Etapa reina de este viaje, la más larga en kilómetros y la de mayor desnivel ascendido, aunque decidir si ha sido la más dura o no es complicado, porque llevamos unas cuantas…
Los primeros 20 km son prácticamente en subida constante, y nos van acercando al valle del Miño, que tendremos que cruzar más tarde. Como en toda etapa gallega, el terreno cambia constantemente: un tramo de carretera asfaltada, un tramo de camino, una senda encharcada, una pista entre árboles, una aldea de cuatro casas, un camino agrícola… y vuelta a empezar.

En algunos momentos pasamos unos bosques espectaculares.

Pasado Diomondi se inicia el descenso hasta el río Miño, por una antigua calzada romana conocida como “los Codos de Belesar”. Una bajada brusca que salva unos 300 m de desnivel en poco más de 2 km, al principio entre robles y castaños y más abajo entre viñedos.

La parte más baja del camino tiene bastante pendiente y es un descenso espectacular entre los bancales con vides. Al otro lado del valle vemos con preocupación el camino de subida que tendremos que hacer una vez cruzado el río.

Y, en efecto, una vez cruzado el puente sobre el Miño, empieza una durísima ascensión entre viñedos que nos lleva de nuevo prácticamente a la misma altitud en la que estábamos antes de descender por los Codos de Belesar, pero en el margen opuesto. Sorprende ver como son capaces de cultivar las vides en una ladera con una pendiente tan elevada.

Una vez arriba, seguimos hasta Chantada, donde desayunamos. A partir de aquí se inicia otro hito del día, la ascensión al Alto do Faro. Hay marcadas dos alternativas: la primera asciende al Monte do Faro, donde hay una ermita, y después desciende hasta el Alto, y la segunda asciende directamente al Alto sin pasar por la cima del monte y su ermita. Esta segunda ya es suficientemente dura, así que prescindimos de subir al Monte. Además, según nuestra guía del Camino de Invierno, subir al Monte do Faro es ilógico y no tiene sentido histórico, ya que sería absurdo que los peregrinos medievales se dedicaran a subir una montaña, pudiendo evitarlo.

La subida combina tramos de pista con otros por asfalto. La parte final, por carretera, se nos ha hecho particularmente dura, ya que además llovía durante todo el ascenso. Finalmente llegamos arriba, donde hay un parque eólico.

Entre aerogeneradores iniciamos el descenso, durante el cual dejamos la provincia de Lugo para entrar en la de Pontevedra. Pronto deja de llover y durante el resto del día combinamos ratos de mucho calor con otros de viento y frío.

Veinte kilómetros más siguiendo la tónica gallega de subidas y bajadas constantes nos llevan hasta Lalín, donde dormiremos nuestra última noche antes de llegar mañana, si todo va bien, a Santiago. Nos quedan poco más de 50 kilómetros, ¡lo tenemos a tocar!

Balance del día: 80,6 km y 1.791 m de desnivel positivo acumulado
Y aquí el recorrido realizado:
La cercanía de vuestro objetivo, pondrá alas a vuestras piernas. Ánimo, solo os queda un empujón. Os enviamos nuestra fuerza. Estamos con vosotros.
Muchísimas gracias, allá vamos. Ya lo tenemos a tocar…