Camino Portugués Central en BTT: día 8, de Tomar a Coimbra (20/10/23)

Tras un día de “descanso forzado” a causa del paso de la borrasca Aline, que no solo ha afectado a Portugal sino que ha barrido a continuación toda España, salgo finalmente de Tomar ascendiendo por la parte nueva de la ciudad. En cuanto se termina el casco urbano cojo un primer sendero que transcurre por la orilla de río Nabão. Aquí adelanto los primeros peregrinos. Vamos todos protegidos para la lluvia porque desde que he salido no para de llover, aunque ya se ha desactivado la “alerta naranja” por tormentas y rachas de viento que había ayer.

Unos kilómetros después acabo en una carretera por la que voy subiendo y bajando a través de zonas boscosas con encinas, olivos y matorrales, todo muy mediterráneo. Predomina el asfalto, aunque son carreteritas muy locales sin apenas tráfico. Cuando para la lluvia y sale el sol llega a hacer calor, pero enseguida cambia y empieza a llover de nuevo.

Aunque en esta primera parte de la etapa predomina el asfalto, las veces en las que se abandona para hacer algún recorrido por sendero, es cuando hay las cuestas más difíciles, que se complican aún más por el barro.

Hoy paso constantemente por aldeas y casas aisladas en un tipo de urbanización dispersa que, en cierta medida, recuerda a Galicia. La mayoría de casas no tienen ningún encanto especial, pero de vez en cuando se pasa por alguna “quinta” preciosa. En uno de los pueblos que cruzo, Albaiázere, paro a desayunar.

Los siguientes seis kilómetros son todos por asfalto y pasan por zonas de bosque y por plantaciones de olivos. En este tramo se hace un ascenso bastante continuado a un alto y luego se desciende hasta la aldea de Chão de Couce, donde empieza una pista. Aquí, como durante gran parte del día, el Camino de Santiago coincide con el de Fátima, aunque ahora éste va en sentido contrario, ya que Fátima está más al sur.

Al cabo de poco la pista se transforma en un precioso sendero delimitado por muros de piedra y que atraviesa un encinar. Es uno de los tramos más bonitos de esta zona montañosa que estoy cruzando hoy y que se conoce como la Serra de Sicó.

El sendero vuelve a desembocar en una pista que tras varios kilómetros por el bosque me lleva hasta Ansião, donde paro un momento a tomar un café y a esperar, porque está empezando a llover de nuevo. Al cabo de nada vuelve a salir el sol y continúo.

Los siguientes diez kilómetros hasta Alvorge siguen la misma tónica. La mayoría por pistas y senderos a través del bosque, salpicados de vez en cuando por parcelas en las que se cultivan olivos. Algunos de estos senderos recuerdan a las corredoiras gallegas. Constantemente se sube y baja, continuando la travesía de la Serra de Sicó. Cuando falta muy poco para entrar en Alvorge, de repente, tras unas horas en las que el tiempo ha aguantado bastante, empieza a llover fuerte. Entro en la población y me refugio bajo el toldo de un comercio a equiparme para la lluvia, aprovechando para reponer agua y comprar unos plátanos.

Desde aquí recorro, siempre por pistas y caminos, nueve kilómetros más entre un mar de olivos hasta Rabaçal, donde paro a comerme un bocadillo. Ahora voy más cerca del fondo de un valle y hay menos desniveles. Además de por muchísimos olivares, se pasa también por algunas zonas de viña.

Tras la pausa, continuó unos kilómetros más por el mismo paisaje de viñedos y olivos hasta que empiezo a remontar suavemente, alejándome del fondo del valle, y eso hace que empiecen a aparecer otras especies de árboles como pinos y eucaliptos. Hay un tramo en el que circulo por un sendero paralelo a un riachuelo. Luego acabo de ascender a un alto por una pista con muchísimo barro, y desde allí desciendo hasta las ruinas de la ciudad romana de Conímbriga.

A partir del yacimiento quedan dieciséis kilómetros hasta Coimbra, mayoritariamente por asfalto y sin ningún interés especial. Todavía hay tiempo, sin embargo, para un par de tramos por sendero que resultan ser de los más complicados del día, por las rampas que hay que ascender y por el barro que me encuentro. Ya cerca de la ciudad, los últimos kilómetros son una montaña rusa de subidas y bajadas que no se acaban nunca. Ha costado llegar, pero finalmente tengo Coimbra a mis pies. Ya solo queda descender, cruzar el puente sobre el río Mondego y entrar en el casco histórico, donde he llegado cerca de las siete de la tarde, en una larga jornada marcada todo el día por la lluvia intermitente.

Balance del día: 94,1 km y 1.505 m de desnivel positivo acumulado.

Puedes obtener el track en Wikiloc aquí y ver el recorrido realizado en esta animación:

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