Camino Lebaniego Vadiniense a pie: día 2, de Cicera a Espinama (31/07/25)

En cuanto dejo atrás el núcleo de Cicera, sin tiempo ni para calentar los músculos, afronto la primera subida de la etapa, siguiendo un bonito sendero. Se han de ascender 350 metros en unos tres kilómetros.

El bosque es precioso, y los tramos en los que se intuyen restos de un firme empedrado o los escalones de piedra colocados en las zonas de mayor pendiente, sugieren que por aquí pasaba alguna antigua calzada.

Robles y hayas fabulosos, helechos en las zonas más húmedas, piedras cubiertas de líquenes, hojarasca en el suelo, todo combina armoniosamente y forma un conjunto espectacular. 

Cuando finalmente alcanzo el Collado Arceon, de 790 metros de altitud, los helechos y arbustos a mi alrededor son tan altos que impiden ver el paisaje. Desde aquí desciendo ligeramente por un sendero que luego se transforma en una pista, por la que pronto vuelvo a iniciar una subida suave. 

Mientras avanzo por la pista, en algunos puntos los árboles se abren y permiten contemplar una magnífica vista del valle del Deva, al que he de descender, y de las montañas de los alrededores. 

Llego por fin a la altitud máxima, 830 metros, y ahora sí se inicia el descenso definitivo, por una pista forestal que va serpenteando entre bosques hasta entrar en Lebeña, núcleo sin ningún tipo de servicios que forma parte de la comarca de Liébana.

Lebeña está enclavado en la entrada del Desfiladero de la Hermida, tallado por el Río Deva en la roca caliza a lo largo de milenios. El Camino Lebaniego oficial da un largo rodeo por la montaña para evitar el desfiladero, pero existe una alternativa señalizada que lo recorre, que es la que decido tomar. No es que circule por el fondo, ya que por ahí va la carretera nacional, sino que se trata de una senda que transcurre por lo alto de las paredes verticales del mismo.

Para ello, sigo desde el pueblo las indicaciones de “Camino Viejo”, iniciando una fuerte subida por una pista haciendo zetas que permite ganar altura rápidamente. Pronto las casas quedan a mis pies, en la distancia.

A medida que avanzo encuentro flechas rojas y otras marcas del Camino Lebaniego, ya que, aunque ahora se considera que el recorrido oficial es el que evita el desfiladero, hace unos años el itinerario principal era este.

Hay un cierto debate en algunos foros del Camino de Santiago sobre si es recomendable o no hacer esta variante, por su supuesta peligrosidad. Es cierto que hay algunos tramos aéreos, pero no tengo impresión de peligro real en ningún momento. Hay cables pasamanos en las zonas más delicadas, y, aunque ciertamente no hay pasos así en los Caminos de Santiago más populares y masificados, sí los hay en otros más minoritarios o en cualquier ruta de senderismo por montaña. En general, quien se aventura por Caminos como éste suele tener una cierta experiencia en montaña, si es así este tramo no le resultará excepcionalmente complicado. Para quien solo conozca el Camino Francés, aconsejaría el recorrido oficial evitando el desfiladero.

Desde el sendero se puede ver la carretera en el fondo, que en estos momentos está en obras. Cuando más adelante el desfiladero se abre, el camino empieza a descender hasta conectar con esa misma carretera, por donde entro en Castro Cilorigo, núcleo en el que no me detengo porque no hay ningún tipo de servicios. Lo atravieso y continúo por una pista que va paralela al río Deva por su orilla derecha. Un kilómetros después, al pasar junto a una depuradora, converjo con el Camino oficial.

Ahora, después de la primera parte de la etapa más montañera, el camino es mucho más plácido, avanzando por el fondo del valle por monótonas pistas, mayoritariamente asfaltadas, recorriendo los seis kilómetros que me separan de Potes.

Esta localidad es una estación turística de primer orden, capital de la comarca del Liébana y estratégicamente situada para visitar los Picos de Europa. Cuando llego, sobre la una del mediodía de un 31 de julio, está abarrotada de gente. Encuentro un bar en el que comer un bocadillo y continúo. Justo a la salida del municipio, en el punto en el que hay un monumento al peregrino, empieza el ascenso, por un andadero paralelo a la carretera, al monasterio de Santo Toribio de Liébana.

Y, finalmente, llego al monasterio franciscano que es el motivo de la existencia de todas estas vías de peregrinación. Desde 2015 es considerado un elemento individual destacado dentro de la declaración de los “Caminos de Santiago y Caminos del Norte de España” como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Yo celebro mi llegada con un helado comprado en una food truck, que estaba sorprendentemente bueno…

Pero no es el final de mi ruta, y aunque técnicamente el Camino Lebaniego se ha acabado, ahora inicio el Vadiniense, así que me pongo de nuevo en marcha. Paso por la ermita de San Miguel, en la que han instalado un balcón metálico suspendido en el vacío que hace de impresionante mirador sobre los picos de Europa, y desde ahí empiezo a descender por un camino.

Al llegar al fondo del valle, cruzo la carretera y el río, y asciendo por la ladera opuesta. A partir de aquí, durante los 18 kilómetros que quedan hasta el final de la etapa siempre seguiré el curso del Río Deva, pero curiosamente el camino nunca va por el fondo del valle, sino que va subiendo y bajando por las laderas de forma que, a pesar de no ascender ningún collado, acabaré acumulando un gran desnivel.

Es un tramo bastante duro, con subidas y bajadas constantes. Paso por pequeños núcleos, aunque en la mayoría no hay nada, excepto fuentes en las que reponer agua y refrescarse, porque hace mucho calor. Cuando se ven, las vistas de las montañas son muy bonitas.

Paso por Mogrovejo, que a diferencia de otros pueblos que he cruzado, es una localidad turística, ya que parece ser que en 2016 se rodó aquí la versión con personajes de carne y hueso de Heidi, una serie de dibujos animados de los 70. Hay quien dice que ya era famosa y “uno de los pueblos más bonitos de España” antes de que le llegara la popularidad cinematográfica, pero el caso es que la gran afluencia de turistas hace que disponga de varios bares, por lo que aprovecho para detenerme y rehidratarme.

Pasado Mogrovejo toca seguir la montaña rusa de sube y baja por las laderas del valle. Ahora, un rápido descenso por una carretera me lleva a Los Llanos, a orillas del Deva, que cruzo por un puente. Al otro lado sigo 500 metros por la carretera, un tramo desagradable porque casi no hay arcén, y empiezo un ascenso por una pista forestal. Lo mejor es que los árboles proporcionan sombra y se está mucho mejor.

Más adelante, tras haber pasado junto a una pequeña cascada, llegó a un punto algo confuso. El track que sigo continúa por un sendero paralelo al río, pero veo una indicación del Camino Lebaniego que dirige hacia una pista que se adentra en un bosque. Busco información y parece ser que desde hace un tiempo el camino oficial va por ese nuevo trazado, siguiendo un GR llamado “La Ruta de la Reconquista” y dando una vuelta bastante más larga que la del camino antiguo. En una etapa ya de por sí larga decido no añadir más kilómetros y más desnivel, así que sigo por el trazado cercano al río.

Continúo, y más adelante encuentro señalización oficial del Camino. Desconozco si es porque antiguamente pasaba por aquí y se ha mantenido, o porque sigue considerándose una alternativa “oficial”. En todo caso, este camino no es tan plácido como puede parecer, y cuando quedan menos de tres kilómetros para finalizar la etapa hay un último ascenso considerable, alejándome del río, para pasar por el bonito hayedo de La Ilces. Finalmente desciendo y entro en Espinama.

Balance del día: 42,3 km y 1.749 m de desnivel positivo acumulado.

Puedes obtener el track en Wikiloc aquí y ver el recorrido realizado en esta animación:

2 comentarios sobre “Camino Lebaniego Vadiniense a pie: día 2, de Cicera a Espinama (31/07/25)

  1. Qué bueno tener noticias tuyas. Impresionantes sitios por donde pasas!

    Un abrazo y buena ruta,

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