De Cap de Creus a Fisterra en BTT: día 1, de Cap de Creus a Figueres (30/04/2022)

Amanece en el Cap de Creus. El sol lucha con dificultad por elevarse sobre las aguas del Mediterráneo porque una capa de neblina baja que tapa el horizonte se lo impide. Al final lo consigue y sus rayos saludan, una mañana más, a este faro solitario y empiezan a calentar esta tierra moldeada por el viento mientras me preparo para iniciar un viaje que me ha de llevar hasta donde este mismo sol se despide de otro faro solitario cada tarde antes de esconderse tras otro mar, el Océano Atlántico.

Curiosamente, una placa de bronce en una roca cercana al faro recuerda el “hermanamiento” entre los cabos de Creus y Fisterra. El simbolismo de unir estos dos puntos extremos de la Península Ibérica viene de lejos.

Tras contemplar el amanecer me despido de Laura y empiezo a alejarme del faro del Cap de Creus. Primero, durante poco más de tres kilómetros, sigo la carretera de acceso al cabo, la misma por la que hemos llegado en coche.

Después abandono el asfalto por una pista de tierra señalizada como GR11, la Senda Transpirenaica que une el Cap de Creus con el Cabo de Higuer, en Hondarribia (Guipúzcoa). Todo el camino hasta Port de la Selva lo haré siguiendo este GR, aunque hay otros itinerarios posibles. El paisaje del cabo es espectacular. Rocas, arbustos, el olor del bosque mediterráneo en primavera y, de fondo, el mar.

Unos kilómetros después la pista da paso a un sendero mucho más complicado. Hay varios descensos abruptos para cruzar algún arroyo seguidos por ascensos igual de empinados por el lado opuesto. Las bajadas son difíciles con la bicicleta cargada mientras que en las subidas irremediablemente toca arrastrar la bici. Aun así esta zona es espectacular. No había mejor manera de empezar un viaje como éste. En un curioso cartel con una calavera de vaca y una vieja bicicleta oxidada alguien ha escrito “Santiago de Compostela 1.240 km”. Según mis cálculos haré unos 1.410 hasta Santiago ya que, como siempre, depende de las variantes elegidas en cada ocasión, pero en todo caso está muuuuy lejos… En el mismo cartel indica que Roma está a la misma distancia, 1.257, y París mucho más cerca, a “solo” 974, ¡aún estoy a tiempo de cambiar de destino!

De vez en cuando me cruzo con alguna vaca solitaria pastando. A medida que me alejo del cabo los arbustos retorcidos por el viento dan paso a algunos árboles, mayoritariamente pinos. El sendero acaba desembocando en una pista que ahora si, de forma mucho más plácida, me lleva hasta Port de la Selva.

Port de la Selva es una antigua población de pescadores de casas blancas que, a pesar de que hoy día esté más dedicada al turismo que a otra cosa, no ha perdido del todo su encanto. Cuando cruzo el centro urbano aprovecho para tomar un café. Desde aquí ya inicio propiamente lo que es el Camino de Santiago, aunque la primera flecha amarilla no aparece hasta un kilómetro después de abandonar la población.

Generalmente las escasas guías disponibles de esté Camí de Sant Jaume envían a las bicicletas por la carretera de ascenso al monasterio de Sant Pere de Rodes ya que el sendero tradicional por donde se sube a pie no es ciclable en grandes tramos del recorrido. Yo hice a pie esta etapa hace apenas un año así que tengo claro cómo es la ruta pero aún así mantengo mi costumbre habitual de seguir los Caminos de Santiago por donde están marcados, sean como sean y asumiendo el riesgo de tener que empujar la bici cuando haga falta.

Así que, siguiendo el itinerario “oficial” del Camí de Sant Jaume, abandono Port de la Selva por el Camino de Ronda en dirección a Llança. Son dos kilómetros cómodos y fáciles junto al mar mientras el pueblo va quedando atrás.

Tras rodear un camping se abandona definitivamente la costa para iniciar la ascensión al monasterio. Un primer tramo de un par de kilómetros me lleva hasta la pequeña aldea de La Vall de Santa Creu. Al principio por un camino de tierra desde el que ya se divisa en lo alto, en la ladera de la montaña, Sant Pere de Rodes. Luego la cosa se complica y la pista se convierte en un sendero estrecho y pedregoso en el que hay que arrastrar la bici en algunos momentos para superar tramos de escalones de roca. A veces la vegetación es tan tupida que apenas se puede pasar y acabo con más de un arañazo en los brazos y las piernas.

