Los primeros nueve kilómetros del día voy siguiendo una carretera asfaltada sin apenas tráfico que al principio asciende desde Mondoñedo y luego va circulando por la ladera del valle del río Valiñadares disfrutando de bonitos paisajes. En este tramo me he encontrado con otro peregrino, un chico que ha empezado hoy en Lourenzá su camino y hemos hablado un momento. De hecho, en los últimos días he encontrado muy pocos aunque al final de la jornada, en el albergue donde dormiré hoy, he acabado coincidiendo con unos cuantos. En la cabecera del valle, que por una vez está dominado por especies autóctonas y no hay eucaliptos a la vista, llego a Lousada.

A partir de Lousada hay que remontar por la ladera del valle siguiendo un camino que zigzaguea a través del bosque hasta coronar el alto de A Xesta.

Una vez en el alto prácticamente no se desciende porque hemos llegado a A Terra Chá, una comarca que es una especie de altiplano elevado. A Terra Chá significa “la tierra llana”, pero de llana solo tiene el nombre porque en los siguientes kilómetros no paro de subir y bajar, más que chá es ondulada.
Justo aquí empieza a caer alguna gota, mientras a través de una zona rural tranquilísimo con pequeñas explotaciones ganaderas llego a Gontán, lo atravieso y sigo un poco más hasta Abadín donde paro en un bar a desayunar.

A la salida de Abadín hay un tramo de sendero muy bonito en el que se desciende ligeramente hasta cruzar el río Anllo por una pasarela de madera.

Luego sigo avanzando durante kilómetros por esta comarca ganadera donde abundan los pastos y las granjas de vacas. Se combinan tramos de carreteras locales con otros de pistas de tierra y, en general, es un recorrido muy agradable y el avance es rápido.

En algunos momentos se transita por preciosas corredoiras, esos caminos tradicionales que unían las aldeas gallegas.

Llego a Martiñán donde paro a comer un pincho de tortilla en un bar para después seguir con la misma tónica de pistas por zonas ganaderas y forestales. El tiempo se comporta muy a la gallega y va variando constantemente. Llueve muy ligeramente hasta que en algún momento aumenta la intensidad y he de parar a ponerme el pantalón y la chaqueta impermeables, solo para poco después tener que parar a quitármelos porque deja de llover… Y así hasta tres veces he tenido que vestirme y desvestirme para la lluvia.

Durante kilómetros se suceden caminos tradicionales con las lajas de piedra verticales que marcan las lindes de los campos, robles y otros árboles autóctonos sin prácticamente ningún eucalipto, piedras cubiertas de musgos y líquenes, pasadoiras, esas piedras colocadas para poder pasar donde hay tramos con agua…, en fin, un recorrido largo pero precioso.

Y así llego a Vilalba, capital de A Terra Chá y final de la etapa de hoy.

Balance del día: 39,2 km con 863 m de desnivel positivo acumulado.