Situados en la plaza Mayor de Sant Esteve d’en Bas, frente a la iglesia, una vieira en el suelo nos marca el itinerario de salida del pueblo. Descendemos por unas escaleras y llegamos a la calle Sant Esteve. Guiados por las marcas del pavimento giramos a la derecha por la calle Sant Josep y siguiéndola todo recto enlazamos con la vía verde que habíamos abandonado para entrar en el casco antiguo del municipio.

Apenas 100 metros por la ruta del Carrilet y llegamos a un cruce importante. Aquí la vía verde que hemos seguido desde la salida de Girona y por la que hemos circulado durante 55 kilómetros continúa hacia el norte hasta su final en Olot, estación término de este antiguo ferrocarril y de la que nos separan menos de 10 kilómetros, pero el Camí de Sant Jaume cambia de dirección y su trazado se separa definitivamente del del Carrilet.
Un breve tramo por asfalto y tomamos una pista agrícola a la izquierda que más adelante nos lleva a cruzar el rio Fluvià por un puente de piedra. Entre campos y masías y por un terreno prácticamente llano llegamos rápidamente al siguiente pueblo, Hostalets d’en Bas.

Hostalets es un pequeño núcleo pintoresco cuyo topónimo hace referencia a su nacimiento alrededor de un «hostal» para hospedar viajeros. Y es que la ruta que seguimos es la del antiguo Camí Ral (o camino Real) de Vic a Olot, utilizada desde tiempos inmemoriales para la unión de estas dos poblaciones y más allá, hacia Francia por el norte y hacia Barcelona por el sur. Los caminos reales eran la red principal de comunicación en la época medieval, en muchos casos aprovechando trazados anteriores establecidos por los romanos. Y para el alojamiento y manutención de los viajeros cuando se transitaba a pie o a caballo se crearon los hostales como el que dio origen a esta población que, curiosamente, sigue teniendo siglos después un número inusitado de restaurantes en proporción al número de habitantes. Aunque hoy en día la mayoría llegan a comer en coche…

Dejando atrás Hostalets d’en Bas, durante los siguientes dos kilómetros seguimos por una pista agrícola, primero asfaltada y después de tierra, en los que aún recorremos la llanura agrícola del fondo del valle, hasta que al pasar una casa de turismo rural llamada L’Esquirol las indicaciones nos desvían de la pista para iniciar a la derecha el ascenso por un sendero empedrado que corresponde a un tramo restaurado del Camí Ral original.

La recuperación del Camí Ral llevada a cabo desde 2007 no ha consistido solo en la señalización del itinerario histórico sino que se ha realizado una verdadera obra de excavación arqueológica en la que se han retirado los sedimentos que cubrían la antigua calzada hasta hacer aflorar las piedras originales de los siglos XVII-XVIII. Se cree que la construcción del camino en esa época tuvo el propósito principal de facilitar el transporte de la madera de estos bosques hacia Barcelona, para la construcción de galeras para la armada real.

El sendero asciende desde la llanura de la Vall d’en Bas hasta las alturas del Collsacabra, una meseta natural limitada en sus vertientes sur y este por acantilados rocosos y enclavada en la cordillera Transversal catalana, atravesando en su recorrido rincones de gran belleza. Para ir del llano al altiplano en los siguientes 2,5 kilómetros hemos de salvar unos 400 metros de desnivel.

El bosque de hayas y robles, la antigua calzada, el canto de los pájaros, las piedras cubiertas de líquenes y musgos, la alfombra de hojas secas en el suelo…, todo forma un conjunto difícil de describir. Sencillamente espectacular.

En el bosque más cerrado, donde la luz del sol casi no llega al suelo, se pasa por la fuente de las Marrades, lugar de descanso antes de afrontar un tramo de subida particularmente pronunciada para salvar el llamado Grau d’Olot, el último obstáculo antes de llegar al altiplano.

Para superarlo, el camino histórico realiza una serie de giros en zigzag y es precisamente en este tramo donde mejor se conserva el pavimento antiguo original. Se considera que fue una notable obra de ingeniería en la época de su construcción y sorprende saber que hasta prácticamente finales del siglo XIX esta era la principal vía de comunicación entre Olot y Barcelona. Este tramo se conoce como Les Marrades, que podría traducirse como «los rodeos», precisamente por las curvas que se ve obligado a hacer el camino para salvar el desnivel, y no solo conserva la calzada original en notable buen estado sino que vemos también otros elementos de la obra de ingeniería como los muros de contención o los canales de desagüe.

