Camino Portugués Central en BTT: día 7, de Benavente a Tomar (18/10/23)

A la salida de Benavente se cruza el río Sorraia por un puente peatonal que continúa por unas pasarelas de madera. Luego una sucesión de senderos me llevan entre tierras cultivadas. Hay un momento un poco complicado cuando las flechas me envían por un campo de arroz encharcado, donde acabo arrastrando la bici y perdido de barro…

A partir de aquí sigo por una carretera secundaria durante unos diez kilómetros a través de grandes extensiones agrícolas. El terreno es totalmente llano y forma parte de la vega del Río Tejo, a cuyo curso me voy acercando a medida que avanzo.

Cuándo acaba el asfalto continúo por una pista que cruza un inmenso pinar, donde una vez más se cumple que donde hay pinos, el suelo es arenoso. Paso sin detenerme por un par de aldeas, Salvaterra de Magos y Escaroupim, y en la tercera, Muge, hago la primera parada del día.

A la salida de Muge se pasa junto a su puente romano, que formaba parte de la vía romana que comunicaba el Alentejo y Santarém. Luego continúo de nuevo circulando entre grandes llanuras agrícolas en las que se ven campos de maíz, olivos y otros cultivos.

Pero lo que más va predominando a medida que avanzo son los viñedos, de cuyas uvas se producen los vinos de la denominación de origen Vinho do Tejo.

A todo esto, para hoy había una previsión de lluvia a partir de la última hora de la tarde, pero a las 11.30 empieza a llover. Paro a equiparme con pantalón y chaqueta impermeable y, poco después, deja de llover y he de quitarme todo de nuevo, ¡falsa alarma!

Tras casi treinta kilómetros de rodar cerca de su orilla derecha, llego al larguísimo puente de Dom Luis sobre el Tejo, por el que cruzo este río, el de mayor longitud de la península y que aquí está ya a pocos kilómetros de su desembocadura.

Al otro lado del río entro en el barrio de la Ribeira de Santarém, sin llegar a subir al centro histórico de esta ciudad, situado en alto. Aquí el Camino Portugués Central, que estoy siguiendo desde Faro, se junta con el ramal que proviene de Lisboa, mucho más conocido y concurrido. Coincide además con el kilómetro 500 desde Faro, justo la mitad del recorrido entre la capital del Algarve y Santiago de Compostela.

Dejo atrás Santarém y continúo entre viñas y pistas agrícolas con mucho barro. Por lo demás sigue siendo prácticamente llano y cuando en la aldea de Vale de Figueira paro a desayunar llevo ascendidos 141 metros en 50 km, menos de tres metros de desnivel por kilómetro. Como era de esperar, ha sido pasar Santarém y pronto veo a los primeros peregrinos, mientras que en los 500 km desde Faro no me había cruzado con ninguno. Luego, cuando paro en el bar, llega el primero al que había adelantado y hablamos un rato, es un chico gallego que ha empezado en Lisboa su primer camino.

Sigo de nuevo entre grandes zonas agrícolas, mayoritariamente maizales y viñedos, manteniéndome siempre cerca del río Tajo, aunque ahora por su orilla norte. Así llego a Azinhaga, aldea natal del escritor y Premio Nobel José Saramago, del que hay una estatua en una plaza.

Entre Azinhaga y Golegã circulo siete kilómetros por carretera, pasando cerca de la iglesia de San João de Ventosa, del siglo XVI, que tiene la particularidad de alzarse en medio de los campos de maíz. También puedo ver como en un olivar están recogiendo las aceitunas de un árbol por el método del vareo, dando con una vara a las ramas para que los frutos caigan sobre unas mantas colocadas en el suelo. Cuando finalmente llego a Golegã hago una última parada para comerme un bocadillo.

En esta población, como en todas desde que salí de Faro, llama la atención el uso constante que se hace de los azulejos. Se utilizan para las placas con los nombres de las calles, para los nombres de quintas y fincas o, incluso, para decorar las fachadas de las casas con referencias al oficio de los moradores: pescador, carpintero, zapatero, etcétera. El azulejo es todo un símbolo de Portugal.

Sigo unos kilómetros cruzando zonas agrícolas hasta que en Vila Nova da Barquinha el camino empieza a alejarse definitivamente del Tejo y su llanura fluvial, empezando a vislumbrarse algunos montes. Aquí el Camino de Santiago coincide momentáneamente con la señalización de la ruta de peregrinación al Santuario de Fátima, que suele marcarse con flechas azules. En estos últimos kilómetros del día se circula por una auténtica montaña rusa subiendo y bajando por plantaciones de eucaliptos, con algunos ascensos bastante duros.

Acabo la etapa en la ciudad de Tomar, antigua sede de la Orden de los Templarios, y con un interesante centro histórico. Durante el día he recibido 3 mensajes de alerta de protección civil en el móvil con un texto, en inglés, que decía: “Fuertes lluvias/vientos en esta región en las próximas 36 horas. Riesgo de inundaciones. Protéjase. Siga las recomendaciones de protección civil”. Y, en efecto, hay una alerta naranja por lluvia y viento en todo el norte de Portugal. Tendré que pensar bien que hacer, pero probablemente me quede aquí todo el día de mañana a esperar que pase la tormenta. Veremos…

Balance del día: 99,9 km y 444 m de desnivel positivo acumulado.

Puedes obtener el track en Wikiloc aquí y ver el recorrido realizado en esta animación:

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