Igual que ayer a la salida de Urdax, nada más arrancar desde Venta de San Blas se inicia un fuerte ascenso sin haber tenido tiempo ni de calentar un poco los músculos. La mayoría del desnivel lo salvé ayer, pero para alcanzar el Puerto de Belate aún quedan por ascender 240 metros en poco más de cuatro kilómetros, aunque casi toda la subida se concentra en los dos primeros. No llueve, pero hay una niebla que cubre todo y se engancha en las copas de los árboles. El sendero a través del bosque, la niebla, la hojarasca en el suelo y los líquenes que cubren troncos y piedras forman un conjunto espectacular. A estas horas de la mañana, en absoluta soledad y con el canto de los pájaros como único sonido, se crea un ambiente mágico.

Tras la fuerte subida inicial la pendiente se suaviza y hay tramos llanos e incluso pequeñas bajadas, así que unido a que estoy embelesado por el paisaje, hace que el avance se haga muy llevadero.

Más arriba la niebla se levanta en algunos momentos y se puede apreciar el bosque en toda su extensión, aunque enseguida regresa y vuelve a cubrirlo todo. El ambiente es tan mágico que solo falta ver aparecer los gnomos en cualquier momento.

Sigo, siempre a través del impresionante hayedo, por una pista forestal llaneando por la ladera del monte mientras voy acercándome al puerto. Hay caballos y algunos rebaños de ovejas pastando. No paro de hacer fotos, aunque ninguna imagen puede reflejar la sensación de estar inmerso dentro de este espectacular paisaje. Yo hago Caminos de Santiago para vivir momentos como este…

Ya cerca del puerto se pasan tramos donde se ve el empedrado original. Leo que algunos estudios consideran que estos restos corresponden a una calzada romana, aunque es difícil de saber ya que por aquí han pasado muchos otros pueblos durante miles de años.

Una vez arriba no hay nada que marque que hemos llegado al Puerto de Belate, que con sus 920 metros de altitud es la cota máxima de todo el Camino del Baztan. Llega un momento, a medida que se asciende, que deja de haber árboles y aparecen praderas de alta montaña. Es una especie de altiplano en el que se circula sin perder altura hasta que empieza el descenso. El camino aquí está jalonado por unas piedras verticales tipo hitos o dólmenes que parecen algún tipo de señalización ancestral de la calzada.

Antes de empezar a bajar se pasa por la antigua Ermita de Santiago, que ha sido reconstruida y convertida en refugio. La soledad es absoluta y solo se escuchan los cencerros de las vacas, los balidos de las ovejas y los relinchos de los caballos que pastan apaciblemente en los alrededores. Este punto marca el límite entre el Valle del Baztan, que abandono definitivamente, y el Valle de Ultzama y, como curiosidad, también representa la divisoria de las cuencas fluviales atlántica y mediterránea: las aguas del Baztan-Bidasoa acabarán siendo vertidas en el Cantábrico mientras que las del resto de Navarra a partir de aquí acabarán en el Ebro y, finalmente, en el Mediterráneo.

Entre helechos y mucho barro desciendo hacia el cercano Monasterio de Belate y su hospital de peregrinos, originario del siglo XII y actualmente cerrado. En cuanto he empezado a bajar hacia esta vertiente del puerto el tiempo ha cambiado radicalmente, no hay niebla, el cielo está despejado e incluso luce bastante el sol. Paro un rato a descansar junto al monasterio, a orillas del río Ultzama.

A partir de aquí voy descendiendo suavemente a través de un bosque que sigue siendo igual de bonito que al otro lado del puerto. Por pistas y caminos forestales, con muchos tramos embarrados, voy avanzando por un hayedo espectacular y, por primera vez desde que salí de Bayona, brilla el sol y el cielo se ve azul.

Así llego hasta Lantz, el primer municipio de este valle. Aquí pensaba desayunar ya que, teóricamente, hay un bar, pero no encuentro nada, así que continúo. El paisaje a partir de aquí cambia totalmente y ahora predominan los cultivos y pastos. Recorro así cinco kilómetros más hasta el siguiente pueblo, Olagüe, donde al llegar resulta que su única tienda está hoy cerrada.

Según la información que tengo, una vez descartados Lantz y Olagüe, no se vuelve a pasar por ningún bar o tienda hasta Sorauren, para donde faltan catorce kilómetros más. Eran las tres de la tarde, no había tomado nada desde las ocho de la mañana, ni un mísero café, y empezaba a tener hambre… Sigo avanzando a través de cultivos y zonas de pastos, atravesando pequeños núcleos sin servicios como Leazkue y Etuláin, uniéndolos por tramos de carretera local y en algún momentos por caminos agrícolas o senderos totalmente cubiertos por maleza.
Cuando pensaba que aún quedaban diez kilómetros hasta el primer pueblo con bar me doy cuenta, mientras circulo por una pista agrícola, que en paralelo y muy cerca tengo una carretera en la que hay una gasolinera con tienda, así que me desvío 100 metros para pasar por ella y poder comprar, por fin, algo de comer y beber. Después retomo el camino en los alrededores de Burutáin.

Me ha sentado divinamente, y ya saciado continúo por una carretera hacia Ostiz y Endériz. Aunque hay algún tramo de pista agrícola, en general hay bastante asfalto, y unido al calor y a que el paisaje no es tan espectacular como en la primera parte del día, se hace todo un poco pesado.
Afortunadamente, pasado Estériz se inicia un tramo de sendero, entre abetos y a media ladera, alejado del fondo del valle y de la carretera, que permite romper la monotonía de los últimos kilómetros y que me deja en Sorauren, donde encuentro el primer bar de la etapa y donde paro a comer un pincho de tortilla.

Desde Sorauren continúo por el paseo fluvial del Ultzama. Se trata de un carril cementado para peatones y bicicletas que va siguiendo el curso del río y que forma parte del Parque Fluvial de la Comarca, que suma 41 kilómetros de paseos enlazados unos con otros en las orillas de los ríos Arga, Ultzama y Elorz. Siguiendo este carril durante seis kilómetros llego hasta Trinidad de Arre, el punto en el que el Camino del Baztan se une al Camino Francés.
Ya sólo queda recorrer los cuatro últimos kilómetros de continuo urbano atravesando Villava y Burlada hasta llegar al Puente de la Magdalena sobre el Arga por el que se accede a la ciudad de Pamplona. Desde ahí entro al casco antiguo de la capital navarra a través de la Puerta de Francia de sus murallas y, tras un breve recorrido, llego a la plaza del Ayuntamiento, simbólico final de este espectacular Camino, marcado por los paisajes de montaña y sus fabulosos bosques.

Balance del día: 41,8 km y 487 m de desnivel positivo acumulado.
Balance total del Camino del Baztan Bayona-Pamplona: 116,7 km y 2.361 m de desnivel positivo acumulado.
Puedes obtener el track en Wikiloc aquí y ver el recorrido realizado en esta animación: