Etapa cómoda y fácil por los páramos de Castilla marcada, como era de esperar, por la gran cantidad de gente que hay en el camino. Viniendo de donde vengo es un poco chocante pero también es un cambio agradable. Y otra cosa radicalmente diferente en el Francés en comparación con caminos minoritarios es la disponibilidad de servicios. Aquí en casi cada pueblo que cruzo hay varios albergues o alojamientos de otro tipo y varios bares.

¿Y que decir de la señalización? Si ayer mismo pasé por tramos sin ninguna indicación y donde solo siguiendo un track con un GPS es posible encontrar la ruta, aquí son tan abundantes que es casi imposible perderse. A veces hay tantas marcas que llegan a ser repetitivas e innecesarias.

Tras unos treinta kilómetros por pistas agrícolas entre campos de cereales y pasando por algunos pueblos como Tardajos, Rabé de las Calzadas o Hornillos del Camino llego a Hontanas donde paro a desayunar. Cuando hice el Camino Francés en 2015 con mi hija Blanca por casualidad paramos en el mismo bar y nos sentamos en la misma mesa en la que había estado en mi primer camino en 2013. Medio en broma establecimos que había que repetir siempre que alguien pasara por aquí. Pues aquí estoy, siete años después. Las mismas mesas siguen en el mismo sitio.

Tras Hontanas afronto un tramo en el que se cruzan unos campos por un sendero y más tarde hay una de las pocas veces en toda la etapa en que se circula por asfalto.

Por esta carretera se pasa bajo un arco que forma parte de las ruinas del convento de San Antón. Aquí y durante toda la etapa coincido con algunas bicicletas, incluso eléctricas, una novedad que hasta hace muy poco no se veía en el Camino de Santiago.
La carretera me lleva hasta Castrojeriz, un ejemplo de pueblo estrecho y alargado nacido a los lados del camino.

Pasado Castrojeriz afronto el ascenso al Alto de Mostelares, corto pero intenso ya que se suben 150 metros en apenas un kilómetro. Una vez arriba, desde donde hay una amplísima panorámica de la Meseta, se llanea brevemente y se desciende de forma tan brusca como se ha ascendido.

En cuanto llego de nuevo al llano cruzo el río Pisuerga por el largo Puente Fitero, de once arcos y edificado en el siglo XI, que marca el límite entre las provincias de Burgos y Palencia. Antiguamente representaba la frontera entre los reinos de Castilla y de León. Después, siempre atravesando esta enorme llanura cerealística, paso por Itero de la Vega y Boadilla del Camino. En ambas poblaciones se conservan “rollos de justicia”, una especie de columna que era un símbolo de la autonomía jurisdiccional que poseía el pueblo y también el lugar donde se ataba a los condenados para ser expuestos a la vergüenza pública.

En los últimos kilómetros del día hay un cambio momentáneo de paisaje cuando se circula junto al Canal de Castilla. Construido entre finales del siglo XVIII y principios del XIX sus más de 200 km de recorrido debían servir para facilitar el transporte en barcazas del trigo de Castilla a los puertos del norte de España. Posteriormente la llegada del ferrocarril lo dejó obsoleto para el transporte pero hoy día aún se utiliza como canal de riego.

Cruzando por una esclusa del canal entro en Frómista donde destaca su iglesia de San Martín, parte de un antiguo monasterio medieval desaparecido y muestra destacada del románico, y donde finalizo la etapa.

Balance del día: 67,1 km y 558 m de desnivel positivo acumulado.
Puedes obtener el track en Wikiloc aquí y ver el recorrido realizado en esta animación: