Antes del amanecer me pongo en marcha con el recuerdo del magnífico ambiente que se ha creado en el albergue de Domingo. Estoy casi seguro de que algunos de los que hemos dormido aquí hoy seguiremos encontrándonos los próximos días y quién sabe si llegaremos juntos hasta Santiago.
Los primeros kilómetros del día el Camino remonta hasta un collado, el Alto del Fresno, que, como ayer al salir de Oviedo, ofrece una vistas preciosas del mar de nubes en el fondo del valle. Más tarde, al descender el alto por el otro lado, seremos nosotros los que nos adentraremos en la niebla, que nos acompañará durante gran parte de la mañana.
Por caminitos entre bosques van pasando los kilómetros. Más tarde me encuentro con Josué, un chico de Girona con el que había coincidido en el albergue, y seguimos juntos hasta Cornellana donde paramos a desayunar. A la salida de Cornellana se pasa por el monasterio de San Salvador fundado hace casi mil años.
Después de Cornellana hay un tramo un poco feo, con una subida por una carretera en obras y los alrededores de una cantera pero después viene la recompensa con un bosque espectacular. Las piedras y troncos cubiertos de musgo, la hojarasca en el suelo y la niebla enganchada en los arboles crean un conjunto casi mágico.
Me han adelantado dos bicigrinos portugueses que también durmieron ayer en el albergue de San Juan de Villapañada. Me han dado un poquito de envidia pero también me está encantando la experiencia de un Camino a pie. Tengo que venir un dia a repetirlo en bici…
Sobre las 12 llego a Salas donde vuelvo a encontrar a Josué tomando una cerveza en un bar. Me uno a él y un rato después cambiamos a Casa Pachón, un sitio que recomiendan para comer todas las guías y foros del Camino Primitivo. Nosotros queríamos solo unas tapas porque su menú tiene fama de ser superabundante y nos quedaba aún una buena caminata para llegar al albergue que sería dura de hacer después de una comilona. Pero cuando ya teníamos las cervezas en la mano nos hemos enterado que solo se podía comer el menú así que decidimos tomar esas cervezas en Casa Pachón y luego ya buscaríamos donde comer unas tapas. Mientras, han ido llegando otros de los que habían dormido en nuestro albergue. Nos juntamos seis o siete primero y varios más que han aparecido después y acabamos comiendo unos cachopos en un bar, la especialidad asturiana hecha con dos filetes de ternera rellenos con jamón y queso y fritos empanados en huevo y pan rallado. Una cosa ligerita… Entre unas cosas y otra he pasado casi tres horas en Salas.
Después de comer nos quedan 7 duros kilómetros de fuerte ascenso hasta Bodenaya. Se hacen duros con el estómago lleno y el calor que hace ahora. Cuando al fin llegamos al albergue la acogida es espectacular. David, el hospitalero, intenta que todo el mundo se sienta como en casa y forme parte de una gran familia. Se cena y desayuna todos juntos, se crea un ambiente propicio para hablar y para compartir, y consigue crear una experiencia del camino más tradicional y más humana. Un albergue absolutamente recomendable para entender lo que es el espíritu del Camino.
Y así, con este buen rollo, acabamos la segunda etapa. Mañana más.
Balance del día: 28,3 km y 814 m de desnivel positivo acumulado.
JAJAJA con un par de cachopos tienes energía de sobra para llegar a Santiago. En ese bosque parece que te van a salir unos gnomos!!
Y eso que buscábamos algo ligero…