Camino del Norte a pie: día 16, de Muros de Nalón a Novellana (27/06/2021)

Ha llovido durante la noche pero el día amanece soleado. Desde la bonita plaza del Marqués de Muros salgo de la población para iniciar una travesía por una pista forestal entre los omnipresentes eucaliptos y helechos combinados a ratos con robles y otros árboles. En pocos kilómetros se llega al pequeño núcleo de El Pitu que forma parte del concejo de Cudillero, aunque el camino no desciende hasta esta pintoresca población marinera y pasa a un par de kilómetros de ella.

Después sigo por una combinación de carreteras y algún tramo de pista hasta que, después de varios días, el camino se acerca por primera vez al mar en la bonita playa de la Concha de Artedo.

El camino desciende hasta el parking de la playa pero luego vuelve a alejarse hacia el interior sin llegar a la arena. Yo, sin embargo, me desvío 300 metros para llegar hasta la playa y tomar un café frente al mar. En el bar de la playa justamente me encuentro tres franceses que estaban en el albergue de la noche pasada y que han tenido la misma idea. Como la etapa de hoy es relativamente corta y hace un día espléndido me quedo un buen rato aquí sentado y aprovecho para terminar la crónica de ayer en el blog.

Desde la playa toca remontar por la vertiente contraria, primero por carretera y luego por las habituales pistas forestales. Se atraviesa la pequeña aldea de Mumayor con bonitas vistas sobre el Valle de las Luiñas.

Por una senda preciosa por el bosque, en el que es uno de los tramos más bonitos que he visto en este camino, se desciende al valle y se entra en Soto de Luiña.

En Soto paro en un bar a comer y hablo un rato con el dueño que me explica que durante muchos años fue hospitalero en el albergue del pueblo y actualmente es el voluntario que pinta las fechas en esta zona. Me comenta que precisamente hace pocos días las repintó y que encontraré el itinerario perfectamente señalizado. Veremos…

Poco después de salir de Soto de Luiña hay un desvío en el que es posible elegir dos itinerarios que vuelven a converger al cabo de 17 kilómetros. Uno va por la Sierra de las Palancas, una zona montañosa sin pueblos ni servicios intermedios, y es una ruta que había estado abandonada durante años hasta que se recuperó recientemente. La otra, conocida como ruta de las Ballotas, va más próxima a la costa y es la más habitual. Tal como he planificado las etapas y teniendo en cuenta la disponibilidad de lugares para dormir, ya de por sí complicada porque algunos sitios están aún cerrados por el Covid, en mi caso elijo la ruta más clásica por la costa.

Así que después de un tramo de carretera hasta la aldea de casas dispersas de Albuerne, un sendero en bajada me lleva a cruzar la primera de las “ballotas” que dan nombre a esta ruta. Las “ballotas” son pequeños valles perpendiculares a la costa por el fondo de los cuales pasa algún riachuelo, de forma que cuando se circula paralelo al mar hay que descender a cada “ballota”, cruzar el río correspondiente y ascender al monte por la vertiente opuesta para a continuación descender a la “ballota” siguiente y vuelta a empezar. Y así siete veces que es el número de “ballotas” de la ruta.

Por unas piedras cruzo el riachuelo de esta primera “ballota” y un ascenso por un sendero en la vertiente occidental me lleva a Novellana, donde dormiré hoy. La otras seis las habré de cruzar mañana.

En Novellana me ha llamado la atención que hay montones de bicicletas recicladas como maceteros adornando las calles. Con esta curiosidad acabo una jornada relativamente corta que me ha servido para recuperarme del esfuerzo del día anterior.

Balance del día: 24,8 km con 670 m de desnivel positivo acumulado.

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