pequeña aldea rompe la monotonía. Los desniveles son suaves y se avanza bastante rápido.

Así llego a Almodôvar, donde paro a comer. Tras la pausa sigo un par de kilómetros por asfalto y luego, ya por pistas de tierra polvorientas, continúo cruzando las mismas grandes fincas, con encinas y alcornoques solitarios, grandes extensiones de pastos y algunas ovejas. En multitud de ocasiones hay que abrir, cruzar y volver a cerrar portillas para el ganado.

Tradicionalmente se traían a estos campos en trashumancia las ovejas desde la Serra da Estrela, la zona con las montañas más altas del Portugal continental, a casi 400 kilómetros al norte de aquí. E incluso desde Castilla se traían rebaños, a causa de la gran fama de la zona, conocida como Campos de Ourique, para la cría del ganado ovino.

Al salir de una de estas grandes fincas llego a A-dos-Neves y tras un par de kilómetros más paso por la siguiente aldea, Rosário. Son pequeños núcleos en los que no hay gran cosa pero me han parecido curiosas sus iglesias, parecen casi de juguete.

Tras decenas de kilómetros de fincas y de haber cruzado multitud de portillas para el ganado, veo por fin a lo lejos Castro Verde, donde terminaré esta larga etapa. Llego rendido pero con muy buen sabor de boca tras los primeros dos días pedaleando por Portugal. Mañana más.

Balance del día: 90,7 km y 1.446 m de desnivel positivo acumulado.
Puedes obtener el track en Wikiloc aquí y ver el recorrido realizado en esta animación:
Nos alegra saber que todo va bien.
Un abrazo