La Vall de Santa Creu es un núcleo de unas pocas casas que viven tranquilas ajenas al bullicio de los municipios turísticos que tienen a pocos kilómetros. Lo cruzo y continúo por un sendero entre viñas.

Entre el pueblo y el monasterio hay apenas dos kilómetros pero el ascenso es durísimo y no hay más de un 15 o 20% ciclable. El resto es tan pedregoso, con escalones de roca, que no hay más remedio que empujar la bici.

Avanzo muy lento por el sendero y he de parar varias veces a reponer fuerzas. Aún así el sitio es espectacular.

Agotado llego por fin a la altura del monasterio benedictino cuya época de mayor esplendor fue durante la Edad Media. Posteriormente, a partir del siglo XV, empezó a decaer y en el XVIII fue definitivamente abandonado. En los últimos años ha sido restaurado por la Generalitat recuperando su imponente estampa en la ladera de la montaña de Verdera.

Un rato de descanso y sigo mi ruta. Unos cientos de metros por un camino cementado, que después de lo que llevo me ha parecido una verdadera autopista, me acercan a Santa Helena. Esta ermita era originalmente la iglesia del poblado de Santa Creu de Rodes, el núcleo donde habitaban los artesanos, comerciantes y todo tipo de personas que vivían de dar servicio al monasterio y que fue abandonado a medida que éste fue decayendo. La ubicación de la ermita, rodeada de las ruinas del pueblo en proceso de restauración, es espectacular, con una vistas privilegiadas sobre el Mediterráneo.

Desde aquí toca descender de una forma tan abrupta como lo ha sido el ascenso. Al principio son pistas y senderos por los que se puede bajar casi sin hacer ningún esfuerzo pero luego se complica y hay tramos muy difíciles con una bici cargada. Con el cansancio acumulado he de mantenerme muy concentrado para no acabar rodando por el suelo.

El descenso se hace más empinado y difícil a partir de la denominada Cruz Blanca, cuyo origen se cree medieval y servía para marcar los límites de las propiedades del monasterio. Abajo se observa claramente la gran llanura ampurdanesa, la zona casi plana que crean los ríos Muga y Fluvià antes de desembocar en el golfo de Roses. Hay tramos en los que he de desmontar y bajar a pie porque con la bici cargada son demasiado peligrosos para mí pero poco a poco voy acercándome al llano.

El descenso termina finalmente en el pueblo de Pau y dos o tres kilómetros más por una pista de tierra entre viñedos me llevan a Vilajuïga donde paro a comerme un bocadillo. Estoy reventado pero sin duda esta etapa se ha convertido tanto por belleza como por dureza en una de las más memorables de todas las que he hecho en bicicleta en mis Caminos de Santiago. Probablemente solo las dos etapas del Camino del Salvador (León-Pajares y Pajares-Oviedo) igualan en dureza al recorrido que acabo de hacer.

Tras comer en Vilajuïga recorro plácidamente los diez kilómetros que me separan de Peralada por cómodas pistas agrícolas prácticamente llanas.

Cruzo Peralada, población conocida por su castillo, que actualmente alberga un casino y varios restaurantes, y por su casco antiguo medieval amurallado. Hoy solo hay tiempo de un vistazo rápido.

Seis o siete kilómetros más combinando alguna carretera local y pistas de tierra y entro en Figueres donde termino esta dura etapa. No tanto por el kilometraje o el desnivel, que no han sido excesivos, sino por la dificultad de los caminos tanto entre el Cap de Creus y Port de la Selva como, muy especialmente, en el ascenso y el descenso de Sant Pere de Rodes. Pero ha sido una etapa de las que dejan un recuerdo extraordinario. Un último paseo por la ciudad, vinculada inseparablemente a la figura de Salvador Dalí, y a descansar que quedan muchísimos kilómetros por delante.

Balance del día: 50,6 km y 1043 m de desnivel positivo acumulado.

Puedes obtener el track en Wikiloc aquí y ver el recorrido realizado en esta animación:

8 comentarios sobre “De Cap de Creus a Fisterra en BTT: día 1, de Cap de Creus a Figueres (30/04/2022)

  1. Estàs fet un crack! Que disfrutis molt d’aquesta aventura. Ens encanten els teus posts! Seguirem el teu viatge des de la distancia. Molt bon viatge. Una abraçada!

  2. Juan Ramón! para ser solo una etapa parece un viaje entero. Mar, montaña, subidas, bajadas, peligros, llanuras..este viaje promete.

Replica a Mónica Cancelar la respuesta