Salgo de Bujaruelo cruzando su puente medieval sobre el Ara, y continúo por un sendero paralelo a este mismo río que asciende entre bonitos bosques de abetos.

El sendero desemboca en una pista que continúa subiendo, ahora de forma un poco más contundente. En este tramo coincido con una pareja de norteamericanos que están haciendo la Alta Ruta de los Perdidos, un itinerario circular de refugio en refugio por alrededor de los macizos del Monte Perdido y del Vignemale.

Sigo ascendiendo por la pista remontando el valle del Río Ara hasta que, tras cruzar una cancela para el ganado, la pista se termina junto a un refugio de pastores. A partir de aquí prosigo por un sendero y el terreno se complica un poco más.

Los árboles muestran los colores del otoño, aunque a medida que subo van desapareciendo y predominan las praderas de alta montaña, donde pastan vacas. Frente a mi tengo una vista espléndida del Macizo del Vignemale, otro de los principales grupos de tresmiles de los Pirineos.

El camino continúa siempre en ascenso. Más adelante paso por una cabaña de pastores que hace también de refugio libre y, junto a ella, paro un rato a descansar y comer algo. Estando ahí ha llegado un australiano que venía detrás de mí desde Bujaruelo y hablamos un rato. Empezó el GR11 en el Cap de Creus hace tres semanas y media, pero lo sorprendente es que es su primera experiencia de senderismo, nunca había hecho nada parecido. Me comenta que al llegar al final no sabe qué hacer y que se está planteando seguir hacia Santiago, así que le hablo del Camino del Norte, ya que enlaza directamente en Irún con la transpirenaica.

Más tarde cruzo por última vez el Ara, el río que he ido remontando desde ayer en el Puente de los Navarros, y que nace cerca de aquí. En este punto el sendero que iba siguiendo continúa rumbo norte hacia el cercano Puerto de los Mulos, por donde se cruza a Francia. El GR11, por su parte, gira hacia el oeste y continúa por un valle lateral dirigiéndose a otro puerto, el de Brazato.

La ascensión al puerto es progresiva desde Bujaruelo. De hecho, la etapa son quince kilómetros seguidos subiendo, para luego bajar en los seis últimos. En estos últimos kilómetros, sin embargo, la pendiente se incrementa y cada vez cuesta más, ¡ya estoy deseando llegar arriba de una vez!

Mientras un par de marmotas me observan, afronto la últimas rampas por un canchal. Aquí el terreno es granítico y hay las mismas aglomeraciones de piedras que tanto abundaban en Aigüestortes.

Antes del puerto se pasa por los Ibones de los Batanes, tres laguitos muy pequeños.

Corono finalmente el Puerto de Brazato, de 2.566 metros de altitud. A mi espalda, de donde procedo, tengo el macizo del Vignemale, y frente a mí, en la distancia, otro grupo de tresmiles, el Garmo Negro y Los Infiernos. Aunque de ese macizo me separa el Valle de Panticosa, que está casi mil metros por debajo del Puerto de Brazato, y a donde he de descender a continuación.

El descenso se inicia flanqueando un gran canchal de piedras y dejando a la derecha un par de pequeños ibones, hasta llegar a uno mayor, el Ibón de Brazato, donde paro a descansar un rato y comerme un bocadillo.

Abajo, en la distancia, se ven los Baños de Panticosa junto a un ibón de un intenso color azul. El descenso continúa por un sendero que va perdiendo altura rápidamente haciendo zigzag a través del bosque, hasta que finalmente llego a los Baños, un gran complejo turístico en el que hay un par de hoteles, restaurantes, unas termas, un refugio y hasta una estación de esquí de fondo en invierno. Aquí termino la etapa.

Balance del día: 20,9 km y 1.220 m de desnivel positivo acumulado.
Puedes ver el track en Wikiloc aquí y ver el recorrido realizado en esta animación: