Ha costado arrancar. He estado muchísimo tiempo desayunando en la Plaza mayor de Cáceres mientras terminaba el post de ayer. Cuando finalmente me he puesto en marcha, 10 kilómetros sin mucha historia y llego a Casar de Cáceres, el pueblo del famoso queso Torta del Casar.
Desde Casar empieza un recorrido por pistas a través de una zona de pastos verdes con vacas. Un paisaje muy diferente de los de los días anteriores. Ni rastro de dehesas, olivos y todo lo demás… Y, curiosamente, muchas vacas pero ninguna oveja que son las que dan la leche para elaborar la Torta del Casar.
Entre pastos y algunos árboles sigo avanzando hacia el norte. El cielo se mantiene sereno por el momento.
En esta zona se pasa junto a tres miliarios. El de la cuarta foto no es de origen romano, son los cubos de granito que, inspirados en los miliarios antiguos, utiliza la Junta de Extremadura para marcar el recorrido de la Vía de la Plata.
Al final ha empezado a llover. Siempre hace lo mismo: llueve 10 o 15 minutos, lo suficiente para empaparte. Después para durante 40 o 45 minutos, lo suficiente para que estés casi seco y para que te hagas ilusiones de que ya ha terminado y entonces… vuelve a llover 10 o 15 minutos y vuelta a empezar. Es un ciclo diabólico que se va repitiendo todo el día con una particularidad, la pausa entre chubascos es mas larga por la mañana y mas corta a medida que avanza el día así que por la tarde ya no dura 40 o 45 minutos sino cada vez menos. El premio, a cambio, es que cuando no llueve el cielo que hay queda muy bien en las fotos… el que no se conforma es porque no quiere.
Todo este paisaje bucólico termina repentinamente cuando tras una curva aparecen las obras del AVE. Seguro que es muy útil y práctico cuando vas subido en él, pero cuando estás en plena naturaleza y aparece una zanja kilométrica con paredes y base de cemento y toda la parafernalia de las grandes obras públicas (camiones, hormigoneras, casetas de obra…) es un horror absoluto. ¡No pongo foto para no estropear el blog!
A partir de aquí se desciende al embalse de Alcántara para cruzar el río Tajo. Lastima que el cruce de este tercer gran río del viaje no tiene el glamour del cruce del Guadalquivir por el puente de Triana en Sevilla o del Guadiana por el puente romano de Mérida. En este caso hay que cruzar por el puente de la carretera nacional porque si había alguno antiguo debe estar bajo las aguas del embalse.
Una vez cruzado el Tajo afortunadamente se abandona la nacional para empezar una ascensión por un sendero pedregoso. La Vía de la Plata coincide aquí durante muchos kilómetros con el Camino Natural del Tajo (GR 113) que recorre mas de 1000 km siguiendo el río desde la Sierra de Albarracín en Teruel hasta la frontera con Portugal.
Mas adelante el Camino transita a través de un alcornocal precioso.
Y todavía quedaban kilómetros para cruzar una última dehesa. Cruzarlas por la tarde es una experiencia increíble porque puedes recorrer kilómetros y kilómetros sin ver a nadie mas. Generalmente los peregrinos a píe planifican las etapas para llegar a las dos o las tres a su destino y es raro adelantar a algún caminante por la tarde. Tienes el bosque para ti sólo.
Empapado, una vez mas, pero encantado de la experiencia llego a Galisteo donde dormiré hoy.
Balance del día: 78,0 km con 821 m de desnivel acumulados.
¡¡¡Muchos ánimos!!!! Te echamos de menos… 😦
¡Venga que tu puedes! DISFRUTA de la expeiencia y de la naturaleza
Gracias campeón!