El ascenso termina en el Hostal del Grau, antiguo hostal del Camí Ral ahora convertido en residencia particular. Está ubicado en un lugar privilegiado, justo en el borde del altiplano antes de iniciar el descenso (o al terminar el ascenso si se viene de abajo como es mi caso) y por ello era parada obligada de los arrieros tanto si viajaban en un sentido como en el otro. Pasada esta casa el paisaje cambia y entramos en una meseta en la que combinamos pastos para el ganado con tramos de bosque. Más adelante salvamos una riera por el puente del Hostalot, otro topónimo que hace referencia a la existencia cercana de hospedaje para acoger a los viajeros que se aventuraban a cruzar el Collsacabra.

El terreno es mucho menos abrupto, aunque no llano, y en algunos momentos contemplamos desde las alturas el valle del que procedemos, con Sant Esteve y Hostalets d’en Bas a tiro de piedra y las cumbres nevadas de los Pirineos como telón de fondo. Circulamos durante un par de kilómetros por una carretera asfaltada antes de abandonarla a la izquierda por una pista tras cruzar una cancela para ganado..

La pista serpentea entre bosques y prados destacando un tramo en el que de nuevo se atraviesa un hayedo espectacular.

Entre prados y rodeados de montañas con su característica forma molar se llega a un collado, el Coll de Pallerols, aunque en ningún momento hay la sensación de estar ascendiendo un puerto, es más bien una sucesión constante de subidas y bajadas. A partir de ahí por un sendero entre cercados donde pastan vacas nos vamos acercando al siguiente pueblo, Cantonigròs. Leo en una guía del Camí de Sant Jaume: «el camino entra en Cantonigròs después de atravesar unos bosques y prados que el peregrino no rencontrará hasta Galicia». Quizás el autor se tomó una licencia literaria y exageró un poco pero ciertamente los aproximadamente 18 kilómetros entre Sant Esteve d’en Bas y Cantonigròs son para enmarcar. De entre los Caminos de Santiago que conozco, que ya son unos cuantos, la pondría sin duda entre las 10 etapas más bonitas que he recorrido. Si queréis hacer un día una sola etapa de camino de Santiago en Cataluña, venid a hacer ésta.

Cantonigròs tiene la característica forma alargada que adoptan los núcleos nacidos a la vera de una vía de comunicación, en este caso del Camí Ral, y, de hecho, el pueblo se originó a partir de un hostal para los caminantes fundado en 1565 por un tal Antoni Prat, apodado familiarmente Toni Gros. Aprovecho para parar en un bar a comer algo antes de proseguir, por un camino empedrado casi siempre en bajada, hacia L’Esquirol, a 3 o 4 kilómetros de aquí.

Otra vez más l’Esquirol es un pueblo nacido a partir del Camí Ral, alrededor del lugar en el que se construyó un puente para salvar la riera de Les Gorgues. Generalmente se propone como fin de etapa en el Camino de Santiago pero yo he preferido convertir 3 etapas habituales (Sant Esteve d’en Bas-L’Esquirol 21,4 km; L’Esquirol-Vic 18,7 km y Vic-L’Estany 20,1 km) en dos de alrededor de 30 kilómetros cada una: Sant Esteve d’en Bas-Roda de Ter y Roda de Ter-L’Estany), así que mi periplo de hoy continúa unos kilómetros más.
Esos kilómetros que quedan transcurren mayoritariamente entre pastos y granjas ganaderas y son siempre descendentes. Estamos bajando desde el altiplano del Collsacabra hasta la depresión de la Plana de Vic, excavada por el río Ter y sus afluentes, así que el paisaje va variando a medida que avanzamos.

Pocos kilómetros antes del final se bordea una zona industrial para continuar por pistas agrícolas y ganaderas hasta las primeras casas de Roda de Ter. Atravieso la parte moderna del municipio y llego al casco antiguo y a su plaza Mayor, a pocos metros del Pont Vell sobre el Ter, de origen medieval. En la plaza, frente al ayuntamiento, doy por concluida la etapa.

Balance del día: 33,4 km con 769 m de desnivel positivo acumulado.
Tiempo en movimiento 5 h 57’ y tiempo total 7 h 30’
Puedes ver el track en Wikiloc aquí.