Díez kilómetros siguiendo la ribera del Río Jerte nos llevan desde Galisteo a Carcaboso. Este pueblo guarda una curiosidad en su iglesia. Veíamos en la etapa anterior lo que eran los miliarios, esas piedras que marcaban cada milla en una calzada romano. No deja de ser curioso encontrar esas piedras tiradas en el campo cuando lo lógico sería que en algún momento de los mas de dos mil años que han pasado se hubieran utilizado para otra construcción. Pues en Carcaboso tenemos un ejemplo de «reciclaje» de miliarios: las columnas a los lados de la fachada principal de la iglesia están hechas utilizando antiguos miliarios. En las piedras se ven aún perfectamente las inscripciones romanas.
Pasado Carcaboso se entra en una de las zonas mas espectaculares que he atravesado en este camino. Es una dehesa preciosa, uno de los paisajes mas bonitos que he visto nunca. Las fotos, con una cámara compacta sencilla y con episodios de lluvia cada dos por tres, no pueden hacer justicia a la belleza del lugar. Aquí van unas cuantas.
Kilómetros y kilómetros por pistas y senderos contemplando encinas, alcornoques, muros de piedra verdes por los musgos y líquenes, riachuelos, flores de colores en los prados verdes… todo en una armonía perfecta.
Sin embargo, tanta belleza tenía un «peaje». Las lluvias de los últimos días provocaban que el nivel de los riachuelos estuviera mucho más alto de lo habitual. Y pasarlos ha sido una odisea. Uno detrás de otro se han de atravesar un mínimo de 20 o 30 ríos y en alguno he llegado a pasar con agua hasta el muslo y trasladando la bici a pulso.
En algunos casos hay pasarelas de piedras para cruzar pero el nivel del agua está mucho mas alto y las piedras están casi sumergidas y además no llegan de orilla a orilla porque el cauce está más ancho de lo habitual.
Además, en muchos tramos lo que parece hierba verde en realidad está completamente encharcado y embarrado por debajo. Parecía que circularas por un campo de arroz.
Ha sido una prueba durísima no físicamente sino mentalmente. Parecía que a cada prueba superada viniera otra mas difícil todavía.
Me he enamorado de este lugar. Hay que verlo para entenderlo.
Todavía en trance por la experiencia, aparece más adelante uno de los símbolos de la Vía de la Plata, el arco romano de Cáparra, única estructura que se mantiene en píe de la ciudad romana del mismo nombre.
Tras muchos kilómetros sin mayor historia por caminos y carreteras locales y con lluvia intermitente como en los días anteriores, me planto por la tarde en Baños de Montemayor. En este pueblo-balneario se inicia la subida al Puerto de Béjar. Estamos cruzando el Sistema Central, la cordillera que separa la Meseta en dos mitades, la submeseta norte y la submeseta sur. Además, en esta zona hace de frontera natural entre Extremadura y Castilla-León. La subida empieza por un tramo de calzada romana empedrada y luego continua por un sendero de tierra.
Es duro pero corto y antes de darme cuenta estoy en lo alto del puerto. La primera señal de que hemos entrado en la provincia de Salamanca son los indicadores del itinerario en forma de triángulos amarillos.
Salamanca me recibe con sol, lo que no había visto prácticamente en todo el día. Unos díez kilómetros de descenso entre bosques y llego a La Calzada de Béjar, donde dormiré hoy.
Balance del día: 77,1 km con 1.080 m de desnivel acumulado.
Animo campeón, los días y las dificultades van quedando atrás y tu sigues adelante. Cuidate mucho, sobre todo con esos riachuelos que tienes que atravesar, ya que van muy crecidos como tu ya has comprobado. En la próxima etapa posiblemente hayas superado el ecuador de tu travesia.
un abrazo
Mª Angeles y Alberto