Mientras el sol va levantándose a mis espaldas encaro el fuerte ascenso por una pista de tierra que hay a la salida de Fraga. Esta subida, de unos 300 metros en 3 ó 4 kilómetros, me aleja de las fértiles llanuras de Fraga y me sitúa en el altiplano elevado y semidesértico de Los Monegros.

En realidad en la comarca estricta de Los Monegros no entraría hasta más tarde pero la zona que empiezo a recorrer comparte el mismo clima y el mismo paisaje. Una tierra árida, dura, seca y de amplios horizontes. En cierta medida recuerda al páramo de la Meseta en las provincias de León y Palencia que se atraviesan en el Camino Francés. De vez en cuando aparece alguna mancha verde allí donde llega el riego y se puede cultivar maíz.

El enorme problema del día ha sido el viento. En esta zona sopla el cierzo, un fuerte viento fresco y seco del noroeste que recorre el valle del Ebro en Aragón, La Rioja y Navarra debido a la diferencia de presión entre el Cantábrico y el Mediterráneo. Y hoy no ha parado en todo el día. Y no solo eso sino que ha ido subiendo de intensidad a medida que avanzaba la jornada complicando enormemente el avance con la bicicleta.
Luchando desde el primer momento contra ese cierzo voy recorriendo este terreno tan árido por pistas de tierra hasta que en el kilómetro 26 paso por el primer pueblo del día, Candasnos, donde paro a tomar un café. Luego continúo 10 km más del mismo estilo hasta Peñalba.

En el tramo entre Peñalba y Bujaraloz ya entro en la comarca propiamente llamada Los Monegros, aunque es una división puramente administrativa porque el paisaje sigue siendo el mismo. Este tramo ha sido particularmente duro con continuas subidas y bajadas y el viento cada vez más fuerte. En Bujaraloz he parado a desayunar. Después he pasado junto a una pequeña ermita dedicada a San Jorge, patrón de Aragón.

La sensación de soledad es absoluta. Decenas y decenas de kilómetros con el mismo paisaje árido y sin prácticamente nadie. Sólo en las ocasiones en las que la pista se acerca a la carretera N-II el tráfico de coches y camiones recuerda que la vida continúa fuera de este mundo agreste. Y por molesto que resulte hoy el viento, no puedo dejar de pensar en lo asfixiante que ha de ser esta etapa en pleno verano en un día sin que sople el cierzo. Ha de ser un horno que además no tiene prácticamente árboles en los que ponerse a la sombra.

Finalmente se desciende del altiplano en el que están Los Monegros hacia el valle del Ebro. En el primer pueblo al que llego, Pina de Ebro, paro a beber algo y a recuperar fuerzas. Llevaba 88 km y faltaban 42 más para Zaragoza ya que había previsto una etapa de 130 km. Son muchos pero es factible y relativamente habitual hacerla ya que no hay excesivo desnivel y casi todo el día se circula por pistas sin complicaciones en las que se puede ir rápido. Pero hoy, y supongo que muy a menudo en esta zona, el viento lo ha trastocado todo. Ha sido una lucha constante por avanzar. En las bajadas había que pedalear como si fuera una subida y cualquier pequeño ascenso requería el esfuerzo de un gran puerto. Por eso estaba muy cansado y era muy tarde por lo que tenía que decidir qué hacer, ¿quedarme o seguir?
Esperaba inocentemente que una vez en el valle el cierzo quizás no soplara tan fuerte como en Los Monegros pero no solo no ha disminuido sino que ha ido cada vez a más. Aún así decido avanzar de momento e ir viendo, por lo que salgo de Pina cruzando el río Ebro y continúo la ruta. En los siguientes kilómetros ha habido varios tramos en los que se circulaba junto a las vías del tren. En general todo está mucho más verde que en Los Monegros y hay más zonas cultivadas.

En los últimos kilómetros del día el Camino de Santiago coincide a menudo con el GR99, el Camino Natural del Ebro, y va cerca de este río. Cada vez me costaba más avanzar y el viento no cesaba, una experiencia muy desagradable.
Parando al final cada pocos kilómetros he conseguido llegar a Zaragoza. La entrada a la ciudad está muy bien resuelta. Habitualmente en los Caminos de Santiago las entradas y salidas de las grandes ciudades son problemáticas porque hay que pasar por zonas industriales, barrios periféricos sin demasiado encanto e infraestructuras de todo tipo como autovías, vías de tren, anillos de circunvalación, etcétera. En Zaragoza se entra por un camino junto al Ebro que en cuanto empiezan los edificios de la ciudad se transforma en un parque urbano con un magnífico carril bici que en dos kilómetros me lleva a la mismísima plaza del Pilar.

He llegado a las 20.15 h después de estar trece horas y media de ruta, 10 pedaleando y el resto en los descansos. Díez horas con un cierzo fortísimo de cara que me ha dejado agotado. Hoy la emoción al entrar en la plaza del Pilar ha sido casi tanta como la que se tiene al entrar en la plaza del Obradoiro. Cuatro horas antes pensaba que esta vez no lo conseguiría.

Balance del día: 129,2 km y 841 m de desnivel positivo acumulado.
Puedes obtener el track en Wikiloc aquí y ver el recorrido realizado en esta animación:
Ánimos!!! Sigue que yo voy pedaleando detrás !!!🚴🏻♀️
Me parece impresionante lo que has conseguido, esta etapa te define. Que fuerza!
Muchas gracias, este día fue realmente duro.